El primero es la «visibilidad», escasamente utilizada por los segundos en España. Mientras los populistas de derechas llegan a la mayoría de la población, los políticos de izquierdas parecen incapaces de convencerla, tanto personalmente como a través de las redes sociales, estén en el poder o en la oposición. Consecuencia de esa «invisibilidad» es la pérdida de electores, pues ignoran sus logros y dejan de votarles, y la desconexión entre políticos y vecindario.
La vergüenza es uno de los motivos que conducen al político progresista a no difundir entre la ciudadanía los éxitos conseguidos y los retos superados, pues su publicitación le parece una expresión de arrogancia, y suponen que, en algún momento, sus votantes descubrirán sus avances, ya que parten de la premisa de que el pueblo se interesa activamente por la política y por lo que hacen los políticos a quienes han votado. Sin embargo, es una hipótesis falsa y desatinada porque, generalmente, nuestras creencias acerca de los demás se basan tan solo en nosotros mismos y parecemos incapaces de captar que no todo el mundo se involucra en política del mismo modo. Ciertamente, solo una reducida proporción de sujetos lo hace de forma activa.
Junto a la fobia por divulgar sus resultados, está la defensa irracional de la «humildad», que los seguidores de la «ideología verde» consideran una auténtica virtud «moral». Su temor a «presumir» es, además, el resultado de un extremismo basado en un «todo o nada» que no admite ni matices ni gradaciones. Pretenden con ello también alejarse al máximo de los políticos conservadores, quienes no muestran ningún reparo en mostrar sus logros, sean ciertos o no, y repetirlos hasta la saciedad. Entre ambas posturas extremas, podrían optar por transmitir una información sobria y honesta que ni oculta ni exagera, y que la población tiene derecho a conocer.
La invisibilidad también es consecuencia del miedo a las críticas del propio partido o a los ataques del adversario político. Podría superarse con un asesoramiento adecuado para contrarrestar rápidamente la inseguridad personal de algunos políticos y activistas.
Asimismo, la zona de confort en que se mueven muchos «verdes» debería mejorar. Villena es ejemplar en ese sentido, puesto que es la única ciudad española donde un partido verde lleva gobernando tres legislaturas seguidas. En 2015 consiguieron la mayoría absoluta tras visitar a todas las asociaciones villenenses en campaña electoral. Por el contrario, los partidos progresistas no suelen acercarse ni siquiera a las asociaciones próximas ideológicamente.
Algo parecido les ocurre a las activistas de género. Por motivos sociales —ambientes masculinizados que ocupan el espacio femenino— y personales —falta de seguridad y empoderamiento—, las mujeres suelen ser invisibles. Es frecuente que callen lo que piensan al considerar que es poco importante. Sin embargo, cuando un hombre exterioriza lo que ellas pensaban, se preguntan irritadas y frustradas por qué no han tenido el valor de hacerlo. Tanto mujeres como políticos y activistas verdes deberían revalorizar sus opiniones expresando sus ideas para ocupar el espacio que les corresponde.
¿Cómo podría el movimiento verde mejorar su presencia en las instituciones?
Varias son las vías de actuación: sustituir su rol de activistas por el de políticos para consolidarse en el área institucional; aprender a montar campañas electorales y asumir el trabajo que comporta; neutralizar sus desatinadas ideas acerca del funcionamiento de la política1; ejercitar habilidades para negociar en las coaliciones; emplear el funcionamiento «horizontal»; aplicar nuevos modelos de liderazgo2 preparando a personas con cualidades de líder que motiven a la ciudadanía para convertirla en seguidora; restarle poder a nuestra tradición cultural —basada en la enseñanza académica, la acumulación de conocimientos y el desarrollo tecnológico— y dárselo al desarrollo de habilidades o capacidades y actitudes, muy reducido a causa del desconocimiento de nuestras emociones.
Un ejemplo de prácticas erróneas el trato informativo acerca de la acumulación de gases de efecto invernadero —una de cuyas desastrosas consecuencias es el incremento de la temperatura y la desertización y migraciones masivas consiguientes—, que pasa desapercibid0 para la mayoría de la población y de la militancia verde, porque determinadas actitudes, la carencia de capacidades operativas y ciertas disposiciones personales frenan la expansión ecologista. Y, como decía Solón de Atenas3, «si quieres gobernar a los demás, debes aprender a gobernarte a ti mismo».
Por ello, a pesar de poseer los Verdes un amplio conocimiento en legislación medioambiental, referencias científicas, cambio climático y deterioro de la diversidad, su falta de habilidades y actitudes pertinentes es exageradamente elevada.
Centrémonos en sus habilidades comunicativas. Por un lado, los Verdes se equivocan y mucho cuando creen que la población cuenta con información suficiente y comprende perfectamente los informes técnicos. Por el otro, están impregnados de tales «frenos mentales», que les resulta muy difícil adquirir «talentos» comunicativos. Se comprobó al aplicar el «efecto Dunning-Kruger»4 a su habilidad comunicativa. Son muy pocos los activistas y políticos con los conocimientos y habilidades necesarias para impactar en el auditorio. Eso les incapacita para evaluarse correctamente y decir que ya saben lo suficiente.
Lo mismo se podría aplicar a la medición del grado de empoderamiento que poseemos sin las herramientas experienciales necesarias, y de poco servirá si se queda en un mero concepto teórico que, por cierto, surgió al constatar que había personas capaces de llevar a cabo acciones efectivas en situaciones adversas o complicadas. Por eso, es más importante saber cómo se desarrolla, mejora su capacidad de acción y se aprende a fomentar que hablar tanto de él.
En cualquier caso, la medición de competencias deber partir del hecho experiencial —que muy pocas personas saben utilizar—, no del teórico, puesto que la capacidad de actuación no pertenece al ámbito intelectual.
Una vez adquirida la conciencia de las premisas apuntadas, convendría centrarse en los pasos a seguir para alcanzar los logros proyectados.
El primero es asumir que las habilidades y actitudes comunicativas no suelen desarrollarse espontáneamente, si bien existen metodologías actuales que nos ayudan a adquirirlas. Es el caso del DBM®5, que empezó a desarrollarse a finales de los 1990. Asimismo, deben sustituirse los imaginarios de los movimientos verdes potenciando una reflexión que cambie nuestra manera de percibir y estar en el mundo. Finalmente, es idóneo formarse en disciplinas experienciales6 para fomentar habilidades y actitudes, porque la formación no es tan solo sinónimo de preparación, ya que hay acciones que solo se aprenden de forma experiencial, como montar en bicicleta, nadar, escalar… Con todo, continúan existiendo activistas y políticos que creen que dicha formación es esotérica —efectivamente, algunas lo son— y que manejan conceptos incomprensibles; pero solo hasta que empezamos a integrarlos. Si bien es cierto, como en tantos otros ámbitos, que hay «pseudoprofesionales» que «venden humo» en el terreno de la formación experiencial, en nuestra mano está identificar a aquellos expertos competentes y honestos. Después, se tratará de integrar las competencias aprendidas practicando, disfrutando del aprendizaje y pensando en cómo aplicarlo a los ámbitos que nos interesan. No olvidemos que hay muchas áreas donde aplicar la negociación, diseñar estrategias, escuchar proactivamente, adquirir habilidades de moderación de grupos, provocar cambios organizacionales y crear grupos eficaces de acogida de nuevos afiliados. Lo que ya no nos podemos permitir es tener herramientas excelentes para fomentar organizaciones verdes potentes que frenen el cambio climático y no utilizarlas.
¿Qué podemos ganar desarrollando habilidades y actitudes?
Empecemos con un ejemplo: un diputado verde tenía que hablar en el Parlamento Valenciano7 de las prospecciones petrolíferas en el Golfo de Valencia. Como era biólogo, quería enfocarlo basándose en la protección de la fauna marina, la conservación de las praderas de posidonia y otros argumentos similares. Carles Porcel8, asesor suyo, le sugirió que incluyese el argumento económico y utilizó el hundimiento de la plataforma Deepwater Horizon en el Golfo de México, que contaminó unos mil kilómetros de costa con la ruina consiguiente del medio ambiente y las desastrosas consecuencias que tuvo para la pesca y el turismo. El turismo tiene un peso enorme en la Comunidad Valenciana y, aunque el PP9 tenía la mayoría absoluta en les «Corts Valencianes»10, votó contra las prospecciones petrolíferas, ya que, si hubiese votado a favor y hubiese habido un vertido de petróleo, la industria turística se habría hundido y sus votantes habrían perseguido a dicho partido. En cambio, si nuestro diputado lo hubiese defendido en el ámbito de la conservación de la naturaleza, posiblemente el PP habría votado a favor de las prospecciones.
Uno de los «beneficios» de adquirir habilidades es el plus personal para activistas y políticos que se sienten tan inseguros al hablar en público que no lo hacen o se ponen nerviosas al hacerlo y reproducen ideas poco estructuradas o con demasiados matices. La adquisición de habilidades facilita la emisión de mensajes sintéticos, claros e impactantes. Se podría aplicar también a mujeres que quiere ocupar el espacio que les corresponde —a veces, a pesar de algunos hombres— y potencian su liderazgo y competencias políticas.
Con todo, en el caso que nos ocupa, el «beneficio» más importante sería utilizar dichas habilidades y actitudes para frenar el cambio climático. Ante tantos retos y obstáculos, necesitamos todos los recursos disponibles para construir el mundo que queremos. Si nos implicamos en dichas disciplinas —a nivel grupal e individual—, incidiremos con mucho mayor impacto en la sociedad y la haremos más justa y equilibrada. Es un camino óptimo para que nuestros valores «verdes» calen sólidamente, transformen los sistemas de producción a fin de que sean más limpios y sostenibles y haya una redistribución cabal de la riqueza.
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1 La lectura del documento «Cuestionar mitos para avanzar electoralmente» podría ayudarles.
2 Son modelos que nada tienen que ver con el tradicional «persona que manda». Consisten en colaborar con la militancia, visibilizar al partido, dinamizar e ilusionar a militantes y votantes, y comunicar el ideario verde para que la gente capte su importancia. Se trata de sustituir al líder único que «salva» al partido por el «multiliderazgo», basado en varias personas como referentes.
De acuerdo con Ralph Nader, expresidente del Partido Verde estadounidense, la función del nuevo liderazgo es producir más líderes, no más seguidores.
3 Legislador griego que vivió entre 638 y 559 a.C.
4 Se refiere a una autovaloración errónea. Se utilizó en una encuesta llevada a cabo en los EEUU entre conductores de vehículos. El 80% se autocalificó de «muy hábil» —por encima de la media—, lo cual es estadísticamente imposible. Sin embargo, las personas realmente competentes se infravaloraron, porque creían que su nivel era similar al de todo el mundo y, en consecuencia, no se incluyeron como competentes.
5 Developmental Behavioural Modelling es una metodología que proporciona habilidades de modelado conductual aplicables cualquier situación. Se emplean para identificar las necesidades específicas de la situación y crear respuestas que encajen con circunstancias particulares en vez de aplicar una solución empaquetada. Se trata de una aproximación muy práctica.
6 Relacionados con la propia experiencia.
7 Parlamento del gobierno federal o autonómico de la Comunidad Valenciana.
8 Responsable de la información de este artículo. Es experto en psicoterapia y formación de grupos de desarrollo personal, profesional y comunicativo. Formó parte de la Comisión de Educación Medioambiental de Acció Ecologista-Agró en el ámbito comunicativo y fue militante de EQUO. A partir de 2000, se ha centrado en movimientos sociales, tales como «el movimiento verde».
9 Partido Popular, partido ultraconservador español.
10 Las Cortes Valencianas: ver nota 6.
Pepa Úbeda
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