Cuatro precandidatos lucharán por el aval de la colectividad para recuperar la Presidencia de la República: Humberto de la Calle, Juan Fernando Cristo, Luis Fernando Velasco y Edinson Delgado. En la puja por la candidatura quedaron por fuera dos precandidatos: Vivian Morales y Juan Manuel Galán.
La senadora Vivian Morales rechazó el manifiesto acordado por los demás precandidatos y las directivas liberales que compromete a los candidatos de la colectividad a respetar tanto el acuerdo de paz con las Farc como las minorías sexuales. La congresista precisó que no podía aceptar el compromiso propuesto por las directivas de su partido porque no comparte todos los puntos acordados con las Farc y porque el mismo viola su libertad de conciencia.
Por otro lado y desde la distancia, el senador Juan Manuel Galán dio un paso al costado y anunció que no participaría en una “consulta popular de maquinarias organizada por las directivas del Partido Liberal”, un partido que “no ha sido capaz de renovarse”.
Con el camino despejado para elegir el candidato único, los cuatro precandidatos comenzarán sus respectivas campañas para obtener de los ciudadanos su apoyo en la consulta de noviembre.
Luis Fernando Velasco es un curtido congresista que ha ocupado la presidencia del Senado y Edinson Delgado un senador afrodescendiente del Cauca, pero es evidente que la competencia efectiva se dará entre Juan Fernando Cristo y Humberto de la Calle, dos contendores de peso.
Juan Fernando Cristo ha recibido el apoyo de 40 de los 53 congresistas que tiene el Partido Liberal. Un apoyo que debe ser tomado en cuenta por cuanto son los congresistas quienes controlan los votos en las regiones.
Sin embargo, no es secreto el guiño que desde antes de ser proclamado como director único le dio Gaviria a quien fungió en Cuba como jefe negociador de paz del Gobierno, Humberto de la Calle. Así quedó evidenciado durante el discurso del exmandatario, cuyas palabras no estaban dirigidas solamente a los militantes del partido sino a Germán Vargas Lleras por no apoyar el proyecto que reglamenta la justicia para la paz. Tener de aliado al nuevo director del Partido Liberal será de un valor estratégico fundamental para De la Calle quien ha dejado en claro que su principal propósito es derrotar en las urnas a Vargas Lleras y al que designe Uribe en el Centro Democrático.
El camino, empero, no está despejado para ningún candidato presidencial. Dejando de lado lo que el país conoce, a saber, la crisis sin precedentes por la que atraviesan todos los partidos políticos afectados por la corrupción y el descrédito ante la ciudadanía que los siente ajenos a las problemáticas del país, no puede pasarse por alto que el Partido Liberal no las tiene todas consigo.
A pesar de la jefatura única y de la cercana escogencia de un candidato único, es evidente que el partido está fracturado. Además, después de ser durante muchos años el partido de gobierno, el partido es hoy consciente de que está obligado en concertar coaliciones con otras colectividades políticas para llegar al poder.
Según un amplio sector del partido, entre los que se encuentra el exministro Alfonso Gómez Méndez, la situación que vive el partido es el resultado de la conversión de la colectividad en un partido de parlamentarios, alejado de la población y controlado por “una camarilla que está a punto de liquidarla”. La crisis, que comenzó durante el gobierno de Ernesto Samper por el proceso 8000, se manifestó con las derrotas de Horacio Serpa como candidato a la Presidencia de la República y estalló con la dirección de Rafael Pardo, apadrinado por César Gaviria. No obstante su descrédito y la oportunista actitud de parlamentarios y militantes que hicieron tránsito a nuevos partidos políticos, el liberalismo se lanzó a la oposición, figura que había desaparecido del escenario político en Colombia desde el Frente Nacional. Ejerció una oposición tímida al gobierno de Andrés Pastrana y otra radical a los dos períodos de Álvaro Uribe. Sin embargo, durante estos años, de tener un 46 por ciento de la votación, el partido pasó a rozar el umbral electoral y a sobrevivir a la sombra del poder de la coalición gobernante dirigida por el partido de la U para no perder espacios burocráticos.
Ideológicamente el Partido Liberal está a la deriva y ha apoyado ideas conservadoras contrarias a su ideario político prefiriendo la comodidad burocrática y el mantenimiento de cacicazgos regionales a la aventura de proponer soluciones estructurales. En la actualidad, empero, y a pesar de todo, coexisten en el seno del partido dos alas: el ala cercana a posiciones progresistas y socialdemócratas, favorables a una coalición con líderes como Clara López, y el ala centrada en la seguridad de la administración de los asuntos del Estado desde una perspectiva neoliberal.
Bajo estas circunstancias, se puede afirmar que solamente cuando llegue el momento en que candidatos a las legislativas y presidenciales tengan que declarar abiertamente de qué lado están comenzará la verdadera campaña.
No puede perderse de vista que uno de los objetivos fundamentales de los partidos y de los que han asumido la política como profesión es el ejercicio del poder y que como organizaciones aquellos evolucionan en distintas direcciones. Algunas veces tienen en la mira el ganar espacios para aumentar su representación mientras que otras solamente les interesa tener acceso a la administración o a la gestión de lo estatal.
En este contexto comienzan a perfilarse los planes de cara a los comicios del año entrante con un partido desdibujado ideológicamente, burocratizado y controvertido, enfrentado al dilema de innovar para sobrevivir o acomodarse a la situación presente y desaparecer.
RUBÉN SÁNCHEZ DAVID: Profesor Universidad del Rosario
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