La educación es el gran motor del desarrollo personal.
Es a través de la educación como la hija de un campesino
puede convertirse en médico, el hijo de un minero puede
convertirse en el jefe de la mina, o el hijo de trabajadores
agrícolas puede llegar a ser presidente de una gran nación.
Nelson Mandela
Mi propósito, en este breve artículo, es hacer un análisis e intervenir de manera Critica en un tema que se ha hecho común en los EEUU en los últimos días: el racismo. Y también, para declararme en contra de las expresiones de odio racial que se escuchan recurrentemente, como consecuencia de la muerte de George Floyd, en boca del presidente norteamericano Donald Trump, quien no ha dejado de incendiar a su pueblo con esos comentarios desatinados y faltos de inteligencia.
Esta es una época inquietante para la humanidad, en la que la primacía del concepto de la libertad, ha perdido su carisma en todo el mundo, a consecuencia de la represión policiva y al llamado Sistema de Seguridad Nacional que se despliega por todo el Globo, que no tiene otro objeto que el control de la Vida y la Libertad humana. Pues, allí donde avanza la Seguridad, la Libertad pierde terreno. Y ciertamente como lo dicen los manifestantes Sin Justicia, no Hay Paz. Ya hoy son más de 100 días de protestas continuas como consecuencia del crimen contra Floyd a manos del oficial Derek Chauvin, de la policía de Minneapolis.
Ahora, la razón que me impulsa a escribir esto, es que a menudo me he encontrado con que el concepto de racismo es utilizado de modo indiscriminado y en ocasiones con falta de cuidado. Por ejemplo, he escuchado cosas tan aberrantes como: “El racismo es una característica inherente a la naturaleza humana.” Y hay que decirlo, nada hay más contrario a esa afirmación desproporcionada, que da a entender que el ser humano se halla inmerso en una relación natural, con un término que fue creado con base en relaciones histórico-sociales y de poder durante la era del colonialismo europeo.
El hombre durante la época de la colonia se empeñó en crear, para someter a otras culturas, so pretexto de una superioridad intelectiva, económica, moral o estética, el término racismo. Creando con ello la ideología más peligrosa para denigrar y justificar la exclusión o eliminación de otras visiones de mundo, distintas sí, pero con muchos matices de belleza y riqueza, que darían lugar al sincretismo de sociedades más rica en términos de pensamiento.
El temor a otras culturas es el fenómeno propio de quien no logra reafirmarse en la propia debidamente, con un pensamiento ético que le permita comprender que somos humanamente iguales en la diferencia, a que el mundo es hoy, ha sido y será siempre una expresión pluricultural.
Los brotes raciales que se están dando en el mundo, es lo que me ha impulsado a hacer una indagación juiciosa y breve sobre el asunto. La determinación conceptual de un problema es algo de lo que se ocupa generalmente la filosofía, y esta indagación se expresa siempre en modo de pregunta, así: ¿Qué es el racismo? Ligado a este interrogante podemos plantear otros como son: ¿Qué da origen al racismo? ¿Qué determina la diferencia entre los seres humanos y sin embargo los une? ¿De qué tipo de concepción ideológica hablamos cuando interrogamos sobre el racismo? ¿Qué ética es aplicable a los problemas de racismo? ¿Qué implicaciones tienes para la humanidad la sistematización de una política racial? Etc.
El asunto del racismo siempre es abordado hoy día con un matiz especial, el color de la piel, pero ello no ha sido siempre así, obedeció a otro propósito, que no tenía en un principio ese viso despreciable. El termino de racismo ha sido producto de la colonización y postcolonización en el mundo moderno y contemporáneo, y tiene como objeto el justificar la explotación de unos pueblos sobre otros y así lograr la tan anhelada expansión de una nación a fin de hacerse poderosa e influyente. Es decir, el término surge como una necesidad de carácter político económico que tiene por objeto justificar la inferioridad intelectual y étnica del Otro, con el fin de someterlo y legitimar su explotación, es decir esclavizarlo. Este tipo de ideología racista de justificación de la explotación tuvo su mayor manifestación en la instauración de las ideologías totalitarias, como, por ejemplo: el colonialismo, el nazismo, el estalinismo, el falangismo y más recientemente el Apartheid y el neocolonialismo o postcolonialismo capitalista, que tiene su mayor expresión en los recientes brotes xenofóbicos en los Estados Unidos en contra de los latino, negros, chinos y minorías étnicas, en manos de su propio presidente.
Con el nazismo logramos palpar con asombro hasta donde podía llegar una Ideología Totalitaria para lograr su expansión territorial y económica, la anulación del sentido de humanidad en el Otro y a la creación de una Holocausto (Solución Final) para desaparecer de la tierra a un pueblo en particular. En el caso de toda América este fenómeno ha tenido diferentes matices, que van desde el genocidio de pueblos amerindios enteros, (algunos hoy extintos por completo y otros encerrados en campos de concentración, mal llamados territorios de reserva), pasando por la esclavización de la población negra, indígena, samba y mestiza, llegando hasta la negación de los derechos humanos de un conglomerado de la sociedad en el mundo contemporáneo, como en el caso de los inmigrantes.
Pero, la sutileza del racismo ha llegado hasta la persecución, asesinato y desaparecimiento de disidentes políticos, ideológicos, religiosos, pueblos enteros, etc. El racismo, en sus múltiples formas, ha engendrado los mayores males en la humanidad. Pero el caso de discriminación más especial es el de la mujer y las comunidades de LGTB, a quienes por su condición sexual se les negaron sus derechos por mucho tiempo. Hasta hace algunos años atrás, gracias a sus férreas luchas, ellos han logrado en gran parte la reivindicación de sus derechos, pero todavía falta mucho por hacer para lograr una verdadera emancipación (estos dos casos no son un problema de racismo sino de discriminación por el género o el sexo).
El fenómeno del racismo en realidad se ha venido metamorfoseando y hoy día presenta muchos rasgos. No podríamos hablar de racismo en general sino de discriminación. Así podemos encontrar diferentes tipos: por razones ideológicas, por color de la piel (racismo), étnicas, políticas, religiosas (que es el fenómeno predominante hoy día), ideológicas, de sexo, por ser inmigrante y por la pertenencia a una cultura en particular, etc. Es decir, el racismo cae dentro de una de la forma de discriminaciones existentes hoy día, y es la más común, porque se hace más identificable y visible, y a menudo va unida a los otros tipos de discriminación.
Si bien en el pasado podíamos identificar el racismo como la forma de segregación predominante, no lo es hoy día. La razón es que la discriminación se ha hecho más sutil y se mimetiza, encontramos por ejemplo que se apela a razones de orden económico, para hacer creer que las cosas mejoraran propiciando un éxodo de inmigrantes. Creer que con un recurso de Marketing Político, que se pronuncia en un lema de campaña, se va hacer grande a una nación, es el peor de los engaños.
El eslogan de campaña durante la elección presidencial en Estados Unidos: “Make America Great Again” acompañado de discursos de discriminación contra los inmigrantes, es un ejemplo de ello. Esto tiene por objeto hacer creer que se hará grande al país norte americano. Por eso no fue raro ver que una parte de esta sociedad gritó eufórica que salieran los inmigrantes y fueron a las urnas a votar porque creían que sería cierto, que vendrán días de Gloria. De nuevo allí, la falacia de la Grandeza y la Gloria que puede terminar en desastre. La muerte de Floyd nos muestra que los primeros gritos de neoxenofobia norteamericana, se mueve de nuevo hacia la comunidad afrodescendiente.
Ya este fenómeno lo hemos vivido antes, como en el caso de la Alemania Nazi que culparon a los judíos de la inestabilidad y el fracaso económico de su nación y terminaron llevando a su propio pueblo al desastre más horroroso de la humanidad. Hoy día se apela a los inmigrantes indocumentados, al racismo, la xenofobia, la superioridad racial y otros factores, como el flagelo que desestabiliza la economía de una nación, eso puede ser peligroso y debemos estar atentos para evitar más vejámenes abominables como los que hemos vivido en el pasado.
El problema más fundamental en los asuntos de discriminación, de cualquier índole, es que se pretenda crear una seudocultura que tenga por objeto creerse superior a otra por la identidad nacional o el color de piel. La humanidad no puede verse envuelta en ese tipo de seudoideología que han propiciado los mayores lastres en la historia de las civilizaciones contemporáneas, como: genocidios, holocaustos, masacres, apartheid, asesinatos de líderes y defensores de derechos humanos, por ejemplo, Martin Luther King.
El pertenecer a una cultura y tener un color de piel son elementos que nos identifica como seres humanos, y esto no nos hace creer que un hombre es superior a Otro por ello. Una ética de comprensión de la diferencia entre los seres humanos, nos permite entender que el Yo totalizador de las viejas visiones filosófica nos puede llevar a la destrucción misma de la humanidad. Allí está el caso de nazismo. Para la ética contemporánea el Otro no es un Otro sobre el que tengo que imponer mi visión totalizadora con el objeto de anularle, porque al hacerlo termino anulando mi propia identidad, lo que Soy. De ese modo, el Otro no tendría por qué reconocerme, y mi propia visión anulativa del Otro, lo que terminaría haciendo es destruirme a mí mismo, porque yo no sería frente a Otro ningún Otro. El Otro necesita de mi cuidado, cuidar del Otro es cuidar de mí mismo, porque yo Soy en el Otro, y viceversa el Otro es en Mí. En realidad, somos una gran comunidad humana, que tiene que adoptar una ética de aceptación de la diferencia, porque nuestro hogar es la tierra y en ella vivimos todos, inmersos en el día a día, en el cara a cara, compartiendo los problemas de la vida con el Otro, y, también, dando hospitalidad al Otro cuando la necesita. La vida del hombre hoy es cosmopolita, todos somos ciudadanos del mundo, ya no pertenecemos a ningún Estado en particular, ni a una única cultura, somos por necesidad pluralistas.
En los casos de racismos extremos y excluyentes, como el de Donald Trump, el individuo puede llegar a una visión particular que resulta en mucho caso difícil de comprender, porque el sujeto está inmerso en una distorsión irracional e ilógica, de la cual le es muy arduo desprenderse, porque incluso llega a concebirla como su identidad más propia. Un individuo que despliega ideas racistas desconoce por completo las implicaciones que tiene una identidad colectiva, el papel que cumple el Nos-Otros en ella y que nos permite concebir en términos éticos la igualdad que existe entre los seres humanos. Es decir, no cabe en una persona como Trump los términos de igualdad con el Otro, porque para él solo existe la identidad de su Yo excluyente. Un ser de esa naturaleza termina por vivir un solipsismo aterrador, que puede llegar a destruirle a sí mismo y a la sociedad que gobierna.
En realidad, el racismo no corresponde a la naturaleza propia de la condición humana, ningún ser humano trae dentro de sí el genoma del racismo. Los fenómenos de segregación obedecen a otro tipo de manifestaciones de carácter seudo culturales e ideológicas, que han sido impuestas para adoctrinar políticamente a un sector de la población y derivar de ello un interés particular o provecho mezquino. Al estar bajo ese adoctrinamiento el individuo obedece a los criterios particulares de su ideología, porque jamás se ha visto enfrentado a una posición filosófica que aclare su pensamiento. Este elemento de seudo propaganda ha sido muy utilizado por el Marketing Político para engañar la conciencia de los ciudadanos. Nada hay más despreciable, que utilizar una seudoideología para ganar adeptos, en una causa que tiene por objeto la discriminación y el oprobio de Otro ser humano.
Hay que comprender que no se elige en la vida ser blanco o negro, europeo o latino, africano o indígena, alto o bajo, sabio o torpe, la naturaleza dota a los seres humanos de sus cualidades por una suerte de azar. Entender esto nos puede facilitar aceptar las diferencias entre los seres humanos. Desde el momento de la concepción somos iguales entre sí, nosotros no elegimos con que vamos a estar dotados al llegar a este mundo, ya el molde de nuestra existencia nos es dado por gracia divina o por la naturaleza, dependiendo de la creencia que tengamos. Y créanme suponer que un ser nace superior a otro, es negar también nuestra propia condición humana. Es por ello que YO apelo al humanismo, NO más racismo, porque las Vidas Negras si Importan (Black Lives Matter).
Postdata. ¡Espero que esta locura del racismo de Trump dure poco, ya sólo falta dos meses para que salga de la presidencia! ¡Carajo pero que cuatro años tan largo los de Donald!
Jorge Alfonso Cabas, Jorge Cabas es Escritor, Novelista y Cuentista, Poeta, Filósofo, Ensayista y Defensor de Derechos Humanos.
Foto tomada de: El País
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