Las perspectivas de que los demócratas mantengan la Cámara de Representantes y el Senado después de las elecciones de 2022 se consideran de modo universal escasas, y desde las elecciones de la semana pasada, “escasas” es decirlo suavemente.
Pero hasta que punto son escasas depende de que los demócratas promulguen el proyecto de ley Build Back Better, cuyo periodo de gestación ya está batiendo marcas, y de que llamen al orden a los republicanos por oponerse a sus detalles y a los del proyecto de ley de infraestructuras que el Congreso promulgó la semana pasada. También depende de otra serie de factores -el estado de la economía y la pandemia de aquí a un año, o de que los republicanos nominen a tipos del estilo de Larry Elder [presentador de radio y político afroamericano republicano derrotado estrepitosamente en la recusación del gobernador demócrata de California] en las primarias del próximo año, etc., cosas sobre los que los demócratas no tienen ningún control efectivo. Lo que sí pueden controlar los demócratas es su mensaje sobre aspectos concretos ampliamente populares que habrán llevado a la práctica si aprueban los dos proyectos de ley de la agenda económica de Biden, sobre todo la cerrada oposición de los republicanos a algunos aspectos concretos, como la reducción de los precios de los medicamentos, el hacer asequible la atención infantil e ir eliminando baches. El único factor aparte relacionado con las elecciones que pueden controlar es la aprobación del proyecto de ley sobre el derecho al voto, que reduciría el “gerrymandering” [fraue y manipulación electoral] de los republicanos, las leyes de supresión del voto y la legislación que permite a las asambleas legislativas [de los estados] anular los resultados de las elecciones. Eso, por supuesto, requiere que persuadan al dúo DINOmico (Democratas In Name Only, es decir, demócratas sólo de nombre) de [Joe] Manchin y [Kyrsten] Sinema para que suspendan el filibusterismo cuando el proyecto de ley sobre derecho al voto se presente en el Senado.
Eso, sin embargo, no es cuestión de mensajes, ni tampoco confiamos en absoluto en que se pueda convencer a M&S de que los derechos de voto son más fundamentales para la democracia estadounidense que la preservación del filibusterismo. Sin embargo, atacar a los republicanos por su oposición a reformas que son muy populares en todo el espectro político, entra dentro de la capacidad de los demócratas.
Tal vez.
Hasta la fecha, tanto la Casa Blanca como los demócratas del Congreso se han mostrado en gran medida incapaces de poner de relieve de qué manera satisface su legislación necesidades públicas profundas. Los republicanos (y los opositores DINO al proyecto de ley BBB) se han centrado casi exclusivamente en la etiqueta del precio de la legislación, mientras que los demócratas han fracasado en gran medida a la hora de desglosar sus detalles, que serían populares si alguien los conociera. Con la única excepción de Bernie Sanders, cuyo énfasis en las posibles ampliaciones de Medicare y el ahorro en el precio de los medicamentos parece haber calado, ningún demócrata ha impulsado eficazmente una disposición concreta en la conciencia pública (dejando aparte la substancia de su política -que apoyo por completo-, Sanders es una especie de genio de la mensajería).
Una vez que los demócratas promulguen el proyecto de ley Build Back Better (que tenemos que esperar que no se reduzca a una cáscara desnuda), será más fácil que los demócratas lleguen al nivel de Sanders, algo que debería constituir la mitad de sus mensajes. La otra mitad consistirá en el ataque implacable a los republicanos por oponerse a los detalles del proyecto de ley. Y sospecho que será más fácil hacerlo con el proyecto de ley Build Back Better que con el proyecto de ley de infraestructuras, porque algunas de las disposiciones del BBB estarán en funcionamiento a la vista del público antes que las mejoras de puentes y aeropuertos e incluso de carreteras que permitirá el proyecto de ley de infraestructuras. Los días en que los proyectos de obras públicas del New Deal -principalmente, la WPA [Works Progress Administration]- daban trabajo a millones de estadounidenses en pocas semanas han quedado atrás. La mayoría de esos norteamericanos manejaban literalmente pico y pala; la construcción de hoy requiere más habilidades y tiempos de preparación más prolongados que los de la década de 1930.
Algunas partes del proyecto de ley Build Back Better tardarán años también en ponerse en marcha. La creación de un jardín de infancia universal para niños de tres y cuatro años llevará algunos años hasta que la pongan en marcha los distritos escolares. Sin embargo, otras partes del proyecto de ley -la reducción del límite de lo que los ancianos deben pagar por los medicamentos a 2.000 dólares, el crédito fiscal para los niños y las disposiciones públicas para hacer asequible la atención infantil- pueden activarse más rápidamente. Tienen que activarse si los demócratas quieren tener un mensaje eficaz en 2022 y, lo que es más, en 2024.
La presidenta Pelosi, cuyas credenciales de política espabilada son indiscutibles, entiende todo esto. Ya ha destacado un mensaje que los republicanos de la Cámara de Representantes tuitearon [“Votar por el proyecto de ley de infraestructuras de los demócratas es votar por su lista de deseos socialista. Los norteamericanos no lo olvidarán”], oponiéndose al proyecto de ley de infraestructuras como socialismo, antes de que se lo pensaran mejor [lo borraron 17 minutos después de enviarlo el 5 de noviembre]:
Sin duda, los republicanos insistirán en sus polémicas de guerra cultural en las próximas elecciones, polémicas que los demócratas rara vez consiguen rebatir con éxito. Ahora mismo, sin embargo, su fracaso en la guerra cultural parece ser el gigante que se cierne sobre todas las previsiones electorales para 2022. Sin embargo, al igual que John Paul Jones, aún no han “empezado a luchar” en su propio terreno: su apoyo, y la oposición de los republicanos a algunas necesidades muy concretas que habrán resuelto para beneficio del electorado. En este momento, están sobre la lona, pero la cuenta atrás no se acerca a diez.
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