La crítica a la economía política se concentró en los elementos fundamentales de la economía como ciencia, en aquellos aspectos que la economía política tomaba como dados y que no requerían una explicación adicional. Básicamente estos fundamentos son:
- Una concepción antropológica del ser humano que concibe que cada individuo tiene una propiedades casi naturales; por ejemplo, la propensión a intercambiar o la condición de propietarios privados. Los economistas clásicos (y también los vulgares) así como la conciencia cotidiana tienden a concebir la realidad del capitalismo a partir de esta perspectiva que se expresa en la existencia de una supuesta esencia humana.
- A partir de lo anterior, se considera al capitalismo y sus formas como elementos dados, naturales, eternos. Este es un segundo rasgo de dicha concepción, el ahistoricismo: no se ve al capitalismo como un modo de producción históricamente determinado. En el Capítulo 1 de El Capital al analizar la mercancía, el valor y el fetichismo de la mercancía, Marx señala que autores como Smith y Ricardo observaron las formas vigentes en el capitalismo (el dinero, los precios, el valor) y buscaron su fundamento material el cual encontraron en el trabajo. Hicieron parte de la tarea teórica, pero nunca se preguntaron por qué razón el trabajo adopta la forma del valor, por qué las relaciones sociales de producción se manifiestan bajo la forma de propiedad de las cosas.
- En línea con lo anterior, los economistas clásicos parten de la acción de los individuos, de sus motivaciones y comportamientos, para comprender la organización total de la sociedad. No examinan las formas, las estructuras que condicionan dichos comportamientos y motivaciones, desconocen el marco establecido por las relaciones sociales. Efectivamente los individuos actúan, tienen voluntad y entran en relaciones económicas bajo la forma jurídica del contrato, pero el margen de sus actuaciones y los propios objetivos están condicionados por una estructura económica específica: la producción por parte de productores privados autónomos formalmente independientes vinculados por la división social del trabajo.
- Finalmente, la economía política (y la economía vulgar) asumen que el conocimiento de la sociedad capitalista consiste simplemente en la observación de hechos y datos. Se asume que simplemente mediante la percepción es posible conocer la realidad del capitalismo. Marx, por el contrario, muestra que las categorías cotidianas del capitalismo (dinero, precio, salario, ganancia, interés, renta de la tierra) aparecen como dadas, aisladas del proceso mediante el cual son producidas. Son categorías que invierten y ocultan las relaciones reales de producción. Marx considera que son categorías fetichistas (las relaciones sociales aparecen como propiedades de cosas) y mistificadas (que aparecen como lo contrario de lo que son). La realidad capitalista no es comprensible inmediatamente a partir de la percepción y de la observación[1].
Estos rasgos esenciales del campo teórico de la economía política son compartidos por la economía vulgar (que se queda principalmente en la superficie de las cosas) y por la economía marginalista o neoclásica. Aunque la economía marginalista realiza una crítica y abandona la teoría del valor trabajo de los clásicos, comparte con ella la concepción antropológica esencialista (la racionalidad de los individuos), el enfoque individualista, el ahistoricismo y el empirismo. Plantea un nuevo paradigma pero en el marco del mismo campo teórico.
Marx en El Capital enfoca su crítica en los economistas políticos, especialmente en sus representantes más destacados, pero también en la economía vulgar. Pero al mismo tiempo hace una crítica de las concepciones cotidianas de los agentes del modo de producción capitalista que comparten dichos rasgos fundamentales del campo teórico. En esta perspectiva el capitalismo se concibe como una forma de producir eterna (sin historia) y sin alternativa, basado en una esencia casi natural de los seres humanos que explica sus motivaciones y acciones a partir de las cuales se configura la organización social en su conjunto. Además, se queda al nivel de las categorías cotidianas (el dinero, el precio, el salario, la ganancia, etc.) que permiten moverse, manipular, conseguir ciertos propósitos, considerando que es el conocimiento efectivo sin hacerse nunca las preguntas de fondo: ¿Qué es la ganancia? ¿Qué es el salario? ¿Qué es el dinero?
La crítica de Marx es radical. Por un lado es la crítica de un modo de producción que lesiona los intereses vitales de la gran mayoría de los trabajadores asalariados. Por otro lado, es la crítica de la conciencia cotidiana, de la conciencia de la ciencia económica, ya sea la economía política, la economía marginalista y la economía vulgar. Para Marx no es posible resolver los “problemas” de los trabajadores sin eliminar la relación de trabajo asalariado y la producción mercantil.
Crítica a los socialistas ricardianos y utópicos
Marx criticó fuertemente a las corrientes socialistas y comunistas que criticaban los efectos del capitalismo pero no querían suprimirlo. En el Manifiesto del Partido Comunista Marx y Engels hacen un balance de las corrientes socialistas y comunistas en esa época y señalan sus limitaciones. Adicionalmente Marx criticó a Proudhon, socialista francés que tuvo mucha influencia, por juzgar al capitalismo desde una perspectiva normativa y moral, a partir de principios generales como la justicia universal; igualmente por pretender mantener la producción mercantil pero al mismo tiempo tratar de suprimir sus consecuencias inevitables[2].
La crítica de Marx no es una crítica moral ni fundamentada en principios universales. Su estudio del modo de producción capitalista le muestra que éste lesiona los intereses vitales de los trabajadores y que por tanto es necesario desde esta perspectiva suprimirlo. En El Capital muestra que el funcionamiento normal del capitalismo produce enormes costos sociales y apela no a un sentimiento moral sino a dichos intereses vitales de los trabajadores. Marx critica la forma de criticar de Proudhon y otros socialistas que miden las relaciones existentes según un ideal, de acuerdo con representaciones sobre cómo deberían ser estas relaciones.
Un autor mencionado por Marx en la corriente de los socialistas ricardianos es Hodgskin. Reconoce que se opone a los economistas políticos pero es una oposición que parte de los mismos presupuestos de dichos economistas; en otras palabras, estos autores no salen del campo teórico de la economía burguesa. Hodgskin se fundamenta en la misma antropología de Smith y de Ricardo y plantea que la división el trabajo es consecuencia del instinto humano. Igualmente, la producción de mercancías aparece como la producción más natural y adecuada al ser humano.
Para Hodgskin el cambio de equivalentes es una expresión de la justicia natural y dado que entre capital y trabajo no se cambian equivalentes y no le corresponde al trabajador todo aquello que ha producido, este intercambio es injusto. Sin embargo, esta crítica permanece enredada en los presupuestos mismos de aquello que quiere criticar.
En buena medida el socialismo actual en Colombia y el progresismo se inscriben dentro del campo teórico de la economía política y el marginalismo y promueven un capitalismo sin sus consecuencias nefastas e inevitables para los trabajadores. Una noción generalizada es la de justicia social: se juzga al capitalismo desde un principio general y eterno de justicia y se lo condena por injusto.
Esta aproximación es comprensible en una primera aproximación a la situación de los trabajadores desde la indignación, pero el juicio moral no contribuye en nada a comprender la naturaleza del capitalismo. Pero, adicionalmente, conduce a que política e ideológicamente no se critique a fondo el capitalismo, sino simplemente a sus efectos. Los propios trabajadores terminan aceptando implícitamente el dominio del capitalismo y no ven una alternativa. Los análisis sobre las clasificaciones de los partidos políticos en derecha, centro e izquierda no van al fondo del asunto. De hecho representan una sumisión frente al capitalismo, dado que el debate se enfoca en políticas y acciones diferentes en el marco de cosas vigentes (tributación progresiva vs reducción de impuestos a los ricos; capitalismo salvaje frente a capitalismo humano; intervención del Estado frente a disminución del Estado, etc.): a pesar de la intensidad e incluso violencia del conflicto, no se pone en cuestión el capitalismo.
Los trabajadores en esta perspectiva promueven un “salario justo”. En un texto breve de 1865, Salario, precio y ganancia, Marx resumió con mucha claridad el asunto. Es necesario y comprensible que los trabajadores luchen por mejorar sus salarios y adelanten todas las acciones pertinentes en busca de este propósito. Pero esta lucha es transitoria, enmarcada dentro de las relaciones vigentes. En su bandera política los trabajadores no deberían luchar por un salario justo, sino por eliminar la relación social del trabajo asalariado.
La concepción proudhoniana mantiene su vigencia en los representantes comunistas de los trabajadores. Afirma el representante Gabriel Becerra[3] lo siguiente: “Durante siglos, una clase política aliada con grandes capitales fomentó el crecimiento de la desigualdad y la exclusión de la mayoría de la población. Mientras unos pocos amasaron grandes riquezas, la mayoría tuvo que conformarse con ser testigos de las más evidentes
injusticias.” “Pero como todo lo existente merece perecer, surgió la oportunidad de comenzar a derribar los cimientos de un modelo jurídico y económico estructuralmente injusto.” “Este progreso continuará profundizándose y devolverá justicia a todos aquellos que han sido excluidos de la posibilidad de vivir en
condiciones de dignidad.” “La justicia social llegó con el nuevo gobierno y con la voluntad decidida y coordinada de la institucionalidad y la ciudadanía.” Esta crítica del capitalismo a partir de la injusticia no se traduce claramente en propósitos y acciones dirigidas a que desaparezca lo existente, todo lo contrario.
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[1] En su libro “La scienza del valore”, Michael Heinrich expone esta aproximación para la comprensión de la revolución científica realizada por Marx. https://larosaroja.org/michel-heinrich-sobre-la-economia-politica-clasica/; https://larosaroja.org/michel-heinrich-sobre-la-economia-politica-clasica/; https://larosaroja.org/category/para-leer-a-marx/; https://cronicon.net/wp/categor%C3%ADa/para-leer-a-marx/
[2] En su crítica a Proudhon Marx “le hace un doble reproche: por un lado, que deriva su ideal de justicia de las relaciones jurídicas correspondientes a la producción de mercancías -por tanto Proudhon transforma algo histórico en algo ideal, eterno-; por otro lado, que quiere configurar la producción real de mercancías y el derecho real correspondiente a ella según este ideal.” (p. 223, Heinrich, ¿Cómo leer El Capital de Marx?, Mayo Editores)
[3] https://www.kienyke.com/kien-opina/avanza-el-cambio-avanza-la-dignidad?s=09
Alberto Maldonado Copello
Foto tomada de: ElCato.org
Nelson Guzmán Baena says
Considero acertado el articulo BATALLA CULTURAL, JUSTICIA SOCIAL Y EL CAPITA de Alberto Maldonado Copello sus argumentos conceptuales son validos universalmente y no podemos aceptar por ningún motivo que existen diversos capitalismos y no los hace ver Maldonado. Es el mismo con distinto nombre y eso si su objetivo concentrar ganancias infinitas sin ninguna consideración con quien la produce: El carente de medios de producción.
Nelson Guzmán Baena
Presidente Comisión de estudios e investigación de la U.I.S. (Unión Internacional de Sindicatos) de P y J (Pensionistas y jubilados) de la F.S.M. (Federación Sindical Mundial). Calarcá, septiembre 6 de 2024