En las pasadas elecciones presidenciales no voté por Duque, voté por Petro, sin embargo espero que le vaya bien al nuevo presidente en su mandato por y para el bien del país. Ojalá haga un gobierno de reconciliación y concertación nacional, tal como lo expresó en su discurso de posesión.
Pero parece difícil. Tendría que comenzar por hacer un gobierno independiente de la tutela política del expresidente Uribe y ajeno al mensaje provocador de algunos parlamentarios del Centro Democrático, cuyos pronunciamientos suelen destilar odio, polarización y sesgo: tal el discurso del presidente del Congreso, el senador Ernesto Macías, en el acto solemne de posesión del presidente de la República ante el país y la comunidad internacional. Su infortunada intervención usurpó además, políticamente, la representación del Congreso en dicho acto.
Por y para el bien del país se necesita igualmente una oposición democrática en el Congreso que reúna parlamentarios de distintas orillas (coalición posible y viable sobre temas específicos) pero ojalá manteniendo siempre una actitud respetuosa con altura y sin echarle “leña a la hoguera” en el debate y control político, y en los pronunciamientos y actos públicos en general, en contraposición al comportamiento de no pocos dirigentes uribistas. Una convergencia amplia en la acción legislativa frente a los proyectos tóxicos, pero también una oposición dispuesta a respaldar las propuestas del gobierno y demás iniciativas, vengan de donde vengan, convenientes para Colombia.
Sí, evitemos las actitudes extremas, la radicalización per se: al presidente Duque hay que darle tiempo de que arranque, que nos muestre qué va a hacer y cómo va a proceder. Pues una cosa es enfrentar en el Congreso y en otros espacios cívicos las propuestas y reformas que la Oposición juzgue nocivas, y otra cosa es una oposición a ultranza, como lo hizo el Centro Democrático con el gobierno de Santos. Ello no construye, no permite avanzar, el país entero pierde.
Desde luego, no nos hacemos ilusiones frente al nuevo gobierno y, de hecho, ante ciertos anuncios del presidente Duque hay que actuar ya: es el caso de la necesaria movilización en defensa de los acuerdos de paz entre el Estado y las FARC, exigiendo que se cumpla con lo pactado y, a la vez, llamando a que se prosiga el diálogo con el ELN en aras de alcanzar igualmente acuerdos de paz.
Otro de los temas urgentes, pero en el que hay coincidencia con Duque, si nos atenemos a su discurso de posesión, es la defensa de la vida de los líderes sociales y de cualquier colombiano. Movilización que está al orden del día para que en los territorios se tomen medidas inmediatas de seguridad y presencia de las autoridades para la protección efectiva de los líderes sociales y se hagan realidad las políticas públicas para el desarrollo de las comunidades.
Movilizaciones democráticas ambas, y las muchas más que seguramente vendrán, que pueden y deben hacerse desde un discurso y una actitud que genere credibilidad en la opinión pública y no profundice y haga más agria la fractura entre los colombianos, por y para el bien del país.
Mauricio Trujillo-Uribe
Foto tomada de: El Espectador
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