El escenario futuro de las negociaciones con el ELN, suponiendo que la mesa de Quito se sostenga hasta el próximo 07 de Agosto, fecha en la que se producirá el cambio de mandato presidencial en Colombia, se mueve de manera pendular entre dos posturas claramente diferenciadas de acuerdo a lo expuesto por los candidatos con opciones de ganar las próximas elecciones presidenciales. En este texto vamos a analizar las propuestas que los candidatos de derecha y centro derecha les presentan a los colombianos.
De un lado el Uribismo a través de su candidato Ivan Duque, solo propone la arrogancia de la rendición o la muerte, o en términos más ponderados, se someten sin ningún tipo de beneficios o se atienen a las consecuencias, es la reedición de “la política de seguridad democrática versión 2018”, como lo manifestó el candidato del Centro Democrático en el debate presidencial realizado por Tele Antioquia y la revista Semana, cuando afirma: “No estoy de acuerdo con esa mesa y ese chantaje, si el ELN quiere desmovilización se concentra, suspende las actividades criminales y que le quede muy claro a ellos, tienen un periodo perentorio y puede haber reducción de penas, más no la ausencia de penas”.
Si descomponemos esta tesis, observamos que la extrema derecha no se mueve de sus premisas; primero desconocer el conflicto armado y el rol de actor político armado a la guerrilla del ELN, como en el pasado lo hizo Uribe en su gobierno, en segundo lugar al exigir la desmovilización a secas de la guerrilla Camilista, solo le reconoce la condición de BACRIN o Banda Criminal, que no tiene derecho a ninguna prerrogativa de carácter político, ni por supuesto a ningún tipo de agenda de negociación, y los únicos subrogados o beneficios que su gobierno le ofrecería, seria rebaja de penas bajo la jurisdicción ordinaria. En otras palabras guerra y solo guerra, porque esa propuesta no será aceptada bajo ningún termino por el Comando Central del ELN, que por su parte considera que en materia de desarme, reincorporación, reintegración, justicia y beneficios políticos, puede lograr más beneficios de los que las FARC pactó con el gobierno de Juan Manuel Santos en el acuerdo de La Habana.
Pon su parte el candidato German Vargas Lleras, con muy pocos fundamentos de peso y al tenor con los vientos que soplan en el momento, se opone a los diálogos con el ELN, equiparándolos a un nuevo Caguan: “…yo creo que en ese proceso estamos repitiendo lo del Caguán. Mientras en Quito se negocia esa organización en Colombia se fortalece territorial y militarmente”, es decir para él y su equipo de asesores, hoy en día no es taquillero, no da votos hablar en favor de la continuidad de los diálogos de Quito, porque parte del electorado de derecha que su discurso busca captar, lo debe percibir como un líder fuerte y de mano dura contra el terrorismo que representa la insurgencia del ELN, de paso establece que en su futura agenda de gobierno en caso de ser elegido presidente, los temas de paz no serán prioritarios, se conduciría por la línea intermedia que ha primado en la historia de las elites de la oligarquía Bogotana que ha gobernado al país en distintos periodos de nuestra historia, de convivir con el conflicto armado, “como un mal endémico” e instrumentalizarlo para sus intereses de gobernanza, de acuerdo a las coyunturas o crisis que se puedan presentar en el cuatrenio 2018-2022. En su pragmatismo o “realpolitik”, Vargas LLeras reduce el escenario de negociación del conflicto a los mínimos posibles que un estadista puede ofrecer a una sociedad como la colombiana, que según su concepto, después de los acuerdos de La Habana, parece desinteresada con esta temática y en cambio hace énfasis en otros temas como la seguridad ciudadana y la violencia urbana. En otras palabras lo que propone Vargas Lleras es estancamiento e inercia en las agendas de paz, que es otra forma de llevar al fracaso la opción de salida negociada al conflicto armado, más allá de las FARC.
Coda: En un próximo texto se analizara la postura de los candidatos Gustavo Petro, Sergio Fajardo y Humberto de la Calle, quienes representan otros matices en torno a los diálogos con la insurgencia del ELN y la violencia política que aún persiste en Colombia.
JULIO ARENAS: investigador Corporación Nuevo Iris
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