Un día, mientras iba en busca de agua, Mahra se desmayó. Con la ayuda de la asistencia sanitaria financiada por la ONU, Mahra logró sobrevivir. Pero el niño que estaba por nacer, no.
El martes, un diputado tras otro se levantó en el Parlamento para defender el enorme incremento anual de los “gastos de defensa” del primer ministro. ¿Se paró alguno de ellos un momento a pensar en lo que esto significa realmente? Desde 2015, más de la mitad de los aviones de combate de Arabia Saudí utilizados en los los bombardeos los ha suministrado el Reino Unido. Durante ese periodo, las empresas armamentistas británicas han obtenido más de 6.000 millones de libras de beneficio en ventas. Antes incluso de que Gran Bretaña comenzara a bombardear directamente Yemen en 2024, estaba ya proporcionando las armas para una campaña que ha matado a más de 150.000 personas en acciones militares, y ha dejado cientos de miles de muertos más a causa de enfermedades y hambrunas. Esta es la realidad del “gasto en defensa”.
El gobierno ha sido muy criticado por recortar la ayuda exterior para financiar su aumento del gasto militar, y con razón. Esta decisión no sólo perjudicará a víctimas de la guerra, como las de Yemen, sino que alimentará las mismas condiciones que, para empezar, conducen a la guerra. Ocho de cada diez de los países más pobres del mundo sufren -o han sufrido recientemente- conflictos violentos. Un enfoque maduro de la política exterior estudiaría las causas subyacentes de la guerra y las aliviaría. Por el contrario, este gobierno está optando por acelerar el ciclo de inseguridad y guerra.
Este mismo mes, el gobierno ha publicado vídeos en los que alardea de la deportación de inmigrantes “ilegales”, repitiendo como un loro los ataques de la derecha a los solicitantes de asilo. Y ahora, al gastar más en bombas y menos en ayuda, el gobierno persigue activamente una estrategia que sabe que aumentará los desplazamientos. Esto puede parecer contradictorio, pero tiene todo el sentido del mundo para un gobierno decidido a abandonar a las personas vulnerables, dentro y fuera del país. Recortar la ayuda exterior era una “decisión difícil”, nos han dicho. También lo ha sido recortar el subsidio invernal de combustible, reducir las prestaciones por discapacidad y mantener el tope de las prestaciones por dos hijos. ¿Por qué parece que las “decisiones difíciles” siempre afectan a los pobres?
Volveremos la vista atrás a esta decisión en años venideros y haremos balance de sus duraderas y catastróficas consecuencias. Si el primer ministro quiere enorgullecerse del patrioterismo militarista, debe aceptar la vergüenza del mundo más inestable y desigual que contribuye a crear. Quizá debería tomarse un momento para detenerse, reflexionar y preguntarse qué ocurrió la última vez que un primer ministro laborista se autoproclamó mesías del mundo libre.
Este mes se ha cumplido el tercer aniversario de la invasión rusa de Ucrania. Reflexionando sobre la mortífera rutina diaria de una guerra de trincheras al estilo de la Primera Guerra Mundial, formulé una sencilla pregunta en el Parlamento: “¿Podríamos, por un momento, tomarnos un momento para reflexionar sobre los cientos de miles de vidas que se han perdido?”. Me opuse desde un principio a la invasión rusa y pedí que se pusiera fin al conflicto lo antes posible para salvar vidas humanas. Tres años después, y con cientos de miles de madres en duelo, renuevo este llamamiento. No hay gloria alguna en la guerra, sólo muerte y destrucción. Cuando los dirigentes se niegan a utilizar el lenguaje de la paz, deberían recordar que los que son enviados a morir en el campo de batalla son quienes acaban pagando el precio.
Mientras tanto, el gobierno no aborda la que es, con diferencia, la mayor amenaza para la seguridad mundial: el desastre climático. Mientras hablamos, la gente se muere a causa de sequías e inundaciones, pero sus vidas no se consideran importantes en las conferencias de prensa de emergencia delante de Downing Street. No tienen cabida en una estrategia política machista basada en golpearse el pecho en nombre de la guerra.
En vez de eso, los pensamientos del gobierno se reservan para aquellos que se benefician de la destrucción. Esta semana, el secretario de Defensa afirmó que el gasto militar puede ser “un motor de crecimiento económico”. Lo que realmente quiere decir es que el dinero de los contribuyentes se pagará directamente a las empresas armamentísticas. Si el gobierno estuviera realmente interesado en construir un mundo más seguro, comprendería que no existe nada semejante al crecimiento en un planeta muerto, y en su lugar gastaría los 13.400 millones de libras en recursos que salven especies, como las energías renovables.
La próxima vez que un político nos diga que necesita aumentar el “gasto en defensa” para mantener a la gente segura, pensemos en personas como Mahra, obligada a escapar de las bombas de fabricación británica. Pensemos en los niños de este país que pasan hambre porque el dinero que podría haberse gastado en su alimentación se está gastando en armas y bombas. La seguridad no es la capacidad de destruir al vecino. La seguridad es la capacidad de convivir con el prójimo. Pensemos en el tipo de sociedad que podríamos construir si los políticos tuvieran el más mínimo interés en construir un mundo de paz.
Jeremy Corbyn, diputado en la Cámara de los Comunes británica por el distrito londinense de Islington Norte y miembro del grupo de parlamentarios de la Alianza Independiente.
Fuente: https://sinpermiso.info/textos/canones-antes-que-mantequilla
Foto tomada de: https://sinpermiso.info/textos/canones-antes-que-mantequilla
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