Si estos resultados no constituyen una clara manifestación de una estrategia plítica fallida, no sé lo que son. Por el bien de mi país y del mundo, el Partido Demócrata debe cambiar de rumbo de modo muy fundamental. Tiene que abrir de par en par sus puertas a la gente trabajadora y a los jóvenes. Tiene que hacerse menos dependiente de los donantes opulentos y debe dejarle claro a las familias trabajadoras de este país que en estos tiempos difíciles está preparado para resistir y luchar por sus derechos Sin titubeos, debe enfrentarse a los poderosos intereses empresariales que dominan la vida política y económica del país.
Se pueden aprender algunas lecciones de la reciente campaña electoral de Gran Bretaña. Los conservadores convocaron unas elecciones de improviso con plenas expectativas de vencer por aplastamiento. Pero no . Contra toda prevision, perdieron trece escaños en el Parlamento, mientras que Jeremy Corbyn y el Partido Laborista ganaron 32. Nunca hay una razón sola por la que se ganan o pierden las elecciones, pero hay aquí un amplio consenso de que el impulso se inclinó del lado del laborismo después de que se hiciera público un manifiesto muy progresista que generó gran entusiasmo entre jóvenes y trabajadores. Uno de los aspectos más interesantes de las elecciones fue el aumento de la participación entre los votantes de 34 años para abajo.
Las elecciones británicas deberían suponer una lección para el Partido Demócrata. Tenemos ya la menor participación de votantes de cualquier país de importancia del planeta. Los demócratas no vencerán si las elecciones a mitad de mandato de 2018 se asemejan al 36, 7 %, increíblemente bajo, de electores que emitieron su voto en 2014. Los demócratas tienen que desarrollar una agenda que afronte las penurias de decenas de millones de familias que trabajan más horas por menos sueldo y de la gente joven que, a menos que que le demos la vuelta a la economía, tendrá un nivel de vida por debajo del de sus padres.
Una enorme mayoría de norteamericanos entiende que nuestro actual modelo económico representa un funesto fracaso. ¿Quién puede honestamente defender el grotesco nivel actual de desigualdad en el que el 1 % superior posee más que el 90 % que está por debajo. ¿Quién cree que está bien que, pese a un incremento significativo de la productividad de los trabajadores, millones de norteamerianos necesiten dos o tres empleos para sobrevivir, mientras el 52 % de todos los ingresos nuevos acaba en el 1 % superior? ¿Qué persona que afirme tener sentido de la moralidad puede justificar el hecho de que la gente más rica de nuestro país disfrute de una esperanza de vida de cerca de quince años más que nuestros ciudadanos más pobres?
Si bien los demócratas deberían atraer a los republicanos moderados que están disgustados con la presidencia de Trump, hay demasiada gente en nuestro Partido que se agarra a una ideología excesivamente precavida, centrista. El principal empuje del Partido debe consistir en convertir la política en algo de relevancia para quienes han perdido la confianza en la democracia y en llevar millones de nuevos votantes al proceso político. Debe estar preparado para emprenderla contra la ideología extremista de derechas de los hermanos Koch y la clase multimillonaria, y para luchar por una economía y un gobierno que trabajen en pro de todos, no sólo del 1 %.
Donald Trump quiere dejar a 23 millondes de norteamericanos sin seguro de salud. Los demócratas tienen que garantizar la atención sanitaria como derecho, por medio de un programa de Medicare-para-todos, de un solo pagador.
Trump quiere ofrecer enormes exenciones fiscales a los multimillonarios. Los demócratas tienen que apoyar un sistema fiscal progresista que exija que los muy opulentos, Wall Street y las grandes empresas empiecen a pagar su justa parte de impuestos.
Trump quiere venderles nuestras infraestructuras a Wall Street y a países extranjeros. Los demócratas tienen que luchar en favor de una inversión pública billonaria en dólares que cree más de trece millones de puestos de trabajo bien pagados.
Mr. Trump ha retirado a los EE.UU del Acuerdo de París sobre cambio climático. Los demócratas tienen que hacer frente al sector de combustibles fósiles y acelerar nuestros esfuerzos para combatir el cambio climático alentando la eficiencia energética y el uso de energías sostenibles.
Trump ha propuesto profundos recortes en la educación superior. Los demócratas tienen que hacer gratuita la matrícula en las universidades y centros públicos y rebajar de modo substancial la deuda estudiantil.
Trump ha redoblado nuestro fallido enfoque de la delincuencia que ha ocasionado que los EE. UU. tengan a más gente en prisión que cualquier otro país. Los demócratas tienen que reformar un sistema de justicia criminal deshecho e invertir en empleos y ´formación para los jóvenes, y no en más cárceles y encarcelamientos.
Trump ha amenazado y convertido en chivo expiatorio a los once millones de personas indocumentadas en nuestro país. Los demócratas tienen que luchar por una reforma complete de la inmigración y una vía a la ciudadanía.
Estamos en un momento crucial de la historia norteamericana. Si los demócratas se preparan para congregar a la Norteamérica de las bases en todos los estados y alzarse contra la codicia de la clase multimillonaria, el Partido dejará de perder elecciones. Y creará la clase de país que desea y merece el pueblo norteamericano.
Bernie Sanders: figura legendaria de la izquierda norteamericana, es el único senador socialista y el independiente más veterano de la alta cámara del Congreso estadounidense (a cuyo comité presupuestario pertenece) en representación por el estado de Vermont. En 2016 concurrió a las elecciones primarias del Partido Demócrata para intentar ser designado candidato a la presidencia.
Fuente: The New York Times, 13 de junio de 2017
Traducción: Lucas Antón