Por ejemplo, en El Espectador del domingo 4 de agosto de 2019, Marc Hofstetter[1], afirma que en economía el balance es agrio en su conjunto; con respecto al mercado laboral afirma que “las noticias han sido muy malas. Hay que decirlo sin atenuantes. El propio gobierno ha empezado a reconocerlo. La tasa de desempleo que venía subiendo décimas esporádicas desde 2015, en los últimos meses se trepó de manera acelerada. El crecimiento del empleo presenta los peores indicadores de la década.” Califica esto de una desgracia laboral que se agrava por el hecho de que no hay ninguna política para atacarla, considerando que el propio gobierno reconoce que no sabe a qué se debe el aumento del desempleo: “el propio Minhacienda Alberto Carrasquilla, en un ataque de honestidad, reconoció que no tienen idea de que está empujando el desempleo, ni cómo corregirlo”.
Por el lado del crecimiento económico y de los ingresos agregados, la situación tampoco es buena: “Los números por lo pronto, no acompañan las esperanzas del Gobierno: apostaban por un crecimiento de 3,6% este año; difícilmente llegaremos al 3%.” Adicionalmente se ha frenado la tendencia de mejoramiento de la distribución del ingreso y reducción de la pobreza. Y concluye entonces: “En suma, los resultados del año son agrios, muy mal en mercado laboral, mal en cuentas externas, regular en cuentas fiscales, flojo en crecimiento, pobreza y distribución del ingreso; solo pasa con buena nota en inflación.” En conclusión, el profesor Hofstetter raja al gobierno en economía.
Los objetivos ocultos
Sin embargo, comparte los objetivos y considera que son los temas relevantes a abordar. Pero estos son objetivos aparentes que efectivamente todo gobierno busca alcanzar para lograr legitimidad y sirven para ocultar la naturaleza del sistema económico y social. El propósito principal de la economía capitalista es obtener ganancias y en la mayor cantidad posible, ganancias que se concentran en unos pocos capitalistas. Esto lo sabe el presidente y también Hofstetter, pero no lo dicen explícitamente, no lo incluyen como meta estratégica del plan nacional de desarrollo. Quizá les da cierto pudor, o temor político, reconocer que el objetivo de fondo es mantener una situación en la cual el 1% de los colombianos (capitalistas) se queda anualmente con el 22% del ingreso y acumula el 40% de la riqueza, mientras la mayoría subsiste con el salario mínimo y en precarias condiciones laborales. Y este resultado se logra aún con tasas de crecimiento mediocres, como viene ocurriendo desde hace décadas. Los datos de utilidades de las empresas y los bancos muestran cómo siguen acumulando billones y billones de pesos. Obviamente podrían ganar aún mucho más, pero el balance no tan parece tan agrio.
De otra parte, el objetivo de reducir el desempleo es también un objetivo político, para mostrar antes las clases trabajadoras y la sociedad en su conjunto “preocupación” por la suerte de dichos compatriotas. Pero el hecho concreto es que en Colombia siempre ha habido una tasa significativa de desempleo (que se agrava por un subempleo elevado), que es un resultado de la dinámica del sistema capitalista y es muy funcional y favorable a los intereses de los capitalistas, que tienen siempre a su disposición una mano de obra barata y un mercado laboral cargado a su favor, que les permite mantener a raya las pretensiones de los sindicatos. El desempleo no es un problema ni una desgracia para la economía capitalista, es una desgracia para las personas que lo padecen.
Los gobiernos no tienen las herramientas para resolver estos problemas
Además el gobierno no tiene las herramientas para resolver estos problemas, comenzando porque ni siquiera tiene buena información ni buenos análisis, como reconoce el propio Ministro Carrasquilla. Y tampoco cuenta con los medios concretos para reducir el desempleo, algo que no es nuevo. Tampoco saben cómo resolverlo los mejores economistas del país, ni de los Andes ni de la Nacional, ni todos los anteriores Ministros de Hacienda y de Trabajo y directores del Departamento Nacional de Planeación, quienes pasaron por sus respectivos cargos y el desempleo continuó. Es inconcebible pensar que si alguno de ellos tuviera la solución, la guardara y no se la transmitiera al gobierno para que resolviera los sufrimientos de tantos colombianos. Evidentemente no tienen la fórmula porque es un problema insoluble.
El artículo 25 de la Constitución que dice que “toda persona tiene derecho a un trabajo en condiciones dignas y justas” es una mentira, un engaño. En el sistema capitalista es imposible cumplirlo. Los economistas lo saben, el gobierno lo sabe, aunque no lo reconozcan. Parte de su labor es engañar, generar falsas expectativas. Lo mismo pasa con el crecimiento económico. Un reconocido economista como Armando Montenegro, responsable de un plan de desarrollo que proponía aumentar el crecimiento, reconoce que el crecimiento económico es “un misterio[2]”. Es otro propósito sobre el cual parecería que ninguno de los grandes economistas del país tiene la fórmula, o ¿será que no la quieren compartir con el gobierno?
No hay gobierno
Dice Hernando Gómez, también en artículo de El Espectador[3] que no hay gobierno y que Duque no tiene proyecto de país. Pero, mirando con más detalle, parecería que si lo hay. Puede ser que no logre ciertos objetivos o cumpla con las expectativas de analistas y críticos que lo juzgan desde parámetros ideales. Pero el gobierno de Duque mantiene las condiciones básicas de la economía capitalista y además les hace algunos regalos adicionales como la reducción de impuestos a las empresas y a los más ricos. Los capitalistas siguen obteniendo la mitad del valor agregado anual del país y recibiendo billonarias utilidades, se les garantiza cierta estabilidad y se les apoya en diferentes frentes, incluyendo los viajes del presidente a la China como agente comercial. Duque está cumpliendo la función principal del Estado que es mantener funcionando el sistema capitalista. Además, cumple la tarea de generar legitimidad al sistema económico y de mantener convencidas a las clases trabajadoras de que el Estado actúa para mejorar sus condiciones de vida. También permite, por omisión y negligencia, que la protesta social siga coaccionada y reprimida, entre otras formas mediante las amenazas y asesinatos de líderes sociales. Todo esto son tareas importantes. Duque cumple al pie de la letra las funciones que le corresponden al Estado capitalista.
Se repite en diferentes análisis que no tiene gobernabilidad porque nombró a ministros técnicos y no cuenta con capacidad de negociación en el Congreso. Pero ¿quiénes son la mayoría de los ministros técnicos? Personas que en buena parte vienen de gremios (o saldrán a dirigir alguno), de empresas privadas y trasnacionales, de organismos internacionales de crédito, etc., personas que defienden claramente los intereses de los capitalistas y especialmente de los grandes grupos empresariales. ¿Ministros técnicos? Sí, pero de la técnica de servir a los capitalistas: claramente son políticos y cumplen cabalmente sus tareas.
Finalmente se puede criticar la falta de experiencia o el nivel intelectual del presidente porque lo máximo que ha escrito es un libro que parece una presentación en power point. Efectivamente las capacidades de la personas son importantes, pero lo relevante es el cargo, que está determinado por muchos factores y no por la persona que lo ocupa. Pero sea que se trate de Carlos Lleras Restrepo, de Alfonso López Michelsen, de Andrés Pastrana o de Iván Duque, todos desempeñan las mismas funciones del Estado capitalista, unos con más capacidad que otros.
Y de vez en cuando plantean metas políticas de fondo y de largo plazo que terminan siendo un chiste. Alfonso López Michelsen se comprometió en 1975 a convertir a Colombia en el Japón de Suramerica[4] y en 2019 Iván Duque promete convertir a Colombia en el “Sillicon Valley” de Suramérica[5]. No se puede negar que tienen sentido del humor nuestros presidentes.
________________________________________________________
[1] https://www.elespectador.com/articulo-500. Ph.D en Economía, Johns Hopkins University y economista de la Universidad de los Andes.
[2] “El segundo (capítulo) presenta un resumen de lo que se conoce sobre el crecimiento económico, algo que sigue siendo un misterio y todavía es objeto de estudio y análisis” (p. 15), Montenegro, Armando y Rafael Rivas, Las piezas del rompecabezas, desigualdad, pobreza y crecimiento, Taurus, Bogotá, 2005.
[3] https://www.elespectador.com/opinion/un-ano-sin-gobierno-columna-874231
[4] “A mediados de la década del 70 en Colombia bajo la presidencia de Alfonso López Michelsen se trabajaba en la continuidad de la política económica de promoción de las exportaciones, tanto así que uno de los objetivos abiertamente expresados por el jefe de gobierno fue el de convertir a Colombia en el Japón de Sudamérica, – tema ampliamente debatible – , argumentando la riqueza y la estratégica posición geográfica de la nación, de lo que no cabe duda alguna.” https://logisticaencolombia.jimdo.com/historia-de-la-log%C3%ADstica-en-colombia/escenario-exportador-1967-1974/colombia-el-jap%C3%B3n-de-sudam%C3%A9rica-1975-1989/
[5] “Durante la presentación del programa C Emprende, el presidente Iván Duque señaló que Colombia será el próximo ‘Silicon Valley’ (zona tecnológica de California) de Latinoamérica.” https://www.rcnradio.com/colombia/duque-promete-que-colombia-sera-el-proximo-silicon-valley-de-latinoamerica
Alberto Maldonado Copello
Foto tomada: Presidencia de la República
Deja un comentario