Las tesis y argumentos de Uprimny
- Uprimny destaca que el asunto central es que “las democracias de hoy no terminan debido a que son asesinadas súbitamente por enemigos externos, como un golpe militar, como sucedió con la democracia chilena en 1973 o por la agresión de un Estado totalitario, como aconteció con la III República Francesa, destruida en 1940, por la invasión nazi”. Se trata aquí de “enemigos externos”, sin que quede muy claro a que se refiere con externos en el caso chileno, acaso los militares, capitalistas, políticos, etc., ¿no hacían parte de la sociedad chilena? Pero ahora, nos dice, las democracias no acaban de manera súbita ni por factores externos: “su muerte es lenta, al punto de que a veces no es fácil decir cuando ocurre; y su muerte es obra de enemigos internos y no de asaltantes externos”
- ¿Cuáles son los enemigos internos? a) “el populismo que invoca el apoyo de las mayorías para destruir los controles horizontales, como la independencia judicial, que son elementos esenciales del Estado de derecho, que a su vez es una condición necesaria para que subsista una democracia digna de ese nombre”; b) “el mesianismo político de quienes sienten tener una tarea tan importante para cumplir que deben actuar libres de cualquier atadura jurídica”; c) “el neoliberalismo que rompe las solidaridades sociales, las cuales son esenciales a la cohesión y que provoca además un incremento extremo de las desigualdades económicas que mina la democracia”.
- Sobre la relación entre la economía y la democracia, además de la mención al neoliberalismo, presenta una cita muy reveladora de Rousseau quien afirmó que para que la democracia subsista es indispensable que “ningún ciudadano sea tan rico como para poder comprar a otro, ni ninguno tan pobre como para que se vea obligado a venderse”. Maravillosa frase.
- Pero lo interesante es que esta amenaza no tiene color político, pues a veces los ataques vienen de la derecha y a veces de la izquierda. Menciona ejemplos de democracias erosionadas o muertas, como la venezolana, por parte de la izquierda, o la húngara por parte de la derecha.
- Finalmente afirma que una de las grandes dificultades para combatir a estos enemigos internos de la democracia es que usan el lenguaje y los instrumentos democráticos, como las elecciones para minar la democracia.
La democracia un acto de fe
La existencia de la democracia es una especie de acto de fe, un supuesto indiscutido que no amerita mayores explicaciones; lo que se discute usualmente es su grado de desarrollo, sus fallas o defectos. Pero no hay evidencia alguna de que en ningún país capitalista exista o haya existido democracia si se entiende esto por un gobierno del pueblo o gobierno de las clases trabajadoras o de la gran mayoría de la población.
Es común entre los analistas referirse a la democracia sin situarla en el marco del modo de producción o formaciones económico sociales específicas, separando en el pensamiento la forma de gobierno de la estructura económica y social. Tanto en una sociedad capitalista como una sociedad socialista existen formas de gobierno determinadas y estas formas pueden ser “democráticas” o no, y además dentro de las formas “democráticas” pueden tener diversos grados de desarrollo.
Uprimny tiende a abordar este análisis desligado del contexto, pero le resulta imposible hacerlo del todo, y en el artículo menciona dos hechos que atentan contra la “democracia” y pueden hacerla perecer. Por un lado, basándose en Todorov[3], señala que uno de los enemigos de la democracia es el neoliberalismo, por dos razones: a) porque rompe las solidaridades sociales, que son esenciales a la cohesión, y b) porque provoca un incremento extremo de las desigualdades económicas.
No resulta claro por qué se refiere solo al neoliberalismo y no al sistema capitalista. Este se caracteriza por ser una sociedad basada en la competencia y no en la solidaridad, en la medida en que está organizada a partir de unidades privadas que producen con destino al mercado sin coordinación ni planeación previa y buscando cada cual su propio interés, a costo del de los demás. Los capitalistas compiten entre si y en dicha lucha los perdedores quiebran y salen del mercado o se ven sometidos a condiciones gravosas por parte de sus hermanos más poderosos; los trabajadores compiten también por la obtención de puestos de trabajo y mayores ingresos. Realmente no hay solidaridad ni cohesión de principio en el capitalismo, todo lo contrario; puede ser que el neoliberalismo exacerbe esto, pero es una característica inherente del capitalismo.
De otra parte, el capitalismo se basa en una relación entre capitalistas -propietarios del dinero y los medios de producción- y trabajadores asalariados, donde la ganancia de los primeros se hace a costa del trabajo y del salario de los segundos. Se trata de una cohesión basada en la explotación y no en la solidaridad; para los capitalistas los trabajadores asalariados no son seres humanos, son un costo laboral que hay que reducir. Pero además, el capitalismo acorrala y conduce a la disolución de los campesinos y pequeños productores, no es solo la modalidad neoliberal de la política económica dentro del capitalismo.
De otra parte, un tema más de fondo es el de las desigualdades económicas que minan la democracia. No hace falta ser marxista para darse cuenta que en una sociedad donde el 1% concentra el 20% del ingreso y el 40% de la riqueza, dicho 1% controla también los medios de comunicación, los partidos, los procedimientos electorales y el aparato del Estado. Pero para Uprimny se trata solamente de que mina la democracia cuando en la práctica lo que ocurre de fondo es una dictadura de los capitalistas, disfrazada con algunas prácticas aparentemente democráticas.
La supuesta igualdad de los ciudadanos es desmentida por la realidad del capitalismo y no solo del neoliberalismo, dado que no solo en las desigualdades económicas están las diferencias de ingreso, sino la desigualdad estructural, que hace que la mayoría se vea obligada a trabajar para otros en las condiciones que éstos pongan. Lo cual nos lleva a la cita de Rousseau que menciona Uprimny como de pasada pero que es fundamental; según dicha cita no es posible que exista democracia en el capitalismo dado que en Colombia hay menos de 1 millón de ciudadanos tan ricos que pueden comprar la fuerza de trabajo de 10 millones, o visto de otra forma, hay 10 millones de pobres -en el sentido de que no son propietarios de medios de producción- que están obligados a venderse en el mercado laboral permanentemente. Y esto no ocurre solo dentro del neoliberalismo sino dentro del capitalismo.
Estamos tan acostumbrados a creer ciegamente en la democracia y a no profundizar en su conocimiento real, que no vemos cómo lo que existe es una forma moderna y sofisticada de esclavitud y servidumbre. Pero Uprimny, a pesar de esta frase lapidaria que el mismo trae a colación, sigue creyendo que dentro del capitalismo hay democracia, pero que está amenazada, y de muerte, por el populismo, el mesianismo y el neoliberalismo. En el caso de las sociedades capitalistas tanto el populismo como el mesianismo son pro capitalistas, no buscan en ningún momento suprimir el capitalismo, por el contrario, en buena medida buscan reforzarlo. Venezuela mencionada como un ejemplo de supresión de la democracia por parte de la izquierda es también un país capitalista, a pesar del “socialismo del siglo XXI”, dado que realmente no se conformó en ningún momento una sociedad socialista. El debate sobre la democracia socialista habría que darlo con respecto a la situación de otros países como Cuba.
Finalmente, la referencia a la desaparición o muerte de la democracia por una dictadura tampoco debería desligarse del contexto económico y social. En el caso chileno se trata de una dictadura surgida en un país capitalista como reacción a la posibilidad del paso al socialismo; en el caso de Francia se trata de la invasión de un país capitalista totalitario.
Mantener acríticamente el supuesto de la existencia de la democracia es continuar sosteniendo un engaño, consciente o inconsciente, sobre la naturaleza del modo de producción capitalista y sus formas de gobierno. El capitalismo puede funcionar con dictaduras o con procedimientos que garantizan ciertas condiciones de mayor pluralidad y competencia política, pero todos estos elementos son limitados y restringidos y en el momento en que puedan ser aprovechados por las clases trabajadoras y sus partidos políticos en su beneficio y sobre todo en la perspectiva de avanzar hacia el socialismo, la reacción capitalista es radical y violenta, como lo prueba, entre otros ejemplos, el caso del golpe militar a Salvador Allende en Chile.
Retomando la idea final de Uprimny podríamos señalar que una de las grandes dificultades para comprender la inexistencia de la democracia en el capitalismo y en particular en Colombia, es que el sistema político utiliza un lenguaje e instrumentos democráticos: división de poderes, elecciones frecuentes, libertad de expresión, etc. Pero cuando se mira el contenido de todos estos elementos democráticos se encuentra siempre que están en manos de los poderes económicos capitalistas. En la práctica en Colombia existe una dictadura de la burguesía o de los capitalistas, que consiste en que una clase dominante concentra todo el poder y reprime los derechos humanos y las libertades individuales de todos aquellos que se le oponen, aunque esta represión no tome la forma abierta de una toma del gobierno por los militares sino que se realice en forma encubierta, a cuenta gotas, recurriendo a fuerzas paramilitares y oscuras.
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Alberto Maldonado Copello
Foto obtenida de: https://sipse.com/
[1] Uprimny, Rodrigo, “Los enemigos de la democracia”, El Espectador, Domingo 20 de octubre, página 49.
[2] Título de un libro de Tzvetan Todorov que Uprimny utiliza como referencia para su artículo.
[3] https://laasociacion.files.wordpress.com/2016/08/todorov-tzvetan-los-enemigos-intimos-de-la-democracia-pdf.pdf
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