Aquí proponemos un ejercicio de simplificación de las candidaturas en juego para resaltar lo que cada una representa para los bogotanos y para la política nacional, por ello me tomé el atrevimiento de bautizar a cada una de las candidaturas con un remoquete o membrete, que antes que estigmatizar busca provocar una visibilización y un debate sobre el significado estratégico de cada una de ellas en la próxima elección.
Política tradicional y de polarización.
Hoy podemos decir que la crisis de los partidos y las elites políticas tradicionales, pasa por su falta de liderazgo y de candidaturas a la segunda posición más importante de elección popular. Hace algunos años era impensable que el “glorioso Partido Liberal”, que el “tradicional Partido Conservador”, que el partido de Germán Vargas Lleras (que no representa ningún cambio, y menos es radical), así como el partido de la U, no presentaran candidatos, y ni siquiera precandidatos a la Alcaldía de Bogotá, eso significa que el pragmatismo se ha impuesto en la política bogotana.
Al parecer estos partidos tradicionales, en especial sus concejales y ediles, de los cuatro partidos que no tienen candidato, buscarán la famosa gobernabilidad (acuerdos por debajo de la mesa) con el candidato que representa la continuidad del desprestigiado gobierno distrital de Enrique Peñalosa, que llamaremos “El que dijo Uribe” (Me refiero al senador y ex-presidente de Colombia).
En la candidatura de Miguel Uribe se ven representadas dos expresiones políticas: de una parte está la vieja clase política clientelista con todas sus maquinarias y los contratistas que financian sus campañas, y por otra parte la política de confrontación y polarización que el senador Álvaro Uribe va a utilizar para estigmatizar sus contradictores, tildándolos de mamertos de izquierda y de centro, que se han autodenominado como “Bloque Anti-Izquierda”.
Tradicional se viste de independiente.
Proveniente de las toldas del partido con más condenados por corrupción, Cambio Radical, del cual fue su director, hoy Carlos Fernando Galán, aspira a ser el “independiente” que busca recoger el apoyo de los caciques tradicionales del liberalismo y del Partido de la U, y pretende explotar el respeto y la admiración que los bogotanos tuvieron en su época por la gesta contra el narcotráfico liderada por su padre, el mártir.
Falta ver quiénes son los financiadores y el equipo de campaña de este joven que llamaremos “el que quiere llegar a la Cámara de Representantes por Bogotá o dependiendo de sus resultados al Senado de la República” en las elecciones parlamentarias de 2022.
Independiente con un sector de izquierda.
Con una personalidad propia y con una capacidad técnica y política probada, como senadora, pre-candidata a la presidencia del partido Alianza Verde, formula vicepresidencial de Sergio Fajardo Valderrama, lideresa indiscutida de la admirable gesta ciudadana denominada “Consulta Anticorrupción”, Claudia López, es la candidata que hoy toma las banderas de los sectores independientes con el apoyo del Polo Democrático Alternativo, primera fuerza parlamentaria de izquierda en el Congreso de la República. Esta candidatura representa la opción del voto libre e independiente que en Bogotá, ha acompañado con mucha fuerza al profesor Antanas Mockus y al profesor Sergio Fajardo, quienes han ejercido el poder de forma transparente y quitándole el oxígeno a los corruptos. Con una agenda concertada con diversos sectores sociales y académicos ha logrado el apoyo de importantes personalidades y generadores de opinión tanto de la izquierda, como del centro y de la derecha, que coinciden en que Bogotá debe salir del estancamiento y la polarización en que la han sumido las 3 últimas administraciones distritales.
Para continuar con nuestro ejercicio pedagógico, a esta candidatura de los sectores independientes la llamaremos “la que dice Antanas Mockus y Sergio Fajardo”.
La izquierda divisionista y de polarización.
La candidatura de Hollman Morris con el apoyo de Gustavo Petro, le ha salido costosa a la Colombia Humana, en primer lugar la renuncia de María Mercedes Maldonado (directora programática de la campaña presidencial) y con ella se estima la de un importante grupo de lideresas y de organizaciones de mujeres, que suscribieron una carta en contra de la candidatura de Hollman Morris desde la Colombia Humana (firmada y twitteada también por Ángela María Robledo); hasta la salida de Jorge Rojas que renuncio a su precandidatura y que decidió mejor salirse del sequito de Gustavo Petro y encabezar la lista del Partido Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común, FARC.
Hoy todos justifican el retiro de la Colombia Humana de la coalición con Claudia López, luego del acto de inscripción de su candidatura con Sergio Fajardo, pero el asunto es que Gustavo Petro antes de ese evento ya había descalificado a Claudia por no comprometerse a ultranza con la construcción del “Metro Pesado y Subterráneo”. La razón es que no le conviene subirse a la misma tarima con Sergio Fajardo, pues según expertos eso le quitaría votación y liderazgo para su aspiración presidencial en 2022.
Hollman como candidato depende de su mentor, espera que lo oriente y lo ponga a confrontar con el candidato que es el nieto del ex-presidente Julio Cesar Turbay Ayala, y de esta manera polarizar a la ciudad y convertirse en una figura pública sobresaliente. Esa campaña va a jugar de esparrin de la candidatura que se autoidentifica como “Bloque anti-izquierda”, esta es una candidatura necesaria para que pueda crecer la candidatura de Miguel Turbay, así como pasó con la campaña presidencial, cuando Petro polarizaba crecía, pero Iván Duque crecía más, en palabras del propio Petro: “La paradoja es que por la dialéctica del miedo que viene impulsando la campaña de Uribe, a medida que yo crezco, voy arrastrando a Duque también. Eso no significa que Duque siempre vaya a estar por encima de mí, pero es claro que con mi crecimiento lo estoy impulsando.”
Así las cosas, esta candidatura no solo sirve para dividir a los sectores alternativos, sino que también está diseñada para adelantar una estrategia de polarización, que a la larga favorece al candidato Miguel Uribe. Para completar nuestro cuadro, diremos que la candidatura de Hollman es “el que dijo Petro”.
La ciudadanía cualificada decide.
Los bogotanos se han caracterizado por elegir de manera independiente y mediante un ejercicio de ponderación, en el cual buscan el candidato que más le conviene a la ciudad y al momento histórico que se vive. Quitarle al partido de gobierno la administración de Bogotá, es vital para ampliar el ejercicio de la democracia y evitar la excesiva concentración de los poderes que hoy detenta el partido del ex-presidente Álvaro Uribe, pues la capital marca una tendencia importante en la vida política nacional.
Solamente con un voto cualificado e independiente, que respalda a quienes más auténticamente representan un cambio para combatir la corrupción y contribuir a transformar las costumbres políticas, han logrado a elegir a Mockus, luego a Peñalosa (cuando fue independiente), luego nuevamente a Mockus, luego a Lucho Garzón, al nefasto nieto del dictador Samuel Moreno, y a Gustavo Petro, con el respaldo del voto libre e independiente. Esta realidad debe llamarnos a la unidad de los sectores alternativos, dejando de lado las conveniencias personales, en procura de recuperar el espacio que se perdió producto de la excesiva polarización del gobierno de la Bogotá Humana, que dio como resultado la retoma del poder por los sectores tradicionales en cabeza de Enrique Peñaloza.
La izquierda no puede volver a caer en la trampa de la polarización, que le facilita el triunfo a la derecha, que crece más que los candidatos de izquierda mediante la estigmatización y sembrando el miedo al coco del comunismo castro-chavista, hoy Madurista que según Álvaro Uribe llevará a Colombia por los destinos de Venezuela.
La tragedia de Bogotá es que el alcalde lo defina la política de la polarización entre “el que diga Uribe” y “el que diga Petro”. Estoy convencido que el camino viable y posible por su propia personalidad y su talante humano, es la política del amor y de la unidad que propone “la que dijo Mockus y Fajardo”. Pero nadie puede decir que tiene una votación amarrada en Bogotá, por ello el voto mayoritario es independiente y crítico, pero también realista, y puede apostarle a la paz, mediante la distención de la política y la no polarización. Puede apostarle a la lucha contra la corrupción y a una agenda social que reivindique a los sectores más vulnerables y golpeados por el actual gobierno de empresarios y negociantes.
Se puede, la paz se construye con menos polarización, buscando el interés general y anteponiendo los intereses personales. Premiemos la unidad de los sectores independientes y un sector importante de la izquierda.
Sin polarización… Se puede…
Miguel Antonio Galvis, Consultor y Analista Político Independiente.
Foto tomada de: Revista Semana
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