Los defensores del capitalismo, tanto en la academia, en la política y en los medios de comunicación tienden a ocultar sus características y consecuencias específicas. Para ellos se trata de un proceso general de producción al cual concurren diversos factores –tierra, trabajo y capital- que obtienen unos ingresos de acuerdo con su aporte–rentas, salarios y utilidades. El capital se concibe aquí como medios de producción (máquinas, herramientas, etc.), que existen en cualquier tipo de sociedad, y el trabajo asalariado como si fuera la forma natural del trabajo. Se busca ocultar que existe una relación social de producción basada en la desigualdad en cuanto a la propiedad de los medios de producción, desigualdad que es producto de procesos históricos de expropiación de los productores directos. En esta perspectiva se omite hablar de clases en el sentido del papel que ocupan en las relaciones de producción los individuos y se prefiere acudir a categorías generales y a-históricas como las de pobres y ricos, y las de clases pobres, clases medias y clases ricas, que es más lo que ocultan que lo que revelan.
La pobreza es algo natural
En la vida cotidiana todos tenemos una noción de pobreza o riqueza. Pobre, según el diccionario es aquel que no tiene lo necesario para vivir y pobreza es la calidad de pobre, falta o escasez. Por su parte, rico es adinerado, hacendado, acaudalado, abundante, opulento y riqueza es la abundancia de bienes y cosas preciosas. Por eso, a simple vista, cualquiera se identifica como pobre o rico; en la encuesta de calidad de vida del DANE 2017, el 29,6% de las personas se considera pobre, 23% en las cabeceras y 51% en las zonas rurales. Pero ricos y pobres han existido en todo tipo de sociedades, son categorías generales, comunes a diversos modos de producción, que no dicen nada sobre las características particulares de las personas que enfrentan la pobreza y no aclaran las causas por las cuales se genera. Se trata de categorías ocultadoras, muy útiles para los ricos, perdón, para los capitalistas.
Los expertos oficiales en la materia no profundizan mucho más allá de las definiciones de diccionario, es decir, de las categorías usuales en la conciencia habitual. Núñez y López[2], por ejemplo afirman que “la pobreza es un estado de privación del bienestar, no solo material (consumo de alimentos, vivienda, educación, salud…) sino referido también en otras esferas de la vida: inseguridad personal y de los bienes; vulnerabilidad (a la enfermedad, a los desastres y a las crisis económicas); exclusión social y política, entre otros factores.” (p. 39). Muy parecido a lo que dice el diccionario. La privación del bienestar, como dijimos, se puede dar en una comunidad indígena, en una sociedad esclavista, en una sociedad feudal, en la pequeña producción campesina, o en el capitalismo. Es algo “natural” como lo sostiene Armando Montenegro, reputado economista, doctor de la Universidad de Nueva York y exdirector de Planeación Nacional.
A los expertos no les interesa mucho profundizar en la comprensión teórica y pasan rápidamente a las mediciones. Obviamente no puede esperarse mucha profundidad de estos economistas formados en la escuela neoclásica: uno de sus grandes maestros, Paul Samuelson, afirma lo siguiente: “La palabra ‘pobreza’ significa diferentes cosas para diferentes personas. Claramente la pobreza es una condición en la cual las personas tienen ingresos inadecuados, pero es difícil trazar una línea exacta entre los pobres y los no-pobres.[3]” La profundidad en el análisis salta a la vista: “la pobreza es algo distinto para distintas personas”.
La reducción de la pobreza y el fortalecimiento de la clase media
Los datos de estos indicadores desde 2002, año que coincide con el inicio del primer gobierno de Uribe, hasta 2017, el penúltimo año de Juan Manual Santos, parecen indicar que los gobiernos capitalistas encontraron la fórmula para erradicar la pobreza. En efecto, en el primer año el 49,7% de los colombianos era pobre monetario, de los cuales 17,7% eran pobres extremos o indigentes pero en 2017 la pobreza se redujo a 26,9% y la pobreza extrema a 7,4%[4]. En la zona rural, donde la pobreza es más alta se pasó de 61,7% a 36% en el mismo período. Por su parte, la pobreza multidimensional en el mismo período pasó de 30,4% a 17%[5]. Es evidente, según estos indicadores, que hubo una disminución sustancial, razón por la cual el presidente Santos ha pregonado ampliamente este “triunfo” de su gobierno y del sistema capitalista democrático. Los datos oficiales han sido reproducidos en todos los medios de comunicación textualmente, sin mayor análisis y contexto, compartiendo en su gran mayoría el júbilo presidencial. Esto se ha complementado con la afirmación, también repetida insistentemente y sin mayor análisis por los grandes medios de comunicación: la clase media está creciendo y las clases pobres desapareciendo.
La crítica de las mediciones y las interpretaciones
Es un gran triunfo del sistema ponernos a todos a hablar de ricos y pobres y a repetir como loros que la pobreza está descendiendo y la clase media se está consolidando[6]. Entre menos pensamiento crítico y más periodismo superficial mucho mejor. Sin embargo es preciso examinar más de cerca la situación contemplando puntos como los siguientes: a) Aún con las cifras oficiales, sigue existiendo un nivel de pobreza enorme; b) La metodología cuantitativa se queda en dos grandes categorías: pobre y no pobre; c) Al ignorar las clases reales y su participación en el producto se ignora o excluye casi por completo la pobreza relativa, es decir la distribución entre salarios y ganancias; d) Las medidas sobre distribución del ingreso se concentran en el ingreso monetario con base en una fuente de información precaria; e) Los informes oficiales no explican cuáles son los factores que han incidido; f) La cifras de pobreza multidimensional se basan en un enfoque limitado pero además esconden que aún dentro del marco de las limitaciones del sistema los resultados son precarios. Finalmente se elude establecer la relación directa entre riqueza y pobreza, examinándolas como elementos separados a pesar de que son las dos partes de un todo.
La pobreza sigue siendo grande: a pesar de los avances en Colombia el 26,9% de los colombianos son pobres y de ellos 7,4% son extremadamente pobres o indigentes, que no alcanzan a comprar una canasta mínima que les permita alimentarse bien. Detrás de estos porcentajes están 12,8 millones (una cifra superior a toda la población de Bogotá) de seres humanos de los cuales 3,5 millones (cifra superior a la población de Medellín) físicamente tienen hambre. Los defensores del eficiente sistema de mercado y la democracia colombiana se enorgullecen de mantener en estas condiciones a la cuarta parte de sus conciudadanos.
La determinación cuantitativa de la pobreza es “convencional” y sesgada de forma tal que tienda a reducirla. Si la canasta está en poco más de $1 millón mensuales para un hogar de cuatro personas cualquiera que sobrepase ese valor deja de ser pobre. Ganar entre 1 y 2 millones significa vivir en condiciones muy precarias, muy pobres, pero según las estadísticas oficiales los ciudadanos ubicados en este rango han abandonado el club de la pobreza para ingresar como Colombia con la OCDE al club de los “ricos” o por lo menos de los no tan pobres.
Se incluyen en los informes oficiales medidas sobre la desigualdad del ingreso: el índice de GINI y el índice de De Palma. Estos índices son una aproximación a la desigualdad pero se fundamentan en las encuestas de hogares que subestiman los ingresos más altos y por tanto no logran captar las verdaderas desigualdades; además no se presentan datos oficiales de la desigualdad en cuanto a activos, propiedad de las acciones y de los depósitos.
Las medidas de desigualdad no están acompañadas de análisis de fondo, parecería que la riqueza y la pobreza fueran fenómenos aislados, desconectados, cuando realmente están interrelacionados: lo que reciben unos lo pierden otros. Los informes oficiales no explican las causas de la reducción de la pobreza. Según el análisis de DNP se encuentra que el factor principal es el aumento del ingreso per cápita real, que en casi todos los años fue positivo y contrarrestó el efecto negativo que genera el crecimiento de los precios; adicionalmente, aunque no en gran proporción, contribuyó algo el efecto distribución. Sin embargo, no hay explicaciones sobre las causas de este aumento en los ingresos y el impacto de la intervención estatal. Una explicación se encontraría en los subsidios que reciben las personas más pobres por parte del Estado y de organizaciones privadas, pero aunque efectivamente aportan, los datos presentados en el informe indican que la contribución a la reducción de los porcentajes de pobreza no es muy grande.
El ocultamiento máximo de la realidad se concreta en los análisis sobre las “clases sociales” que hacen los defensores del capitalismo. El DNP divide a la población en cuatro clases: pobre, vulnerable, media y alta. En 2002, la clase pobre era el 49,7% del total, la clase vulnerable 32,6% del total, la clase media 16,3% y la clase alta 1,5%. Durante los dos gobiernos de Uribe se redujo la clase pobre a 37,2%, la clase vulnerable aumentó a 35,6%, la clase media creció a 24,8% y la clase alta a 2,4%. El gobierno de Santos continuó la labor de erradicar a la clase pobre, que se redujo a 26,9% en 2017, al tiempo que la clase vulnerable aumentó a 33,9%, y la clase media a 30,9%, al tiempo que la clase alta se redujo ligeramente a 2,3%.
El intento de ocultar la realidad se refleja aquí en su máxima expresión: si una persona aumenta $50.000 pesos sus ingresos, puede pasar de ser miembro de la clase pobre a la clase vulnerable, o pasar de la clase vulnerable a la clase media, pero fácilmente al año siguiente retroceder y cambiar de clase. La clase parece ser un concepto y una realidad poco sólida. Es evidente que en economistas y analistas que rechazan la existencia de clases sociales, según el lugar que ocupan las personas en el proceso de producción, concepto contaminado de marxismo, se trata solamente de personas que reciben ingresos en una escala homogénea. Si el pobre se ve obligado por la carencia de medios de producción a trabajar forzosamente para el rico, que por pertenecer a las clases favorecidas por la fortuna dispone de dichos medios de producción, es algo que no le preocupa para nada a estos economistas. Santos no solamente tiene el mérito de haber reducido la pobreza sino de haber desaparecido conceptualmente a los trabajadores asalariados y a los capitalistas.
[1] Montenegro, Armando y Rafael Rivas, Las piezas del rompecabezas, desigualdad, pobreza y crecimiento, Taurus, 2005, p. 93.
[2] López Castaño, Hugo y Jairo Núñez Méndez, Pobreza y desigualdad en Colombia. Diagnóstico y estrategias, Departamento Nacional de Planeación, 2007.
[3] Samuelson, Paul y Nordhauss, William, Economics, McGraw-Hill, 2001, p.399.
[4] Departamento Nacional de Planeación, Pobreza monetaria y pobreza multidimensional, Análisis 2010-2017, Bogotá, 2018, https://colaboracion.dnp.gov.co/CDT/Desarrollo%20Social/Pobreza%20Monetaria%20y%20Multidimensional%20en%20Colombia%202010-2017.pdf
[5] Las estadísticas oficiales en Colombia miden la pobreza principalmente con base en dos enfoques: la pobreza monetaria y la pobreza según acceso a ciertos bienes y servicios y condiciones laborales. La pobreza monetaria se mide comparando los ingresos de las personas con el valor de una canasta básica de bienes y servicios y la pobreza extrema comparando dichos ingresos con el valor de una canasta mínima que alcanza apenas para una alimentación básica. La pobreza por acceso a bienes y servicios se denomina pobreza multidimensional y consiste en seleccionar un conjunto de dimensiones (educación, salud, niñez y juventud, servicios públicos y vivienda, y trabajo) dentro de las cuales se incluyen 15 variables: si un hogar presenta “privación” en 5 o más variables se considera que es pobre “multidimensional”.
[6] Es frecuente que incluso analistas de izquierda utilicen las categorías de pobreza y riqueza predominantes sin someterlas a crítica. Véase por ejemplo Jorge Iván González, https://www.razonpublica.com/index.php/politica-y-gobierno-temas-27/11311-santos-redujo-la-pobreza-y-la-desigualdad.html o Libardo Sarmiento en Le Monde Diplomatique, Edición 180, Agosto de 2018, página 8.
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Alberto Maldonado Copello
Foto obtenida de: HispanTV
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