El papa Francisco encarna la esperanza que como sociedad tenemos de alcanzar algún día la paz. Para los católicos, apostólicos y romanos y muy seguramente para toda la cristiandad nacional, es motivo de orgullo y satisfacción que este papa portador de un mensaje de paz y reconciliación visite nuestro país en momentos en que avanza una transición democrática del conflicto político armado de más de 60 años hacía una paz que esperamos sea definitivamente duradera.
Su corta visita es además una oportunidad para que los colombianos reflexionemos una vez más sobre los males que como gobierno y sociedad nos aquejan; en especial en la pérdida de valores cristianos y democráticos. Es una visita en medio de los mayores escándalos por la corrupción que corrompió hasta la sal.
Llega su santidad a un país donde Senadores y Miembros de las Altas Cortes están siendo procesados por delitos contra la moral y la ética pública, sindicados por delitos debido a la falta de pulcritud en el manejo de recursos del Estado como en el caso de Odebrecht; que aunado a los escándalos regionales de corrupción que a diario se denuncian en los gobiernos locales y regionales, hacen de su visita una extraordinaria ocasión para volver a mirar como nación y sociedad hacia los verdaderos valores éticos y morales que deberían guiar a los ciudadanos virtuosos en el ejercicio de un buen gobierno y de una democracia.
La visita papal servirá también, para despertar de nuevo la reflexión hacia la necesidad de unir a todos los colombianos sin distingos políticos y religiosos alrededor de la necesidad de otorgar mayores derechos prestacionales de los más olvidados. La visita a la ciudad de Cartagena una de las ciudades azotadas por la inmensa pobreza en medio de la riqueza del turismo nacional, deberá servir de ocasión para pensar si el exótico mundo del derroche y la fiesta, de la diversión, el asueto, el jolgorio y la francachela, es compatible con la miseria y la pobreza en el marco de un mismo territorio como se expresa en la ciudad de la India Catalina.
Que la visita del papa nos sirva entonces para comenzar una seria reflexión hacia la construcción de un nuevo país donde la paz sea una realidad a partir de la lucha contra la corrupción y la pobreza. Demos el primer paso.
HECTOR ALONSO MORENO