Mientras se reduce el número de aspirantes a ocupar el solio de Bolívar, el anuncio de la fórmula Humberto De la Calle y Clara López ha sellado la alianza entre el liberalismo y el centro izquierda y deja en claro que es la llave más fuerte de todas las opciones presidenciales en defensa del acuerdo de paz entre el gobierno del presidente Santos y las Farc, a la vez que busca atraer el electorado joven y “el pago de la deuda social que el Estado tiene con los ciudadanos” (la salud, la educación y la lucha contra la corrupción). Dicha alianza fue posible al descartar la exministra ir a la consulta interpartidista con Gustavo Petro y Carlos Caicedo ante la negativa de De la Calle de participar en este mecanismo en marzo.
Como era de esperarse en el actual clima de polarización que caracteriza la política colombiana, las críticas provenientes de la derecha a De la Calle por su fórmula vicepresidencial no tardaron en expresarse de manera violenta y calumniosa apelando a la vieja táctica de llenar de miedo a la población colombiana, en su mayoría conservadora y reacia a la inclusión de los exguerrilleros.
Según el exprocurador y candidato presidencial Alejandro Ordóñez, quien comentó el suceso a través de su cuenta de Twitter, “Humberto De la Calle negoció la impunidad para el terrorismo y ahora confirma su alianza con la izquierda. Buscan un gobierno de transición hacia lo que hoy es Venezuela. Muy pronto recibirán la adhesión de los genocidas de las Farc”. En el mismo sentido se expresó Germán Vargas Lleras quien públicamente manifestó que “ahora sí el liberalismo se fue con la extrema izquierda”.
La reacción de la derecha no sorprende cuando se constata que en sus filas se mantienen las rivalidades personales y la presencia de figuras de dudosa reputación vinculadas a hechos de corrupción.
Aunque el 22 de enero se despejaron las dudas relacionadas con el futuro de la coalición del uribismo y el pastranismo cuando Marta Lucía Ramírez aceptó participar en la consulta interpartidista el 11 de marzo midiéndose a Alejandro Ordóñez e Iván Duque, el choque constante entre la primera y el exprocurador le resta fuerza al Centro Democrático y a su candidato quien es también blanco permanente de las críticas de Germán Vargas Lleras quien lo considera un “mozalbete” inmaduro.
Tanto Marta Lucía Ramírez como Alejandro Ordóñez han manifestado públicamente que no ven con buenos ojos la salida negociada al conflicto armado y han acudido a la crisis humanitaria que vive Venezuela para alertar al electorado colombiano sobre lo que consideran es el proyecto castrochavista de la izquierda pero la una es más cercana al centro mientras el otro es más radical en su percepción del funcionamiento de los asuntos públicos. Ambos candidatos buscan restarle votos a Iván Duque, el candidato del Centro Democrático, pero sus profundos desacuerdos y el tono de sus críticas debilitan el proyecto de Uribe y Pastrana. En consecuencia, el Partido Conservador que no logra unir a sus facciones mantiene su división alimentando en parte las huestes de Germán Vargas Lleras.
Sin embargo, la posición del candidato de Cambio Radical también se ve comprometida por los escándalos de corrupción que han salpicado al partido y el apoyo que mantiene a caciques cuestionados. Esta estrategia choca con el sentir de muchos colombianos cada vez más sensibles a la corrupción que ha alcanzado cotas desconocidas, de modo que, a pesar de que hace unos meses Vargas Lleras parecía tener asegurada la presidencia, hoy las encuestas indican que nada está ganado y que el resultado de las elecciones sigue siendo incierto.
Hoy las encuestas sitúan a Sergio Fajardo como seguro aspirante a la presidencia de la República pero comienzan a verse los efectos de no tener un programa claro ni integral y la falta de maquinaria por lo que no es impensable como lo piensan De la Calle y López que su alianza tenga futuro.
En este contexto confuso y enmarañado en el que se entrecruzan las lealtades partidistas, los votos de un dirigente incómodo como lo es Gustavo Petro, quien disputa el primer lugar en el favoritismo de los habitantes de la costa caribe a Vargas Lleras, adquirirán un valor inusitado en caso de que haya segunda vuelta como todo parece indicar.
Es probable que al ponerse la contienda electoral al rojo vivo suba el tono de las controversias y que las posturas ideológicas se decanten como es lógico si bien, tal como lo vaticinan los especialistas, la abstención será la protagonista de unas elecciones en las que el oportunismo y los epítetos remplazarán a los argumentos y al bien público.
RUBÉN SÁNCHEZ DAVID: Profesor Universidad del Rosario
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