Fue el liberalismo en los años treinta del siglo pasado, bajo la batuta del presidente Alfonso López Pumarejo, quien a nivel nacional trato de inaugurar un ciclo de gobiernos con apoyo de sectores de centro, izquierda y democráticos, que permitieran el desarrollo y la transición del país de una sociedad agraria a una sociedad industrial; y hacia un proceso de modernización del Estado bajo la egida de las ideas del liberalismo filosófico y político que son tan afines a la centro izquierda en Colombia..
Son innumerables los acontecimientos y las acciones en materia de política pública que hizo que esos años de la llamada republica liberal (1930-1946) se recuerden como los años de las ideas programáticas del liberalismo de izquierda con importantes victorias tempranas para la democracia en materia de educación, salud, tierras etc. La republica Liberal fue la época, en la cual se modernizó la estructura del Estado y se alcanzaron grandes cambios sociales y económicos. En esos 16 años Colombia dejo atrás la nación agrícola y pastoril que había vegetado por más de 40 años en el lecho de una hegemonía conservadora.
Al final, este periodo político de democratización de la vida nacional termino, desafortunadamente, siendo traicionado en sus ideales democráticos de modernización de la sociedad y el Estado por los que el caudillo Jorge Eliecer Gaitán llamo, en su momento, las oligarquías liberales; quienes, hoy como ayer, dirigían el Partido en las regiones y a nivel nacional.
Fueron notables en esa época las acciones políticas conjuntas entre los liberales Gaitanistas y los grupos de izquierda en defensa de los derechos del campesinado y de la naciente obrería; y de la necesidad de avanzar conjuntamente por la modernización del Estado, por la democratización política y por las reformas sociales que requería un país en transición. Acciones políticas que fueron sometidas finalmente al más criminal terror y persecución por parte de la derecha conservadora y el liberalismo oligárquico, quienes desatarían la criminal época que se conoció en Colombia como la violencia política.
De tal manera, que no ha sido extraño que el liberalismo haya jugado históricamente su suerte política por la paz y la democracia al lado de sectores de izquierda. Hoy, como hace ya casi 90 años, se impone de nuevo en este proceso de transición una nueva alianza nacional entre quienes pregonamos la pacificación del país y el fin del conflicto político armado con todos los actores, y para quienes en política NO todo vale, a fin de aislar del poder político en Colombia a quienes pretenden mantener el país en esa violencia de más de 60 años que les ha sido funcional para el despojo de las tierras de los campesinos pobres, para el enriquecimiento mafioso, la patrimonializacion de lo público, y para el mantenimiento de la hegemonía política de democracia restringida y corrupta a nivel nacional y en las regiones sobre la base de que en la política todo vale.
De ahí, que las alianzas políticas de la actual campaña electoral a la presidencia se deben de establecer entre quienes quieren mantener sus relaciones de adscripción política con el pasado corrupto, mafioso y antidemocrático, y quienes desde el liberalismo y los sectores de centro izquierda queremos una nueva Colombia sin guerrillas, mafias, paramilitares, y por supuesto, sin el cáncer de la corrupción.
La izquierda debe saber, que en este momento histórico su utopía política de contribuir con un gobierno democrático que afiance la paz con justicia social solo puede ser realizable mediante una gran alianza con sectores democráticos y el liberalismo; y en el cual, participen el movimiento social y popular, y el movimiento obrero campesino y estudiantil. Esa gran alianza por una Colombia mejor es el patrimonio de los que amamos la paz con justicia social; y es el gran sueño a realizar en favor de los más olvidados y oprimidos de Colombia.
Así que ustedes, señores y señoras dirigentes nacionales del liberalismo y de la izquierda democrática- muchos de los cuales han gobernado ciudades importantes- son los que tienen la palabra, a fin de demostrar que si es posible, por encima de cualquier vanidad personal, construir las bases políticas, programáticas y electorales para lograr un gobierno de centro para una nueva Colombia en las próximas elecciones; gobierno que sepulte para siempre la incertidumbre de que Colombia es un país estéril a nivel nacional para el ejercicio de la democracia política de los de abajo.
HÉCTOR ALONSO MORENO
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