Pero no son los únicos, desde luego. Tanto o más peligrosas que estas acciones violentas son el agravamiento del bloqueo y las sanciones a Cuba, Nicaragua y Venezuela y, sobre todo, la utilización por parte de Trump de los aranceles a nuestras exportaciones a su país como una auténtica e inaceptable arma política. México ha sido hasta la fecha el país más afectado, debido a la imposición de un arancel del 25% a sus exportaciones a la potencia del norte, en fragante violación de los términos del tratado de libre comercio firmado por el país azteca y Canadá con Estados Unidos por exigencia del mismísimo Donald Trump durante su primer mandato. El tratado establece que ninguno de los firmantes puede imponer unilateralmente sanciones. Y en ninguna parte de su articulado figura la prohibición de comerciar con la República Popular de China, que es lo que actualmente están exigiendo los funcionarios del gobierno de Trump al gobierno de Claudia Sheinbaum. Exigencia que también pretenden incluir dichos funcionarios en las negociaciones sobre la anunciada imposición de aranceles del 10% a las exportaciones a Estados Unidos de todos nuestros países.
El propio Trump lo ha dejado muy claro: China, más que Rusia, es el enemigo a abatir. Para él – y para el resto del bloque dominante estadounidense – es el único rival que cuenta con los medios y los recursos suficientes para resistir con éxito la pretensión de Estados Unidos de perpetuarse como dueño y señor del mundo. La política arancelaria de Trump sirve a ese desaforado propósito, de dos maneras distintas, aunque complementarias. Las anunciadas tarifas arancelarias del 145 % a las importaciones chinas pretenden excluir a China del mercado estadounidense. Trump, en respuesta al hecho incontestable de que China se ha convertido en “el taller del mundo”, ha afirmado en varias ocasiones que, en contraposición, “América es el mercado más grande del mundo”. De allí que pretenda utilizar esta primacía – que es de las pocas que le van quedando a su país – para imponer condiciones a todos los países para los cuales el acceso a dicho mercado resulta vital en la presente coyuntura. La más destacada de dichas condiciones es la de excluir a China de nuestros mercados. La amenaza de Trump de imponer aranceles del 25% a todos los países que compren petróleo venezolano es el preámbulo de una maniobra mayor: amenazar con la imposición de aranceles del 10% a nuestras exportaciones para, a renglón seguido, mostrar su disposición a reducir e incluso a anular completamente dichos aranceles a todos aquellos que se comprometan a reducir o anular completamente sus relaciones económicas y comerciales con la República popular de China. ¡Trump pretende excluir a China del mercado mundial! Como si a estas alturas del partido ello fuera posible.
Este chantaje puede funcionar, como ha funcionado desgraciadamente en el caso de Panamá, si Trump logra imponer la lógica de la negociación bilateral. Tomados de uno en uno cada uno de nuestros países es débil si se compara con el poderío de Estados Unidos de América. Pero otro es el cantar si se encara esta negociación de manera unitaria. El conjunto de la economía de nuestros países es demasiado importante para el funcionamiento de la economía norteamericana como para que Trump se pueda permitir el lujo de pasarlo por alto. Hace un año o más, la almirante Laura Richardson, por entonces comandante del Comando Sur, compareció ante la Comisión de Asuntos Exteriores del Senado de Estados Unidos y llamó la atención sobre la necesidad y la urgencia de controlar nuestros recursos naturales, subrayando su excepcional valía e importancia estratégica. Digámoslo sin rodeos: sin disponer de ellos la pretensión de Trump de infringir una derrota estratégica a China para así revalidar el dominio mundial de Estados Unidos se desvanece “como el puño en la mano abierta”.
Es con la consciencia de nuestra fuerza que podemos y debemos abordar el desafío que supone la actual ofensiva neocolonialista de Trump, negociación de los aranceles incluida. Al presidente Petro, el azar o la gracia divina, le ha concedido la oportunidad de liderar, desde la presidencia pro tempore de CELAC, la lucha unificada de América Latina y el Caribe contra tan fatídica ofensiva. Yo tengo plena confianza en que él no ha desenfundado en vano la espada de Bolívar. El libertador.
Carlos Jiménez
Foto tomada de: RTVC Noticias
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