En los últimos tiempos, EE. UU, ha intensificado la disputa con China, por el acceso y control de las tierras raras; ligeras, como, el Lantano, el Cerio, el Neodimio, el Prometio; etc.. y las más escasas y valiosas, como Europio, Godolinio, Terbio, Disprosio, Holmio, Erbio, etc. utilizadas en el desarrollo de la industria de la guerra, la transición energética y las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones. Elementos clave para baterías de autos eléctricos, turbinas eólicas y paneles solares; así como, para las nuevas tecnologías de telefonía celular, computadoras y fibra óptica. La disputa con China, es porque se ha consolidado como la nueva potencia mundial, que además controla más del 70% de la producción mundial de dichas tierras, lo cual le da una ventaja estratégica considerable frente a los Estados Unidos. El imperio gringo ha definido como sus zonas estratégicas a la América Latina, por sus reservas de litio y tierras raras; África, principalmente República Democrática del Congo, Madagascar y Sudáfrica, Australia y Canadá.
Según analistas de la geopolítica mundial, la USAID nació como una sub agencia de la CIA, dedicada a “promover el desarrollo” en los países bajo dominación imperial, mediante la inversión de millones de dólares en apoyo a programas dirigidos a las poblaciones vulnerables, la asistencia técnica agrícola y sostenible, la equidad de género, etc.; así como, para fortalecer gobiernos lacayos, autoritarios, neoliberales, funcionales a su hegemonía; a los cuales, en palabras del expresidente Obama, se les pueda “torcer el brazo” cuando se desvíen de los causes definidos por el Estado profundo imperialista.
En Colombia, la intervención USAID incluye dentro de su objetivos misionales, además de los programas de cooperación al desarrollo, centra su énfasis en la erradicación y sustitución de los cultivos ilícitos (hoja de coca, marihuana; etc.), (Chat GPT) centrada principalmente en la fumigación con Glifosato, de miles de hectáreas sembradas de hoja de coca, sin importar la vida y los graves daños causados, tanto en la salud de la población, como en el medio ambiente, en los cultivos de pan coger, las fuentes de agua y la biodiversidad. Dichas acciones son presentadas como “ayuda”, no como su obligada participación en el combate contra este alucinógeno consumido por millones de jóvenes norteamericanos. Que, además, robustece las arcas de Wall Street y las fortunas de las mafias gringas y, por supuesto, a los narcotraficantes colombianos; también, a los carteles mexicanos, con creciente presencia en nuestro país.
Además de la fumigación, la política de guerra contra el narcotráfico ha estado centrada en la persecución a los campesinos cultivadores de la hoja de coca, que ponen los muertos y atiborran la cárceles del país; mas no en la persecución a los grandes capos de las mafias de narcotraficantes, quienes, al tiempo que atesoraron grandes fortunas, contribuyeron con Álvaro Uribe a la creación, financiamiento, entrenamiento y apertrechamiento de las bandas paramilitares; amén de los miles de millones aportados a sus dos campañas presidenciales y las de sus cómplices, a gobernaciones, alcaldías, al congreso, las asambleas departamentales y los concejos municipales.
Pero la historia que no cuentan los medios corporativos, es la intervención soterrada de la USAID en la promoción, organización, y financiamiento de golpes de Estado, guerras mediáticas de difamación y aniquilamiento político y moral de gobernantes elegidos democráticamente, para promover levantamientos de la población en su contra. Estas prácticas que eran secretos a voces, se hicieron públicas con la reciente decisión de Donald Trump de reducir al máximo los fondos de esta agencia, bajo pretexto de “reducir los gastos en ayuda exterior y priorizar el interés y la seguridad nacional”. Pero el argumento de fondo es que el dinero gastado no ha beneficiado de manera decisiva los intereses de los Estados Unidos. Sin embargo, la USAID registra una larga historia de intervención directa o encubierta en golpes de Estado en muchos países del mundo.
Fue, por ejemplo, un actor determinante en las llamas “revoluciones de colores” que se realizaron en varios países de la ex Unión Soviética y otras regiones; promovió levantamientos que derrocaron a gobiernos calificados de “autoritarios” alineados con Rusia, como en Serbia (2000) en donde promovió la Revolución Bulldozer, que derrocó al presidente Slobodan Milosevic; la “Revolución de las Rosas”, bajo el mando de Mikheil Saakashvili, que derrocó al presidente de Georgia, Eduard Shevardnadze, la Revolución Naranja de Ucrania (2004 – 2005) liderada por Viktor Yuschenko y que depuso al presidente Viktor Yanukovich, la Revolución de los Tulipanes en Kirguistán (2005), que defenestró al presidente Akar Akáyev, Protestas masivas en Ucrania en 2014, que derrocaron al presidente Viktor Yanukovich acusado de tener lazos con Moscú. Funcionarios del Departamento de Estado, en ese entonces, reconocieron haber invertido US$5.000 millones en “el desarrollo de la democracia en Ucrania”. En estos casos la ayuda de la USAID fue presentada como “ayuda humanitaria”, desenmascarada como una herramienta de intervención imperialista para derrocar gobiernos elegidos democráticamente e imponer gobiernos lacayos, presentados como aliados estratégicos por USA. La consecuencia, fue la expulsión de la USAID de Rusia en 2012, con pruebas incontrastables de que financiaba la oposición y pretendían desestabilizar su país.
La intervención yanqui en América Latina fue premonitoriamente denunciada por Simón Bolívar, “Los Estados Unidos parecen destinados por la providencia a plagar la América de miserias en nombre de la libertad”, desde entonces, el pueblo latinoamericano, la patria grande, de la que hablaron Chaves, Kirchner, Fidel Castro y Lula Da Silva, ha sufrido la sistemática violación de la soberanía nacional. La historia registra innumerables actos terroristas en territorio de Cuba, además de inhumanas sanciones y el brutal bloqueo económico por más de seis décadas. Recientemente, el presidente Díaz Canel, denunció a la USAID por promover y financiar una Red Clandestina para realizar fracasadas protestas contra su gobierno.
En Centroamérica registra una larga trayectoria de apoyo a las dictaduras de, Guatemala, El Salvador Honduras, con reciente apoyo del golpe de Estado contra el presidente progresista Manuel Zelaya (2009). En Nicaragua, apoyó, financió y armó los “Contras” en los años 80, con dineros aportados por narcotraficantes colombianos a cambio de ingresar toneladas de cocaína a los EE. UU, para derrocar el gobierno sandinista.
La injerencia de USAID, camuflada en sus programas de ayuda humanitaria en las islas antillanas y del Caribe ha sido igualmente funesta, en Haití, además de saqueada, ha sido sometida al estado permanente de violencia, ocupación y sojuzgamiento de su soberanía, entre 1991 y 2004 la CIA y la USAID, financiaron grupos terroristas y opositores que organizaron el levantamiento que produjo el golpe de Estado contra el presidente demócrata Jean-Bertrand Aristide, considerado un gobierno adverso a Washington; luego de su retorno, elegido nuevamente presidente, con la participación de las mismas agencias, volvió a ser derrocado, por la misma causa, en 2024. El presidente de República Dominicana, Juan Bosch, elegido en 1963, fue derrocado con el apoyo de USAID y la CIA, se desató una guerra civil; entonces USA ocupó militarmente la isla, para evitar que la República dominicana se convirtiera “en una segunda Cuba”.
En Argentina promovió la dictadura militar (1973 – 1983) y, resueltamente, apoyó la imposición de la receta neoliberal por el gobierno de Carlos Menem, promovió la desestabilización de los gobiernos progresistas de Néstor y Cristina Kirchner, para viabilizar la elección del neoliberal y corrupto gobierno de Macri, así como la del anarco – libertario neoliberal y estafador, Javier Milei. En Chile, a finales de la década de 1960, financió campañas de desestabilización que culminaron en el golpe de Estado contra el presidente socialista Salvador Allende y la imposición de la sanguinaria dictadura de Augusto Pinochet (1973 – 1990), quien llevó a cabo la aplicación a sangre y fuego del modelo neoliberal, de la mano de los “Chicago Boys”.
En Brasil apoyó, organizó y financio el golpe militar contra el presidente Joao Goulart, en 1964, asesoró la aplicación de la recta neoliberal del gobierno de Fernando Enrique Cardoso y desarrolló campañas de desprestigio y movilizaciones contra los gobiernos de Lula Da Silva y, promovió, asesoró y financió el golpe de Estado judicial contra la presidenta Dilma Rousseff en 2016, encabezado por el corrupto vicepresidente neoliberal, Michel Temer, para después apoyar la elección del extremista neoliberal Bolsonaro, a quien proporcionó asistencia técnica y política.
En Paraguay, apoyó la dictadura de Alfredo Stroessner y le financió programas de “seguridad interna y control social”. En 2012, incidió decisivamente en la destitución (golpe de Estado judicial) por parte del Congreso, del presidente progresista Fernando Lugo. En el Perú desarrolló programas de persecución y exterminio de militantes de izquierda y de oposición, ejecutada por el dictador Alberto Fujimori, estigmatizados como miembros del terrorista Sendero Luminoso; últimamente, (2022) asesoró y financió la destitución (golpe de Estado judicial) del presidente Pedro Castillo, elegido democráticamente, para imponer la dictadura de la usurpadora Dina Boluarte, hoy al servicio de las corporaciones norteamericanas, el narcotráfico, la corrupción y las oligarquías dominantes del país Inca. En Ecuador, el presidente de la “Revolución Ciudadana” Rafael Correa, expulsó del país la USAID, por la evidente injerencia y apoyo a las acciones de desestabilización de su gobierno, luego traicionados por quien fuera su vicepresidente, Lenin Moreno, quien, una vez elegido presidente con el apoyo de Correa, traicionó la revolución ciudadana y permitió a la USAID volver a sus andadas en Ecuador.
El marcado interés del EE.UU por apropiarse de la mayor reserva de litio del mundo que alberga Bolivia, nacionalizada por el gobierno de Evo Morales, llevó a la USAID a promover, organizar y financiar campañas de desestabilización y desprestigio del gobierno, razón por la cual el presidente decidió expulsarla del país, pero su insidia produjo la renuncia del Presidente indígena, acusado de fraude electoral, e incitó la asunción ilegal de la presidencia, por la impostora Jeanine Áñez, en noviembre de 2019, quien ejerció su dictadura mediante violenta represión, corrupción y persecución a la alianza del MAS y los movimientos sociales; al cabo de un año, fue derrotada en las urnas por el partido de Evo y puesta presa, procesada penalmente y condenada en 2022 a diez años de prisión por La justicia Boliviana.
El hegemón norteamericano, decidió recuperar para las multinacionales gringas el control y la explotación de la mayor reserva petrolera del mundo, nacionalizada por el gobierno bolivariano de Hugo Chávez Frías; con tal propósito, ha sometido infructuosamente al pueblo venezolano al más cruel sufrimiento, mediante drásticas sanciones económicas, que le significaron a Venezuela la confiscación de US$30.000 millones en el sistema financiero internacional, la pérdida de US$230.000 millones en siete años de bloqueo a la producción y venta de su petróleo, pérdida de cerca de US$2.000 millones por la confiscación de 1600 toneladas de oro; no solo confiscaron el petróleo, también empresas como, CITGO que opera en USA y MONÓMEROS en Colombia (William Castillo, Vicepresidente de políticas anti bloqueo de Venezuela), indujeron artificiosamente, la más gigantesca devaluación del Bolívar en la historia, y estimularon el mayor éxodo de la historia en América Latina; más de 6 millones de hermanos venezolanos abandonaron su patria y, sometieron al mayor padecimiento por hambre y miseria al hermano pueblo venezolano. Además, les impidieron acceso a sus recursos, congelados en bancos extranjeros, para comprar las vacunas y hacer frente a la pandemia del COVID 19.
Se trató de una agresión devastadora, agravada con la intervención de la USAID, mediante la entrega de más de US$3.500 millones, en seis años, (William Castillo) a los partidos de la extrema derecha venezolana agrupados en la MUD (Mesa de Unidad Democrática) , liderados por Leopoldo López, Henrique Capriles, Corina Machado, Juan Guaidó, entre otros; cuantiosa suma que utilizaron para financiar grupos armados (Tren de Aragua, Tren del Llano) y acciones violentas (guarimbas) contra la infraestructura energética, vial, hospitalaria, acueductos, y de saboteo a la refinería de PDVESA, que contaron con el apoyo cómplice de Álvaro Uribe y el gobierno del títere Iván Duque, que facilitó el territorio colombiano para entrenar y apertrechar grupos terroristas que ejecutaron, bajo el mando de Jordan Goudreau (boina Verde) la “Operación Gedeón”, para asesinar al presidente Maduro, contratada por Juan Guaidó y Leopoldo López y derrotada por el ejército bolivariano.
Esta es la verdadera historia de USAID y las demás agencias norteamericanas que, camufladas en el ropaje de apoyo al desarrollo, la ayuda humanitaria y la defensa de los derechos humanos, financia grupos y partidos de extrema derecha, ONGs, medios de comunicación, acciones terroristas y golpes de Estado, en países cuyos gobiernos sean considerados un peligro para los intereses del hegemón imperialista.
No cabe duda que la mano imperialista estadounidense estuvo metida, a través de USAID, la NED y la CIA, en la invasión a Irak, el millón de masacrados y el asesinato de su presidente Saddam Hussein, los bombardeos a Libia y el asesinato de Muamar Gadafi, el estado de guerra permanente en Siria y el derrocamiento del presidente Bashar al Assad y por supuesto la campaña de exterminio y el genocidio del heroico pueblo palestino.
José Arnulfo Bayona, miembro de la Red Socialista de Colombia y Fiscal de ANEP.
Foto tomada de: Radio Nacional de Colombia
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