La gran potencia económica, política y militar del siglo XXI
Militarmente, ya lo era a finales del siglo pasado. Económicamente, lo es desde 2005. Políticamente, acaba de convertirse en protagonista incontestable.
Ahora bien, a mi entender, no se trata de una potencia regional al uso y, además, carece de «patio trasero»1. Su expansión ha sido de tipo «radial», es decir, en todas direcciones, y de manera muy distinta a la de otras grandes potencias.
¿Cómo ha sido posible un desarrollo tan exitoso? Sin duda, el azar y la improvisación han tenido muy poco que ver. Sí, la idiosincrasia china, centrada en pensar a largo plazo.
En efecto, su calculada planificación llega hasta 2050 y se ha basado en un aumento sostenido del crecimiento en el interior y una enorme expansión en el exterior.
Dos economías paralelas
Según un informe del Council of Foreign Relations2, es su objetivo.
La consolidación de la economía interior le ha permitido estar protegida de la presión internacional. La economía exterior, utilizar la dependencia de otros países para aumentar su influencia internacional.
Uno de los instrumentos de dicha expansión exterior ha sido la reapertura y readaptación de la «ruta de la seda»3. Desde 2013, ha pasado a denominarse «Iniciativa de la Franja y de la Ruta» (IFR o BRI por sus siglas en inglés).
Ahora bien, la expansión en comercio e inversiones extranjeras empezó una década antes: a principios del presente siglo.
Iniciativas expansionistas
Después de la IFR o BRI, han llegado otras, como «Hecho en China 2025» (MIC4 2025). Su objetivo, expandir a nivel mundial sus avances tecnológicos.
Los apoyos del gobierno han sido lo suficientemente poderosos como para superar a los competidores en varios campos: automóviles eléctricos, tecnologías de la información, telecomunicaciones, robótica, inteligencia artificial…
A causa de una política industrial tan agresiva, aumentaron los recelos de los países competidores, sobre todo de Estados Unidos (EEUU), que acusó a China de obstruir sectores estratégicos estadounidenses y violar las normas del comercio internacional. De poco le ha servido: cada vez hay más países en el planeta que dependen de China.
La estabilidad interna
Gracias a su expansión externa, el gobierno ha podido gestionar con éxito las crisis internas del capitalismo chino, cuyos objetivos prioritarios han sido: asegurar el pleno empleo y mejorar la calidad de vida del pueblo.
China empezó con el «Todo a Cien» y ya ha llegado a «Todo de calidad y de tecnología punta». Veremos dónde está el límite…
Los frutos de la estabilidad interior y la expansión exterior
Además del afianzamiento militar, convertirse en una presencia imprescindible en el planeta le ha permitido conseguir el máximo objetivo geopolítico al que toda gran potencia aspira.
Según datos del Fondo Monetario Internacional (FMI), la penetración china no ha dejado de crecer entre 2000 y 2017, ya que las inversiones directas chinas ascendieron a 1,1 billones de dólares. Contabilizar a Hong Kong, supondría el doble: 2,2 billones de dólares.
En cuanto a la base de datos de la Unión Europea (UE), en 2017, los activos de sus empresas estaban controlados por inversores chinos y superaban los dos billones de euros, de los que 1,7 correspondían al Reino Unido5 y 0,2 a los Países Bajos.
Estas inversiones han sido posibles gracias al tamaño de su población (1.410 millones de personas en 2020) y el gran crecimiento de su PIB en las primeras décadas del presente siglo (13,8% anual frente al 4,3% anual del resto del mundo). Han pasado, pues, de un billón de dólares de PIB en 2000 a 14 billones en 2019.
Con el capital conseguido, el gobierno chino ha podido combatir la pobreza interior y conquistar territorios exteriores ricos en las materias primas que necesita para mantener su crecimiento y una mayor demanda de la población.
Una nueva diplomacia
El gran despliegue chino a nivel mundial le ha dado un inmenso poder sobre el presente y el futuro de muchos países, cuya enorme deuda económica se beneficia de las inversiones chinas. De ese modo, se convierten en aliados del gigante asiático en política exterior y seguridad. Las votaciones a favor de China en la ONU son una muestra.
Se trata de una diplomacia distinta a la conocida hasta ahora, basada en factores financieros, comerciales, productivos, diplomáticos y culturales. Ha conseguido así que su influencia abarque a casi todo el continente asiático, Rusia, gran parte de África y América Latina.
Aunque no forma parte del Comité de Ayuda al Desarrollo (CAD), que agrupa a los principales países donantes del planeta, ha creado su propia agencia de ayuda al desarrollo, regida por pautas muy diferentes. Si bien su importe es opaco y muy inferior a los créditos que concede.
Las inversiones Chinas en el exterior
Se centran en crear grandes infraestructuras (puertos, aeropuertos, carreteras, autopistas, centrales eléctricas, oleoductos, presas, ferrocarriles…) mediante préstamos que conceden los cuatro grandes bancos públicos chinos: Industrial & Commercial Bank of China, China Construction Bank Corporation, Bank of China y China Development Bank. Sus activos suman 16,5 billones de dólares.
No se trata de ayudas gratuitas, sino de préstamos que alivian las deudas de los países y se ganan adhesiones políticas. Con todo, no hay renegociaciones de la deuda; por eso, sus contratos son muy firmes. Como banco, es el prestamista ideal, porque sus créditos no dependen de la buena gobernanza, el respeto a los derechos humanos, las condiciones laborales, el impacto sobre el medio ambiente o la calidad democrática.
Dos son los aspectos negativos de dicha política: su «baja calidad democrática» y que ha habido impagos y protestas sociales por haber concedido créditos a gobiernos corruptos, autócratas y cleptómanos.
«Iniciativa de la Franja y de la Ruta»
Tiene su epicentro en las zonas industriales y portuarias de China y está formada por seis corredores terrestres y un extenso corredor marítimo.
Hay tres corredores terrestres que siguen los puntos cardinales. El primero pasa por Indochina; el segundo va al Índico pasando por Bangladesh y la India; el tercero es el pakistaní, desde donde se acerca al mar Arábigo y el mar Rojo.
Los tres terminan en la ruta marítima que recorre Asia y África oriental para dirigirse al canal de Suez y a Europa a través del Mediterráneo con el puerto griego del Pireo como centro y del cual es su absoluto propietario. Desde allí, parten varias líneas ferroviarias hacia Europa.
El corredor marítimo explica las grandes inversiones chinas en puertos tan variados como Sri Lanka, Maldivas, Bangladesh, Myanmar y Kenia. Su enlace con África pasa por Kenia y llega a Sudáfrica. De Pakistán partirá el cable de fibra óptica que estará bajo las aguas del Cuerno de África para dirigirse a África oriental y Europa.
La influencia comercial va acompañada de influencia política, sobre todo en los países por los que pasan esos corredores. Por eso, el gobierno chino ha colaborado en la pacificación de varios conflictos del Cuerno de África como forma de asegurar el paso de sus buques por el mar Rojo.
De los tres corredores terrestres restantes, uno va a Rusia desde el norte de China y es su principal beneficiaria, aunque no le hace gracia que China pueda controlar sus «patios traseros». El otro corredor atraviesa la región euroasiática, con Kazajstán como primera parada antes de llegar a Rusia, lo que lo convierte en socio preferente, pues junto con el Tíbet es muy rico en recursos naturales. Este corredor proporciona a China el acceso al petróleo de Kazajstán, el gas del Turkmenistán y los hidrocarburos de Irán. El último corredor tiene proyección de futuro y es el que se dirige hacia Turquía para terminar en Europa.
La China «reconstructora»
Algunas de esas rutas conectan el Índico con el Mediterráneo. Por ello, está muy interesada en controlar el Canal de Suez, pues por allí pasan muchos buques chinos.
El corredor terrestre que pasa por Afganistán, Irán, Iraq y Siria es importante para China; por eso quiere buenas relaciones con Egipto y Siria. De hecho, ha incorporado a este segundo país en 2022 a la «Ruta de la Seda» y podría beneficiarse de las ayudas chinas para su reconstrucción.
China se ha convertido de ese modo en una «reconstructora» de países que han sufrido conflictos armados6.
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1 Basándose en el significado primitivo del término, que es el área o vecindario circundante en el que uno reside, la expresión «patrio trasero de EEUU» se refiere al área dentro de la cual EEUU, como «propietario» ha afirmado algún derecho de propiedad o ha buscado limitar la influencia externa. Este término se refiere al área dentro de la cual las acciones del enemigo o las potencias en competencia podrían temer verse provocadas.
2 https://ecfr.eu/special/power-atlas
3 Sus inicios se remontan a dos milenios atrás.
4 Made in China.
5 En aquel momento, Reino Unido todavía formaba parte de la UE.
6 El presente artículo se ha basado en el libro de Vicenç Fisas Hegemonías, bloques y potencias en el siglo XXI. Editorial Los libros de la Catarata.
Pepa Úbeda
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