Es la política cafetera en su conjunto la que debe someterse a análisis y reformulación por parte de todos y cada uno de los actores de la cadena productiva.
Para empezar, deben recordarse algunas expresiones de la crisis
EXPRESIONES DE LA CRISIS
En anterior artículo, publicado en septiembre de 2018 en Sur se resumieron algunos indicadores de la crisis cafetera, cuyas expresiones se mantienen y se profundizan.
A comienzos de 2000, el área sembrada en café se aproximaba al millón de hectáreas, en 2018 solo se registran 880 mil has sembradas. De manera particular, según la FNC el número de hectáreas sembradas en café en Caldas, Quindío y Risaralda entre 2002 y 2017 ha disminuido en casi 50 mil hectáreas (20 mil en Caldas; 20 mil en Quindío y 10 mil en Risaralda).
Al momento de escribir este artículo el precio interno de la carga de café se situaba a 680 mil pesos, es decir, menos de un dólar la libra. Lejos de los costos de producción.
De no conseguirse una intervención decidida del gobierno nacional, se presagia una oleada de remates y embargos de las fincas cafeteras por las deudas que no se podrán pagar.
En esta entidad financiera, donde se concentra el 68% de los créditos cafeteros el saldo vencido es de $106.252 millones (a enero de 2019), lo que equivale a un índice de 9,8% cuando el de la banca tradicional es de 4,9%. Todo sin mencionar las deudas adquiridas por fuera del Banco Agrario.
Según Finagro, la mayor parte de los deudores, el 66%, son pequeños productores, porque en el país casi toda la caficultura –96%– está soportada en agricultores que siembran en 1,3 hectáreas. Solo un 3 por ciento de la producción está en manos de los medianos productores y un 1 por ciento, en los grandes
La crisis muy seguramente ha ocasionado una mayor inestabilidad jurídica en la propiedad de las fincas cafeteras. Ha estimulado el cambio en el uso del suelo. Particular notoriedad ha tenido en los dos últimos años el incremento en el área sembrada en aguacate hass. Inversionistas mexicanos se están desplazando por el país dispuestos a comprar tierras.
Es seguro que el empobrecimiento progresivo de las familias cafeteras traiga consigo el aumento de la deserción escolar y de la migración rural urbana.
PRODUCTO Y FORMA DE COMERCIALIZACION
Un tema central de discusión es el relacionado con la forma y el producto que se comercializa. Esto es, si el país debe mantener, o no, una política de comercialización donde el café colombiano, considerado de mayor calidad que el resto a escala mundial, debe continuar vendiéndose para que finalmente termine en mezclas con cafés de menor calidad y el país se obligue así a competir en escenarios donde claramente no tenemos opción de definir precios.
No parece buena idea alimentar la perspectiva de una economía cafetera soportada en una ecuación donde, por sí mismo, el progresivo incremento de la productividad y, por tanto, de la mayor producción, llevará a conseguir una mayor y mejor oportunidad de precios en el mercado mundial cafetero.
Han sido necesarios muchos años de empobrecimiento de las zonas cafeteras para entrar a reconocer que es mal negocio insistir en un formato donde Colombia vende una parte, Brasil y Vietnam otra y, al final del día, toda la producción termina en mezclas donde los esfuerzos y diferenciación de calidad se pierden completamente en beneficio exclusivo de los grandes monopolios de tostadores en el mundo que han engañado a los consumidores ofreciendo un presunto café colombiano cuando, en la práctica, se entregan mezclas de todo tipo de cafés.
Estas intervenciones de los grandes tostadores son las que facilitan y estimulan la producción creciente de café de otros países, en particular los africanos con sus cafés robustas, cuya activa participación en el mercado mundial ayuda a entender la cotización a la baja que hoy arruina a nuestros caficultores y a sus entornos municipales y regionales. El ‘café más suave del mundo’ ha terminado por cotizar muy cerca de los cafés más ‘corrientes’, como los del tipo robusta.
Parte del reto de la nueva política cafetera consiste en encontrar la ruta para separar con claridad en el mercado mundial el café colombiano, como un café especial de buena calidad, del resto de cafés brasileros, vietnamitas o africanos. En este sentido el desafío es no permitir que el café colombiano sirva para que aquellos cafés aparezcan ofreciéndose con una calidad que realmente no tienen y que los tostadores consiguen, artificiosamente, con la mezcla. Vender el café como un café especial, sin mezclarlo con los cafés de los tostadores, debe ser una decisión que adopte, más temprano que tarde, la política cafetera.
Por supuesto, lo dicho implicará confrontar intereses de quienes por décadas se han lucrado del modelo tradicional y viven cómodamente en la zona de confort. Pero también hará necesario repensar integralmente la institucionalidad cafetera sobre la cual se soporta dicho modelo.
Resultado de estos manejos de la economía cafetera a escala internacional hoy se cuenta con una sobreproducción (en 2018 el consumo mundial de café fue 162,23 millones de sacos y la producción mundial 164,8 millones de sacos) que paulatina, pero progresivamente, ha terminado por arruinar miles de familias y ha puesto en entredicho el negocio, tal como se conoce hasta hoy, porque ya está claro que el precio que se recibe por ese café que se mezcla con los cafés de mala calidad, es inferior al precio de costo que tiene la producción en Colomba.
Por último, también debe incluirse el acuerdo para incrementar el consumo interno de café, en general, y de cafés especiales en particular. Para empezar, se podría lograr, que por lo menos en hoteles, restaurantes y cafeterías de categoría, se ofrezca café de calidad a turistas y nacionales. Pero también deben hacerse esfuerzos para ampliar el consumo de cafés especiales en todas las instituciones públicas y académicas.
ABANDONAR LA BOLSA DE CAFE
Adicionalmente, particular importancia tiene ahora la discusión abierta sobre la conveniencia de retirar el café colombiano de la bolsa de Nueva York.
En primer lugar, están quienes animan el debate con la propuesta de salir de la bolsa. En efecto, debido al desplome en los precios del café en el mercado de New York, ha surgido desde la gerencia de la Federación Nacional de Cafeteros una iniciativa orientada a regular el precio de este producto en Colombia. Al respecto el gerente de la Federación sostiene “no se trata de salirnos de la bolsa ni del mercado internacional del café, sino de no tomar la bolsa como referente para el precio del café… lo ideal sería que el cafetero evidenciara cuál es el costo de su producción y que ese sea el precio mínimo del café… En los últimos días la bolsa de Nueva York refleja más el precio del café de Brasil que el de Colombia”.
Dice, además, el gerente de la FNC “creo que la decisión de salirse de la bolsa de NY es adecuada. Trae mucha incertidumbre pero es una forma contundente de enviar un mensaje claro sobre lo delicado de la situación. Muy posiblemente otros países apoyen con medidas similares.
“Yo propondría que todos en Colombia quienes comercializamos con café fijemos un precio mínimo de compra, esto incluya a la Federación a Expocafe y a todos quienes compren para grandes multinacionales (Volcase, Starbucks’s, Nestlé etc) que los ejecutivos de estas empresas tengan la convicción de decirles a sus jefes multinacionales de la importancia qué hay en hacer esto. Debe haber voluntad política de todos los actores que estamos involucrados en esto…” [1].
Para otros analistas, por el contrario, la bolsa es el indicador del mercado, forma los precios de acuerdo a la oferta y la demanda; permite cubrir con contratos el riesgo de precio mientras se exporta el café adquirido.
Además, abandonar la bolsa “puede implicar la parálisis del mercado para el campesino, que goza del privilegio de vender el producto más líquido del sector agropecuario. Los exportadores privados que atienden 80 % del mercado, podrían salir del negocio”. Y esto dice también quien considera que la rentabilidad del café “… en realidad nunca podrá llegar. Definitivamente el café en Colombia sirve para combatir la pobreza, pero no para generar riqueza” [2].
Según se menciona en el chat de Tecnicafé, “de la unidad de los productores de Colombia y del mundo para no regalar desesperadamente su producto a precios por debajo de los costos de producción y del respaldo de los verdaderos aliados de nuestra cadena de valor que reconozcan la calidad y promuevan efectivamente el consumo de buen café; depende la sostenibilidad del café y su caficultura”.
Debe reconocerse que, en efecto, la competitividad para el productor de la caficultura es compleja. Ser competitivo es difícil si la formación de precios está sometida a la especulación de los fondos de inversión, los cuales le apuestan a bajar los precios del café. Venden hoy un contrato a un dólar y pocos meses después lo compran a 90 centavos, ganándose 10 centavos de dólar por libra entre cada contrato.
La participación de productores, asociaciones, exportadores, trilladores y tostadores nacionales y otros actores de la cadena productiva de café en este debate resulta de gran importancia al momento de delimitar intereses y redefinir una ruta para la sostenibilidad de la caficultura colombiana.
FONDO DE ESTABILIZACIÓN DEL CAFÉ
De otra parte, en el Congreso de la República se discute la conformación de un Fondo de Estabilización Cafetera. Este Fondo, si bien está diseñado para atender esencialmente la crisis de precios en la coyuntura, paralelamente deja abierta la puerta para una nueva contribución cafetera.
Dicho Fondo, diseñado inicialmente para nutrirse de recursos del presupuesto nacional (con lo cual algunos observadores no están de acuerdo[3]), en la práctica termina obligando a los caficultores a la cesión de parte de su ingreso.
En el Senado se aprobó un artículo (11) mediante el cual “el Fondo de Estabilización de Precios de Café podrá utilizar mecanismos como la cesión de estabilización y compensación de precios, teniendo en cuenta lo establecido en el artículo 40 de la Ley 101 de 1993”.
Y en el parágrafo de este artículo se establece que “el porcentaje de la cesión de estabilización que establezca el comité directivo del Fondo de Estabilización de Precios del Café se entenderá como un ahorro de los productores”. En otras palabras, el comité queda facultado para decidir qué parte del ingreso del cafetero va al Fondo, cuando estime que el precio es suficiente.
Pero el Fondo de Estabilización que se tramita en el Congreso no tiene el músculo financiero que se requiere, excluye a los cafeteros que no están incorporados en la información de la Federación y privilegia el negocio de las compañías de seguros, con lo cual se configura nuevo negocio para el sector financiero.
Otra observación crítica se relaciona con la actualización de la información que se maneja. El gobierno pretende situar los costos de producción de la carga de café en el mismo valor del 2013, cuando un galón de gasolina costaba $8.500 y ahora el mismo tiene un precio de $9.500; o cuando un bulto de urea se compraba por $58.000 y ahora no se consigue por menos de $75.000; algo similar ocurre con los fertilizantes, disparando los costos de producción; esto sin hablar del incremento de la canasta familiar y los impuestos. Sin admitir estos costos reales será muy difícil acordar una alternativa creíble de solución de largo plazo.
CAFÉS ESPECIALES
Adicional a esta discusión está la referida a la promoción y al fortalecimiento de los cafés especiales propiamente dichos, a sus asociaciones de productores, a sus marcas, a sus denominaciones de origen. Un proceso que tuvo fuertes resistencias institucionales pero que hoy, en medio de grandes dificultades, se abre paso en todas las regiones del país.
Pero esta es una ruta que reclama efectivo respaldo, tanto del Estado como del gremio, de la academia y de los demás actores de la cadena productiva. Identificar y consolidar nichos de mercado, internacionales y nacionales, para estos cafés debe estar en la agenda pública del país. Este es un camino que no conduce a la bolsa de valores y que reclama grandes dosis de innovación.
De por medio está, directamente, el futuro de casi 600 municipios que viven del café y cuyas veredas terminarán despobladas si no se producen los acuerdos de política para corregir el rumbo, ofrecer alternativas para el empalme generacional, adoptar decisiones institucionales para incrementar el consumo interno de cafés especiales -no de pasilla importada, y refundar la nueva presencia del café colombiano en el mundo con ofertas trazables, valor agregado y garantías de proveeduría para los compradores.
EL CAFÉ, AUSENTE EN EL PLAN NACIONAL DE DESARROLLO
En la coyuntura también está abierta la discusión sobre el Plan Nacional de Desarrollo 2019-2022.
Ni las bases del este Plan, ni el proyecto de Ley con el articulado del mismo, ni el plan plurianual de inversiones 2019-2022 cumplen con el acuerdo de paz en materia de reforma rural integral y, en ese marco, el futuro de la caficultura prácticamente no existe en ninguno de estos tres documentos.
Pero debe reconocerse que el café ha estado siempre por fuera de la planeación estatal colombiana como resultado de un modelo político institucional mediante el cual los temas cafeteros se discuten y deciden en el organismo de dirección de la FNC donde el gobierno nacional tiene una presencia decisoria.
En todo caso, debería aprovecharse la oportunidad que tienen los senadores y representantes para incorporar en el PND lineamientos y programas que permitan atender la crisis de la caficultura colombiana. Los llamados gubernamentales a suscribir pactos no tendrían credibilidad alguna si no empieza por incorporar los temas estratégicos de la política cafetera y su respectiva financiación en el PND
Con seguridad las elecciones territoriales de octubre estarán atravesadas por las ofertas que los partidos y los movimientos políticos presenten para enfrentar la crisis cafetera y sus impactos directos en los 600 municipios productores del grano y las 550 mil familias cultivadoras, pero será necesario estar atentos para impedir que las ofertas políticas se circunscriban a conseguir electores incautos con propuestas populistas.
Finalmente, debe reconocerse que estabilizar internamente los precios, o conseguir una redistribución más equitativa del ingreso de la caficultura en los distintos eslabones de la cadena productiva del café son medidas de política económica que trascienden la deliberación tradicional.
No obstante, aprobar los instrumentos de política cafetera que se han descrito atrás requiere una amplia consulta pública entre todos los actores de la cadena productiva del café y, la verdad, salvo eventos aislados, este proceso no parece estar en marcha y, por tanto, no se debe descartar la convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente Cafetera que se llegó a mencionar en 2013.
Como dice César Echeverri en el chat de Tecnicafé: “Hoy más que nunca llamamos a la unidad, a la solidaridad y a la entereza para enfrentar diligentemente el inmenso reto que enfrenta nuestra caficultura; ya hace tiempo sobrepasamos el límite de la pasividad, la desintegración y la indolencia por los absurdos precios de referencia por nuestro producto, que nos ha puesto en el abismo de la pobreza y miseria a las famiempresas campesinas cafeteras y es perentorio asumir una posición proactiva de recuperación de la sostenibilidad de nuestra actividad; solo de nosotros depende y dependerá a quien, en qué presentación (materia prima indiferenciada Vs calidad y agregación de valor) y a qué precio les vamos a transferir nuestro café. No vamos a regalar más nuestro café por debajo de los costos integrales de producto y a pérdida de nuestra capacidad de generarle bienestar a nuestras familias y nuestros cultivos; estamos hundiéndonos en una trampa inevitable de pobreza. Invito a los productores, comercializadores, tostadores, baristas y consumidores que cerremos filas nacionales e internacionales para lograr un mejor café y una mejor caficultura para el mundo…. Unidos lo podemos todo…”
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[1] http://www.wradio.com.co/noticias/actualidad/gerente-de-federacion-de-cafeteros-explica-porque-quieren-salir-de-la-bolsa-de-nueva-york/20190227/nota/3869719.aspx recuperado el 22 de febrero de 2018
[2] Estos son argumentos del columnista Guillermo Trujillo
https://www.larepublica.co/analisis/guillermo-trujillo-estrada-2835572/la-bolsa-fundamental-para-el-cafe-2835566 capturado el 5 de marzo de 2019
[3] Para el columnista Guillermo Trujillo, por ejemplo, “una decisión de este tipo “genera inequidades con relación a los demás productores agropecuarios y es una pésima señal para mejorar la productividad” https://www.larepublica.co/analisis/guillermo-trujillo-estrada-505837/cafe-en-plastilina-2829528 recuperado el 19 de febrero de 2019
Oscar Arango Gaviria, Profesor Universidad Tecnológica de Pereira Coordinador proyectos regionales, Sueje
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