Pese a la inminencia del aumento de casos de contagio, no se tienen previstas medidas de contingencia por parte de las autoridades, si bien es cierto, las medidas tomadas a mediados del mes de marzo, con cuarentena estricta, pico y placa, toque de queda y ley seca, retrasaron el pico de contagios, la apertura de todos los sectores de manera gradual y a partir del 1 de septiembre con una reactivación total coincide en Boyacá con el pronóstico que proyecta alcanzar un primer pico para estas fechas.
La perspectiva resulta así, bastante desalentadora, los resultados no parecen corresponder a los esfuerzos de las autoridades locales y de la ciudadanía, en Tunja, el alcalde Alejandro Fúneme, médico de profesión, le dio un manejo adecuado a la situación, hasta donde lo permitió la autonomía de los entes territoriales. No es desconocido por la opinión pública que el gobierno nacional centralizo las decisiones sobre el manejo de la pandemia y a la fecha dispuso la “reactivación económica” como prioridad.
El departamento de Boyacá tiene 123 municipios y cuenta con 174 camas uci, de las cuales cerca del 50% están en la red hospitalaria de Tunja, el resto distribuidas entre Sogamoso, Duitama, Chiquinquirá, Puerto Boyacá y Moniquirá; es decir, 118 municipios no cuentan con este servicio. Tunja, concentra el mayor número de casos de Covid-19, 1.139 a hoy, Sogamoso con 1.506, Duitama con 1.147, Chiquinquirá con 449 y Puerto Boyacá con 379. Sumado a esto, ocupamos el tercer lugar en número de contagios en el personal de salud; los sindicatos atribuyen este hecho a la demora en la toma de pruebas y la escasez de elementos de protección.
Esta situación deja al descubierto la pobreza, la inequidad y la desigualdad en el departamento, una inmensa brecha entre centro/ periferia, es decir, entre urbano/ rural, desconociendo que Boyacá es predominantemente rural.
Según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística, DANE, para el año 2019, la tasa de crecimiento alcanzó el 2,3 %, inferior al promedio nacional que fue de 3,3% y menor a la del 2018, de 3,2%. El gobierno departamental se sumó hoy a los reclamos de los campesinos y agricultores boyacenses al gobierno nacional. Para este sector, la quiebra parece ser inminente, los intermediarios tienen a los campesinos cultivadores de papa, vendiendo hoy el bulto a orilla de carretera o en surco, los mayoristas están pagando a $10.000 el bulto, lo que hace que resulte más favorable regalar el producto que sumar el gasto de transporte a las plazas mayoristas.
Tunja, la capital del departamento, enfrenta el máximo histórico de desempleo, alcanzó el 25.3%, por encima del promedio nacional; el desempleo juvenil llega al 40.61%, a la fecha, 21.767 personas están desempleadas, perdieron su empleo 10.000 tunjanos durante lo corrido de 2020. Este fenómeno se explica en razón a que la mayor actividad económica de la ciudad es el comercio, restaurantes y hoteles, seguida de la administración pública y de defensa, la actividad profesional representa apenas un 4% en la participación económica.
En medio de este panorama surge una muy interesante perspectiva para Tunja, la Unesco la incluyó en la red mundial de ciudades de aprendizaje, ello implica que recibirá apoyo de las 200 ciudades que conforman esta red, para el desarrollo de los 17 objetivos del desarrollo sostenible. El secretario de gobierno de la ciudad, Vicente Aníbal Ojeda, afirmó que “es orientar el desarrollo de Tunja en dirección a su vocación, significa también avanzar en el empoderamiento de la ciudadanía para construir gobernanza y dinamizar la economía local en torno a proyectos innovadores desde esta perspectiva”.
A nuestro juicio, este es un norte promisorio para Tunja, se debe reconocer en él un acierto de la administración de la ciudad, es un paso firme para llegar a una ciudad educadora, que posibilite u proyecto compartido de ciudad y sociedad, sin duda, una necesidad imperiosa para enfrentar con éxito un reto descomunal en materia económica y social, incidirá de manera muy positiva en la superación de problemas tan graves como el aumento del suicidio y el primer lugar a nivel nacional en consumo de licor y tabaco con las consecuencias en las cifras de violencia intrafamiliar, riñas y accidentes de tránsito .
Pese a las contradictorias informaciones que dan las mismas autoridades frente a la situación real de la capacidad de respuesta de la red hospitalaria en el departamento de cara a un primer pico de la pandemia, es previsible que esta colapse y las consecuencias sean desastrosas para el departamento, como en el resto del país, podemos concluir que la pauperización de la población se expresa de manera contundente en el acceso a la salud y que no solo se evidenció esta realidad, sino que las medidas adoptadas resultaron insuficientes e inoportunas, si bien es cierto, “nadie estaba preparado en el mundo para enfrentar una pandemia como el Covid-19”, no es menos cierto que no aprendimos de los errores y el costo de los mismos que pagaron países como España, Francia, México o E.E.U.U. entre otros. Tampoco el Covid-19 fue obstáculo para la corrupción, que en Colombia es más letal que el mismo virus. Queda esperar el impacto del pico en Boyacá y el resultado de las medidas que se han puesto en marcha.
María Clemencia Torres
Foto tomada de: Caracol Radio
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