En este sistema injusto que vivimos, explotador, contaminante y asesino, la alternatividad va de puntillas para no hacer mayores ruidos hacia el logro de los cargos de representavidad, dentro de lo que se vende como una sociedad democrática. Para estos escenarios clasistas, la manipulada figura no deja de ser un comodín, que revive cada vez que las crisis en los países capitalistas afloran y el grueso de la opinión pública vuelca su mirada buscando salvadores. La gran discusión sobre cuál debería ser la mejor forma de enfrentar al establecimiento tradicional desde la orilla opuesta, no desde el centro, contiene una dañina relación dicotómica que ha sumido a muchos pueblos subdesarrollados, al vaivén de las coyunturas políticas. El depositar todas las esperanzas en sujetos políticos, cuando de lo que se trata es de darle el protagonismo necesario y suficiente al conjunto de la sociedad, es estar apostando siempre a la ruleta de la fortuna o de la desgracia; en el ejercicio de las contiendas votantes, las personas y su carisma o su hoja de vida, va estableciendo un sino de imprescindibilidad que encasilla a la opinión pública con las figuras renombradas, dado que afanosamente se está buscando soluciones a sus problemas. La contraposición a ese medio ambiente eleccionario de individuos,as,es, se hace válida en el fortalecimiento de procesos transformadores populares estratégicos e integrales, que se fundamenten en la posibilidad de mantener una línea política constante, y expresen una verdadera correspondencia de igualdad, justicia y equidad de la población; (a lo sumo, que las diferencias contengan criterios éticos, humanistas y solidarios hacia la satisfacción de las necesidades personales y del colectivo).
Algunos de los ejemplos de este riesgoso camino del personaje único e infaltable, los encontramos en notorias experiencias electorales nacionales e internacionales. Los que llegaron al Palacio de Liévano de Bogotá o en las ciudades capitales colombianas como líderes alternativos a la política tradicional, fueron sucedidos a su vez por posturas de derecha y de centro, que realinearon la estructura del sistema hacia el favorecimiento de la jactanciosa economía de los grupos de poder; los programas sociales fueron recortados o suspendidos y el manejo de la administración se reencaminó por la doctrina neoliberal en la administración de lo público. Con los casos presidencialistas en Latinoamérica de igual forma se explica la debilidad que tienen las relucientes mariposas frente a sus depredadores o la llamativa flor de un día; en Brasil luego del líder obrero y la ex-insurgente urbana, fue instalado en la Casa de Planalto un gobierno militarista y de ultraderecha que los encarcela y los diezma humana y políticamente; en Ecuador luego del economista y académico, llegó al Palacio de Carondelet por la anuencia de éste, un desleal y esbirro escudero que reinstaló las concesiones económicas a sus amos del norte y le empujó a vivir en su otro país; en Argentina luego de los abogados peronistas, dirigió la Casa Rosada el millonario pro-europeo, devoto y juicioso alumno de la banca internacional; en Bolivia luego del líder indígena, el Palacio Quemado fue reabierto por una presentadora de televisión que en alianza con los militares, lo avasalló con un golpe de Estado y lo desterró al asilo; en Uruguay luego del rebelde Tupamaro y el Frente Nacional, la Residencia Presidencial de Suárez y Reyes gira a una coalición multicolor nacionalista como reflejo de las alternancias del poder; en el Salvador luego de los representantes del FMLN, la Casa Presidencial alberga un empresario y exmilitante del Farabundo, a quien se le señala de autoritario; En Cuba el comandante se demoró demasiado en transferir el mando para el Palacio de la Revolución en la insigne patria; en Venezuela la muerte del ex-militar revolucionario, generó un relevo urgente para el Palacio de Miraflores en el valiente suelo; En Nicaragua la Casa de los Pueblos debería recibir otros sandinistas diferentes a sus líderes históricos. Haber saboreado estos espacios de poder por la izquierda, fue y ha sido un suceso importante para conocer sus dulces y amargos ingredientes. La excepción en estas experiencias de jefaturas oficiales estará representada por un ser de otro mundo, diría Silvio; el gran Che Guevara como inspirador o acompañante entre otros mártires de las causas nobles, sacrificó la figuración personal y los cargos gubernamentales, por la reivindicación de los procesos y la dignidad de los pueblos del mundo -Un Animal de Galaxia-.
No basta la elocuencia, su historia personal y los conocimientos que algunos,as,es poseen como parte de sus cualidades innatas y que despliegan a la hora de argumentar en un debate, redactando contenidos programáticos de una campaña electoral o en la ejecutoria de funciones públicas. Para que perviva la sociedad del bienestar de todos, emancipada de los anclajes del sistema tradicional, se requiere de un proyecto político popular autosuficiente en su desarrollo socio-económico y en su conducción. Un proceso transformador que comprometa al conjunto de la sociedad, independientemente a la eventualidad de la presencia de individuos; que en su conjunto sepa leer y confrontar las crisis económicas y financieras, las políticas globalizadoras del mercado, los cambios ambientales generadores de tragedias naturales y humanas, y todo lo que provoca el aumento de las desigualdades, pobreza extrema, exclusión social y la negación de los derechos fundamentales y colectivos; sociedades instruidas, dignas e integrales que enaltezcan los valores universales de la paz con justicia social, la dignidad, la igualdad y la no discriminación.
Oscar Amaury Ardila Guevara
Foto tomada de: El Tiempo
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