1 Lo que se logró (o falto) en Glasgow
Aunque se avanzó en varios terrenos, tanto científicos como los arquitectos de Paris, el angustiado secretario general Guterres, y las ONG concluyeron que los avances fueron insuficientes. A la pregunta ¿podrá Glasgow acometer lo que prometió París? los arquitectos de éste (Figueres/Tubiana/Fabius) responden que los objetivos de COP26 son demasiado débiles para evitar la catástrofe. Los especialistas científicos en la conferencia advierten que no se está dando el redireccionamiento necesario que permita superar el atraso para evitar un ascenso de la temperatura extremadamente costoso. Y los jóvenes (las victimas) liderados por la gran Greta le piden a las UN declarar una systemwide climate emergency.
Aunque se introdujo una mención al carbón no se logró (por la oposición de China India Australia y Polonia) un acuerdo sobre su reducción que realmente comprometa; como tampoco con Brasil sobre deforestación; ni con industrias claves como transporte, extracción de combustibles fósiles, ganadería (a la cual se invita a detener esta deforestación). Y los compromisos sobre net zero no tienen dientes como si los tendrían avances en limitación licensamiento y transabilidad de emisiones e impuesto al carbón[1]. Pero, además, las metas de Glasgow dependen de cantidades poco realistas de electricidad limpia, captura de carbono y biomasa. ¿Cómo lograr usar la mitad de la cantidad de electricidad reducir los niveles de vuelos, transporte, cemento y rumiantes? Acuerdos parciales sobre bosques, innovación y especialmente metano, proveniente de la extracción de combustibles fósiles y la ganadería, fueron logrados; en particular, eliminar gradualmente los combustibles fósiles (aunque India y China suavizaron la redacción en el último minuto[2]). Y Volkswagen, Nissan y Toyota torpedearon la firma de un acuerdo amplio para suspender desde 2035 las ventas de vehículos que utilicen gasolina o diésel[3].
Los científicos temen que los políticos no cumplan y sostienen que la esperanza de mantener la temperatura a 1,5 ° C por encima de los niveles preindustriales es demasiado poco ambiciosa ya que, con un aumento de temperatura hasta ahora de solo 1,1 ° C, el mundo ya se encuentra en un estado de calentamiento peligroso, con temperaturas récord, incendios forestales, inundaciones y sequías. Kerry estima que, si las naciones realmente se aplicaran, los aumentos de temperatura podrían mantenerse en 1,8 ° C. Pero los científicos dicen que es too little too late (además de dudar que los políticos no cumplan sus promesas). El calentamiento ya está en un nivel peligroso: Groenlandia esta ya incluida en un mar azul durante tres meses perdiendo hielo, las temperaturas en el verano polar eran 32C; y la extensión de los incendios forestales e inundaciones muestra que, incluso si recortamos las emisiones por completo, igual estaríamos en una posición difícil debido a la cantidad de gases de efecto invernadero que ya hay en la atmósfera (la gente ya está muriendo y las especies se están extinguiendo con las temperaturas actuales).
En lo positivo, empezó a configurarse una coalición de la sociedad civil, las empresas, las finanzas, las ONG que podría comenzar a impulsar un progreso real. Pero nos dirigimos hacia más de 2.4 ° C de calentamiento global, lo que desencadenará múltiples puntos de no retorno (tipping points) climático debido al aumento de las temperaturas en los que los sistemas naturales colapsan en forma irreversible.
2 La gravedad del problema,
Que el planeta lleva tiempo enfrenando un colapso ecológico es, como lo ilustraba el Stern Review y An inconvenient truth y An inconvinient sequel de Gore, indiscutible. Un solo aspecto del cambio climático, el deshielo de glaciares en los polos, generará un colapso ecológico, incluyendo la inundación de las zonas costeras y el derrumbe de sistemas como la corriente del golfo (que protege Europa occidental de un clima siberiano) que generarán tensiones sin precedentes. En las condiciones actuales el mundo va para un incremento de 2.7 que borrará del mapa naciones insulares y grandes extensiones empezando por Bangladesh, lo que pondrá en movimiento centenares de millones de refugiados en una de los países más pobres y más poblados del mundo. Y con los tímidos cambios impuestos por cop26 vamos para 2.4, lejos del 1.5 trazado en Paris (30 si siguiéramos las recomendaciones de Australia). Además, habrá que ver cuantos países cumplen las metas de net carbón Zero como lo mostrarán las revisiones empezando por 2022.
Ademas de las medidas paleativas, el problema de fondo son las tensiones creadas por el patrón de crecimiento y de consumo qu incluso fueron previstas desde 1972 en el reporte Los límites del crecimiento que proyectaba para hace pocos años un conflicto insostenible entre recursos y crecimiento. Eso, que es gravísimo de no modificarse esos patrones, se torna dramático al considerar las tensiones entre sociedades por la apropiación de esos recursos, lo cual tiene dos aspectos: el primero es fácil de ilustrar con la consideración de que en 2050 habrán 10 billones de personas que alimentar etc, y con que solo 1/10 de los 3 billones de habitantes de China e India (cuyo crecimiento está generando una enorme clase media), 300 billones adopten patrones de consumo tendientes a los de los 300’ de americanos, ¿cuál será la presión de demanda sobre la oferta de esos insumos?; y el segundo es que la adopción por esos y otros países en desarrollo de esos patrones de consumo y crecimiento complicarán (además de la mencionada depredación de recursos) la contaminación y la dinámica conducente al colapso climático. Así, surge un problema de coordinación social inmanejable: siendo que esos patrones son insostenibles, ¿quién ha de ceder para hacer la economía viable? ¿Se reformará el capitalismo del centro para adecuar sus patrones de consumo y de crecimiento a la disponibilidad de recursos y la conservación ambiental para las generaciones futuras? ¿aceptarán los países de la periferia frenar su crecimiento renunciando así a sacar sus poblaciones de la pobreza?
El hecho de que sea absurdo hablar de moderar el crecimiento cuando las economías están postradas por la pandemia ilustra la dificultad. Es: o un cambio radical en dichas dinámicas o una hecatombe climática que se agudizará progresivamente con el ascenso de los niveles del mar que sumergirá no solo países enteros sino también las ciudades y centros financieros más importantes del mundo; un aumento de la frecuencia de huracanes/inundaciones y sequias/incendios que se aunará a ese ascenso para generar desplazamientos de grandes masas de población; una contaminación del aire y del agua; un agotamiento de los recursos alimenticios por la escasez y la contaminación, etc. La combinación de una inconsciencia miope en negación de la realidad y una incapacidad de gobiernos e instituciones para coordinar (falla de gobernabilidad global adicional a las fallas de coordinación por el mercado) una solución, conduce ineluctablemente a esta catástrofe.
Por otra parte, está el tema de la equidad intergeneracional (depredación del capital natural), internacional (efectos devastadores sobre el trópico incluyendo desaparición de islas), y social (la décima parte de la población mundial de mayores ingresos genera la mitad de las emisiones: Ocampo en el Tiempo). Una tensión grave adicional ocurre entre países: aquella entre los desarrollados, que han sido la fuente principal de las emisiones históricas de gases de efecto invernadero, y los países en desarrollo a los cuales se les presiona para que frenen su desarrollo para no contaminar, después de que los desarrollados lo hicieron a sus anchas. Además de esta injusticia, estos están faltando a lo más básico y elemental, sus promesas de compensarlos con apoyo financiero para adelantar la transición a la Green economy: U$100 billones para combatir el cambio climático a los que se comprometieron en Copenhague 2009. Bolsonaro dice mucha tontería, pero en su discusión con los alemanes su pregunta sobre porque los brasileños tienen que conservar sus bosques para que los demás países se beneficien después de que los industrializados destruyeron buena parte de los mismos, tenía sentido; razonamiento que se extiende a el consumo de carbón y demás daño ambiental causado por la industrialización de los desarrollados. Si los países del centro quieren que los de la periferia se abstengan de utilizar sus recursos naturales deben pagarles ese costo.
Se trata de un problema en el cual las externalidades contundentemente potentes, no solo al nivel obvio del cambio climático generalizado, sino también agresiones a los vecinos como Chernobyl, y humo por incendios intencionales de Indonesia sobre Singapur y Malasia, Brasil sobre los países Andinos y los alrededores de Delhi sobre la capital. La contaminación es el efecto prototípico de externalidad negativa[4]. Se da una doble falla del sistema de precios: por una parte, la inexistencia de precios/mercados para activos cruciales ambientales, algunos (como la capa de ozono, la biodiversidad, la estabilidad climática) con carácter de bien público global; y, por otra parte, en ausencia de regulación, contaminación, depredación de commons y destrucción de esos bienes públicos. De ahí que en materia de soluciones se propongan estándares regulatorios que impongan un límite (cuota) a esas externalidades o mecanismos que le pongan un precio (a ser pagado en la forma de un impuesto o de un permiso de emisión) para internalizar la externalidad[5]. Similarmente, una de las características de los mercados, la cual hace que su falla sea aún más severa en cuestiones inter-generacionales, es su miopía que hace que costos y beneficios en el futuro remoto sean descontados severamente . Lo cual senala la importancia de la noción de capital natural que valúa económicamente la variedad de activos provistos por la naturaleza, junto con la de sostenibilidad[6].
3. Posibilidad de una solución
El exministro de hacienda y primer ministro de Grecia durante su crisis financiera (Varoufakis) propuso en The Guardian una respuesta a la pregunta fundamental: ¿por qué es tan difícil avanzar en un problema de acción colectiva tan crucial? Considera tres factores que hacen imposible un acuerdo; los dos primeros correspondientes a nociones muy usadas por los economistas para analizar problemas de acción colectiva, los problemas de free riding y de coordinación; y el tercero, paradójicamente menos usado por ellos, el capitalismo mismo.
El problema del cambio climático es el mejor ejemplo de free ridding: un país/región se beneficia de las medidas tomadas por sus vecinos o socios a la vez que va en coche, no asumiendo el costo de tomar similares correspondientes. La naturaleza del problema se ve develada por el papel de populistas de derecha como Trump/Bolsonaro: se trata de un tribalismo (nacionalismo/regionalismo) incapaz de acceder a nociones universalistas como bienestar colectivo, humanidad y ciudadanía global.
Como el problema de free riding, el de coordinación[7] se da a todos los niveles, de los consumidores a las instituciones globales pasando por los productores, los gobiernos locales y nacionales, etc. La coordinación entre diversos consumidores y diversos productores es asignada por los economistas a mercados, pero estos, limitados por fallas, son tan miopes como lo son en general estos economistas, el sistema financiero (absolutamente crucial[8]) y los gobiernos. La tasa de descuento del futuro es demasiado alta y lo que pase el año entrante o la próxima generación no entra en las computaciones de las rentabilidades consideradas como relevantes, incluidos los cálculos políticos de los gobernantes.
Pero al núcleo de estos problemas está en el de incentivos: ni los mercados, ni los gobiernos, ni la institucionalidad generan una estructura de estos que frene el consumismo e impulse la transición a la Green Economy, cuando en materia de política el principio es muy simple: subsidiar ésta (con rentabilidad social superior a la privada) y gravar los combustibles fósiles (con rentabilidad social menor que la privada).
El problema económico radica así en lograr que con nuevos procesos productivos y patrones de consumo se frene a mediados de este siglo la emisión de gases de efecto invernadero, especialmente dióxido y metano, lo cual requiere un cambio radical en las fuentes de generación y en el uso de energía. La generación con carbón debe suspenderse lo más pronto posible; las actividades económicas que usan intensivamente energía (transporte, acero) deben comenzar a utilizar fuentes alternativas, lo cual requiere un cambio tecnológico profundo (revolución en las energías eólica y solar). Como también la ganadería vacuna para evitar la deforestación (principal contribución de América Latina al cambio climático: Ocampo en el Tiempo).
Desde luego el progreso tecnológico en las áreas de generación, transmisión, acumulación y uso de la energía es notable y esperanzador[9], pero todavía prima el cortoplacismo en las consideraciones sobre rentabilidad de los inversionistas y la miopía tanto en materia de costos del capital natural depredado como de costos impuestos a futuros consumidores y productores. Dado que mientras los precios/costos relativos no se muevan más a favor de las tecnologías verdes la estructura de incentivos no favorecerá la transición a éstas, se requiere de regulación que los altere subsidiando la de mayor rentabilidad (menores costos) sociales e imponiendo costos (impuestos) a los de menor rentabilidad social. Un cambio en la estructura de incentivos que acercando rentabilidad privada y rentabilidad social (costeando debidamente en forma lograr una internalización de las externalidades negativas) de las dos tecnologías, favorecerá esa transición.
Pero el empresariado es como en todo proceso de inversión el actor crítico. El de todos los sectores; particularmente, industria, transporte, energía. Y especialmente importante, el financiero que debe movilizar los recursos para que los otros puedan adelantar la transición a la Green economy. Siendo el empresario el protagonista del desarrollo, cuyas decisiones de inversión ponen en operación la acumulación de capital como motor de ese proceso, una modificación del patrón de crecimiento requiere una modificación de la estructura de incentivos que lo motive hacia el tipo de esas decisiones que se traduzcan, a su vez, en un patrón verde de desarrollo caracterizado por la consideración de aspectos como el capital natural y full cost accounting que rastrea las externalidades a sus causantes. Se trata, como en otras situaciones en que el mercado falla en coordinar las decisiones de los agentes hacia el bienestar colectivo, en incentivar a los empresarios a implementar estrategias cooperativas consistentes/conducentes con/a ese bienestar. Pero el peso de la traducción de la estrategia individual de rentabilidad privada en bienestar colectivo no recae sobre el empresario, quien actúa como tal en la búsqueda de esa rentabilidad, sino en el diseño e implementación de los incentivos y los mecanismos de acción colectiva que pueden realizar esa traducción con la agencia del agente coordinador gubernamental o institucional.
Los gravísimos problemas de la crisis ambiental y climática, la desigualdad social y las pandemias ponen de manifiesto severas fallas de coordinación (de mercado, institucionales, gubernamental) y están imbricados en sinergias que implican que se agravan mutuamente y hay que enfrentarlos conjuntamente. Lo cual implica que solo una profunda transformación sociocultural, un verdadero cambio de paradigma que incluya no solo reformas socioeconómicas profundas y una arquitectura y fortalecimiento institucionales; sino también un cambio cultural hacia la cooperación y una conversión al respeto por la naturaleza; cambios desde la consciencia hasta lo tecnológico pasando por lo institucional y lo económico, impensables bajo un sistema que tiene la codicia como principio organizador.
Desde luego, las crisis ambiental y climática constituyen sin duda la amenaza más terrible y contundente. Se trata de la más severa falla de coordinación de la historia, la cual tiene el potencial de destruir la sociedad como la conocemos de no superarse la actual incapacidad de manejarla. Un problema virtualmente sin solución ya que ésta requeriría unos cambios institucionales hechos imposible por la dinámica y estructura del capitalismo; al punto que la pregunta se desplaza a si es posible reformar al capitalismo en forma suficientemente radical como para modificar los patrones de consumo, de crecimiento y acumulación de capital, y de la distribución, que hacen esa hecatombe inevitable.
Como el cambio climático, la pandemia muestra cómo no hemos progresado en la superación de fallas institucionales y gubernamentales (y de gobernanza) y las correspondientes fallas de coordinación. La pandemia es una amenaza terrible en el corto y el mediano plazo, dadas la resistencia a la vacuna y la inequidad en su distribución, así como por las mutaciones del covid. En el caso de ésta, la ignorancia, el odio y la fractura social (niveles de educación, solidaridad y decencia), fomentados por las fake news y las teorías de la conspiración, han provocado los severos niveles de desconfianza en las instituciones (justificado en el caso de la OMS y muchos gobiernos), gobiernos, políticos y científicos, de esta era posverdad. Algo parecido pasa con el cambio climático, pero ya no con los covid/vacuna deniers sino con los climate change deniers; y más en el mediano y largo plazo. Pero diferente además porque más que de ignorancia se trata de un sesgo en su visión de la realidad que excluye partes cruciales de esta; una miopía de corporaciones y gobiernos, particularmente de los que dependen directamente de los combustibles fósiles, incapaces de descontar adecuadamente el futuro o de tener una visión más social/global de su actividad y sus costos; o de la incompetencia de gobiernos e instituciones globales para articular una solución efectiva que modifique o contrarreste las estrategias de esos corporaciones y gobiernos. Claro, ello implica un cambio radical en la estructura económica y política del capitalismo, especialmente en el empresariado para que no castigue miopemente el futuro y el capital natural que no paga; incluso una conversión personal del consumismo a la racionalidad de todos los que vivimos en esta sociedad afluente/opulenta (para algunos privilegiados), que resulta virtualmente imposible en el plazo que es necesaria. Y, como la coordinación de tantas transformaciones sobrepasa la capacidad del mercado, las instituciones gubernamentales y globales deben asumir el papel de agente coordinador que A Smith propuso asumía éste. En contra Hayek, complementar el mercado con regulación que corrija sus fallas y acometa la solución de problemas sociales cruciales no es el camino a la esclavitud sino a la sensatez, y en el caso considerado, de la crisis ecológica y climática, a la sobrevivencia.
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* Se siguen algunas partes de articulos previos en Revista Javeriana (En defensa del crecimiento); Portafolio (Glasgow: mision imposible, Crisis que amenazan al capitalismo global); El Mundo (Crisis del Neoliberalismo: la epifania de la crisis climatica) y Revisa Sur (Laudato si y crecimiento economico). Tambien de JA Ocampo en el Tiempo (La cumbrfe de cambio climatico); asi como reportes de la BBC y The Guardian.
[1] Acuerdan reunirse de nuevo el año que viene para comprometerse a reducir más las emisiones.
[2] No todos los países pueden pasar de carbón a gas como (tienen la geografía y geología de) UK. Los países desarrollados no tienen derecho a criticar a India y China o cualquier país en desarrollo mientras no cumplan su promesa de apoyo financiero; más cuando ellos siguen adelante con sus proyectos (el pozo Cambo en el mar del Norte UK y el oleoducto Line 3 de Canadá a USA (BBC).
[3] El presidente Biden puede haber liderado el pacto para reducir las emisiones de metano, pero no igualará la promesa de Johnson sobre los automóviles: los estadounidenses todavía están comprando enormes SUV en cantidades.
[4] Que junto con otros aspectos (o condiciones realistas) como los bienes públicos (entre los cuales se destaca el medio ambiente) derrumban la aplicabilidad del teorema de la economía del bienestar sobre la optimalidad paretiana de un equilibrio competitivo (que formaliza la Mano invisible de Smith).
[5] El manejo de commons (activos naturales y culturales que proveen servicios a una comunidad) ejemplifica bien los problemas al mostrar cómo por ser no excluibles (como los bienes públicos) pero, a diferencia de ellos, rivales en el consumo, el hecho de que el agente individual se beneficia de ellos sin asumir su costo, incentiva un comportamiento depredador en la forma de consumo desconsiderado o de contaminación .
[6] Este y otras formas de capial como el humano son complementarios, necesario para su sobrevivencia y bienestar.
[7] De los cuales el dilema del prisionero es la ilustracion prototipica.
[8] siendo que a nivel internacional tiene recursos: Cartney
[9] El descenso de los costos con los avanaces en la solar y la eolica son impresionantes al punto de irse acercando a unos precios relativos competitivos con las fuentes fosiles.
Ricardo Chica
Foto tomada de: dw.com
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