Así entramos al descrédito total de la democracia, que, según entendidos, más antigua de América. Lo que menos importa es el programa de gobierno, “eso es lo de menos” se oye decir impúdicamente, se aplica el estribillo: “Como suele decirse de la calumnia: calumnien con audacia, siempre algo queda” atribuido a Roger Bacón; y, de igual manera ha hecho carrera lo expresado por François-Marie Arouet, Voltaire: “La mentira solo es un vicio cuando obra el mal; cuando obra el bien es una gran virtud. Sed entonces más virtuosos que nunca. Es necesario mentir como un demonio, sin timidez, no por el momento, sino intrépidamente y para siempre […] Mentid, amigos míos, mentid, que ya os lo pagaré cuando llegue la ocasión”. Y eso, sin internet, mucho menos redes sociales, que de sociales se les pone en duda por su utilización nefasta en contra de la sociedad.
Además, aplican lo llevado a cabo por el nefasto Joseph Goebbles, tristemente célebre por sus mentiras como ministro de propaganda del régimen nazi en el nefasto periodo histórico de la Segunda Guerra Mundial, quien usara todo tipo de artimañas literarias y filosóficas de por medio, para implementarla en su artículo ‘De la fábrica de mentiras de Churchill’, de 1941: “Una vez proferida una mentira, (Churchill) sigue repitiéndola sin que nada ni nadie se lo pueda impedir, hasta que al final acaba él mismo creyéndola (…) El esencial secreto del liderazgo inglés no debe buscarse tanto en una inteligencia particularmente afilada sino, mucho más, en una estúpida y bochornosa tozudez. Los ingleses se rigen por el siguiente principio: ‘Cuando mientes, miente en grande y sobre todo persevera en la mentira’. Y así siguen mintiendo, aun a riesgo de volverse ridículos”.
Pasando a episodios y personajes más cercanos, Simón Bolívar lanzó una lapidaria frase, que bien se aplica en estos momentos en el país: “Un pueblo ignorante es instrumento ciego de su propia destrucción”.
Poco o nada leemos, peor aún, sin prestarle atención a los mensajes que pululan por las famosas redes sociales, los que, sin pasar por el escrutinio previo de la verdad, son replicados inmisericordemente solo por la animadversión que se le tiene a quien resulta seriamente perjudicado con las falsedades en ellos contenidos.
Los trinos, los mensajes por WhatsApp, Facebook, Tik Tok e Instagram hacen mella en el imaginario colectivo, con sus implicaciones en los medios de comunicación, sin contemplación alguna con sus lamentables efectos nocivos ante la opinión pública, afectando gravemente la credibilidad de aquellos medios de comunicación y de periodistas, que, de manera ligera, proceden a divulgarlos sin cerciorarse sobre su veracidad, sumándose a la desinformación circulante, que impunemente circula en esas redes sociales descontroladas. Valdría preguntarnos: ¿Quién le pone el cascabel al gato?
Una cosa es la Libertad de expresión y otra es la de calumniar e injuriar irresponsablemente. La emoción y la razón deben andar armonizadas, como lo expresara Eduardo Galeano: “El lenguaje que dice la verdad es el lenguaje sentipensante”, igualmente: “Las mejores personas son aquellas que son capaces de pensar sintiendo y sentir pensando”, y: “Me gusta la gente sentipensante, que no separa la razón del corazón, Que siente y piensa a la vez, Sin divorciar la cabeza del cuerpo, ni la emoción de la razón”.
Seamos sentipensantes, de la mejor manera, racionales y emocionales con el mayor de los respetos con quienes piensan distinto. Vale la pena, en bien de nuestra maltrecha democracia.
Fabio Monroy Martínez, Abogado/periodista, Consejero de Derechos Humanos de ACPX Empresarial; Coordinador en Colombia del Servicio Paz y Justicia en América Latina, SERPAJ-AL.
Foto tomada de: radionacional.co
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