Mientras tanto, los partidos alternativos sueñan a cada elección en ser la respuesta única, verdadera y más pura: cada líder pretende derrotar la derecha en solitario. Lo intentaron Gaviria, Mockus, Petro…, mediante acuerdos de última hora, corriendo y ante la amenaza de una derecha siempre unida defendiendo sus intereses y el de sus familias.
Las consecuencias de la incapacidad de acuerdo de las fuerzas alternativas las sufrimos todos:
millones de personas viven en condiciones de pobreza y tenemos un país en donde ni la educación ni la sanidad son públicas, ni universales, ni de calidad. Una vuelta por la calle en cualquier barrio o ciudad de Colombia son un baño de la realidad, más allá de las maquilladas estadísticas oficiales.
De esta manera, gracias a su incapacidad para el acuerdo, las opciones de cambio de Colombia contribuyen incansablemente a alimentar un mito: “la izquierda no está preparada para gobernar el país”. En cambio, la realidad demuestra como ciudades y departamentos enteros liderados por partidos progresistas figuran entre los mejor gobernados y valorados del país y en donde sus habitantes se han beneficiado de las políticas de cambio: cuando el pueblo manda, los gobiernos son mejores.
Los partidos alternativos en Colombia deben de tomar una decisión: continuar con una inútil batalla de todos contra todos o crear un Frente Amplio que sea la suma de los diferentes espacios alternativos. La primera opción es la más fácil y la que más egos alimenta.
La segunda opción, construir un Frente Amplio al estilo de Chile, Uruguay o México, implica generosidad, trabajo en equipo y, sobre todo, empezar a aportar ideas y propuestas concretas para tener un programa de gobierno transformador, realista y capaz de seducir a más ciudadanos.
Las próximas elecciones territoriales deben ser la plataforma de la nueva manera de hacer política: plural, participativa y de cooperación entre las distintas fuerzas progresistas.
Desde los municipios y departamentos, la lucha por la educación pública y de calidad debe ser una prioridad: porque para terminar con la corrupción y la pobreza de las regiones, no hay mejor herramienta que la educación.
Además, es el momento de plantear que desde las regiones colombianas podamos decidir sobre nuestras infraestructuras, impuestos y los proveedores de servicios públicos. Son temas que nos afectan directamente y en los que debemos poder decidir. ¿Quién tiene miedo a qué podamos decidir sobre aquello que nos afecta más directamente?
Dejar atrás la guerra, la pobreza y la corrupción es un objetivo que merece la pena. Los millones de colombianos que padecen estos abusos lo agradecerían. El Frente Amplio es la herramienta.
La semana pasada, participamos en Bogotá en la conformación de la Mesa de Facilitación de Unidad Democrática, un espacio para construir la convergencia de los sectores alternativos de cara a las próximas elecciones territoriales. La Unidad es necesaria para que la ciudadanía que acompaña las fuerzas del cambio cuente con una agenda de gobierno común, con sus principales aspiraciones y sueños, una fuerza política y electoral común y unos liderazgos validados por todos para ser gobierno.
Dejemos de ser una izquierda que tropieza con ella misma y pasemos a ser un proyecto ganador, el que impulsa un cambio real de las políticas, estructuras e instituciones.
Nuestro objetivo, a diferencia del de los partidos de derecha, es el de liderar los rankings de educación, bienestar y transparencia.
Carlos Caicedo Omar, Ex alcalde de Santa Marta. Fuerza Ciudadana.
Foto tomada de: Nuestro Partido es Colombia
Deja un comentario