En las elecciones del 11 de marzo los votantes colombianos eligieron un Congreso absolutamente favorable al capitalismo, lo cual se ratificó en la elección presidencial del pasado 17 de junio, cuando la mayoría votó por un decidido defensor del capitalismo en su versión de derecha. Su contrincante, Gustavo Petro, quien logró una extraordinaria votación para un candidato de izquierda en Colombia, es también partidario del capitalismo.
El engaño sobre el espectro izquierda-derecha
La gran mayoría de analistas y columnistas se refieren a una distinción entre políticas de izquierda y de derecha en la campaña presidencial e incluso plantean la existencia de una fuerte polarización. Evidentemente hay diferencias importantes en las propuestas presentadas por Duque y Petro, pero en lo fundamental están de acuerdo: es necesario mantener el capitalismo. En el caso de Duque no se trata solamente de una ideología sino de una realidad que él representa: el capitalismo dominante y los capitalistas dueños del poder económico y político. Su propuesta consiste principalmente en garantizar a los capitalistas, extranjeros y nacionales, las condiciones para que puedan obtener las ganancias más altas posibles, mediante medidas como la reducción de impuestos, eliminación de restricciones a la inversión, orientación de la inversión pública para facilitar la producción y comercialización y, quizá como hizo Uribe, reformas para reducir los salarios y prestaciones de los trabajadores.
Es bueno tener en cuenta que uno de sus asesores y coordinador el empalme, el ex ministro Alberto Carrasquilla hace parte de quienes consideran que el salario mínimo en Colombia (menos de $800.000 mensuales) es muy alto[1]. Además, muy probablemente, Duque reforzará las medidas autoritarias de control social para reprimir por diferentes medios la protesta de los sectores tradicionalmente excluidos, de los sindicalistas, campesinos, y defensores de derechos humanos. La propuesta de Duque es extraordinariamente coherente en su orientación hacia los capitalistas y tiene la además la habilidad y el cinismo para presentarse en su discurso como un conciliador en búsqueda de la armonía y la unidad del país. Esto significa que se respetará cualquier oposición siempre y cuando no se oponga seriamente a la unidad de los poderosos en la extracción de ganancias y concentración de la propiedad y del ingreso.
En el otro extremo, en la izquierda, se ubica a Gustavo Petro y parte de los partidos, movimientos y organizaciones a su alrededor. Y efectivamente está a la izquierda de Duque pero dentro del mismo campo del capitalismo. Dice Petro: “Mi propuesta no es socialista, al contrario, es el desarrollo del capitalismo[2]”. Más claro no puede ser. Petro también ha sido coherente por cuanto a pesar de las acusaciones de castro-chavista no ha sido nunca ni ha pretendido ser un socialista. Sus propuestas podrían clasificarse de social demócratas: incluso en sus discursos hizo Petro mucho énfasis en las ideas liberales y terminó además sintonizado con algunos representantes del partido liberal. Adicionalmente, insistió Petro en que su programa en lo fundamental consistía en la defensa y aplicación de la Constitución de 1991, que el movimiento M-19 contribuyó a elaborar.
La Constitución de 1991 es una Constitución a favor del capitalismo. En su artículo 17 prohíbe expresamente la esclavitud y la servidumbre pero no dice una sola palabra sobre la servidumbre y la esclavitud asalariada. La esencia de la Constitución de 1991 es el capitalismo y su propiedad privada que no es otra cosa que el derecho de una minoría a apropiarse del trabajo y del producto de la mayoría.
La propuesta de Petro busca mejorar ciertas condiciones de vida de los trabajadores (asalariados y por cuenta propia), impulsar una economía productiva, limitar los efectos destructivos del capitalismo colombiano sobre el ambiente y respetar los acuerdos de paz. Se trata en lo económico de una propuesta enmarcada en perspectivas similares al sindicalismo: obtener para los trabajadores una parte mayor del producto, ya sea mediante incrementos salariales, mayores ingresos de actividades productivas o subsidios del Estado. En este sentido es para los trabajadores una propuesta mejor que la de Duque y por eso generó malestar y preocupación entre los capitalistas y sus defensores que podían ver afectada la magnitud de sus ganancias. Malestar y preocupación que obviamente se ha incrementado por las experiencias de socialismos y gobiernos progresistas en América Latina.
Sin embargo Petro, quizá sin quererlo y a pesar de los temores que genera, es bastante útil al capitalismo porque: a) No considera que la fuente de los males de la mayoría de la población se encuentra en el capitalismo y por el contrario parecería que piensa que su origen es la actuación del Estado; b) Genera la ilusión de que es posible resolver dichos problemas mediante reformas dentro del sistema, con lo cual cierra la posibilidad de entender las causas reales.
La fuente de todos los males
Una de las estrategias intelectuales de los capitalistas y sus defensores en la academia y los medios de comunicación es ocultar cualquier vínculo entre la esencia del capitalismo y los problemas centrales que afectan a la mayoría de la gente: la explotación laboral, los bajos ingresos, el desempleo, la miseria, la delincuencia, la mendicidad, la desnutrición, se ven como resultados desafortunados, como “fallas del mercado” y no como rasgos inherentes de esta sociedad. Por el contrario se destaca hasta el cansancio la virtud de los capitalistas como generadores de empleo y de riqueza, ocultando que solo contratan trabajadores en la medida en que puedan obtener ganancias.
Al mismo tiempo, se atribuyen dichos problemas al Estado, a su ineficiencia y sobre todo a la corrupción. Esto permite que los propios capitalistas realicen críticas fuertes al Estado y que muchos políticos que se han aprovechado sistemáticamente del Estado se pronuncien contra las prácticas clientelistas y corruptas. Duque dio un magistral ejemplo de hipocresía en su discurso, una vez ganada la elección presidencial, al criticar fuertemente la corrupción, siendo representante de un partido y una coalición conformada por los partidos que tradicionalmente se han beneficiado de los recursos públicos. Todos los defensores del capitalismo se indignan de la “intolerable” desigualdad de la sociedad colombiana pero prácticamente ninguno indaga de donde proviene dicha desigualdad y hacen todo lo posible por ocultar su relación con las características básicas de la relación capitalista.
Es perfectamente comprensible que Duque y sus aliados, y todos los poderes económicos y mediáticos que lo respaldan asuman dicha posición. Las clases dominantes deben tratar de presentar sus intereses como si fueran los intereses de toda la sociedad. Proponer la unidad de todos los colombianos es una frase vacía que apela a fibras sentimentales para ocultar la forma real en la cual los colombianos están unidos mediante relaciones de explotación.
Lo que no es tan comprensible es que desde una perspectiva de defensa de los trabajadores se asuman posiciones similares. Es necesario adelantar todas las medidas posibles para lograr una mayor participación de los trabajadores en el producto interno bruto y para tener ciertas condiciones democráticas formales para la participación política. Pero no es tan comprensible que se eluda denunciar al capitalismo como la causa fundamental de la situación de los trabajadores y se asuman las explicaciones insuficientes y engañosas de la derecha. La Colombia Humana es una Colombia Capitalista Humana y por tanto sería evidentemente más comprensiva y sensible a los padecimientos ajenos, pero no atacaría las causas de dichos padecimientos.
El fenómeno de la votación obtenida por el candidato Petro ha despertado el entusiasmo de muchas personas y especialmente de jóvenes. Ojalá se despertara un entusiasmo similar por conocer la naturaleza del capitalismo y evitar generar ilusiones sin fundamento. Por ahora ganó y seguirá gobernando la Colombia Inhumana Capitalista.
Alberto Maldonado Copello
Junio de 2018
[1] El ex ministro de Hacienda, Alberto Carrasquilla, afirmó que el salario mínimo en Colombia “es un chiste, ridículamente alto” y debe ser reducido. Dijo que esa consideración debe ser evaluada teniendo en cuenta que más del 30 por ciento de los trabajadores colombianos, ganan menos de un básico mensual hoy en día en 461 mil 500 pesos. Señaló que en un eventual ajuste “macro” de la economía, la gente que más sufriría por esa situación no serían tanto los trabajadores formalizados sino los desempleados o subempleados. ” A mí me parece y voy a ser políticamente incorrecto, que hay que reducir el salario mínimo con el fin de que el proceso de ajuste se de en unas condiciones justas con los trabajadores que ganan menos, que es la población más vulnerable de Colombia y la más expuesta a lo que se viene que puede ser duro”, indicó. http://caracol.com.co/radio/2008/11/27/economia/1227800940_719675.html
[2] http://www.hora724.com/mi-propuesta-no-es-socialista-al-contrario-es-el-desarrollo-del-capitalismo-petro/
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