(Temístocles Machado, líder social asesinado en Buenaventura)
La violencia y el asesinato sistemático contra los líderes sociales en todo el país sigue siendo la característica fundamental de la manera como se ha venido percibiendo el posconflicto, en lo que otrora, fueran los territorios rurales donde se evidencio con mayor fuerza el conflicto político armado. El pacífico colombiano ha pagado, hasta ahora, una alta cuota en vidas humanas, debido a la incapacidad del Estado de poner en funcionamiento los programas y políticas que implementen el acuerdo de paz de La Habana, y por su incapacidad de ejercer el monopolio exclusivo de la fuerza y de las armas en esos territorios.
En el año de 2015 el Centro de Memoria Histórica presentó una reconstrucción de la violencia en el puerto de Buenaventura. Ha sido la investigación más completa sobre quince años de horror e indiferencia por los que ha pasado el Puerto del Pacífico. Es el primer estudio académico sobre la práctica de terror de las llamadas casas de pique. En el informe entre 1990 y el 2013, se determinó que había registros de 465 víctimas de desaparición forzada en el Puerto; y se agrega que entre las principales conclusiones está una gran paradoja: después de la desmovilización paramilitar, en 2004, todo ha sido peor; en especial, a partir de 2010.
Pero pese a ello, por encima de la degradación de la violencia, se alza la voz de las víctimas y la cultura afro, con sus iniciativas de memoria y resistencia. Las comunidades negras organizadas y reconocidas como grupos étnicos han desarrollado en el litoral Pacífico, en particular en el municipio de Buenaventura, antes y después de la ley 70 de 1993, estrategias tendientes a visibilizar su identidad y a exigir las reivindicaciones de los derechos sociales, laborales, económicos y culturales ante las instituciones del orden local, regional y nacional.
Pero pareciera que el proceso de paz haya marcado otra gran paradoja: en vez de estimular mejores conflictos sociales en medio del respeto a la protesta ciudadana y a la vida de las comunidades, con la firma del acuerdo con las Farc parece que no puso fin a la violencia sistemática y lo que se percibe es que ha continuado la paradoja violenta: Todo es peor en el Pacifico Colombiano, y en particular en el Puerto de Buenaventura después del Pacto de La Habana; y todo empeora en el Puerto después de la firma del acuerdo con las comunidades a propósito del Paro Cívico de 2017.
En el Pacifico colombiano los grupos armados ilegales -en especial los paramilitares- han implementado una estrategia de generación del terror entre la población local; la ejecución articulada de modalidades de violencia, como masacres, desapariciones, torturas, descuartizamientos, reclutamiento de menores y violencia sexual son pan de cada día. Esto permite a los actores armados eliminar a sus adversarios y controlar territorios estratégicos para el narcotráfico y especialmente someter a la población.
En el marco de esa violencia del posconflicto fue asesinado en Buenaventura el pasado 27 de enero otro líder social en el barrio Isla de la Paz. “Don Temis”. Así se le conocía a este líder social comprometido con la defensa del territorio y su comunidad; compuesta por desplazados forzados de la violencia de los años 90 e inicio del 2000 provenientes de las riberas de los ríos Naya, Raposo y Yurumangui, y quienes huían de la violencia paramilitar que se inició con la masacre del Rio Naya.
A Temístocles Machado lo asesinaron después de que el 2 de noviembre del año pasado la defensoría delegada para la prevención de riesgo mediante informe 047-17 había advertido mediante alerta temprana del peligro en que se encuentran los líderes y lideresas sociales urbanos y rurales del Puerto de Buenaventura.
“Don Temis”, lidero la lucha contra la ampliación portuaria en Isla de la Paz, se opuso a los macro proyectos de renovación que atentaban contra el territorio, y fue uno de los líderes que protagonizo en mayo del año pasado el histórico Paro Cívico que resignificó la resistencia en el Pacifico Colombiano; y como tal, “Don Temis” era uno de las beneficiarios de la protección especial a la seguridad y la vida de los líderes del Paro cívico acordados con el gobierno nacional con la firma del acuerdo que puso fin al conflicto cívico.
“Don Temis”, como lo pueden testificar los jóvenes que lo escuchaban, nunca se dejó ganar por las amenazas ni por el miedo; siempre lucho por ver a su pueblo vivir en paz y con democracia social. Líder nato que reclamaba de manera litigiosa en contra del señor Jairo Arturo Salamanca Ochoa a fin de prevenir el despojo del territorio comunitario en el cual se encuentra comprometido la cancha de futbol, el lote del puesto de salud, y el parque infantil de su Barrio. Fue asesinado en la puerta de la casa del barrio Isla de la Paz por el que luchó como parte de la defensa del territorio comunitario.
Ojalá pronto las autoridades regionales y el gobierno nacional den resultados de las investigaciones por los aleves asesinatos de los cientos de “Don Temis” del Pacifico colombiano que han perdido la vida en el marco del posconflicto; y se aceleren las medidas para la implementación de los acuerdos del proceso de paz en estas regiones, entre ellos, la titulación y entrega de tierras a los miles de “Don Temis” desplazados por la violencia.
Sin duda alguna, esta ola de crímenes de los líderes sociales obedece a una estrategia sistematizada de fuerzas interesadas en impedir mediante la violencia homicida la implementación de la reforma rural integral, la titulación de tierras a las comunidades étnicas y la política de retorno a sus parcelas de los millones de campesinos desalojados en el marco del conflicto político armado. Todos los líderes asesinados nos han dejado un gran legado como enseñanza: Que la vida no es posible sin el territorio.
HÉCTOR ALONSO MORENO PARRA
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