En términos gruesos, el resultado de los pasados comicios es claro: se asistió a la resurrección de los cacicazgos de la clase política tradicional y a la rebelión de los clanes políticos que reafirmaron su dominio político mientras el Pacto Histórico perdió el control de sus feudos urbanos. En Bogotá fue derrotado el candidato del Gobierno; en Medellín y Barranquilla ganaron repitentes; en Cali una figura prestante del poder económico y el Valle del Cauca continuó siendo el fortín político de Dilian Francisca Toro, mientras en santa Marta, así como en el Magdalena, fueron elegidos aliados del actual gobernador. Sin embargo, todos se declaran ganadores, lo que lleva a la pregunta: ¿quién está en lo cierto? La respuesta es importante para construir el mapa de las fuerzas políticas que emergió de los comicios y la misma depende de lo que se tenga en mente, del criterio utilizado para acotar esas fuerzas y del punto de referencia que se utilice para establecer las diferencias.
Algunos sectores, principalmente de derecha, y los principales medios de comunicación, plantearon que las elecciones regionales serían un plebiscito para evaluar el gobierno de Petro y que el resultado de dichas elecciones indica a las claras que el descontento hacia su gestión es evidente. A este respecto, es innegable que la derrota del Pacto Histórico en los principales centros urbanos evidencia un distanciamiento de las clases medias hacia el Gobierno, pero no necesariamente un respaldo a las tesis de la oposición. Un juicio menos radical necesita incorporar en su razonamiento dos factores de suma importancia. En primer lugar, lo que caracteriza el mapa colombiano no es la existencia de campos claramente delimitados, sino la enorme dispersión electoral por los más de 30 partidos con fuerte impronta personal con capacidad de avalar candidatos, mas no de gobernar autónomamente; ello sin contar con la posibilidad entre los ciudadanos de recoger suficientes firmas para postularse en las elecciones, lo que conduce inexorablemente a coaliciones de todo tipo. Así se teje una enmarañada red de partidos y movimientos que pueden ser rivales en lo nacional y aliados en una región o en un municipio. Esta circunstancia es la que ha permitido al presidente Petro proclamarse como ganador de las elecciones tomando como métrica las Gobernaciones y como propios no solamente los candidatos del Pacto Histórico, sino también los avalados por partidos que lo apoyan en el Congreso.
En las antípodas, el Centro Democrático que volvió a aparecer con fuerza en el escenario político, reclama el triunfo de la oposición y ofrece como prueba la recuperación de la Gobernación de Antioquia y de Medellín la segunda ciudad del país, así como el aumento de 5 a 7 concejales en Bogotá y el triunfo de algunos gobernadores que contaron con su aval.
Tampoco se han quedado atrás los partidos Liberal y Conservador. Los liberales dicen que ganaron 7 Gobernaciones propias y 11 en coalición y recuerdan que el suyo ha sido el partido más votado a Concejos y Asambleas en todo el país, mientras los conservadores afirman haber superado el número de Alcaldías conquistadas por su rival histórico.
Al margen de un fallo relacionado con ganadores y perdedores en las elecciones regionales, lo cierto es que han quedado al descubierto las rupturas en el seno de los partidos de la coalición de gobierno, y particularmente en el seno del Pacto Histórico donde las conclusiones de lo acaecido en los comicios divergen radicalmente tal como ha quedado ilustrado por las declaraciones de Gustavo Bolívar, de un lado, y de María José Pizarro, por otro. Según Bolívar, el resultado de las elecciones fue “un voto castigo que invita a la reflexión. El Pacto Histórico está roto y hay que recoger sus pedazos”. La senadora Pizarro, por el contrario, subraya los triunfos del Pacto en zonas donde no tenía presencia: “Somos una fuerza política más fuerte de lo que éramos en 2019. Celebramos que el Pacto Histórico hoy es un movimiento amplio que hace presencia en todo el territorio nacional, con mayor representación política con al que contábamos hace un día antes de las elecciones” Coincide con ella el representante David Racero quien considera que “el Pacto Histórico creció y se fortaleció. Ahora tenemos más alcaldías y gobernaciones que antes, diferente a como estaba el mapa político”. Ambos han hecho un llamado a la unión.
Haya sido lo que haya sido, el mapa político regional se ha reconfigurado y Petro ha tomado nota de ello. Ya trabaja en la agenda de diálogos con los nuevos alcaldes y gobernadores mientras en el Congreso se siente el resultado de las urnas. Se vuelve a hablar del Acuerdo Nacional y de dar inicio a una nueva faceta de negociación porque el poder regional se ha reconfigurado y con él los intereses de los representados. El proyecto de paz total tiene un alto componente regional y de los nuevos mandatarios depende que se pueda avanzar, justo cuando están en cola las reformas a la salud, las pensiones y a la educación, entre otras. Las relaciones del Gobierno con el Congreso se harán más complejas pero subsiste la esperanza de que sean cordiales porque de ellas depende también que los mandatarios locales no se vuelvan palos en las ruedas del Gobierno.
Rubén Sánchez David
Foto tomada de: Publimetro
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