En primer lugar, la ministra Muhamad reiteró la importancia de rematar la tarea de la COP16 en Roma en los últimos días de este mes. No cabe duda que hay que finalizarla, entendiendo el nuevo marco geopolítico mundial. Será mucho más difícil avanzar en el fondo de daños y pérdidas puesto que Europa enfrenta el reto de sustracción de recursos de USA en la OTAN en el marco de un nacionalismo creciente; pero más importante aún, la visión predominante está cambiando brutalmente; el recorte presupuestal de los Estados Unidos, que se manifiesta inicialmente con la disminución abrupta de los fondos de USAID y la afectación de otras entidades como el NHI y la EPA indican que tanto la ciencia y el conocimiento como el compromiso ambiental están a la baja en la nación más poderosa del planeta y por tanto debemos concentrarnos en nuestros propios recursos, también sujetos a limitaciones presupuestales muy fuertes, aunque el Fondo de la Vida y la Biodiversidad y las regalías ambientales de Ciencia y Tecnología deben jugar un papel más estratégico y sobre todo más ágil y transparente. Una de las limitaciones más fuertes de recursos es precisamente la de la lentitud en la toma de decisiones. La ministra debe terminar la tarea de la COP 16 reconociendo las limitaciones propias de este mecanismo y enfatizar en las alianzas SUR-SUR y con los países que compartan nuestra visión. Es terminar de “cuajar la gelatina” como dice la ministra Muhamad.
En segundo lugar, la COP 30 en Brasil, el próximo noviembre, en la cual se trata precisamente de lograr conectar realmente la pérdida de biodiversidad con el cambio climático. Es allá, en noviembre, en Belém do Pará, en donde nuestros países tendrán que abocar con profundidad y decisión la creación de un frente conjunto, que tendrá muy posiblemente que diverger de los canales y patrones convencionales de las COP porque necesitamos avanzar a otro ritmo, con otra intensidad frente al nuevo escenario ya mencionado: frente al “Drill, Baby, Drill” la opción real tiene tres componentes: 1) el ahorro y uso eficiente de la energía, que todavía tiene enormes posibilidades y responsabilidades dentro del esquema actual en Colombia; 2) las energías alternativas y renovables, que afortunadamente están acelerando pero que exigen una responsabilidad alta en la minería requerida para avanzar en esa transición energética, que debe romper la dinámica tradicional de países exportadores de materia prima y volvernos una nación que agrega valor real en sus exportaciones; los conflictos locales relacionados con la minería indican la sobrevivencia de un modelo centralista, sectorialista e inequitativo que no logra un ordenamiento territorial consultado con las poblaciones locales ni respetuoso de las demás riquezas territoriales; y 3) el cambio cultural de la sociedad, que requiere una reconcepción radical del enfoque de consumo y producción: ¿necesitamos todo lo que creemos necesitar para vivir mejor? O ¿hemos generado unas necesidades que responden a una propaganda engañosa tanto en las metas como en las consecuencias?; esto tiene respuestas diferentes en los distintos países y sociedades y debemos trabajar más esa discusión en el mediano plazo. En el marco de la COP 30 , la seguridad alimentaria cobra una importancia vital hacia el futuro y debe ser uno de los temas prioritarios, con la consabida discusión del problema profundo de los agroquímicos y sus efectos y riesgos, así como de los transgénicos frente a la agroecología; se estima que hoy una tonelada de abono nitrogenado requiere 10 toneladas de energía fósil, aunque se está utilizando cada vez más “energía verde” eólica y solar para trasformar el nitrógeno aéreo en una sustancia para aplicar al suelo; el escenario de la COP30 debe trascender el campo de las energías fósiles, sobre los cuales hay que lograr establecer mejores metas de disminución, para abordar con más compromiso el cambio de los alimentos , así como de sus sistemas y tecnologías de producción; la producción de proteína de insectos y vegetal debe tomar enorme relevancia frente al aumento de consumo de carne bovina, para ir reduciendo el tamaño de los animales, potenciando el cultivo de proteína e incorporando otras opciones como las microalgas y los hongos. Colombia debe llegar a la COP30 con un entendimiento más amplio de la energía, en el cual la energía fósil es sólo una de las expresiones y el papel de la naturaleza juega un papel mucho más protagónico; hemos repetido en varios artículos en esta grata y prestigiosa revista los hallazgos del equipo de Robert Costanza, que nos recuerda que la naturaleza aporta casi el doble de la humanidad al PIB anual mundial. Si profundizaramos este interesante ejercicio que iniciaron Costanza y su equipo, podríamos encontrar que es mucho más que eso. Estamos muy atrasados en el estudio de la Economía Ecológica, que recoge todos estos temas.
En tercer lugar, la deforestación de la Amazonía, que sin lugar a dudas será un tema en la COP30, pero necesita trascender mucho más allá. Es necesario entender mucho más profundamente por parte de todos los colombianos la dimensión del problema y sus consecuencias. Si bien en el año 2023 se tuvo la cifra más baja en los últimos 23 años, en cambio en el 2024 aumentó la deforestación para situarse en el cuarto lugar más bajo durante esos 24 años del siglo 21. Es urgente, obligatorio redoblar los esfuerzos que deja la administración Muhamad, de frenar la deforestación amazónica, que rindieron tan buenos frutos en el 2023 y que ciertamente sufrieron un descenso en el 2024 por la acción aleve de las disidencias de las FARC para sabotear tanto el proceso de paz como la COP 16, desconociendo la paz con la naturaleza como un factor de concertación que abre los caminos de acuerdos más amplios. Se dice que la ganaderización es el problema, pero en realidad es un síntoma de algo mucho más profundo, que es la lucha por el control territorial de vastas zonas de la amazonia por parte de los actores violentos nacionales e internacionales, con el propósito de lavado de activos y dominio de rutas y poblaciones; bajo esta realidad subyace la dinámica histórica de haber enviado a los campesinos en proyectos de colonización hacia la amazonia lejana, para evitar afrontar la reforma agraria cuando otros países de la región lo hicieron de alguna manera.
En el caso de Colombia, el avance hacia sistemas agrosilvopastoriles de ganadería regenerativa cobra gran importancia para la protección de microcuencas, de los suelos, de la cobertura natural y de la liberación de áreas hoy en gran conflicto de uso del suelo para que cumplan su real función protectora y productora correcta y para liberar suelos y zonas que podrían recibir actores campesinos que garanticen mayor seguridad alimentaria y la restauración ecosistémica estratégica que requerimos en la región andina y caribe por ejemplo. Necesitamos acelerar la regeneración y restauración como estrategias de adaptación y mitigación y por ello el fondo de la vida y la biodiversidad debe incorporar más fuertemente la financiación y apoyo a todas estas estrategias. “conservar paga”, los núcleos de desarrollo forestal con madera certificada internacionalmente producida comunitariamente y otros programas con campesinos como las reservas campesinas son experiencias que deben continuar y crecer,
El trabajo coordinado con la comisión nacional de deforestación y delitos ambientales , con la fiscalía y con el ministerio de agricultura, que inició sistemáticamente la administración Muhamad debe consolidarse y ampliarse con las demás entidades pertinentes, para que la presencia del Estado no sea fraccionada y esporádica y porque adquirió dimensiones mucho más constructivas al poblar la acción ministerial ambiental con los campesinos e indígenas con figuras reales y efectivas que acogieron y apropiaron los habitantes de la amazonia. Se estableció una tendencia descendente de la deforestación hasta el punto que podría afirmarse que el gobierno Petro pasaría a la historia del siglo 21 como el de menos deforestación promedio. No podemos olvidar que nos comprometidos a reforestar 753 mil hectáreas a 2026 y para ello, necesitamos llamar a todos los colombianos, de manera responsable, para aumentar la cifra actual que es baja, aún con las excelentes experiencias de recuperación de ecosistemas, muchos de ellos relacionados con ciénagas y humedales, principalmente con asociaciones de mujeres. El Fondo para la Vida, que está despegando, pero presenta dificultades de procedimiento tiene y debe agilizar y potenciar sus capacidades, pues tendría para el 2026 cuatro (4) billones de recursos, que provienen principalmente del impuesto al carbono que ayudamos a concretar desde el 2016 y se hizo realidad en 2016 pero con muchos obstáculos, desviaciones y dificultades.
Necesitamos abordar a fondo el tema de los “ríos voladores” de la amazonia, que está llegando al “punto de no retorno” ecosistémico. Necesitamos sentarnos con Bogotá y hacerlo parte de la estrategia de lucha contra la deforestación amazónica en una función pedagógica y política para que los bogotanos sepamos que estamos haciendo mas que el ahorro obligado del agua. La agenda de la ministra Muhamad en los territorios fue intensa y abierta en la relación con los líderes locales de defensa de sus territorios en la dimensión ambiental, aún con la realidad de ser el país con más asesinatos de líderes ambientales, que aumentó significativamente en 2024, especialmente en Cauca y Nariño, con las resistencias indígenas que enfrentaron la lucha entre el Estado y las disidencias. Guaviare, Caquetá y sur del Meta, fueron los más afectados en la posible interrupción de iniciativas tan valiosas y construidas colectivamente como los núcleos de desarrollo forestal, pago por servicios ambientales, derechos territoriales de los campesinos en núcleos de desarrollo forestal campesino; los acuerdos de conservación con 16 mil familias campesinas, que cuentan con una asignación económica importante para 13 núcleos tienen que finalizarse exitosamente. La producción ganadera con trazabilidad de origen es otra de las propuestas, pero necesitamos que las certificaciones incluyan constancia que su producción fue sustentable con sistemas agrosilvopastoriles; el buen Instituto Sinchi, que se está ampliando como servicio forestal, crea el Estado desde el territorio con la misma gente para reemplazar la ganadería por actividades productivas basadas en la cosecha del bosque y ese es el camino. No cabe duda que la jurisdicción agraria, sobre cuyo proyecto de ley se pronunció un grupo de ambientalistas, debe contribuir a fortalecer la visión ambiental y no debilitarla, pero debe reconocerse que la capacidad y competencia de la ministra de Agricultura son garantía en esta dirección; el acuerdo de Escazú y la comprensión masiva de los grandes retos del siglo 21 no solo ambientales sino sociales, culturales, políticos y económicos deben llevarse a los niños y jóvenes con estrategias como las de los circos temáticos “la alegría de ser parte de la Naturaleza” que probamos con éxito en Yumbo en la COP 16, contando e informando todos los anteriores puntos.
Otro tema crucial es el de la minería, especialmente la del oro, que ha causado varios conflictos locales en Santander y Antioquia; la delimitación de áreas temporales de reserva por dos años en áreas de traslape entre zonas de reserva forestal y concesiones mineras, como es el caso de Santurbán, para evaluar su impacto ambiental requieren un enfoque mucho más dinámico en el cual se integren dos factores fundamentales: 1) la eliminación total del mercurio y del cianuro como elementos en la extracción del oro, puesto que además de que se cuenta con claridad absoluta del daño que causan y no se requieren mas actualizaciones de los diagnósticos (en Sucre, llegan a Sincelejo 2 mil personas para tratamiento de diálisis por los daños ya causados), sino actuar de manera innovadora y alternativa: el SGC, servicio geológico colombiano cuenta ya con 16 protocolos en diferentes regiones del país, acordados con las comunidades de extractores de oro, que demuestran que se puede obtener más oro si no se usan estos elementos: Se puede llegar al 85% de captación frente al 46% promedio con mercurio o cianuro y se eliminan los efectos gravísimos. Quien suceda a la ministra Muhamad alcanza a lanzar una campaña masiva, como un acuerdo de Paz Parcial, que acojan todos los actores porque todos se benefician, divulgando masivamente dichas tecnologías que están disponibles y al alcance económico de quienes se ocupan de la minería de oro actual. El avance en protección de la biodiversidad y de la salud humana sería mayúsculo. Alcanzamos en 18 meses a intentarlo y lograrlo. Con estrategia, con realismo y con iniciativa con organizaciones no gubernamentales, asociaciones campesinas mineras y todos los actores en una acción que trascienda y contribuya a la paz total que requiera más tiempo. Hay que trabajar mucho más con el ministerio de Minas y Energía y con las CARs sobre este tema, en una perspectiva de entender este esfuerzo como un primer paso hacia la formalización y legalización, que sirva en las conversaciones de paz.
Finalmente, no debemos olvidar que el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, con la ANLA, tienen el reto de convencer, asociar y comprometer a todos los sectores públicos y privados del nivel nacional, departamental y municipal, de integrar la dimensión de la sustentabilidad en la profundidad requerida; hay discusiones pendientes en ese sentido, con la prolongación de la avenida Boyacá con Bogotá, la ampliación de la autopista norte con Mintransporte, la autorización del pozo Komodo I y la agilización real de la viabilidad ambiental de la colectora de la Guajira con el ministerio de Energía, que merecen asignar la mejor gente para evaluar a fondo, con rigurosidad científica, sin dogmatismos innecesarios y sobre todo con visión alternativa y amplia del futuro complejo, incierto, veloz y ansioso que es el siglo 21. La persona que reemplace a la ministra Muhamad debe estar dispuesta a construir sobre lo construido mejorándolo y ampliándolo para que todo el país se beneficie y el mundo sepa que Colombia es realmente una potencia de la Vida y la Esperanza. Colombia tiene futuro con las mujeres y los jóvenes , aunque algunos de ellos tengamos unos pocos años más que los demás.
Carlos Hildebrando Fonseca Zárate
Foto tomada de: Cambio Colombia
Excelente artículo. Felicitaciones Carlos H Fonseca.