Una tarde de domingo, hace unas semanas, disfrutábamos de una buena comida en casa de un amigo español, Santiago, y de su pareja Carolina, colombiana. Nos encontrábamos allí doce personas, en paridad de mujeres y hombres. Un grupo en el que era fácil percibir la afinidad con lo que de forma general llamamos la izquierda. Después de un rodeo largo, metidos en conversaciones desligadas de la vida pública, nos abrimos al diálogo político cuando, alguien del grupo, soltó la pregunta ¿quién piensan ustedes debe ser el candidato de la izquierda que remplace a Petro en el gobierno? Y me miró a la espera de una respuesta. En ese momento dije, espontáneamente, que antes que un hombre, debía ser una mujer la candidata y que antes qué pensar en una debemos tener una lista de diez mujeres que lideraran el proceso del cambio de gobierno. Por supuesto, deben ser de izquierda, afirmé.
A la pregunta de que entendía por “ser de izquierda” contesté que ser: Feminista, Pacifista y Ecologista. Una propuesta disruptiva en un país patriarcal, guerrerista y extractivista. Pensé, no recuerdo si lo expresé, que las diez mujeres deberían incorporar un principio perdido hoy en día en la cultura política.: la comunicación honesta, como el cimiento sobre el cual se debe establecer todo el proceso. La comunicación entendida como el alma misma del posible proceso, como una movilización cultural permanente e intensa desde ahora. Como un proceso de resistencia lingüística que se opone de forma radical al relato normalizador de la estupidez.
Es la lucha frontal contra la mentira. Contra el mentiroso como el peor enemigo del país y la mentira como el arma más eficaz utilizada en la política electoral. Estamos montados en una fábrica de mentiras. En las campañas políticas reina alegremente lo que Umberto Eco llamó Maquina del fango, enlodar al contrincante político hasta que llegue a ser considerado un enemigo de la patria y un peligro para la economía. La máquina del fango es creada en elecciones y en caso de derrota, continúa en operación durante el gobierno que triunfa y es manipulada por el que sale derrotado: Su propósito no es otro que la desestabilización.
Esa conversación dominical es el origen de este texto, ensayo, provocación, panfleto 0 invitación a liberar a la izquierda de las taras propias; muchas veces contagiadas de forma eficaz por la misma derecha, en ese extremo en donde se toca una con otra y se fertilizan: La rabia, la desesperanza, el miedo.
Todos sabemos que este país es el país de las paradojas: De los triunfos impredecibles y las derrotas inesperadas, de las bonanzas periódicas y las desigualdades permanentes, del amor por la patria y el desprecio por los pueblos sumidos en la pobreza, del amor intenso por la vida y la terca e histórica presencia de la muerte violenta; de la existencia de territorios locales dominados por dictaduras violentas y un poder central que canta alegre el estribillo paradójico de Libertad y Orden, La existencia de una izquierda armada que derrotó los ideales políticos de la propia izquierda y la de una izquierda democrática que llegó al poder por elección y que descubre de forma inesperada la paradoja mayor y contra la cual lucha: estar en el gobierno sin tener el poder.
Está claro, al día de hoy, que las dinámicas culturales, sociales y políticas han abierto el espectro más allá de la dicotomía izquierda derecha, raíz de una polarización inútil y torpe. Una dicotomía ajena a la cultura política cambiante y diversa en las formas de pensar, organizarse y actuar. Son, mucho antes, que organizaciones políticas tradicionales, partidos políticos, sindicatos, son movimientos que se alimentan del entusiasmo y activismo de sus miembros. Lideran causas que no están atrapadas en la dicotomía derecha izquierda y están articulados a los grupos que desde otras partes del planeta comparten las mismas luchas.
También se acepta, en la esencia misma de estos movimientos que, ante el dominio por parte de las elites de los medios de comunicación tradicionales, el proceso de ocupación de la RED, la construcción de espacios propios de información, acción, comunicación y el uso de dispositivos tecnológicos y aplicaciones al alcance de todas, ha ido reconfigurando el activismo dotándolo de una fuerza que nunca antes había tenido.
Podría afirmar que la red ya es un medio de comunicación masivo que rompió el dominio de la televisión, la prensa escrita y la radio. Cambio el sentido mismo del periodismo, amplió la capacidad de análisis, las fuentes de información, las posibilidades de comparación, y claro, también la cobertura y la lecturabilidad de columnas, crónicas, reportajes. Ya no es posible participar en política sin hacerlo en las redes.
II
Cuatro grandes monstruos han agobiado al Estado colombiano desde su nacimiento. Lo han perseguido y penetrado hasta sus entrañas. Las han hecho trizas, las han esparcido por su territorio eliminando su fuerza, debilitándolo hasta el límite y logrando que la ciudadanía no lo reconozca.
Ni los políticos que lo cremaron lentamente, ni la ciudadanía que fue desconociéndolo como organización hasta asimilarlo al peor de los males, ni la institucionalidad que suponía administraba los tres poderes sirvieron como solución. Al contrario, se consolidó la normalización y supervivencia de esos cuatro monstruos como los personajes centrales de nuestro propio drama. Ellos son inseparables de nuestra historia:
La violencia, la corrupción, la ilegalidad y el narcotráfico contaminan el alma nacional y hacen de la realidad una secuencia histórica que mezcla y enlaza un monstruo con otro y fabrica la continua sucesión de crisis y escándalos que golpean la vida de la nación, del gobierno y la vida misma de quien gobierna. Transitar de un país agobiado por estos cuatro monstruos a uno libre de ellos es un objetivo que debe ser el horizonte de la izquierda en el poder.
Tres sentidos de fuerza y un gran catalizador político deben orientar esa movilización cultural de forma inteligente, razonable, al tiempo que disruptiva, localmente planetaria, rica en matices y disensos fértiles, transformadora de los lugares de muertes en oasis de optimismo. Una movilización social constructora de puentes, viaductos, túneles que nos unan contra todo lo que nos separa, y debe hacerlo desde el poder ciudadano, hoy mismo.
La construcción de esa movilización debe ser guiada por tres pilares fundamentales: el feminismo, el pacifismo y el ecologismo, con la comunicación como un potente catalizador de cambio. Debería aceptar que, si el siglo XIX fue el de la política, el XX de la economía, el XXI será el de la ecología, es esta la que alimentará de sensatez las próximas revoluciones, es decir, los cambios profundos. Somos una potencia de la vida, en tanto somos una rica y diversa ecosofía de la vida.
El feminismo es un movimiento social, político e ideológico, un sentido de vida al tiempo que es el motor de búsqueda de la igualdad de derechos y oportunidades entre mujeres y hombres. Entre niñas y niños, entre jóvenes y ancianos y ancianas. Entre pueblos, razas, formas de pensar. Centra su acción en cuestionar y eliminar las desigualdades basadas en el género, en raza, en el territorio, así como en promover la justicia en todas las esferas de la vida, incluyendo la política, la economía y la cultura. Es un movimiento cultural abierto con la mano izquierda y el corazón del mismo lado. Un cambio de paradigma político cultural para un tránsito de una patria militarista a una Matria pacifista.
El ecologismo es una corriente de pensamiento y acción, de lucha y resistencia por la protección y restauración de la naturaleza asfixiada por la acción del hombre, del poder neoliberal, autodestructivo. Se centra en la educación de conciencia crítica, la preservación y restauración de los ecosistemas naturales, la biodiversidad y la gestión responsable de la tierra, el suelo, el subsuelo, con el objetivo de asegurar la salud del planeta, la derrota del cambio climático y la supervivencia de generaciones futuras. Es un cambio del paradigma económico.
El pacifismo es una filosofía y movimiento político, eco social, feminista y ecologista que lucha radicalmente por la resolución de conflictos sin recurrir a la violencia. Las pacifistas, los pacifistas, promueven la paz, la justicia y la cooperación internacional como medios para abordar disputas y desafíos, rechazando el uso de la guerra y la violencia como métodos para lograr objetivos políticos. Un pacifismo antimilitarista, anti armamentista, defensor de los derechos humanos y de la objeción de conciencia. Un pacifismo que ve con buenos ojos una multilateralidad liderada por la sociedad civil, un pensamiento que considera que no es necesario matarse para tener la razón.
III
La ejecución y promoción activa de políticas feministas contribuye a la igualdad de género y es vinculante de todas las expresiones y acciones cuyo horizonte sea la igualdad. El camino pacifista defiende la resolución de conflictos a través del diálogo y la cooperación, priorizando la paz y la justicia social. El ecologismo busca integrar políticas sostenibles que protejan la naturaleza, el respeto por la vida de la especie, y de las otras especies.
Los tres adquieren fuerza si articulan los esfuerzos nacionales con las dinámicas internacionales. La continua interacción con lo internacional y planetario se facilita si somos reconocidos como un Estado pacífico, ecologista, feminista. No basta con decir que somos demócratas en un mundo en donde la democracia se ha vaciado de sentido ético.
Sabemos que el campo de batalla ha sido trasladado a la comunicación y no solo a los medios del poder. En esa estrategia es fácil reconocer lenguajes contrarios a la vida, a la justicia, a la igualdad, a la ecología, al feminismo. La comunicación es un arma que sutilmente y de forma estratégica ha sido utilizada para establecer un relato fácil de impulsar, en lo que ya conocemos, como una democracia emocional. Miedo, odio, desesperanza son emociones sembradas en muchas y muchos que decepcionados con la política y la economía se aferran a un salvavidas inflado con mentiras.
Somos conscientes que lo urgente exige una atención eficaz cuando se gobierna. Lograr las metas establecidas en el Plan de desarrollo Colombia Potencia mundial de la vida es un compromiso ético de inmensa responsabilidad. Los logros serán el lenguaje que debe alimentar la construcción de esa izquierda feminista, ecologista, pacifista. El Plan puede ser un primer paso para un gran salto al futuro. A la restauración de la vida y la esperanza, fundadas en logros, en transformaciones. Debemos demostrar que el cambio fue posible, pero sabemos que para hacerlo es bueno iniciar el camino del cambio individual.
El rompimiento con el egoísmo, la rotura de los pequeños círculos de un poder autodestructivo, creados desde el amiguismo y que opacan la labor honesta de muchas y muchos. Hacer trizas la tara de la cultura política tradicional, contagiada como virus y sustentada en dos principios enemigos de la inteligencia y padres del oportunismo patriarcal: aproveche mijito y no se deje mijo.
Debemos pensar con optimismo que culminaremos bien la tarea encomendada. Que dejaremos un mejor país y que lo entregaremos en las manos a mujer feminista, ecologista y pacifista. Que avance en la deconstrucción del patriarcalismo una malformación cultural enquistada en el poder, el Estado, la vida diaria.
La propuesta es crear un grupo de diez mujeres, a manera de un “tanque de pensamiento” o de un oasis de optimismo, para desde allí liderar, ellas mismas conectadas a la ciudadanía, una lucha frontal contra la difamación, la mentira, la vulgaridad, la violencia verbal, la chabacanería, el lugar común, la ordinariez, la trivialidad, el milienismo que inundará la comunicación política en las próximas elecciones.
Guillermo Solarte Lindo, Pacifistas sin fronteras, Director.
Foto tomada de: European Union
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