Los debates que al interior del Congreso ha liderado Petro han sido memorables. Confrontó en su momento a uno de los más aguerridos defensores del Régimen: Álvaro Uribe Vélez. Y lo hizo por el tema de la penetración paramilitar en el DAS y en otras organizaciones estatales. Y por supuesto, por el apoyo, que según numerosas fuentes, Uribe recibió de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) para llegar a la Casa de Nariño.
Recientemente, el ex alcalde de Bogotá, en la misma corporación legislativa, confrontó al Fiscal General de la Nación, señalado por el también senador Jorge Enrique Robledo y por el periodista Gonzalo Guillén, entre otros más, de ser el “fiscal de bolsillo” del banquero Luis Carlos Sarmiento Angulo. En esta ocasión, Petro enfiló baterías contra Néstor Humberto Martínez Neira (NHMN[1]), por haber guardado silencio, en su calidad de abogado y ciudadano, ante los actos y hechos de corrupción que conoció del entonces auditor, Jorge Enrique Pizano (QEPD) y que involucran a la multinacional Odebrecht y a filiales del Grupo Aval, a las que Martínez sirvió en su calidad de abogado.
Es decir, Petro se viene consolidando como un incómodo outsider[2], hecho que no solo lo ubica como un fuerte detractor y crítico de aquellos agentes de poder que de disímiles maneras han coadyuvado a la construcción de un Régimen mafioso y corrupto, tal y como lo vienen denunciando Petro, Robledo y Guillén, entre otros muchos más, sino que hace posible que los sectores más oscuros y tenebrosos del propio Establecimiento, lo hayan declarado como objetivo militar y moral.
Al jugar el rol de faro moral, en una sociedad moralmente confundida, Petro Urrego se convirtió en un indeseable ciudadano y político, y una piedra en el zapato para el Régimen de poder. Por el solo hecho de haber hecho juicios morales a connotadas figuras del Establecimiento, Petro desató las más airadas reacciones. Pues bien, la publicación del video en el que aparece Gustavo Petro recibiendo 20 millones de pesos de manos de Juan Carlos Montes explica con claridad la molestia que al interior del Establecimiento subsiste en torno al ex alcalde de la capital del país por haberse atrevido a confrontar al banquero Sarmiento Angulo por los actos de corrupción que enredan, por lo menos éticamente, a filiales del Grupo AVAL y al abogado Néstor Humberto Martínez Neira.
Con la publicación del video, ahora Petro sufre las consecuencias de un juicio moralmente mediatizado, cuyas derivaciones políticas aún no se pueden calcular y mucho menos medir. Es probable que judicialmente no haya lugar a la imputación de cargos, por cuanto el dinero recibido no tendría un origen dudoso y por el tiempo en el que se habría dado el encuentro con el señor Montes.
A la persecución fiscal que ya sufre Petro Urrego por cuenta de las sanciones monetarias impuestas por el Contralor Distrital, se suma la acción político-mediática emprendida por el Centro Democrático y asumida sin mayor discusión por la prensa afecta al Régimen, de anular moralmente al combativo senador. De esta manera, se intenta desviar la atención del país y muy seguramente de las autoridades norteamericanas, del foco que Petro, Robledo y Guillén, entre otros, encendieron para mostrar el “conjunto de complicidades”, como diría Gómez Hurtado, que se han tejido para tratar de ocultar uno de los escándalos por corrupción más grandes destapados recientemente en el país: Odebrecht y filiales del Grupo Aval en la construcción de tramos de la Ruta del Sol II.
El editorial de El Espectador es claro al señalar lo que hay detrás de la presentación pública del señalado video: “La senadora por el Centro Democrático Paloma Valencia aprovechó el debate de Odebrecht para atacar al senador Gustavo Petro con la revelación de un video sin audio, en el cual el excandidato presidencial recibe fajos de dinero. Desde ese momento, varios líderes dentro de la derecha política han dicho que se trata de una evidencia irrefutable de corrupción, que seguro es dinero relacionado con Venezuela, o con Odebrecht, o con narcotraficantes. Esas acusaciones son temerarias e irresponsables. Tiene la razón el senador Petro al afirmar que “ninguna de las circunstancias en que se presenta el audio habla de cualquier tipo de actividad ilícita de ningún tipo, ni sobornos ni dineros ocultos, ni nada por el estilo”. No hay motivos, con la información disponible, para creer que se cometió un delito. Eso no significa que el asunto quede saldado ahí. ¿Retira este hecho el foco sobre Odebrecht y los señalamientos al fiscal general? Por supuesto que no. Pero que se trate de una táctica de distracción no puede leerse como una carta blanca para asumir que no ocurrió nada. Necesitamos respuestas”.[3]
Ahora bien, no se puede desconocer que el video resquebraja la imagen que Petro mismo se había auto construido como faro moral, en el contexto de una clase política torcida, mafiosa y corrupta. Sin duda, es un golpe durísimo a la confianza que como político y posible presidente del país generaba en jóvenes y mayores cansados de la sempiterna corrupción que carcome moralmente a las institucionalidades privada y estatal. Eso sí, las explicaciones dadas por el ex
alcalde de Bogotá deben recibirse como parte de su derecho a la presunción de inocencia y por supuesto, en el derecho que le asiste a defenderse de la condena mediática que hoy sufre.
El ensañamiento mediático en la figura que el video proyecta de Petro Urrego no puede servir para ocultar lo ocurrido en la relación Odebrecht-Fiscal-Grupo AVAL y mucho menos para dejar de señalar la naturalizada práctica social y política de que particulares financien onerosas campañas políticas. Lo que hay de fondo es un ethos que pone de presente una realidad inocultable: el poder económico, es decir, el que tiene dinero en efectivo, es quien realmente termina eligiendo presidentes, congresistas, diputados y concejales. Y a eso se ven abocados todos aquellos que desean llegar a un cargo público de elección popular.
Ayer fueron los Rodríguez Orejuela entregando tulas con millones de dólares para la campaña Samper Presidente; por los tiempos del proceso 8.000, el entonces Contralor General de la Nación, Becerra Barney[4] fue procesado por enriquecimiento ilícito por recibir dineros de emisarios del Cartel de Cali; también, señalar que el propio Uribe Vélez reconoció que su campaña presidencial recibió aportes de Enilce López, conocida como alias La Gata[5]. Con estos pocos casos de corrupción política no se quiere salvar de responsabilidad a Gustavo Petro. Por el contrario, lo que se quiere poner de presente es que en unos y otros hay visos claros de un ethos mafioso y de relaciones con grupos paramilitares.
Para el caso de Petro aún no se prueba que el origen de los 20 millones esté anclado a un grupo criminal en particular o a una práctica de lavado de activos. Lo que el video prueba, insisto, es que todos los políticos colombianos, en algún momento de sus vidas y aspiraciones, se han visto tentados a recibir apoyos económicos en efectivo, asunto que involucra tanto a la fuente, como al receptor de los recursos.
Ahora bien, por cuenta del linchamiento mediático a Petro el país no puede poner en la misma balanza moral el recibimiento de 20 millones de pesos para una campaña, y los 50 millones de dólares que ronda la cifra por pago de coimas por parte de Odebrecht a políticos e intermediarios en la construcción de tramos de la Ruta del Sol II. En una sociedad moralmente confundida como la colombiana, las conductas amorales suelen venir en fajos diferenciados de acuerdo con el valor económico y con la identidad de los involucrados. Petro jugó a convertirse en un faro moral, y quizás olvidó que para llegar a cualquier cargo público, hay que ceder y hacer todo tipo de transacciones. Él las hizo, permitió que lo grabaran y por alguna razón, quien guardó el video por tantos años, le sirvió su prestigio en bandeja de plata a un Establecimiento que necesita sacar del juego político a ese incómodo outsider.
Germán Ayala Osorio, comunicador social y politólogo.
Foto tomada de: Semana.com
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1] Véase: http://viva.org.co/cajavirtual/svc0615/articulo01.html
[2] Véase: https://www.sur.org.co/petro-el-incomodo-outsider/
[3] Tomado de: https://www.elespectador.com/opinion/editorial/no-normalicemos-lo-que-ocurre-en-ese-video-articulo-826407
[4] Véase: https://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-513235
[5] Véase: https://www.youtube.com/watch?v=TWVEppgf2R8
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