Neruda, en “Confieso que he Vivido”, al referirse a la madre patria, la identifica como: “España con su elegancia cruel”, al referirse a su fiesta brava, si las corralejas son herencia española, al criollizarse las corridas, eliminamos la elegancia pero diversificamos la crueldad, convirtiéndola en un caos donde en cada día de toro se ponen en riesgo las vidas de cientos de personas que de manera espontánea y en estado de alicoramiento y de otras sustancias psicoactivas ingresan al ruedo, si así puede llamarse, a fustigar los toros, exponiéndose a una cornada, de esta población salen la mayoría de heridos y muertos, la diversión y la alegría deviene en tragedia para muchas familias.
La otra parte de esta crueldad, la sufren los animales, numerosos jinetes y garrocheros con sus caballos se arriesgan, estos últimos, también son víctimas de cornadas que les ocasiona la muerte. Cuarenta toros se lidian en cada día de corraleja, sufriendo de manera inclemente de la acción del garrochero, el banderillero, manteros, los golpean con botellas, palos o garrotes, los puyan cuando se recuestan a la cerca y el hostigamiento permanente, completa el sufrimiento y calvario a que son sometidos los astados en este tipo de festividades.
El proceso de acumulación de capital a través de la tierra y el dinero, la aparición de una “población pobre y libre” no generó como en otras regiones, un desarrollo capitalista basado en el trabajo asalariado, la modernización productiva del agro y la agregación de valor, todo por el contrario, en nuestro medio y otros territorios costeños, sobrevivieron vestigios del viejo modelo señorial a través de la finca y explotación ganadera. El terrateniente o ganadero, no sólo obtuvo un amplio poder personal sobre los campesinos y sus familias, también el poder económico a partir de la tenencia de la tierra que le permitió controlar a toda la población allende a su emporio ganadero.
La finca ganadera, el pastoreo, genera una serie de relaciones basadas en la parentela, el compadrazgo y el favor personal que constituyen una red invisible de lealtades, fidelidad, dependencia y sometimiento de la población pobre ante el poder que significa la tierra y la riqueza personal del ganadero o terrateniente. Este poder se ha mantenido incólume a lo largo de nuestra historia y sobre todo desde la década de los cincuentas cuando la ganadería se convirtió en el eje articulador de la sociedad sucreña, por su reproducción ideológica, cultural y demográfica, obvio que hay cambios, pero aún “el blanco” o “don fulano”, como suele llamarse al ganadero, sigue teniendo peso en la vida social, económica y política.
La cultura corralejera, es una representación colectiva impuesta por los terratenientes para afianzar el dominio, legitimar la explotación económica y el control político sobre el pueblo, como símbolo de tradición. Ahora bien, es cierto que hoy la economía sucreña está liderada por el sector terciario; el comercio y los servicios, la producción agropecuaria ha perdido terreno en la configuración del PIB departamental, porque a partir de la apertura económica del presidente Gaviria, éste no se reconvirtió, nuestros ganaderos y terratenientes rentistas no se articularon al nuevo modelo de desarrollo de crecimiento hacia afuera y libre mercado, quedaron anclados en el pasado, generando el empleo de un cuidandero u ordeñador, sin ningún tipo de seguridad social, baja productividad y falta de modernización tecnológica.
Según el último censo agropecuario, Sucre posee 494.000 hectáreas de tierra aptas para uso agropecuario que corresponde al 65.4% de su superficie, de las cuales el 86,2%, 425.820 están dedicadas a pasto y ganadería extensiva, sólo el 13.8%, 68.200 hectáreas son para usos agrícolas, de las cuales 45.000 son usadas en cultivos. En consecuencia, parte del atraso que tenemos los sucreños se explica por el manejo rentista que tiene nuestra ruralidad con una explotación ganadera de baja productividad que además de extensiva es trashumante, en verano ante la falta de agua los ganaderos trasladan sus semovientes hacia la zona lacustre del departamento: la Mojana y parte del San Jorge, antes que invertir en pastos de corte, fuentes de agua, equipos, maquinaria y otros insumos.
En la estructura económica sucreña no predomina la ganadería, pero aún los terratenientes y ganaderos ejercen gran influencia en lo político y lo cultural, las corralejas por ejemplo y los gamonales que controlan el poder político, aunque parezca absurdo, es una realidad, se explica en que no podemos caer en el mecanicismo o determinismo económico en el sentido que a tal estructura corresponde de manera directa una superestructura (ideas, cultura, etc.) definida. Marx, en su Introducción a Contribución a la Crítica de la Economía Política, al plantear el tema de la formación social nos dice: “En todas las formas de sociedad, existe una determinada producción que asigna a todas las otras su correspondiente rango e influencia”, lo que quiere decir que ningún modo de producción se da puro, que en nuestro caso, pueden existir rezagos precapitalistas.
Los habitantes de la sabanas de Sucre, Córdoba y el viejo Bolívar de manera creativa convirtieron las bandas de guerra en bailables, así nacieron las bandas papayeras, las cuales por su estridencia y alta sonoridad fueron cooptadas por los ganaderos para amenizar sus fiestas, fandangos de pueblo y obvio las corralejas, muchas de sus piezas musicales están hechas para exaltar el poder de los ganaderos y terratenientes, sus fincas, toros o familiares. Existen en ritmo de porro cantao buenas melodías e interpretaciones como: El Toro Negro, Arturo García, El Arrancatetas y el Balay para mencionar algunos, que confluyen en el empoderamiento de los dueños de la tierra frente a la población pobre y desposeída.
De la finca ganadera como modelo de dominación económica, social y política surgieron los gamonales y caciques encargados de conducir los destinos públicos, en principio haciendo nombrar autoridades afines a sus intereses, eran los líderes naturales de los municipios con una clientela o población que los respaldaba, este poder lo heredaron a su descendencia. Los partidos políticos tradicionales, juegan un papel importante en la articulación del gamonal con el poder regional, nacional y con la alta dirigencia partidista, no obstante que también fueron agentes de violencia, desde la política, ocuparon cargos de nombramiento y elección popular, en Sucre existen muchos ejemplos que lo confirman y estoy seguro que en otros departamentos costeños también.
Para el caso de Sincelejo, como capital, las fiestas de corralejas han sido fuente de poder político además del económico. En la década de los setenta, un representante de una empresaria y ganadera familia; Jorge Luis Támara Olmos, fue nombrado presidente de las fiestas de corraleja del 20 de enero, al año siguiente hubo elecciones y su máxima propuesta de campaña fue: “Jorge Luis hizo la fiesta, vota por él”, efectivamente salió electo concejal. Con la tragedia de la caída de las corralejas en 1980, en pleno dolor por los cientos de víctimas, la ciudad amaneció un día llena de grafitis; “20 de enero, toros de Salim Guerra”, por tradición ese día pertenecía a los bravos de don Arturo Cumplido Sierra, al ser desplazado este último, por uno de los miembros de la familia Guerra Tulena, sus adversarios políticos no dudaron en pasarles la cuenta de cobro.
Después de seis años sin realizar corralejas, se pensaba que la sociedad sincelejana entraba en transición hacia la modernidad con otras formas de festividades avaladas socialmente, con menos riesgos para la vida humana y el sufrimiento animal. Sin embargo. El gobierno de Andrés Gómez contra viento y marea decide realizar de nuevo las fatídicas corralejas, en lo que significa un retroceso, un salto hacia atrás para esta colectividad humana y social, obvio estamos en un año electoral, político y los alcaldes llevan candidatos al congreso de la república, luego esta clase de festividades sirven para remozar la imagen del gobernante local y además son fuente de recursos para el financiamiento de la campaña, amarrar a todos los miembros del concejo para que apoyen determinada candidatura, se requiere de una buena pócima de mermelada.
La ciudad no posee una sola obra derivada de las corralejas, esos recursos no ingresan al fisco municipal, solo los de Imder-Sincelejo por espectáculos, conciertos. Todo por el contrario, los sincelejanos aún estamos pagando las millonarias indemnizaciones a los familiares de las 720 víctimas de la tragedia de 1980, porque ellas no se tragaron el cuento del gobernador de la época quien públicamente afirmó que “el único responsable era Dios”.
El actual es un negocio privado, donde al ente municipal asume los costos de movilización de más de tres mil policías, la preparación optima de urgencias hospitalarias dotadas de todos los equipos, insumos, ambulancias, personal médico y paramédico; lo público al servicio de los particulares, no hay tal reactivación económica en una actividad de corto tiempo, pasajera y los ingresos fuertes que genera no se reinvierten, se fugan, al pueblo le tiran un hueso, mientras que los empresarios y políticos se quedan con la carne pulpa. Las corralejas ya no son del pueblo, por su impacto negativo en vidas humanas y el sufrimiento animal deben abolirse, extirparse de por vida. No podemos ser felices y alegrarnos con el dolor y el sufrimiento de otros.
Bibliografía:
- Aguilera, Garavito José Fredy, Sincelejo, Ciudad Inclusiva y Moderna: Reto ciudadano y del Nuevo Gobierno Municipal, mimeo, junio de 2020.
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- Flas, Borda Orlando, Ante la Crisis del País, Ideas-Acción para el cambio, Retorno al Campo: Por Paz, Vida y Comida, El Ancora Editores, Bogotá 2003.
- González, González Fernán E, Poder y Violencia en Colombia, Colección Territorio, Poder y Conflicto, Cinep, Bogotá, 2015.
- Neruda, Pablo, RBA Editores, Barcelona, España 1974
José Fredy Aguilera Garavito
Foto tomada de: ENCOLOMBIA.COM
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