En un espacio tan reducido como una columna de opinión es difícil presentar un diagnóstico detallado de la situación del periodismo en Colombia, pero Daniel Pacheco señala una característica básica: la dependencia de medios de comunicación y de periodistas de los grandes capitales y de los políticos (detrás de los cuales están también los grandes capitales). A pesar de los discursos grandilocuentes con respecto a la democracia en Colombia es evidente que una de las grandes promesas teóricas de la democracia no se cumple: no existe una verdadera libertad de prensa dado que los principales medios de comunicación están en poder de los grandes grupos económicos y muchos periodistas están a su servicio y de los políticos poderosos. Igualmente, los medios de comunicación regionales son dominados por los poderes económicos locales y por la pauta del sector público. El grado de libertad efectivo es por tanto muy reducido y limitado.
Prácticamente no hay oposición de fondo al sistema en los medios de comunicación. Muchos de los periodistas más capaces e “independientes”, enfocados en el periodismo de investigación, se concentran en denuncias sobre la corrupción, lo cual en el contexto colombiano exige mucha valentía por los riesgos para sus vidas, pero rara vez se atreven a cuestionar de fondo el poder de los grandes capitalistas. Es deplorable ver como periodistas “incisivos y críticos”, que acorralan y juzgan al aire a políticos de provincia o a funcionarios medios, asumen actitud de lacayos y entrevistan con extraordinario servilismo y sumisión a los grandes cacaos.
Algunos periodistas han denunciado prácticas corruptas o poco independientes de sus propios colegas: medios y periodistas que se prestan para perseguir a determinados personajes o para organizar campañas de elogio o que reciben financiación para eventos periodísticos por parte de grandes empresas.[3] La Silla Vacía, Daniel Samper, The New York Times, entre otros, han documentado y denunciado muchos de estos. Se dice, por ejemplo, que durante la administración Petro los directores de algunos medios solicitaban a sus reporteros un número mínimo diario de noticias negativas sobre su gestión, ¿será cierto esto? Lo poco que se conoce quizá es apenas la punta del iceberg. Julito, por ejemplo, se niega a asumir responsabilidades sobre el manejo de la pauta pero no se le ocurre ni por un momento preguntar al área comercial cuántos recursos están recibiendo de entidades públicas y empresas que pueden condicionar el ejercicio de su labor periodística, con el fin de responder al oyente. Los periodistas piden transparencia, pero ¿estarían dispuestos a informar públicamente cuáles son sus vínculos personales, familiares, empresariales con las empresas y el Estado? ¿No deberían todos los medios reportar mensualmente, de oficio, cuántos recursos están recibiendo por parte de entidades públicas y empresas privadas en los casos en los cuales pueda generarse un conflicto de intereses o cuestionarse su objetividad?
A pesar de todo, no es una crisis del periodismo
Sin embargo, no comparto la tesis de Daniel Pacheco: esta situación no es una crisis del periodismo. Por el contrario, se trata del periodismo adecuado para el sistema. Quizá Daniel está soñando con otra sociedad y juzga el periodismo realmente existente con parámetros ideales. Los grandes medios de comunicación cumplen el papel que esperan de ellos los dueños del país. Si algo saben los capitalistas es para qué es el dinero. Uno de los usos más importantes es controlar los medios de comunicación que como todo el mundo sabe son un poder enorme en nuestras sociedades y para castigarlos cuando se comportan mal[4]. Si Daniel se refería a “crisis” como una situación mala y difícil me parece que la situación no es mala ni para los grandes poderes económicos y políticos ni tampoco para muchos periodistas. Puede que Julito no maneje la pauta en W Radio pero se beneficia de ella.
En medio de esta situación, en necesario destacar y difundir la valerosa columna de Daniel Pacheco. Ojalá se abriera un debate sobre la “crisis del periodismo” y con el apoyo de organizaciones internacionales –la Oficina Relatora para la Libertad de Expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos-, las Naciones Unidas, la FLIP etc-, un grupo de periodistas comprometidos con la verdad elaboraran un Informe sobre la situación de los medios de comunicación y la libertad de expresión en Colombia. Sería muy útil saber que tan democrático es el país en este aspecto y que tanto supera la situación en Venezuela. Pero principalmente, este informe debería mostrar los caminos para que el periodismo lo hiciera bien, en el sentido esperado por Daniel Pachecho, y explicar si existen condiciones para un cambio en tal sentido.
ALBERTO MALDONADO COPELLO
15 de febrero de 2018
NOTAS
[1] https://www.elespectador.com/opinion/periodismo-colombiano-en-crisis-columna-738713
[2] http://lasillavacia.com/historia/el-tiempo-de-sarmiento-angulo-48659
[3] http://lasillavacia.com/elblogueo/lospina/36047/pacific-rubiales-los-medios-y-el-poder
[4] http://m.eltiempo.com/archivo/documento/CMS-12354946; https://www.nytimes.com/es/2017/11/13/colombia-impuesto-bebidas-azucaradas-obesidad/
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