“La democracia comienza en el momento –que llega después de mucho luchar– en que los adversarios se convencen que el intento de suprimir al otro es mucho más onerosos que convivir con él”. Robert A Dahl[1]
Vivimos y morimos extraviados en una especie de laberinto y espejismo democrático. Sería objeto de una investigación mitológica, condenada al fracaso, definir el momento exacto en que entramos y nos perdimos en este laberinto infernal. Incluso, para algunos privilegiados, que viven muy bien, cómodos y seguros en su interior, tal laberinto no existe. Seguramente porque la realidad nacional es un laberinto repleto de espejos deformantes que nos impiden reconocernos y cuenta con pasajes secretos y puertas giratorias[2] que conducen a muy pocos a disfrutar las glorias celestiales de la abundancia. Mientras otros, un poco más numerosos, merodean en los pasillos del poder y se encuentran en medio de un limbo con aspiraciones de llegar al cielo de la abundancia estatal, aunque viven siempre al borde de caer en el purgatorio del desempleo y la iliquidez. La mayoría deambula sin rumbo por sus calles y plazas, huyendo de la pobreza, la exclusión y la inedia, como en el mismo infierno. Es casi imposible precisar la fecha exacta en que se empezó a construir tan escabroso laberinto por ser una obra en la que han intervenido varias generaciones. Además, al extraviarse sus planos originales en una de sus tantas reformas, las generaciones actuales perdimos la memoria y deambulamos desorientados en su interior. Chocamos los unos contra los otros y ocurren frecuentes levantamientos y estampidas para salir y huir rápidamente del opresivo laberinto. Eclosiones sociales que siempre dejan innumerables víctimas mortales y desaparecidos sin rastro alguno, como sucedió en el paro nacional del 2021[3]. Por eso cada día el laberinto es más tenebroso y dado el cúmulo de reformas realizadas, desde estructurales hasta ornamentales, hoy no sabemos en dónde estamos y mucho menos cómo podemos salir de su interior.
El espejismo Constituyente del 91
La última gran reforma, precedida de un “bienvenidos al futuro”, se realizó en 1991 y diseñó amplios aposentos que todavía permanecen cerrados a cal y canto para la mayoría. Aposentos que tienen rimbombantes nombres: “Estado Social de derecho”[4], “Derecho a la Vida”[5], “Desarrollo de la personalidad”[6], “Libertad e Igualdad ante la ley[7]”, “Derechos fundamentales de los niños[8]”, “Salud”[9], “Vivienda digna[10]”, “Educación[11]”, “propiedad privada, solidaria y asociativa”[12] y “Paz[13]”, entre muchos otros, sin los cuales la democracia es un espejismo. No obstante, hace poco una Comisión para el esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la no Repetición entregó un informe final[14] que dice contener las claves precisas para desentrañar los múltiples recovecos del laberinto y empezar, entre todos y todas, a salir del mismo y construir una casa democrática donde nadie se sienta extraño, se extravié o termine siendo desplazado, secuestrado, desaparecido, confinado o asesinado.
Los materiales del laberinto
Entre esas claves se destacan los materiales con los cuales se ha construido durante más de medio siglo el actual laberinto electofáctico[15]. Materiales que es imperioso empezar a desechar: el clasismo, el racismo, el maniqueísmo que nos divide entre “ciudadanos de bien” enfrentados a muerte contra los del mal, el machismo misógino y feminicida y el sectarismo político criminal que no cesa de engendrar victimarios impunes y víctimas irredentas, cuyas identidades se intercalan generacionalmente. Los primeros, cometiendo crímenes de Estado en nombre de la democracia y las segundas, perpetrando delitos de lesa humanidad reivindicando la justicia social. Con tan deleznables materiales se ha formado una amalgama sangrienta y sólida, casi indestructible, que es la materia prima de las paredes, los tabiques secretos y los monumentos institucionales del actual intrincado y laberintico espejismo democrático. Algunos valientes y osados, junto a mujeres indómitas y rebeldes, han ingresado al laberinto para intentar derruirlo y desmontar esa amalgama de ignominia. Pero se han extraviado o han sido devorados por un insaciable Minotauro[16] que se alimenta de la codicia y la explotación, devorando a quienes osan desafiarlo. Hacen parte de una pléyade de víctimas egregias y de millones de anónimas que fueron arrastradas por la vorágine de la violencia política y social que se prolonga hasta nuestros días. En memoria y reconocimiento de todas ellas se consagró el 9 de abril como el día de las víctimas. El día en que fue asesinado en 1948 Jorge Eliécer Gaitán, quien sin duda estuvo muy cerca de derrotar al monstruoso Minotauro y rescatar a Colombia del laberinto de la violencia política y las exclusiones económicas, sociales y culturales que todavía hacen parte del régimen que alimenta ese cruel monstruo. Un monstruo astuto que se oculta y protege en aposentos y pasillos supuestamente democráticos. En Congresos, ministerios, alcaldías y gobernaciones. En su célebre “Oración por la Paz”[17], pronunciada el 7 de febrero de 1948, Gaitán nos dejó la clave para salir del laberinto, al dirigirse al presidente conservador Mariano Ospina Pérez en los siguientes términos: “Señor presidente: No os reclamamos tesis económicas o políticas. Apenas os pedimos que nuestra patria no siga por caminos que nos avergüenzan ante propios y extraños. ¡Os pedimos tesis de piedad y de civilización! Señor presidente: Os pedimos cosa sencilla para la cual están de más los discursos. Os pedimos que cese la persecución de las autoridades y así os lo pide esta inmensa muchedumbre. Pedimos pequeña cosa y gran cosa: que las luchas políticas se desarrollen por cauces de constitucionalidad”. Han transcurrido 76 años y todavía no escuchamos, ni comprendemos y menos acatamos estas palabras, que nos habrían evitado millones de víctimas y la degradación moral e insensibilidad social en que estamos extraviados. “Que las luchas políticas se desarrollen por cauces de constitucionalidad” es el hilo de Ariadna[18] que nos puede sacar de este laberinto para empezar a convivir democráticamente en paz.
No busquemos un Teseo liberador y justiciero
Nunca saldremos de este confuso y letal laberinto en el que todos estamos extraviados si seguimos esperando un héroe providencial, como el mítico príncipe Teseo del laberinto de Creta[19], que aparezca y elimine a nuestro Minotauro y nos rescate del oprobio. Tales figuras mitológicas no existen en la vida política real. Ella es mucho más intrincada que el laberinto de Creta y está llena de monstruos más tenebrosos y sanguinarios que el mismo Minotauro. En la actualidad tenemos ejemplos paradigmáticos en muchos lugares. Desde el civilizado Norte, la culta Europa, la legendaria Rusia, la inconmensurable China, la arrasada Tierra Santa, hasta llegar a nuestro Sur profundo. Son legión los impostores de Teseo en la extrema derecha, en el centro “democrático” y en la extrema izquierda política. Están plenamente convencidos que sin ellos no hay salvación política para sus pueblos, incluso para la humanidad. Por eso, sin ningún cargo de conciencia, cortan las cabezas de quienes los contradicen o los eliminan de la competencia política si se oponen a sus designios. No vale la pena nombrarlos, todos los conocemos, aunque tomen el rostro del Teseo liberador. Cada uno, en el laberinto político que gobiernan, son peores que el mismo Minotauro, pues cometen sus crimines con total impunidad y el beneplácito de todos sus seguidores.
Mirémonos al espejo
Más valdría que nos interrogáramos sobre los riesgos que corremos de ser seducidos por esos falsos Teseos, con sus discursos salvíficos de supuesta superioridad moral. Que todos nos miráramos en el espejo de nuestros prejuicios y certezas. Por ejemplo, quienes desde la derecha enarbolan la bandera del Estado de derecho para cubrir con ella sus intocables privilegios. Entonan loas por los medios masivos de comunicación a la institucionalidad del laberinto y llaman a defender a sangre y fuego una democracia de “ciudadanos de bien”. Ciudadanos bien indolentes, cívicos y cínicos, que descalifican como mamertos a quienes no comparten sus ideas sobre la seguridad, la justicia y la prosperidad. Para esos “ciudadanos de bien” solo es válida su justicia, seguridad y prosperidad, que algunos denominan “justicia por mano propia”, aunque ella sea ejecutada por la larga y difusa mano de las autodefensas, frentes y hasta redes privadas de seguridad, cuando no por miembros de la Fuerza Pública aupados por un falso patriotismo. Pero también para quienes desde la izquierda se extravían en la promoción y defensa de una democracia maximalista, que cava profundas y pugnaces trincheras al plantearse objetivos inalcanzables en el breve período de cuatro años en todos los ámbitos de la vida nacional. Empezando por la vida política con la “Paz Total” y continuando con la social y su decena de reformas estructurales en trance legislativo: Salud, Laboral, Pensional, Educativa, Justicia y Penitenciaria, Energética, Política, Sometimiento a la Justicia y Agraria. Reformas que corren el riesgo de ser bloqueadas por una oposición más empeñada en deslegitimar y juzgar al Ejecutivo, que en tramitarlas y votarlas. Con semejante desmesura, este gobierno no podrá avanzar hacia una salida del laberinto, siguiendo el hilo de Ariadna de los acuerdos y las reformas sociales más urgentes y vitales, extendiendo así a todo el territorio nacional la paz política vislumbrada en el 2016 y ya casi sepultada. Puede sucederle todo lo contrario y abrir una nueva Caja de Pandora[20] constituyente, de la que incluso desaparezca la esperanza, con consecuencias impredecibles si persiste en ese desvarío constituyente en medio de tantos Minotauros amenazantes y violentos que se disputan a muerte las economías ilegales, los bienes públicos y devoran a quienes se les opongan. Convendría que todos tuviéramos en cuenta, empezando por el gobierno y la oposición, la sentencia de Robert A Dahl: “La democracia comienza en el momento –que llega después de mucho luchar– en que los adversarios se convencen que el intento de suprimir al otro es mucho más oneroso que convivir con él”. Quizás así podremos salir algún día de este terrible laberinto con sus pasajes clandestinos y mortales espejismos democráticos. Un laberinto en que vivimos y morimos atrapados desde hace mucho más de medio siglo, siempre empecinados en eliminar política, física y culturalmente al adversario, convirtiéndonos en millones de minotauros.
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[1] https://es.wikipedia.org/wiki/Robert_Alan_Dahl
2] https://cuestionpublica.com/puertas-giratorias-salud-colombia/
3] https://es.wikipedia.org/wiki/Anexo:Fallecidos_durante_las_protestas_en_Colombia_de_2021
4] https://www.constitucioncolombia.com/titulo-1/capitulo-0/articulo-1
5] https://www.constitucioncolombia.com/titulo-2/capitulo-1/articulo-11
6] https://www.constitucioncolombia.com/titulo-2/capitulo-1/articulo-16
7] https://www.constitucioncolombia.com/titulo-2/capitulo-1/articulo-13
8] https://www.constitucioncolombia.com/titulo-2/capitulo-2/articulo-44
9] https://www.constitucioncolombia.com/titulo-2/capitulo-2/articulo-49
10] https://www.constitucioncolombia.com/titulo-2/capitulo-2/articulo-51
11] https://www.constitucioncolombia.com/titulo-2/capitulo-2/articulo-67
12] https://www.constitucioncolombia.com/titulo-2/capitulo-2/articulo-58
13] https://www.constitucioncolombia.com/titulo-2/capitulo-1/articulo-22
14] https://www.comisiondelaverdad.co/
[15]https://web.archive.org/web/20180502210517/http://revistas.javerianacali.edu.co/index.php/perspectivasinternacionales/article/viewFile/785/1319
16] https://es.wikipedia.org/wiki/Minotauro
17] https://centrodememoriahistorica.gov.co/oracion-por-la-paz-por-jorge-eliecer-gaitan/
18] https://es.wikipedia.org/wiki/Ariadna
19] https://es.wikipedia.org/wiki/Laberinto_de_Creta
[20] https://es.wikipedia.org/wiki/Caja_de_Pandora
Hernando Llano Ángel.
Foto tomada de: El Heraldo
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