Señala González que el Cauca es un departamento triétnico y rural que está repartido poblacional y territorialmente por partes iguales entre campesinos (28%), indígenas (24%), negros (26%) y mestizos urbanos (22%). Cauca ocupa al lado de los departamentos de Chocó y la Guajira los primeros lugares en pobreza, desigualdad, necesidades básicas insatisfechas y en indicadores de violencia, pero también en organización social y capacidad de resistencia a los impactos de guerras y formas de exclusión y discriminación (p. 10). De acuerdo con cifras del DANE:
- En 2018 los departamentos con mayor índice de pobreza monetaria fueron Chocó (61,1%), la Guajira (53,5%) y Cauca (50,5%) al tiempo que el promedio nacional era 27%.
- En pobreza monetaria son los mismos tres departamentos con mayor proporción: 36%, 24% y 22% respectivamente.
- El índice de GINI en el Cauca es 0,520 ligeramente superior al promedio nacional, evidenciando la alta concentración del ingreso.
- En pobreza multidimensional Cauca tiene 28%, frente al promedio nacional de 17% pero no se encuentra dentro de los tres más pobres siendo superado por varios departamentos, lo que podría estar indicando que en materia de provisión de ciertos servicios hay una mejor gestión que departamentos de la Costa Atlántica, por ejemplo.
- En 2018 el PIB por habitante promedio nacional fue de 19 millones anuales y el de Cauca de apenas 12 millones, el 63% de dicho promedio. Cauca tuvo un PIB superior al de varios departamentos: Amazonas, Caquetá, Chocó, La Guajira, Guanía, Guaviare, Nariño, Sucre, Vaupés y Vichada, pero se encuentra en el grupo de los de menor producto por habitante.
De acuerdo con el Plan Departamental de Empleo[2] casi la mitad de la población ocupada se encuentra en la agricultura: “La distribución por ramas de actividad económica corrobora uno de los rasgos particulares del departamento en su vocación agrícola y con tasas de ruralidad todavía altas. La agricultura concentra el 46,1% de los ocupados y luego se ajusta a la tendencia de muchas regiones del país en la que el comercio y servicios que concentran el 17,5% y el 13,6% de la mano de obra, respectivamente”. Sin embargo, la distribución del PIB, medido por el DANE, muestra que el sector agropecuario apenas pesa el 14% del total en 2018, siendo superado por administración pública, seguridad social, educación y salud con 22% y por la industria manufacturera con 17%, lo que estaría indicando que se trata de un gran número de productores agropecuarios con muy baja productividad. La actividad productiva y comercial, por tanto, se encuentra mayoritariamente por fuera del campo. (Ver tabla 1 en el anexo)
La baja productividad se relaciona con el hecho de que la gran mayoría de los trabajadores ocupados son por cuenta propia, dentro de los cuales seguramente ocupa una porción grande la población campesina e indígena: “La distribución por posiciones ocupacionales muestra un empleo departamental en el que la mayor parte de los ocupados son de cuenta propia (65,2%), cifra muy alta frente al agregado nacional y a otros departamentos; seguido de empleados particulares (17,9%), trabajadores familiares sin remuneración (7,3%), empleado del gobierno (4,3%), empleados domésticos (1,9%) y con una tasa baja de jornaleros y peones de 0,7%.”[3]
La tasa de desempleo es relativamente menor que el promedio nacional pero esto se debe en buena medida a la gran proporción de trabajadores por cuenta propia, que aparece como ocupada a pesar de realizar actividades precarias de muy baja productividad. Sobre una población total proyectada de 1,4 millones de personas la población económicamente activa es de 698 mil, de los cuales estaban desocupados 62.016 para una tasa de desempleo de 8,9% y una tasa de subempleo subjetivo de 39,2%. La tasa de informalidad es muy elevada: en Popayán en 2019 era de 52%.
Una industria manufacturera pequeña pero muy rentable para los capitalistas
El departamento del Cauca es un departamento donde domina el capitalismo, así sus niveles de desarrollo sean menores en comparación a otros departamentos del país. Un grupo pequeño de propietarios del capital y los medios de producción se apropia anualmente un excedente importante.
Los datos de la Encuesta Anual Manufacturera (EAM) son muy ilustrativos de la concentración de la actividad productiva capitalista y del grado de explotación de la fuerza de trabajo. La EAM registra apenas 90 establecimientos industriales, de los cuales 7 con menos de 10 empleados. De esos 90, apenas 4, que representan 4,4%, concentran el 30% del personal y de la producción, el 33% del valor agregado y el 32% del excedente bruto de explotación. Los 20 establecimientos más grandes (200 y más trabajadores) concentran 76% del total del valor agregado y el excedente bruto de explotación. Estos 20 establecimientos se apropian cada año $1,8 billones de pesos en excedente arrancado a los trabajadores.
La tasa de explotación agregada es muy alta: 500%; puesto en otros términos, del total del valor agregado los trabajadores se quedan apenas con el 20% y el 80% restante lo capturan los capitalistas manufactureros, que obviamente deben compartir el botín con los capitalistas comerciales y financieros y con el Estado.
Muy posiblemente esta concentración se da en otras ramas de producción. Estas cifras muestran que, aunque Cauca aparece en general como un departamento pobre y atrasado, hay un pequeño grupo de capitalistas y terratenientes que controlan el PIB del departamento, y en particular el excedente bruto de explotación. Para este grupo hay mucha riqueza disponible y no les importa el bienestar del resto de la población dado que esta es la lógica capitalista de acumulación de capital
La ilusión con el desarrollo
González Posso señala que en el marco del Acuerdo de Paz más de 31.000 líderes participaron en el proceso de elaboración de los Planes de Desarrollo con Enfoque Territorial[4], pero como ocurre casi siempre con las ofertas de desarrollo del Estado: “…la respuesta del Gobierno fue y sigue siendo lenta o nula. Las comunidades y sus líderes han encontrado, por un lado, la recomposición de grupos armados y de mafias narcotraficantes y narcoparamilitares, la proliferación de sicarios al servicio de negocios legales e ilegales y, por otro, el desinterés del gobierno en llegar con recursos de inversión extraordinarios para ganarle la última batalla a la violencia armada residual, al narcotráfico y sus mafias” (p. 11).
Como es usual, no hay recursos nuevos: “a la fecha, y no obstante la formulación de 22 planes de desarrollo territorial y tres de alcance intermunicipal, no hay recursos nuevos y solo se muestran inversiones marginales de infraestructura de vieja programación” (p. 11). En lo relativo a la sustitución de cultivos de uso ilícito, “la desidia gubernamental ha sido escandalosa desde que se firmaron los acuerdos. El gobierno le dejó el campo libre al narcotráfico…” Y era algo que se sabía: “El resultado estaba anunciado: la incapacidad de respuesta del gobierno colocó a las comunidades frente a la presión económica y las amenazas de muerte de los narcotraficantes.” Estos están alebrestados por “la ausencia de Estado social”. De otra parte, “El gobierno define como prioridad de seguridad el combate al ELN y a los grupos residuales no desmovilizados, la seguridad de la infraestructura y para las grandes empresas y coloca en tercer plano la seguridad humana y de las poblaciones en mayor riesgo. Aunque se predica la acción integral con inversión social y presencia de la fuerza pública, en la práctica lo que se anuncia ante cualquier crisis o masacre es la asignación de nuevos batallones.”
Estas afirmaciones parecerían indicar que González Posso piensa que efectivamente con los PDET e inversión del Estado se alcanzaría un desarrollo favorable a las comunidades campesinas e indígenas. Se evidencia la creencia en un desarrollo rural que llegaría con la implementación de los Acuerdos de Paz; la asignación de la mayor responsabilidad al Estado que se caracteriza como lento o ineficaz, desinteresado, incumplido en asignación de recursos, incapaz de responder, descuidado o indiferente frente a la seguridad humana y de las poblaciones en mayor riesgo. Parecería entonces que González cree que es posible un desarrollo rural dentro del capitalismo que beneficie a la población campesina, indígena y afro, cree que es posible que el Estado de los capitalistas realmente coloque en primer plano a estas poblaciones y considera además que si el Estado cumpliera con todo esto se lograría el desarrollo. Después de décadas de políticas estatales que no funcionan es verdaderamente sorprendente la fe de carbonero de González.
El Cauca es principalmente un departamento capitalista, atrasado en comparación con el resto del país, pero donde aun así un puñado de capitalistas[5] extrae ganancias enormes y se enriquece año tras año al tiempo que la mayoría de la población permanece en su bajo nivel de vida; es un departamento donde el capitalismo, aliado con los terratenientes ahoga y explota mediante formas indirectas (negociaciones comerciales ventajosas, crédito, etc.) a las formas de producción no capitalistas que de todas formas están articuladas al comercio capitalista. Es un departamento donde una de las ramas de producción está en manos de la delincuencia que apela a las formas violentas de manejar sus negocios y resolver sus conflictos, pero que dado que es esencialmente capitalista se integra en su espíritu y operación a la producción capitalista legal.
La mayoría de la población es, desde el punto de vista de la explotación capitalista, una población excedente, una masa de trabajo disponible potencialmente. La gran masa de la población no está dentro de las prioridades dentro del capitalismo y del Estado a pesar de todos los discursos sobre desarrollo y armonía de clase. El Estado cumple un papel de desorganizar y perseguir a la protesta y las organizaciones sociales mediante diversos métodos, desde la ilusión del desarrollo hasta la represión abierta o clandestina por la mano de grupos paramilitares. Dentro del capitalismo no hay salida para el Cauca ni tampoco para los demás departamentos; unos pueden estar en mejores condiciones pero todos están contaminados de la enfermedad causante de todos los males: el desarrollo capitalista.
Anexos
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[1] Edición 193, Octubre de 2019, páginas 10-11.
[2] Plan departamental de empleo del Cauca 2014
file:///Users/ALBERTO/Downloads/Plan%20de%20Empleo%20de%20Cauca.pdf
[3] Plan departamental de empleo del Cauca 2014
file:///Users/ALBERTO/Downloads/Plan%20de%20Empleo%20de%20Cauca.pdf
[4] “Desde la firma de los Acuerdos de Paz en noviembre de 2016, los diversos sectores sociales del Cauca se movilizaron para reclamar derechos ahora respaldados en compromisos en reforma rural integral, sustitución concertada de cultivos de uso ilícito, garantías políticas y de seguridad en los territorios, reincorporación de combatientes y garantías de verdad, justicia y reparación a las víctimas de la sociedad. Más de 31.000 líderes /as acudieron al proceso de elaboración de Planes de Desarrollo con Enfoque Territorial; los pueblos indígenas y comunidades afro se organizaron para facilitar la implementación del Capítulo étnico del acuerdo de La Habana”.
[5] La Cámara de Comercio señala la existencia de 200 empresas destacadas en el departamento con niveles de venta muy elevados en todos los sectores; en el sector industrial menciona 57 empresas, de las cuales 9 con ventas superiores a $100 mil millones anuales, dentro de las cuales se encuentran Familia del Pacífico (papel y cartón), GENFAR (farmacéuticos), Tecnosur (papel y cartón), Colombina del Cauca (dulces, chocolates), Drypers Andina (productos de papel), Carvajal Pulpa y Papel, Compañía internacional de alimentos. https://www.cccauca.org.co/informacion-economica/200-empresas-generadoras-de-desarrollo-en-el-cauca
Alberto Maldonado Copello
Foto tomada de: rcnradio.com
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