Los medios de comunicación y en las redes sociales, la derecha y expresiones neofascistas, han magnificado acciones en contra del gobierno progresista y reformista de Gustavo Petro, como, por ejemplo, organizar a los trabajadores domiciliarios para que marcharan en contra de la reforma laboral, porque esta contenía medidas que los afectaría, cosa totalmente falsa, porque la reforma busca es dignificar el trabajo del ser humano, que sea una causa de inclusión social y porque así lo demanda la Constitución Política de Colombia (al respecto, decía en 2021, Francisco “Lo que da dignidad es el trabajo. El que no tiene trabajo, siente que le falta algo, le falta esa dignidad que da el trabajo, que unge de dignidad”); por otro lado, han utilizado todas las formas habidas para desacreditar al presidente Petro en los casos de dineros mal habidos de su hijo mayor Nicolás Petro; quisieron vincularlo con el suceso de Armando Benedetti, de Laura Sarabia y de la exempleada del servicio doméstico de esta última; también, vienen mintiendo sobre el tema de la reforma a la salud, en donde la propuesta central del gobierno es que la salud deje de ser un negocio y se convierta en un derecho para toda la ciudadanía; igualmente, la ignominia llega al punto de censurar la reforma agraria de Petro, donde lo que busca es distribuir tierras a los campesinos, para modernizar el campo con agroindustrias e industrias. Como si fuera poco y para rematar, acuden a unas infamias, como llegar a decir que no está apto para gobernar por razones de salud. ¡Dios mío, qué más se inventarán estos forajidos sin ley! Estos son algunos de los muchos embustes que se le vienen diciendo a diario a la ciudadanía a través del periodismo militante de ideologías de la muerte.
Estos sectores se resisten a aceptar que la sociedad colombiana está cambiando y que le viene apostando a nuevos estilos de gobernar. La sociedad anhela la vida por encima de la muerte y le apuesta que el miedo que produce el terror, la guerra, los asesinatos sean historia del pasado. Estamos caminando en dirección a un país y a un gobierno progresista y democrático que viene situando al crecimiento y al desarrollo del campo, de sus empresas e industrias y de su ciudadanía a unos estadios superiores de bienestar y de calidad de vida. ¿Es un proceso?, sí, es un proceso que se ha iniciado y puede durar varios gobiernos progresistas y democráticos; todo depende del grado de conciencia de las personas para alcanzar y construir un verdadero Estado de Bienestar, según los postulados filosóficos del siglo XIX…
Si por allá llueve…
Ahora, veamos lo que se viene planteando en una de las orillas del espectro político progresistas, liberal y de izquierda que se teje en el interior del Pacto Histórico. Esta agrupación política surge para congregar partidos, movimientos y expresiones individuales de intelectuales, artistas y de la cultura variopinta de la sociedad colombiana. Este fenómeno colectivo político, social y cultural llevó a Gustavo Petro a ganar las elecciones de 2022 en Colombia. Todos los que votamos por esa propuesta política, creíamos o creímos que el país sería distinto. Bueno, no solamente el electorado que sufragó a favor de Petro-Márquez, sino todo el establishment que ha secuestrado y sometido a la democracia en Colombia supo que el país entraría en una dinámica distinta, porque la forma de gobernar sería completamente diferente, es decir, gobernar para toda la sociedad, sin exclusiones de ninguna naturaleza. Un país donde quepamos todos y donde podamos vivir bien.
¡Y el país comenzó a cambiar! Después de más de dos centurias de distintos gobiernos liberal y conservador, de progreso y bienestar para unos cuantos, de consolidación de un capitalismo salvaje y depredador de los bienes y servicios que nos provee la naturaleza, del surgimiento de las insurgencias, del paramilitarismo y el narcotráfico; de violencia, desplazamiento, miseria y muerte para la inmensa mayoría, llega a la presidencia de Colombia, Gustavo Petro y Francia Márquez. Nadie imaginaba que esto iba a suceder tempranamente.
¡Y sucedió! Muchos celebramos el triunfo del colectivo Pacto Histórico, de Petro y de Márquez. Bailamos, gritamos, nos embriagamos de alegría y como dice la canción, “de aguardiente de caña, de las cañas de mis valles y el anís de mis montañas”; fue un día memorable para muchos y un bálsamo para la frágil democracia colombiana.
Sin embargo, algunos no han procesado conscientemente lo que ha significado este primer triunfo de los progresistas en Colombia. Fue un triunfo apretado, pues la diferencia fue de 700 mil votos y pírrica la presencia del PH en el Congreso de la Republica. ¿Qué se puede esperar de estos datos? ¿Sentarnos y ponernos a llorar? Jamás, por el contrario, trabajar para avanzar en las propuestas de reformas, conciliar y abrir espacios de conversación con otras fuerzas políticas que deseen acercarse al gobierno progresista de Petro-Márquez.
En consecuencia, su primer gabinete de ministros y de principales directivos de la administración central, un gran número, venían de los partidos liberal y conservador. Para hacer las reformas que requiere Colombia, hay que concertar con partidos políticos distintos a los que lo apoyaron para alcanzar la presidencia de la República.
No tenemos una correlación de fuerza en el gobierno y en el Estado como para avanzar con la contundencia que nos da la razón y la ética para construir instrumentos que den cuenta de un nuevo estilo de gobernar un país que ha sido secuestrado por dirigentes y líderes de Estado que han estado incurso en la violencia, en la corrupción, en el narcotráfico y en los peores delitos de lesa humanidad. Entonces, para hacer viable la gobernanza y transmitir tranquilidad a los gremios empresariales, al mercado y a la sociedad en general, hay que dialogar y concertar con partidos y colectividades distintos al espíritu reformista del PH, gústenos o no. Además, debemos enviar un mensaje de tranquilidad a nuestros vecinos regionales y al mundo entero. Y eso lo viene haciendo bien el presidente Petro, prueba de ello es el posicionamiento que tiene en los organismos multilaterales, en los gobiernos de todos los países del planeta y en los distintos eventos de carácter mundial que se dan a diario.
Hay que entenderlo y justo en sus planteamientos sobre las reformas. Estamos frente a un gobierno reformista y liberal; el gobierno actual de Colombia no es de izquierda ni revolucionario, mucho menos marxista (comunista) como lo expresan ideólogos del pensamiento neoliberal y neofascista. Por ahora, el esfuerzo son las reformas y sacar de los cuidados intensivos a la democracia colombiana. Hay “que superar primero la premodernidad, el feudalismo”, decía Petro cuando estaba enterado que había ganado la presidencia, y luego si, pensar en un verdadero Estado Social de Derecho moderno. El cambio de verdad, vendrá después, habrá que esperar que seamos mayorías para manejar no sólo el gobierno, sino el Estado en General y de esta manera construir un verdadero desarrollo humano, educación, salud, mejor bienestar social y cultural. Como decía Salvador Allende, minutos antes del fatal desenlace, “podrán avasallarnos, pero no se detienen los procesos sociales ni con el crimen, ni con la fuerza. La historia es nuestra y la hacen los pueblos”.
Los amigos del gobierno reformista y liberal de Gustavo Petro, debemos apoyarlo con vehemencia en esta titánica tarea, muy a pesar de las críticas que desde sectores progresistas y de izquierda vienen haciéndole al presidente. Hoy, la realidad es que contamos con una correlación de fuerzas que apenas da para salir a las calles, pero estructuralmente no alcanza para movilizar a los trabajadores, campesinos, indígenas, estudiantes, amas de casa para apoyar masiva y decididamente las reformas propuestas por el presidente Petro. No existe un partido o movimiento fuerte capaz de direccionar el apoyo de masas hacia las reformas que propone Gustavo Petro; no es que haya fractura o división, es que nunca ha habido unidad, simplemente se ha tenido acuerdos puntuales, coyunturales (¿clientelares, burocráticos?) para llevar a la presidencia la formula Petro-Márquez. También, existen otras circunstancias ajenas al mandato de Petro y es la crisis de unidad que existe al interior de los movimientos, colectivos e intelectuales de izquierda que se ven frenados para tomar decisiones para una defensa, no solamente desde los suaves y cómodos escritorios y sofás, sino en las calles, convocando con beligerancia a la ciudadanía en general, para apoyar no a la figura del presidente, sino del proceso que con valentía ha asumido Gustavo Petro.
P.D “… tengo la certeza de que mi sacrificio no será en vano. Tengo la certeza de que, por lo menos, habrá una lección moral que castigará la felonía, la cobardía y la traición”. Salvador Allende, 11 septiembre de 1973.
Alberto L. Anaya Arrieta, Teólogo y pedagogo
Foto tomada de: Gustavo Petro on X
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