Ahora, el área está cobijada por el proyecto urbano “Pieza Centro”, y entre otros, el programa “Los Mártires Florecen”. Durante las intervenciones en el Bronx, Cinco Huecos, San Bernardo, la Estanzuela y la Calle 6ª. Con NQS, fueron atendidas 2.835 personas y en lo recorrido de 2017 la Secretaría Distrital de Integración Social ha beneficiado a 4.444 personas, solo en sus centros de atención. Pero en la capital existen alrededor de 14.000 habitantes de la calle.
El presente artículo no pretende comparar y valorar el estilo, la cobertura y la calidad de las políticas, las actuaciones y los servicios de la administración del Doctor Gustavo Petro, alcalde anterior y el Doctor Enrique Peñalosa, actual burgomaestre de la ciudad, quien ya había hecho lo similar con el Cartucho y el posterior Tercer Milenio. Los hechos están ahí y vendrán las ponderaciones.
Este documento pretende trascender la coyuntura e ir más allá de la crónica periodística, de la alabanza y la critica, sin beneficio de inventario, como ejercicio intelectual de análisis dialéctico. Se trata es de develar humana, social, económica y culturalmente, lo que hubo y existe detrás del Bronx, con pretensiones de un análisis societario.
La coyuntura citada y esta publicación están íntimamente relacionadas con un estudio de mayor aliento titulado “Santafé de Ba(o)canal. Del Santafé a los Mártires: corredor de trabajo y transgresión”, producto de una investigación etnográfica y cualitativa del autor, en esa área citadina y céntrica, con unas poblaciones típicamente vulnerables. Pues no se trata solo de la coyuntura y un punto concreto de la ciudad. Todo está relacionado con otros fenómenos y variables, que trascienden La Ele y el 28 de mayo de 2016.
Abstract
Palabras Claves
Droga, habitabilidad de calle, prostitución, LGTBI, paz, sexo, espiritualidad, lúdica, minorías, vulnerabilidad, ciencias, cultura, economía y sociedad.
1º. Territorialidades y nomadismo urbano
“No hay como la calle, esa es la pista del rebusque”
Palabras de un nómada urbano o urbanauta.
La pesquisa social se limita al área de la geografía urbana comprendida entre la calle 26 y la calle 6ª, Y de la Avenida Caracas hasta la carrilera y la carrera 20, por colocarle una delimitación topográfica a la zona del estudio socio cultural. Pues el fenómeno de la droga y la pobreza extrema son mundiales y aquí nos referimos a un microcosmos, donde afloran todos los caracteres finales, vistos en el Bronx y sus alrededores. Es decir, el sitio y la coyuntura son el iceberg de toda una área, mas grande e interconectada con otras y de una problemática mas compleja y significativa.
Aunque el objeto de estudio se puede aprehender en esos puntos, plazas, calles y sitios de consumo de spa (sustancias psicoactivas), es toda una red territorial, conectada, interconectada o relacionada geográfica, económica y culturalmente. Del Cauca, Putumayo y Guaviare a los barrios capitalinos, no sólo marginales como algunos de Ciudad Bolívar, sino céntricos, a las pequeñas ollas (sitio de venta y consumo de alucinógenos), y grandes fumaderos de hoteles, residencias y casas de 2 y 4 pisos, para la misma actividad y las conexas, a la Zona Rosa y a los apartamentos donde funciona el asunto a domicilio.
Existen calles, carreras, esquinas, andenes, puentes, lotes, lugares, plazas, parques, casas, apartamentos, hoteles y residencias que configuran la red rizomática (Cfr. Guattari, Félix. Rizoma) del fenómeno. Es decir, de bulto son catalogadas así las localidades de los Mártires, el Santafé y en parte la Candelaria, pero el hecho ya hizo homeostasis y está regado por toda la ciudad, tanto la droga y la pobreza como los consumidores. De todas maneras, el calvario empieza en los puentes de la 26 y termina en el Bronx, o a la inversa, se inicia en el Bronx y termina en el Cementerio Central, si la persona no queda entre la basura o enterrado en los mismos sitios de consumo.
La habitabilidad de calle se puede ver en lugares típicos, pero vendedores, consumidores y recicladores, entre otras poblaciones, van y vienen, la mayoría a pie, por toda la ciudad, con movilidad, mayor o menor por días, horas y épocas distintas.(Cfr. Auge, Marc. Los No Lugares)
Existen puntos típicos, pero su territorialidad es mayor. Hay estacionamiento fugaz, mientras se duerme, consume o se ejerce la prostitución, y otro tipo de oficios; pero realmente se presenta una volatilidad social, que nos permite calificar el nomadismo urbano de la poblaciones y minorías vulnerables. Existe una relación entre la topología, el tiempo, el oficio y el ser humano, muy especial, que nos da para hablar de territorialidades y nomadismo urbano. Ambos aspectos son claves para estudiar estos fenómenos sociales, pero son mucho más importantes a la hora de definir proyectos de intervención social, pues existe cierta intangibilidad y fugacidad, del objeto social para estudiar y modificar. Entre otras cosas, por eso y muchas otras variables, es muy difícil apreciar los resultados y los cambios, de una política pública y de unas personas, más allá de los relacionados con el urbanismo y el amueblamiento.
2º. Poblaciones, minorías y vulnerabilidades
“(…) Junto a su almohada había de nuevo dos píldoras blancas. Las cogió para contemplarlas. No tenía marcas ni letras que indicasen de qué droga se trataba. Era sin duda una droga diferente a la que había tomado la muchacha. Pensó en pedir la misma droga en su próxima visita. No era probable que accedieran a su petición, pero, ¿Cómo sería un sueño parecido al de la muerte? Le atraía mucha la idea de dormir un sueño semejante a la muerte junto a la muchacha drogada hasta parecer muerta”.
(Kawabata, Yasunari. “La casa de las bellas durmientes” (1961)
Una mirada desprevenida o ya introyectada cultural y políticamente, en este corredor urbano, simplemente vería putas, maricas, drogadictos, ladrones, matones, viejos, locos y sucios, con calificativos delicados de indigentes y desechables. Y de todo esto, ciertamente hay mucho. Pero al detenernos y trabajar con otras categorías, se puede dar cuenta de lo siguiente. (Cfr. Foucault, Michel. La Historia de la Locura, La Historia de la Sexualidad, Los Anormales)
Se trata en principio de seres humanos, con sus variantes físicas, psíquicas y culturales, pues la unicidad y un punto excelso de referencia, son imposibles de hallar. Por lo cual es preciso hablar identidades, subjetividades, intersubjetividades y ciudadanías. Sin recurrir a un solo patrón de referencia.
Son personas y / o grupos sociales minoritarios y vulnerables por sus condiciones y falencias, opciones o características físicas, económicas, psíquicas y culturales, que requieren especial atención por parte del Estado.
Mujeres y hombres que ejercen la prostitución, en diversas edades, pero primando la juventud y la adultez. El negocio, pues viene el lenocinio y el proxenetismo, se inicia en el Santafé, en locales como la famosa Piscina y termina en hoteluchos, esquinas oscuras y callejones, ya casi sin ningún valor.
Personas dentro de la amplia y diversa categoría que cobija todo lo de LGTBI (lesbianas, gays, travestis, bisexuales e intersexuales).
Seres humanos que por diferentes motivos les tocó o escogieron la habitabilidad de calle como su condición social y urbana.
Personas de distinta índole que se volvieron, escogieron o nacieron dentro del consumo de spa (marihuana, cocaína, bazuco, pastas, boxer o pegante) y de alcohol (licor, chamber y alcohol puro), como opción de vida, placer y tragicomedia.
Recicladores, trabajadores informales, organizados o no, del sector privado o tímidamente estatal (como Basuracero), “maneros” (personas que venden artículos pequeños solo en sus manos y van casi por toda la ciudad), lavadores y cuidadores des carros y diversos oficios de rebusque.
Otros que viven totalmente a la intemperie, de la limosna, de las sobras, que ya ni trabajan ni consumen, con enfermedades incluso terminales, ancianos, dementes totalmente desprotegidos de la familia, la sociedad y el Estado.
Es importante aclarar, y en esto el mencionado estudio tiene sus caracterizaciones, que no todo es igual al consumo de spa y a la habitabilidad de calle, en el corredor urbano en mención.
- No todas las personas en situación o ejercicio de prostitución son consumidores de spa.
- No todos los habitantes de calle son viciosos.
- No todos recicladores son consumidores de alucinógenos.
- No todas las persona del grupo LGTBI, son drogadictos y habitantes de calle.
- No todos son locos, enfermos e indigentes.
- No todas estas personas son ladrones o delincuentes.
Sin embargo, valga decir la verdad, existe más de una variable ligada y que determina la característica fundamental de estas minorías vulnerables.
3º. Economías y manutención en calle
“La droga es el producto ideal…La mercancía definitiva. No hace falta literatura para vender. El cliente se arrastrará por una alcantarilla para suplicar que le vendan…El comerciante de droga no vende su producto al consumidor, vende el consumidor a su producto. No mejora ni simplifica su mercancía. Degrada y simplifica al cliente.”
William Burroughs.
Hasta que tengamos un conocimiento más preciso de la electrónica del cerebro, las drogas seguirán siendo una herramienta esencial del interrogador en su ataque a la identidad del sujeto.
Existe un contraste económico bastante significativo y alejado, a primera vista, de los oficios más disímiles de estas poblaciones con las finanzas, la industria y el comercio presentes en el corredor. Iniciando el recorrido de la ruta descrita en la calle 26, también termina el Centro Internacional donde prima la economía bancaria, financiera, de servicios y comercial. El comercio minoritario de las flores, el de la venta de servicios corporales, el de oficios del reciclaje, la economía informal del último nivel, callejera y fugaz, todos los roles asociados al narcotráfico y el microtráfico.
El negocio de la prostitución, el lenocinio, el proxonetísmo, las discotecas, streptisiaderos, bares, cantinas, hoteles, residencias, los gigoloes, y la prostitución callejera y esquinera configuran toda una red económica comercial, ya normal en el centro de la ciudad, que tipifica al barrio Santafe.
En medio de todo el comercio relacionado con el sector de las partes y autopartes del motociclismo, formal e informal, entre la 19 y la Jiménez, que ocupa totalmente el espacio público en el barrio La Favorita, van y vienen otras personas con sus trabajos y formas de subsistencia, por debajo de la llamada línea de pobreza.
Por los intersticios del activo comercio legal e ilegal de la zona de San Victorino y la Mariposa circula el contrabando, la droga, el sexo, el robo y oficios menores que producen su propia rentabilidad y manutención para estas minorías.
Todo el alrededor de los Mártires, el Voto Nacional, la Plaza España, San Fason y la Estación de la Sabana, donde prima el comercio para la construcción, los textiles, las ferreterías, la metalmecánica, el comercio de la agroindustria y los productos alimenticios al por mayor, contiene dentro de si o al lado los coteros o bulteadores, los anunciadores o pregoneros, , la compraventa de todo lo usado como ropa, residuos de tecnología, y una gama muy disímil de pequeños artículos de venta ambulante o en los andenes, de comidas esquineras, de bicimotos, triciclos, carretas que van y vienen con personas y pequeñas cosas aparentemente en desuso. Todo esto genera dinero para personas y familias, así sean de la calle, pero constituyen toda una economía adherida a la gran economía formal del sector.
4º. Relaciones, usos del cuerpo y “amor a puñaladas
“Los colombianos nos abrazamos a puñaladas”
(Poeta Juan Manuel Roca)
En medio de la soledad, el individualismo y la falta de compromiso con alguien o con algo, entre estos personajes existen parejas y familia, muy atípicas todas estas figuras y relaciones, por el medio en el cual viven, sus concepciones y sus prácticas anómalas. Casi todos estos vínculos son fugaces, combinan cierta libertad con un sentido posesivo exagerado; pues por ejemplo, la compañera puede ser prostituta, pero es de él. La mayoría de las relaciones están marcadas por el vicio y la complicidad para el delito. El machismo crónico es la cultura predominante. La mujer vale muy poco, ante el sexo, el dinero y la droga. Es permanentemente utilizada, maltratada e incluso asesinada.
El cuerpo se usa indistintamente en términos normales, como las prácticas del sexo oral y el sexo anal, sin ser exactamente homosexuales o lesbianas o todas las variantes practicadas paralelamente.
En todo este inframundo hay una presencia constante y divergente del sexo, pues cotidianamente es una cultura transgresora, donde los adolescentes llegan muy temprano a estas prácticas callejeras, libertinas; donde los impedimentos morales, éticos y de higiene no existen. El vicio, la noche, las necesidades, la falta de apego, la ausencia física y mental de las figuras paternas y maternas, vuelven normal las susodichas prácticas. Es muy común que hombres y mujeres adolescentes acompañen a mayores, por dinero, vicio y protección, y en lo cual afloran los complejos de Edipo y de Electra, sin ningún óbice cultural.
Curiosamente cuando en todo esto da la cara el amor o un sentimiento similar de apego, y este es desconocido y viene la infidelidad y el faltoneo, la resolución del asunto es a golpes, puñaladas y muerte. Aquí el masoquismo y el sadismo son constantes. Aunque muchos se aterren, la música popular, de despecho y de plancha, está llena de todos estos motivos para cantarle o para llorarle.
Pero ya en Estocolmo nuestro Nobel de literatura Gabriel García Marque lo decía: que los colombianos éramos capaces de realizar las parrandas más grandes y las matanzas más horrendas, sin ser una característica solamente nuestra, sino, lastimosamente propia del género humano.
5º. Iconoclastia y espiritualidades
“No hay santo sin pecado, ni pecadores sin futuro”
(Papa Francisco I)
“Con ese pipazo quedé como para mimárselo al Diablo”
(Frase de una consumidora)
Aunque se dice y en gran parte ellos mismos lo asumen, “viven sin Dios y sin ley”, pues no le comen cuento a nada, se presenta una invocación divina permanentemente. Se saluda con Dios, se despiden con Dios, se dan bendiciones antes de entrar y salir de una olla y los ñeros se dicen entre si o a otros “vaya con Dios”. Las gracias frente a la limosna o principalmente frente a la comida, van acompañadas de un “Dios le pague” o “Dios los bendiga”. Incluso, antes de cometer alguna fechoría, se encomiendan o antes de una riña entre ellos mismos, precedida de una máxima cruel “por Dios que me lo fumo” (lo mato), la cual puede ser mortal o con cicatrices de por vida. Esto ya lo habían novelado para el Medellín de Pablo Escobar en el libro La Virgen de los Sicarios (Cfr. Vallejo, Fernando).
Entre ellos prima la religión católica, coexistiendo con varias ramas del protestantismo o los llamados cristianos, como ellos mismos se denominan; pero en la mayoría de los casos no existe una adscripción militante, de feligresía, ritual, litúrgica, con respectivas actitudes morales y éticas. Es una especie de deísmo, muy personal, pero si existe una dimensión espiritual y religiosa, expresada diariamente, en diversos momentos complicados o placenteros.
Cuando el adicto encuentra más dinero, droga o compañeros de consumo suele decir “el diablo es cochino”, pues se sabe que al probarlas no se llega al cielo, sino al infierno. Entonces en la concepción y en el lenguaje de ese inframundo si se tiene clara la condición destructiva de las sustancias y de acuerdo con la cultura religiosa tradicional, se le relaciona con algo mefistofélico.
En muchos momentos de encierro, de descanso o algunos en conversaciones cotidianas, citan la Biblia, “la palabra”; pues su cultura callejera está acompañada de este recurso ideológico ante la máxima desprotección y adversidad. “No queda más”. Y en esto son y reconocen sus debilidades esenciales. Lo han sentido en la dureza de la calle. Y aquello lo han aprendido en su contacto con las iglesias y ante la soledad cósmica también se aferran al último recurso a su tabla de salvación.
En consecuencia se cree que son totalmente iconoclastas; pues están contra el Estado, la sociedad, sus costumbres, sus patrones de comportamiento, sus deberes y obligaciones, roban, hieren y matan incluso a sus seres más queridos y otros viven placenteramente de actuar “contra natura”. Pero en el fondo si existe una dimensión religiosa y espiritual, que por lo menos verbalmente se saca a flote y en esto entran en el cauce ontológico tradicional; por eso recuérdese aquello de que “primero fue el verbo” y el ejemplo de la conversión de personalidades ya míticas entre los pecadores, como San Pablo de Tarso.
6º. Anarquía, otros comportamientos, otros códigos
“La calle es una selva de cemento, donde perro come perro, donde hay fieras salvajes como tu”
(Juanito Alimaña, salsa de Héctor Lavoe).
En medio del vicio, el trabajo nocturno, los oficios ilegales, la ausencia de familia tradicional y otras variables, se cree que existe una anarquía y una anomia social totales; en ausencia de códigos y reglas de comportamiento; pues la moral de Carreño y el Código de Policía y Convivencia no valen nada allí.
Pero otros son los que mandan o como siempre “Don Dinero, el famoso caballero”, en la expresión de Don Francisco de Quevedo y Villegas. Son los narcotraficantes, sus secuaces a sueldo, el de la fila para consumir, el dueño de la olla, el que manda en la cuadra, dentro del negocio de prostitución, la jefe o el jefe de los LGTBI de la calle, etc, son, los que imponen a sangre los códigos y obligan a ciertos comportamientos. Ciertas zonas, cuadras, calles y sus negocios y personas se respetan. Allí no se puede robar o matar; por fuera, sí se puede así sea a metros.
Si existe la religión, el amor, los negocios y las relaciones sociales y personales, pero la transgresión se resuelve in sito, por las vías personales y de hecho, a espaldas de la ley.
Pero cuando la pelea se da, la fechoría se comete, la práctica sexual se ve o se sabe, nadie interviene, cada uno resuelve o hace sus cosas a su manera, hasta el final de muerte.
Por todo ello no se puede hablar de una anarquía y una anomia social totales; más bien de personas, grupos, prácticas y culturas transgresoras.
7º. Silencios, quietudes y lúdicas
“Cambio mi vida
Al fin y al cabo
La llevo perdida.
La cambio por una pipa,
Por una saeta,
Por una baraja incompleta.
Al fin y al cabo
La llevo perdida.”
(De Greiff, León. La Canción de Sergio Stepansky)
Son seres típicamente solitarios, muy individualistas, pues la adicción es capaz de matar la amistad y el amor, casi nunca seden la razón, pues dicen tenerla ellos dada su larga y complicada experiencia callejera y undergraund (bajo mundo), tanto, que es normal que se consideren de “la universidad de la calle”; pero con una serie de falencias para enfrentar el mundo legal y organizado, como el lenguaje, los códigos de comportamiento, la vestimenta y otras características físicas, síquicas y culturales.
Así eistan parejas, socios o “socitos” (compañeros de robo, de cruces y de calle), “ñeros” (compa ñeros) y grupos pequeños denominados parches o combos, pero prima la soledad y el individualismo, tanto, que el circunloquio y el soliloquio distinguen este tipo de personas y es normal que hablen solas mientras van andando, en la pesquisa de algo en su estancia de consumidores.
Y todo coexiste con la algarabía callejera, grupal, donde la comunicación es a gritos, y con los altos volúmenes discordantes de lo que había dentro del Bronx: más de 20 equipos de sonidos a todo volumen sumado al acelere y la alta vocinglería de los comerciantes y consumidores internos. Pero en general son habitantes del silencio y la oscuridad nocturnales, de esquinas, escombros y sitios desolados. Esto es importante, porque imprime otras características síquicas y culturales en el individuo, a diferencia de quien vive los ciclos normales del día, la noche y sus respectivos lugares y movimientos apropiados para los roles citadinos fundamentales de la vida moderna.
Aunque son seres en movimiento, en pleno acelere, con los sentidos abiertos a lo que pueda suceder o protagonizar el mismo individuo, se presenta una quietud especial cunado se esta consumiendo y oteando lo circundante. Hay un instante de quietud y de silencio, caracterizado como “el embale”, donde no sabemos que sucede dentro de cada universo personal, y ese es el momento clave de la ansiedad, la adicción, el cual voluntaria o involuntariamente se repite y se desea replicar hasta un infinito ilusorio. Es el Mito de Sísifo moderno (Cfr. Camus, Albert. El Mito de Sísifo) , que ilusiona y castiga al hombre, quien levanta eternamente su piedra, su carga, ve la cima, la conquista, la tira y así ad infinitun. Es ilusorio y es falso, porque al instante cae y desaparece su realidad de dones y maleficios, y con un ciclo realmente viciosto, pues se vuelve a ejercitar para alejarse del mundo cósico, prosaico y problemático. Aquí habría que penetrar en la sensación y “la intuición del instante” (Cfr. Bergson, Bachelar y Octavio Paz entre otros, han trabajo filosófica y poéticamente este fenómeno fugaz de la manifestación, la sensación y el conocimiento de la fenomenología real del tiempo, la duración y la vivencia del mismo, que es mas ondulante y relativo de lo que Albert Einstein planteó, para tratar de señalar algo juicioso sobre estas personalidades. Tal vez, la poesía nos diga mas sobre el delicado asunto, como extensa y profundamente lo ha hecho Paz, en El Mono Gramático, entre otros textos).
Sin embargo de todo lo anterior son seres humanos, seres pensantes (homo sapiens), seres deseantes (viven el deseo – Cfr. Deleuze, Gillez. El Antiedipo – y el placer, más allá o más acá del amor y de la felicidad) seres económicos (homos economicus), seres políticos (por encima del partidismo y la adhesión ideológica, pues son activos a su manera dentro de la polis, hablan de ella, viven en ella y son un problema político real para la misma) y también seres juguetones (homo ludens). El juego de cartas, el de dados, el de monedas contra la pared y sobre todo “el juego de cajita”, que se realiza con cajas de fósforos, hasta pararlas lateralmente y ganarle al contendor pesos, monedas, bichas, pipazos o pipas, Todo esto se realiza en calles, esquinas, parques y dentro de los consumideros, en cualquier horario, sitio y condición, pero básicamente en el suelo del desorden y la suciedad, características de esos sitios y condiciones.
Como colofón a este acápite, valga citar la parte central del poema del bate antioqueño León De Greff, quien en sus últimos años vivió en una casa del Barrio Santafé y que hoy ocupa un negocio de prostitución: “cambio mi vida por una pipa”, pues allí se juega la vida por una porción de bazuco que cabe dentro de la cachimba para fumarlo. “Cambio mi vida por una saeta), por que dentro de los elementos que se juegan esta el cuchillo y la patecabra. “Cambio mi vida por una baraja incompleta”, al no haber póker, bridges y bellas y completas barajas españolas que se utilizan en sitios de caché. Por último Leo Le Gris, cambia la vida por unos dados, la tira al vacío y la da por una falacia. O por cualquier espejismo. De la poesía más culterana al Bronx más hórrido, no hay si no un paso. Y la lírica es el puente más indicado, para que transite el homo ludens atávico y post moderno a su vez.
8º. La paz si que es callejera
Desde la simple doxa, la vox populi y el oscurantismo se pudiera decir: si una persona se declara puta, marica o drogadicta, qué hay para ella?. La exclusión social y el ostracismo territorial; sin embargo, es necesario reconocer el surgimiento y el avance de la legislación y de las políticas públicas especificas para estas poblaciones en el Distrito Capital en las últimas tres décadas.
Dos de los pilares del segundo periodo del presidente Juan Manuel Santos son la equidad y la paz y dos de los temas medulares de las conversaciones y los Acuerdos de La Habana con la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC-Ep) son la paz y las drogas ilícitas.
Si viajamos de la “Bella Cubita” a los Llanos del Yarí y de ahí a los Mártires, la Plaza España y el Santafé, entre otros sitios del centro de Bogotá, tenemos que indagar por la relación existente entre la paz, el narcotráfico y el microtráfico, la delincuencia, los paramilitares, las Bandas Criminales (BACRIN), la vacuna callejera, barrial y esquinera y los innumerables conflictos personales incrustados en las ya bastante deformadas personalidades de estas poblaciones, muchísimos solucionados con arma blanca a espaldas de la ley.
El centro de Bogotá se sigue nutriendo de desplazados, de ex guerrilleros, ex paramilitares, narcotraficantes, raspachines, delincuencia, droga, desigualdad y exclusión social. Por eso, sin desconocer la magnitud histórica del hecho habanero y colombiano, los problemas de la paz y la equidad, están exactamente en las calles capitalinas, por no nombrar aquí sin precisión el resto del país. Mucho hay en común, como de distante, entre Cartagena, el Teatro Colon (donde se firmaron los Acuerdos) con las plazas, andenes, ollas y centros de lenocinio en Bogotá. No es arriesgado decir que ciertos vecinos céntricos bogotanos y muchísimos habitantes de calle, también son victimas del conflicto armado colombiano, en la medida en que pasan por el hilo conductor de la producción, transformación, comercio y consumo de los estupefacientes con sus crónicas consecuencias en la economía, la sociedad y la persona.
Por consiguiente, el post conflicto o el post acuerdo debe ocuparse claramente de esta problemática en el centro de la capital, con políticas, proyectos e inversiones concretos, ya que es una dimensión urbana y real de lo negociado a gran escala. Mejor dicho, cuál es la tajada de la financiación para la paz, que le toca y debe introducirse en el Plan Distrital de Desarrollo Bogotá Mejor para Todos y específicamente dentro de los proyectos de los Planes de Desarrollo Locales de las localidades de los Mártires, la Candelaria y el Santafé, solo por ubicar apenas unos puntos neurálgicos de lo analizado en este documento. En nuestro caso, la Secretaria Distrital de Integración Social debe capitalizar esto, para su trabajo y beneficio de las poblaciones estudiadas.
9º. Coyuntura y estructura
Más allá de la política de la Bogotá Humana del Alcalde Gustavo Petro con la construcción del centro Bacatá y la Academia, y la ampliación de los servicios para los habitantes de la calle, y por encima de las intervenciones realizadas en aras de una Bogotá Mejor para Todos, con su primacía en la seguridad y la protección del comercio legal y organizado, y la renovación urbana que vendrá, en cabeza del burgomaestre Enrique Peñalosa, el fenómeno y sus respectivas facetas problemáticas, ameritan otro análisis de contexto y a profundidad. Por eso es necesario distinguir la coyuntura de la estructura. La crisis de las basuras cuando Petro y la intervención del Bronx con Peñalosa, son dos coyunturas muy importantes, cada una enmarcada dentro de una tendencia y con sus respectivas fundamentaciones. Pero la problemática de fondo que reviste esta fenomenología, es otra cuestión estructural. En parte, ellos no pueden ir más allá, incluso el fenómeno se les devuelve con cierto efecto bumerang, como lo son ahora la habitabilidad de calle y el microtráfico regados por toda la ciudad. O el amparo de lo ilícito “en el Bronx intocable”.
Por lo menos existen los siguientes problemas estructurales que sobre determinan los sucesos aquí señalados; que obedecen a otras lógicas y son realidades más contundentes:
1º. Humanidad: Es transhistórica y casi natural la proclividad del ser humano a ingerir sustancias que alteren sus sentidos; pues todas las sociedades las han tenido, con un transfondo cultural, mítico, religioso y ritual. (Cfr. El Bejuco del Alma y Las Plantas de los Dioses) El fenómeno moderno está desligado de aquello y más conectado al mercado, la diversión, el consumismo y a la pura necesidad psicofísica, ya en muchas personas. Mejor dicho, como decía Hegel “nadie es capaz de aguantar solo tanta realidad” o la expresión de Octavio Paz referida concretamente a la droga: “es imposible acabar con la droga mientras exista la tentación humana de experimentar la sensación del infinito así sea por un instante”.
2º. Capital: La droga, el reciclaje y el cuerpo, ya son una mercancía más, que entran al engranaje general del modo de producción capitalista; pero además son piezas claves de la economía moderna del narcotráfico y en síntesis la problemática analizada en el texto hace parte de lo que se puede denominar narco capitalismo. Con la variable que son los últimos reductos de ese sistema, pero a su vez, lo vuelven a retroalimentar. Tanto el capital, como la industria, la ciudad y el narcotráfico, vuelven a nutrirse de lo mismo, a partir de las personas – por degradadas que estén – los oficios y las mercancías consideradas.
3º. Política: El cuerpo, la droga y el reciclaje ya hacen parte de lo que se considera como la biopolítica. De otro lado son objeto de políticas públicas específicas y pertinentes. Pero de otro lado, en el caso concreto de la droga, la dimensión global también la considera, pues es una problemática internacional, que aquí penetró la presidencia durante el proceso 8 mil (Samper) y vía paramilitarismo, el gobierno de Uribe y en términos de negociación – por lo menos con un actor importantísimo como las FARC – ha ocupado todos los dos períodos del gobierno de Santos.
4º. Corrupción: Este no es un problema autónomo, pero las dimensiones económicas, políticas y sociales del asunto en Colombia, le dan una importancia estructural a esta variable, en la cual encontramos el microtráfico, agentes de la policía, algunas personas de las administraciones, relaciones con el contrabando y apoyos privados locales; de tal manera, que la corrupción también ha sobre determinado la problemática aquí expuesta.
5º. Pobreza: Los asuntos tratados no hacen parte del bienestar sino de unas pocas personas: narcos, proxenetas, otros comerciantes, manejo a mediana y gran escala del reciclaje, etc. Pero la población vulnerable en estudio contribuye a manifestar el fenómeno de la pobreza extrema, la desigualdad y la exclusión social. Es decir, no son fenómenos aislados y puntuales, son parte integrante del gran panorama de nuestra pobreza y desequilibrio económico y social.
En consecuencia la drogadicción, la prostitución, la economía informal en su más bajo nivel, otros oficios menores y las situaciones problemáticas que esto genera, hacen parte de un engranaje estructural, que los incluye y los sobre determina, tanto en su generación como en su posible disminución y solución.
10º. Miradas culturalistas, cortedad del Estado y la academia
“Hasta que tengamos un conocimiento más preciso de la electrónica del cerebro, las drogas seguirán siendo una herramienta esencial del interrogador en su ataque a la identidad del sujeto.”
Tradicionalmente la habitabilidad de calle y el consumo de spa, han sido tratados como un problema de seguridad, policivo, de higiene y de siquiatría: cámaras y panópticos urbanos, territoriales y aéreos, requisas, tomas, judicializaciones, encarcelamientos, desalojos, limpiezas de toda índole, confinamiento sanatorio, terapia de choque y choques eléctricos; pues el Estado, la sociedad y la ciencia básicamente se ven enfrentados ante seres calificados normalmente como delincuentes, sucios y locos. Pero es necesario trascender la mirada superficial del fenómeno social, para avanzar en su identificación, descripción, análisis y comprensión, por lo menos desde las siguientes disciplinas. Es preciso entonces, otear culturalmente el asunto. Vale la pena resaltar la preeminencia, hasta ahora, de la psicología, el trabajo social y la pedagogía reeducativa, entre otras profesiones que tienen allí trabajo de campo y en los centros de acogida.
La antropología urbana y la sociología urbana tienen ahí un objeto de investigación, donde los seres humanos han llegado a tanta degradación, que corren el riesgo de ser volátiles para la ciencia; curiosamente las personas son básicamente individuos solitarios, pero el cientista social si puede ver allí comunidades, grupos, parches y parejas con toda la atipicidad del caso, pues son partículas que se mueven aparentemente sin sentido dentro del microcosmos urbano. Por eso, su complejidad parte de la confluencia del caos dentro de la ciencia social con una anomia social nómada. En consecuencia, en principio, es difícil la aprehensión del fenómeno.
Por lo anterior vale la pena ensayar una cierta fenomenología que sopese y de cuenta algo que de bulto es simplemente desecho de la sociedad normal. Para trascender los calificativos de desechables e indigentes.
Igualmente la hermenéutica puede mirar allí el espejo de la sociedad tradicional, para interpretar la otra cara, las otras fases, ante lo cual es preciso preguntarse: qué hay detrás del espejo o ante el espejo trizado y así contribuir a desentrañar la complejidad humana y el relativismo social. Aquí se esta ante la otredad y la alteridad humana y social por excelencia.
Sobre el asunto se han realizado entrevistas, censos, georeferenciaciones, encuestas y caracterizaciones, trabajos hechos muy profesionalmente, entre otras entidades, por la Secretaria Distrital de Integración Social, la Secretaria del Hábitat, la Secretaria de Gobierno y algunas universidades. Sin embargo es la investigación cualitativa y hermenéutica la que abre otras posibilidades del conocimiento mas allá de ubicar, territorializar y mas o menos caracterizar (. Cfr. Gadamer. Verdad y Método); pues se esta ante un fenómeno humano y urbano relativamente reciente y bastante complejo. Ya no es lo mismo el chino bogotano y los gamines que se bañaban desnudos y sonrientes en la Rebeca del Centro Internacional, que las hordas de desclasados que deambulan por la ciudad, parchan en las esquinas, recalan en las ollas y pernoctan en los parques y los andenes.
La geografía humana y urbana tiene asiento allí; el urbanismo, la planeación urbana y el ordenamiento territorial deben ocuparse prioritariamente del asunto, y entre la macroeconomía y la microeconomía, esta por ponderar realmente el papel de la economía informal, de las economías ilegales y de los oficios menores que sustentan la vida diaria de estas personas y poblaciones. Mejor dicho, cuál es realmente el ingreso percápita de estos ciudadanos y cuál es la contribución de esta economía al PIB nacional. La droga es la mitad de la economía colombiana?, cuál es su peso especifico en Bogotá. El Coeficiente de Gini, las Necesidades Básicas Insatisfechas, la Línea de Pobreza, la Línea de Indigencia, el Índice de Desarrollo Humano y la Encuesta Multivariada, cómo se aplican y califican en estos territorios, en estas economías y en estas personas. Por ejemplo, la cuantificación de la droga, el reciclaje y la prostitución, todavía esta en veremos. Y son hechos reales de la economía, más allá de Carlos Marx (El Capital, donde alcanzó a hablar del lumpemproletariado) y Thomas Piketty (El Capital del Siglo XXI). Estos problemas que apenas se insinúan aquí, son la manifestación criolla de nuestro Malestar en la Globalización, descrito y analizado por el premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz. La droga, el desplazamiento, el consumo y los conflictos internos están articulados a la globalización, no son especimenes raros colombianos.
Abarcar los horizontes de sentido que se encuentran allí, solo es posible desde la interdisciplinariedad de las ciencias sociales y otras disciplinas más fácticas. Por el momento, se propone una mirada culturalista sobre estas poblaciones y estos territorios.
Francisco A. Cifuentes S.
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Stiglitz, Joseph. Malestar en la Globalización. FCE, México, 2005
Bogliacino, Francesco. Sin Cambio Estructural, continúa la desigualdad. En: UN Periódico, Universidad Nacional de Colombia, No. 209, Bogotá, marzo 2017. p. 6
Gadamer, Hans George. Verdad y Método. Ed. Sígueme Salamanca 1993
Augé, Marc. Los no lugares. Espacios del anonimato. 1993
Foto tomada de: cartelurbano.com
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