Los resultados de las elecciones a cargos de elección popular a gobernadores, asambleístas, alcaldes, concejales y ediles del domingo 29 de octubre de 2023 en Colombia, se han prestado para diversas interpretaciones por los partidos y movimientos políticos que participaron en ellas.
Las derechas y el centro, en la tarea de madurar el golpe blando contra el presidente Petro, obstaculizando a toda costa su gestión, demostraron que además de manejar maquinarias, finanzas y medios de comunicación con mano dura, anhelan la oniromancia: pretendieron la derrota del Pacto Histórico (PH) antes de los comicios y, conocidas las cifras electorales, acomodan augurios con cifras electorales a la conclusión reduccionista “barrido el PH”. Nada nuevo en su “análisis”.
En la orilla izquierda, la mayoría de los pronunciamientos de los dirigentes del PH y de los diferentes partidos y movimientos integrantes de la coalición, incluido el propio presidente de la República hablan del triunfo respaldados en los números de concejales, alcaldes, gobernadores, diputados y ediles elegidos en el país. El argumento: hasta el 29 de octubre, sólo se contaba con el respaldo de los alcaldes de Medellín y Santa Marta y el gobernador del Magdalena; los nuevos funcionarios elegidos popularmente con el aval del PH son la victoria.
En el mundo de las visiones en blanco y negro, el anterior planteamiento es indiscutible. Sin embargo, si se considera que el triunfalismo es sólo una variable del análisis y se plantean otras como el contexto sociopolítico nacional y regional, la importancia de los cargos de elección a las gobernaciones y alcaldías; la revisión de los resultados electorales recientes, la comparación con resultados de la izquierda en el pasado reciente, se verán no solo los árboles, sino también el bosque.
En el caso particular del análisis espacial en el departamento del Valle y la ciudad de Cali, la realidad proporciona datos para identificar factores y actores responsables de los resultados positivos y negativos.
El contexto sociopolítico nacional y regional.
Desde la constitución de la República de la Gran Colombia en 1821 hasta el 7 de agosto de 2022, en el país no existió un gobierno de izquierda electo popularmente. El presidente Gustavo Petro llegó al cargo en un contexto de crisis social y política generadas por la pandemia, el pésimo gobierno de Duque y el rechazo a los partidos tradicionales y cristianos que lo respaldaban y el estallido social.
El nuevo partido gobernante, el Pacto Histórico, es diferente a los partidos tradicionales, sus derivados y a los partidos cristianos, que combinan la cultura política tradicional con la militancia confesional cautiva. Su identidad inédita es una novedad en el sistema multipartidista nacional. Se define por su carácter agregativo partidista y programático de izquierda, creado con el objetivo de coordinar agrupaciones cercanas por ideología, programas o proyectos de sociedad. Las decisiones internas, en teoría, las toma por consenso. Su fundamentación ética lo diferencia de las prácticas clientelistas de los partidos tradicionales, el respeto a la ley, a la participación democrática, a la defensa de la libertad e igualdad y a la competencia política.
En las recientes elecciones al Senado y Cámara de Representantes, las diferentes organizaciones políticas agrupadas en el PH actuaron de manera coordinada por las directivas nacionales, leyeron la realidad política[1], reconocieron el liderazgo auténtico de Gustavo Petro y lograron que la ciudadanía activa diera un giro a la izquierda, les otorgara el voto independiente y la conquista histórica de curules, con lo cual se logró la renovación del Congreso.
Aceptando el liderazgo de Petro en las elecciones legislativas de marzo de 2022, el PH compitió con vocación de poder, con ánimo de vencer, conquistar posiciones de poder y con disciplina partidaria. Los resultados superaron las expectativas. En el Valle del Cauca, la motivación y la acción electoral permitieron, inéditamente elegir 5 representantes y tres senadores. Se habla, entre los analistas políticos, que los representantes que lograron el cuarto y quinto escaños, “se ganaron el baloto”.
Los cargos a la gobernación y las alcaldías en el Valle
Los comportamientos electorales en las elecciones a los cargos de representación nacional son diferentes a los de elección regional y local. Sin embargo, las cifras permiten identificar tendencias y realizar comparaciones en el contexto sociopolítico nacional y regional favorable a la acción electoral del PH.
La costumbre electoral, en las elecciones a gobernaciones y alcaldías, es la dinamización de las elites políticas tradicionales, sus partidos políticos, redes de clientelas y los políticos de negocios, alrededor de la captura y aseguramiento del manejo de las finanzas públicas. La descentralización administrativa permite a estas élites ejercer la corrupción por la disminución de controles de carácter nacional sobre el gasto público, el poder del ejecutivo regional y local para realizar diferentes tipos de contratos y negocios, la cercanía entre individuos de negocios y gobernantes, los procesos de decisión en esos entes, limitados a pocos individuos, permiten riesgos menores y el aumento de la capacidad de gasto.
Además, en los niveles regional y local, los controles a la corrupción son débiles y la prensa libre es incipiente y con bajo nivel de influencia, comparada con el poder de influencia y manipulación de los grandes medios de comunicación.[2]
En las elecciones al primer cargo de la gobernación y los municipios, los carteles electorales ponen en funcionamiento todo su dominio sobre las instituciones capturadas del Estado, la burocracia, la presión a los contratistas a votar y conseguir votos para conservar el puesto, los recursos públicos, los contratos, las promesas laborales, los medios masivos de comunicación, los parrandones, orquestas, las disputadas por los jóvenes, camisetas antifluido, paseos, almuerzos, cenas y demás artilugios de las maquinarias electorales, asegurando los votos cautivos o su compra.
La gobernación del Valle
La gobernación del Valle la ganó Dilian Francisca Toro, quien logró aglomerar 701.045 electores desde la coalición Unidos por el Valle, una red de clientelas de derecha y centro integrada por los partidos de la U, Liberal, Conservador, Colombia Justa y Libres, La Fuerza de la Paz, el MAIS (Movimiento Alternativo Indígena y Social), ASI (Partido Alianza Social Independiente) y congresistas de Cambio Radical. MAIS y La Fuerza de la Paz integran la coalición de gobierno nacional del PH.
El anterior escenario fue rechazado por los demócratas agrupados en el PH. Ellos compitieron desde la seducción del voto de opinión, de la ciudadanía crítica y el trabajo con los movimientos cívicos. Formalmente, integran una red de partidos de izquierda, que busca integrar y unir las minorías para obtener una mayoría para competir y vencer a las redes de clientela del establecimiento. Sin embargo, las decisiones de las cúpulas de los partidos con sus comportamientos indisciplinados frente a la democracia partidista y decisiones erróneas, aumentaron la fragmentación y la incapacidad de vencer en un contexto histórico favorable por la crisis de los partidos tradicionales, las acusaciones de corrupción (la indignación con la construcción incumplida del puente de Juanchito, entre otras), la competencia de Tulio Gómez, que le daba posibilidades de ser la mejor opción al Pacto ante las contradicciones de la derecha. Finalmente, el PH sólo sacó el tercer lugar con 209.097 votos, detrás de Unidos por el Valle y el voto en blanco, que lo dobló (459.031 votos).[3]
Esta votación de sabor agridulce duele más, si se tiene en cuenta que desde el 7 de agosto de 2022 y en los 14 meses de gobierno, el presidente estimuló la movilización social en respaldo a su gestión con éxito en Cali y el departamento y convocó a la organización y fortalecimiento de los diferentes sectores de la sociedad: trabajadores, mujeres, indígenas, campesinos, jóvenes, estudiantes, viviendistas, cooperativistas y otros. Tarea que apenas se inicia.
Para vencer electoralmente en cualquier cargo de elección popular; se requieren unos mínimos. En el caso de la gobernación, se requiere que quien se postule sea una figura de reconocido y persistente trabajo político en los 42 municipios o en su mayoría para enfrentar a los representantes de la política tradicional, con posibilidades de vencerlos, la construcción de una estrategia que parta del conocimiento de las potencialidades y debilidades del departamento, lo mismo que de sus posibles soluciones y movilización de la población; la construcción de redes políticas que combinen en la práctica el trabajo político y social en los territorios con medios de comunicación alternativos que posicionen a los posibles candidatos.
Esa figura recogió algunos mínimos en Alexander López, quien declinó la posibilidad de hacer valer el interés general de los vallecaucanos, al renunciar a la candidatura a la gobernación. El balance del PH debe sopesar en esa decisión la concordancia entre el interés particular y el interés público.
Además, el PH fue bombardeado desde adentro en la región. La Fuerza de la Paz y MAIS, integrantes de la coalición gobernante nacional, hicieron parte de la red clientelar Unidos por el Valle, desconcertaron al electorado independiente y le restaron votos.
Las alcaldías del Valle
El partido de la U barrió en la mayoría de los municipios en las alcaldías con candidatos propios y en menor medida, en coaliciones con nombres que ocultan la red de clientelas. Sólo fue contrarrestado su dominio por dos alcaldes del Partido Conservador, dos del Liberal, dos de Alianza Democrática Amplia (ADA) y uno del Partido Demócrata Colombiano[4].
Esto evidencia que el poder local esta capturado, de manera mayoritaria, por las élites locales con intereses privados que utilizan el aparato de gobierno para provecho personal: “sin duda alguna los gobiernos más corruptos y dirigidos por el clientelismo parecen encontrarse en el nivel local en muchos países”.[5]
Esta situación demanda del PH un estudio territorial, un diagnóstico y una ruta de acción. Las estrategias que se trazaron por sus directivas en los municipios, guiados por la dirección departamental fueron un rotundo fracaso.
La revisión de las cifras y la comparación con resultados electorales en el pasado reciente
Dilian Francisca Toro Torres de la Coalición Unidos por el Valle ganó la gobernación del departamento con 701.045 votos. La siguió el voto en blanco (459.031) y el PH con Ferney Humberto Lozano Camelo con 209.097 votos. La diferencia fue cercana a medio millón de votos en el departamento, donde Cali y los municipios participaron del estallido social y en ellos fueron asesinados por las fuerzas represivas la mayoría de los 80 jóvenes muertos. En este territorio existe una gran decepción con los partidos políticos tradicionales.
En el año inmediatamente anterior, en el departamento los votos obtenidos por el PH a la Cámara fueron 371.257 y al Senado, 325,973.
Un hecho, de los varios que pueden explicar el descenso tendencial de los votantes del PH, es el contraste entre las directivas nacionales, muy claras y acatadas en la región en el 2022 y la tardanza de las directivas nacionales y su desacato en el 2023 por las direcciones de los nueve partidos integrantes del PH.
Otro hecho fue la actitud de todos los partidos integrantes del PH y sus dirigentes, organización partidista de agregación programática, que optaron por ignorar la plataforma programática y organizativa, al tiempo que creaban nuevos partidos. En lugar de unir, atomizaron.
La vicepresidenta Francia Márquez auspició la creación de Soy porque Somos, Roy Barreras, La Fuerza de la Paz. Y los demás partidos decidieron adelantar cada uno su propia campaña política, algunos con las prácticas que el PH se propone erradicar; las alianzas con políticos de negocios y carteles electorales, los avales a candidatos condenados en municipios de otros departamentos
El giro a la cultura política tradicional se materializó en Cali, donde diferentes direcciones de partidos del PH con escasa influencia electoral, desconocieron las directivas nacionales, pactaron un acuerdo inconsulto con las bases y de paso, violaron la democracia interna para imponer un candidato a la alcaldía. Como resultado, tres candidatos pertenecientes a partidos del PH participaron en la disputa de la alcaldía y obtuvieron: Danis Rentería, 86.682 votos, Édison Huérfano, 19.202 y Denison Mendoza 11.040 votos, para un total de 116.924, sin ninguna opción frente a los 315.599 votos del alcalde electo. En la capital de la resistencia se materializó la sentencia de Marx “todo lo sólido se desvanece en el aire”. Se despilfarró la oportunidad histórica de tener alcalde.
Los aspectos positivos
La votación a la Asamblea del Valle, junto a los buenos resultados en los pocos municipios donde se eligieron concejales y ediles a las JAL, Cali y Yumbo,[6] sobresalieron, es el hecho positivo. Lo común en ellos fue la lista cerrada. Mención especial para elegir a los 3 diputados merece el papel y el trabajo de Gildardo Silva en los municipios con su equipo de trabajo de hormigas. Es el reconocimiento a una vida de trabajo en los territorios. Donde se realizó trabajo territorial hubo resultados muy positivos.
Las funciones de la Asamblea y del Concejo Municipal: determinar las competencias de la estructura administrativa territorial, crear los establecimientos públicos, las empresas industriales y comerciales y autorizar la constitución de sociedades de economía mixta son importantes. De ahí el significado positivo de la presencia de los representantes del PH.
Las JAL son el territorio inmediato donde los ciudadanos conocen los problemas que les aquejan y pueden, de manera organizada presentar proyectos, movilizar a la población, gestionar recursos y participar en su solución. El valor del triunfo, que hay que resaltar, vino de abajo, del compromiso de la militancia en su trabajo cotidiano, radica en que puede ser espacio cotidiano de organización, movilización, adquisición de experiencia administrativa, de veeduría. Una auténtica experiencia de participación democrática ciudadana, de creación de cambios en el marco del cambio generacional.
Conclusiones
Este breve análisis es una invitación a los dirigentes del PH a asumir críticamente los logros y yerros en el departamento y en su capital. Ambos tienen explicación. El análisis evidencia que en las situaciones en las que se tomaron decisiones respaldadas en directivas nacionales democráticas, direccionadas a fortalecer la unidad de acción y antepusieron los intereses colectivos por encima de los particulares obtuvieron excelentes resultados en número de curules.
En el caso contrario, cuando se desconocieron las directrices nacionales, como sucedió en las elecciones departamentales y locales, se impusieron decisiones con la utilización de los cargos directivos que la militancia había depositado de manera democrática en sus manos y actuaron, sin ninguna diferencia, como directivos de los partidos tradicionales, realizando acuerdos entre cúpulas, de espaldas a la militancia, acallándola, asumiendo comportamientos dictatoriales, cerrando los espacios de comunicación, desconociendo la discusión democrática interna e imponiendo acuerdos que no eran convincentes ni en el contenido ni en la forma y, ante el uso del derecho a la libertad de expresión, recurrieron sin argumentos, al señalamiento del argumentador, se retrocedió.
También la dirección nacional del PH erró al desconocer los procesos en la región y los territorios e imponer candidatos, con acusaciones de corrupción sin resolver. Tampoco condenó ni asumió posiciones claras frente a organizaciones como ADA, MAIS y La Fuerza de la Paz que vendieron avales a candidatos cuyo argumento para solicitarlo era la capacidad de pago, al tiempo que acordaron alianzas con la derecha y respaldaron candidatos corruptos y condenados. El caso del alcalde de Miranda, Cauca, departamento limítrofe con el Valle, condenado en primera instancia a diez años de prisión por peculado, es paradigmático. [7]
Y ante aliados que vienen construyendo trabajo organizativo en el territorio, en el momento de los avales, los directivos asumieron actitudes arrogantes, “mandando a sacar y pedir cita”. El infantilismo es característico de direcciones y dirigentes inmaduros que los hay en partidos como el PC, la UP, Colombia Humana, Comunes, que da sus primeros pasos en la vida democrática, entre otros. Sin embargo, lo sorprendente fue que las mismas actitudes las asumieron viejos y curtidos dirigentes o callaron.
No rectificar, ahonda el esguince causado entre dirección y militancia y profundizará la duda sobre la existencia de capacidad real, más allá de la retórica, de crear desde las regiones la coalición fuerte y unitaria que aporte al apoyo al presidente Gustavo Petro. El representante Alejandro Ocampo manifestó en entrevista televisada en el programa Directo Periodismo Libre, su desdén por el fortalecimiento del PH en las regiones, pues “el presidente hasta ahora tiene gobernabilidad sin alcaldes ni gobernadores”[8]. Y arriba se mencionó, la decisión del senador Alexander López ante la candidatura a la gobernación.
A nivel nacional, regional y local, la mayoría de los dirigentes de los diferentes partidos integrantes del PH, actuaron de manera poco democrática para identificar con ellos el poder. Y con esa actitud, en realidad debilitaron el poder que se construye entre la participación de las militancias, de las ciudadanías críticas y su respaldo a las luchas que en los poderes ejecutivo y legislativo adelantan el presidente, senadores y representantes.
La construcción de la nueva política, el nuevo poder, el nuevo partido es tarea a corto, mediano y largo plazo. A corto plazo se deben realizar los balances con la amplia participación de la militancia (recordar que participación significa “hacer parte”). Extraer lecciones, combatir con las decisiones la fragmentación política, estudiar y comprender las características del PH como un partido integrador en una nación pluriétnica, pluricultural, regionalista, donde uno de los caminos para integrar la diversidad es precisamente la política, entendida como la capacidad de resolver conflictos mediante la toma de decisiones democráticas y donde el carácter de su cumplimiento es vinculante, obligatorio.
Para el movimiento democrático y revolucionario, la fragmentación y el divisionismo han sido característicos de su quehacer. Ello refleja la incapacidad de sus actores de entender la diferencia entre intereses privados, colectivos y públicos y la importancia de construir proyectos de interés general para avanzar en la construcción de la nación. Es el momento de unidad y el estudio para la teoría de la acción y la acción de la teoría, como siempre nos lo recuerda el maestro Antonio Gramsci.
______________
[1] Duque, J. (2022). Elecciones de Congreso en Colombia en 2022 ¿Pluralismo, cambio y renovación? Reflexión política 24(50), p.30 doi: https://doi.org/10.29375/01240781.4543
[2] Ver Duque, J. (2015). Corrupción, organizaciones criminales y accountability. Cali: Univalle, p.19
[3] Registraduría Nacional del Estado Civil. https://www.registraduria.gov.co/Elecciones-de-Autoridades-Territoriales.html
[4] Ídem.
[5] Rose-Ackerman, Susam (2001). La corrupción y los gobiernos. Causas, consecuencias y reformas. Madrid: Siglo XXI. España. Citada por Javier Duque, p. 19
[6] Registraduría Nacional del Estado Civil. https://resultadosterritoriales2023.registraduria.gov.co/
[7] Ver Revista Cambio de 23 de octubre de 2023. https://cambiocolombia.com/pais/hambre-de-poder-candidato-con-condena-cuestas-por-corrupcion-aspira-ser-reelegido
[8] Periodismo Libre. Emisión número 57, 24 de octubre de 2023: https://www.youtube.com/watch?v=A_-ddlYf_FM
Ildebrando Arévalo Osorio, Profesor e investigador de la Escuela Superior de Administración Pública- ESAP.
Foto tomada de: Alcaldía de Palmira
Deja un comentario