Julio Ramón Ribeyro
El domingo 17 de junio, el abogado Iván Duque, candidato del partido Centro Democrático, fue elegido Presidente de Colombia, en segunda vuelta electoral con 10.373.080 sufragios; Gustavo Petro, el candidato de la Colombia Humana obtuvo 8.034.189, y el voto en blanco sumó 808.368.
Y se tuvo la posibilidad de que el resultado fuera otro, pero….
Es innegable que el resultado de la primera vuelta fue novedoso, por no decir sorprendente, pues la votación de las “ciudadanías libres”, de centro-izquierda y de centro fue mayoritaria al lograr más del 50 % (cerca de 10 millones de votos), mientras que los votos por la extrema derecha (el uribismo más conservadores y grupos cristianos) sumaron 7.600.000 votos, que pasan a la segunda vuelta en condición de mayoría con respecto al candidato de Colombia Humana (Gustavo Petro) que pasó a la segunda vuelta, por efecto de casi 5 millones de votos obtenidos.
Estos resultados demuestran que las campañas de la Colombia Humana y el Centro-Izquierda, lideradas por Petro y Fajardo, fueron muy eficaces en ganar el voto ciudadano de manera masiva y militante. A ello responde el extraordinario crecimiento de la participación ciudadana, que de un promedio del 42% pasó al 53 %, esto es, 5 millones de personas más; hecho de gran significación, pues la indiferencia trae consigo la pérdida del sentido de la solidaridad y se traduce en impotencia a la hora de asumir retos con otros.
Pero cuando de elegir Presidente de la República se trata, entre dos opciones, en una segunda vuelta electoral el que logra la mayoría simple de votos queda elegido. No obstante que, el voto en blanco se debe incorporar en el tarjetón. Los votos en blanco en lo relacionado con la elección presidencial no suman para ninguno de los candidatos en contienda, pero en la práctica tienen el efecto perverso de quitarle posibilidades al candidato que necesitaba de estos votos para remontar cálculos adversos. Por supuesto que quien resulte ganador podría argüir que estos votos también le hubieran servido para aumentar la ventaja sobre el otro. Argumento falaz!
El ajedrez político para la segunda vuelta determinó hacer alianzas. Por su lado, el uribismo y sus aliados ganaron el apoyo de quienes representan el clientelismo, los gremios empresariales y sus grandes medios de comunicación. Por el otro, el candidato de la Colombia Humana necesitaba sumar las fuerzas políticas alternativas (la centro-izquierda y el centro), los defensores de derechos humanos, movimientos sociales y culturales, grupos étnicos, las víctimas del conflicto, organizaciones de profesionales y académicos, comunidades indígenas, población LGTBI, animalistas, defensores del medio ambiente, movimientos de mujeres, de jóvenes y medios de prensa independientes, todos en un solo haz.
El desarrollo de la partida nos muestra los siguientes movimientos: El uribismo y su candidato Duque, desde la primera vuelta incrementó la votación a 7,6 millones al contar con la adhesión de quienes “traicionaron” a Vargas Lleras, porque no les gusto su advertencia de “se acabó la robadera”. Ya para la segunda vuelta, contó con los restos de Cambio Radical por decisión del propio Vargas Lleras que dolido por su derrota y profundamente decepcionado, lo entrego todo! Adicionalmente, el candidato del uribismo recibió el apoyo incondicional del Partido Conservador, del Partido de la U y de la cúpula del Partido Liberal que, de manera obsecuente y sin vergüenza alguna decidió traicionar a su propio candidato Humberto De la Calle, quien venía defendiendo una posición de centro. De hecho, en primera vuelta solo aportaron 400 mil votos a esta candidatura que ni siquiera logró el umbral electoral exigido, viéndose abocados a devolver el avance estatal para la campaña, más las deudas contraídas por el candidato.
El voto perverso
Con respecto a la candidatura de Gustavo Petro, para la segunda vuelta, se constatan dificultades pero también avances y respuestas esperanzadoras. Entre las dificultades se registra el hecho de que Sergio Fajardo, quien lideró la Coalición Colombia, confluencia de Centro-Izquierda (4.6 millones de votos) y Humberto De la Calle, candidato de Centro, DECIDIERON VOTAR EN BLANCO. Igual opción tomó el Senador Jorge Robledo, dirigente del Polo Democrático Alternativo.
Ante la imposibilidad de argumentar diferencias programáticas de fondo con la Colombia Humana, simplemente manifestaron tener diferencias personales con Gustavo Petro, negando así la posibilidad de contribuir a la unidad de los 10 millones de votantes para enfrentar la segunda vuelta. Lo curioso es que sí estaban dispuestos a acceder a la unidad si hubiera sido Sergio Fajardo el candidato ganador para disputar la Presidencia en segunda vuelta. Ni siquiera los convenció el ofrecimiento de Petro de hacer un Acuerdo sobre lo Fundamental y de ejercer el cogobierno para garantizar su cumplimiento.
Por el contrario, se insistió en convalidar el voto en blanco, argumentando que las diferencias con el uribismo (comprensibles por cierto) y con Petro, en particular, los ha llevado a decidir que “ni” con el uno, “ni” con el otro. Los ponen en el mismo nivel, lo que constituye un despropósito monumental que ofende la razón y la inteligencia, porque desde los inicios de las campañas electorales para elegir parlamentarios el 11 de Marzo, y Presidente de la República el 27 de Mayo, en primera vuelta, o 17 de Junio en segunda vuelta, se planteó que el eje central de las campañas ciudadanas sería la lucha implacable contra la corrupción y el clientelismo y la cultura de la ilegalidad e impunidad que ha hundido a las instituciones colombianas en una profunda crisis de legitimidad. Y a Petro, en particular, no se le puede imputar ninguna de estas conductas criminales. Por el contrario, ha sido un luchador persistente y eficaz contra las mismas, aún a riesgo de su propia vida.
Así mismo, los propósitos de cambio democrático para Colombia, en los campos de la educación, la salud, el trabajo decente y la justicia social con equidad, además del respeto al Acuerdo de Paz, el fortalecimiento de la justicia y la reforma política, entre muchos otros, son aspectos programáticos que identifican a las fuerzas contrarias al proyecto fascista que encarna el uribismo y sus aliados. Ese es el proyecto que se buscaba derrotar con votos útiles en favor de la candidatura alternativa que pasó a la segunda vuelta, pues, como dice Augusto Monterroso: “ no hay peor palanca que la que no mueve nada”
De la dificultad a la posibilidad
Sin embargo, pese a lo anterior es de justicia reconocer que en esta coyuntura tan compleja también se registran avances y respuestas esperanzadoras. De las tres fuerzas políticas que conformaron la Coalición Colombia, ante lo decidido por su candidato Sergio Fajardo de votar en blanco, optaron por tener un papel más protagónico en la segunda vuelta y se vincularon activamente a la campaña de la Colombia Humana en pos de la elección de Gustavo Petro y Ángela Robledo. El Partido Verde, partido mayoritario de la coalición, con sus principales figuras políticas Antanas Mockus, Claudia López, Antonio Navarro, entre otros, y el Polo Democrático Alternativo, con Iván Cepeda, Alirio Uribe y Alexander López a la cabeza, se la jugaron toda por buscar el triunfo. Así mismo, jóvenes liberales y algunos directorios departamentales del partido que acompañaron a Humberto De la Calle en su candidatura y ante la traición de la cúpula del partido, se vincularon a la campaña de Petro, con un liderazgo muy connotado de Luis Ernesto Gómez.
También es justo destacar el apoyo a la campaña de importantes personalidades de la ciencia, la medicina, la academia; columnistas de opinión, escritores y artistas. Incluso, del exterior llegaron apoyos de significativa importancia al programa de la Colombia Humana.
Petro, en reciprocidad al compromiso decidido de estas fuerzas democráticas, suscribió solemnemente en mármol 12 compromisos que quedaron inscritos en el programa de gobierno de la Colombia Humana, entre los que se destaca la aplicación integral de la Constitución de 1991 y el impulso decidido de la Consulta Anticorrupción, que está convocada para el próximo 27 de Agosto.
Así las cosas, no es Petro el que “polariza” y provoca, en consecuencia, la unidad multipartidista de las derechas que, de hecho, se configuró para asegurar el triunfo electoral y cuya duración no ira, más allá del 18 de junio. Luego cada bloque parlamentario vuelve a su redil partidista, pues los lobos de una misma camada cuidan mucho de no devorarse entre sí. Se juntan ahora para ganar y se abren luego para exigir sus cuotas de poder. “La política es dinámica” se dice, En realidad, el motivo de su temor es el programa de la Colombia Humana y sobre todo el inmenso torrente de ciudadanos que se identifican con este movimiento emergente que avanza a pasos agigantados, porque ha perdido el miedo y tiene claro su horizonte de cambios democráticos.
“La victoria de Duque, quien como miembro del Centro Democrático propuso una férrea oposición a la administración de Juan Manuel Santos, fue contundente”. (…..) Eso, unido al apoyo que logró construir con diversos partidos políticos que seguramente le darán mayoría en el Congreso, es una invitación a que su gobierno sea ambicioso en el avance de las reformas que considera necesarias.
Sin embargo, en ningún momento debería cometer el error de sentirse bajo un mandato absoluto. (….) Gustavo Petro, en particular, ha hecho historia en esta elección, eso es innegable. Se convirtió, de lejos, en el candidato de izquierda con más votos en la historia del país y por primera vez esta corriente ideológica llega a una segunda vuelta. No sólo es un triunfo de la tan necesitada diversidad política en Colombia, sino un mandato para que, desde el Congreso si acepta ir a él, Petro lidere esa oposición productiva.” (Editorial de El Espectador, 18.06.18)
Desconciertos y asombros
Por su lado, en entrevista Sergio Fajardo aseguró que no se arrepiente de su voto en blanco y agregó: “Yo no voy a hacer parte del Gobierno. Y no es por desprecio, primero nadie me ha ofrecido nada. Yo no voy a hacer parte del gobierno porque es que nosotros tenemos un proyecto político que es un proyecto cívico, alternativo, diferente, que queremos profundizar y que hay que profundizar y que sea importante para Colombia y seguiré por ese camino.
Hay mucha gente que tiene condiciones para gobernar tenemos que ayudarles a prepararlos, formarlos en liderazgo, ayudarlos a que tengan buenos programas para que sean las alternativas políticas, el cambio ahora está en las elecciones locales y regionales, ese es el reto político”.
Esta es una decisión que los demócratas debemos respetar, pero ello no significa que debemos renunciar a expresar opiniones frente a la posible influencia que este voto en blanco pudo tener en amplios sectores de la población. Cabe recordar que los líderes no predican solo con palabras sino con el ejemplo.
Estas son las cuentas divulgadas por Twitter por la senadora Claudia Lopez, quien fuera fórmula vicepresidencial en primera vuelta de Fajardo:
“Los 4,6 millones de colombianos que nos apoyaron a Sergio y a mí en primera vuelta votaron así en segunda.
65% Petro.
25% Duque.
10% Blanco y abstención.
Gracias a esos colombianos que más que izquierda o derecha quieren cambio constructivo! #CoalicionColombia #ElCambioEsImparable –7:30 AM – Jun 18, 2018”
El 65% que representa 3 millones de votos para Petro, tienen una explicación comprensible: Fueron promovidos por Alianza Verde y las mayorías del Polo Democrático Alternativo que para la segunda vuelta apoyaron su candidatura presidencial.
En cambio, el 25% que representa 1.150.000 para Duque, no tienen explicación alguna comprensible, pues ninguno de los partidos o movimientos integrantes de la Coalición Colombia decidieron este apoyo tan significativo. Es equivalente al 50% de los votos que Duque le tomó de ventaja a Petro. El otro 50% seguramente los puso Cambio Radical del 1.406.000 que escasamente obtuvo en la primera vuelta por efecto de la traición.
Concediendo un beneficio de duda, es posible que hayan sido menos los votos otorgados por la Coalición Colombia a Duque, si se considera que los traidores del liberalismo algo tuvieron que aportar, y que el voto en blanco y la abstención representa el 10%, algo así como 460 mil votos de Fajardo en la segunda vuelta. Cabe recordar que en la primera vuelta los sufragios en blanco fueron 341.087 que sumados a los de segunda vuelta explican el total de 808.368, de donde se deduce que Jorge Enrique Robledo y Humberto De la Calle, entre otros, poco contribuyeron al caudal de votos en blanco. Sus seguidores, por fortuna, no compartieron su decisión.
Petro logró más de 8 millones de votos, gracias al aporte de los jóvenes liberales que fue superior a los 200 mil votos.
Así las cosas, solo cabe desearle mucha suerte al Profesor Fajardo en su proyecto político “cívico, alternativo, diferente”, sobre todo que sea diferente al partido fascista del Uribismo que sería lo más deseable. La Colombia Humana, suponemos que tampoco está en sus cálculos políticos porque también es “diferente”, pero ello no impide que en el trabajo constructivo por una nueva Colombia se mantengan las identidades y propósitos democráticos comunes. María Zambrano, la filósofa española perseguida por el franquismo, nos recuerda: “Cada hombre habita una zona del tiempo en el que convive propiamente con los demás que en él viven. Convivimos en el tiempo, dentro de él….”
Colombia, el país que hasta ahora ha sido simple mapa cobró vida y se dispone a construir una era de paz, donde el progreso, la justicia social, la convivencia, la democracia participativa y los derechos humanos, se cumplan sin exclusiones.
Bogotá,D.C, 19 de Junio de 2018
Jorge Luis Villada López
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