Su última columna[1] es una pequeña obra maestra de superficialidad. Veamos algunas de sus afirmaciones.
“No es solamente el presidente de quienes lo eligieron sino de todos los colombianos y para todos tendrá que trabajar.”
Este es un lugar común que no dice mucho en concreto. En un nivel muy general es cierto; esto lo dice la Constitución. Pero resulta que “todos los colombianos” no hacen parte de una comunidad con intereses homogéneos.
Si el gobierno Petro decide y logra aumentar sustancialmente los impuestos al 1% de los capitalistas (activos e inactivos) más ricos y destina el recaudo a subsidiar un ingreso básico al 20% de los trabajadores más pobres, estará afectando negativamente a unos y beneficiando a otros. Con toda seguridad parte de esa totalidad de los colombianos más ricos hará una resistencia feroz a su gobierno y no sentirá que Petro sea su presidente, al tiempo que los beneficiarios de subsidios lo apoyarán. Si el gobierno del pacto Histórico decide suprimir las EPS con el fin, entre otras cosas, de suprimir los costos de una intermediación financiera innecesaria, muy probablemente esos pocos colombianos dueños de EPS realizarán todas las acciones posibles para impedir dicho cambio.
Igualmente, si establece un control más estricto a las actividades mineras, o elimina la deducción de las regalías del pago de impuesto a las empresas mineras, muchos colombianos no van a sentir que el presidente esté trabajando en favor de todos los colombianos. O si decide un aumento sustancial de los salarios o restablecer las horas extras nocturnas de 6 a 9m. Etcétera.
La polarización es una realidad económica
La sociedad colombiana está dividida en clases y subclases que están en conflicto, más o menos abierto, más o menos intenso. No es posible “trabajar” igual para todos los colombianos en los temas fundamentales. La polarización, el debate, el conflicto, desde sus formas más civilizadas hasta las más violentas, no es un resultado simplemente, ni principalmente, de una mentalidad perversa o de dificultades para el diálogo: es una lucha entre diversos intereses opuestos. No hay que estudiar mucho para entender esto.
Con un poco de esfuerzo un periodista con la capacidad de Coronell podría identificar los principales conflictos y tener una visión más aterrizada del contexto en el cual operan los gobiernos. Igualmente, con un poco de disciplina, paciencia y firmeza, podría estudiar qué es el Estado y cuáles son sus funciones principales; quizá en dichos estudios podría enterarse de que hay teorías que explican qué el Estado está principalmente al servicio de los intereses de las clases dominantes -capitalistas de todas las pelambres, nacionales e internacionales, legales e ilegales, terratenientes- y qué usualmente el Estado hace todo lo posible por garantizarles sus derechos, en detrimento de los derechos de los trabajadores. Incluso, con un poco más de disciplina podría estudiar hasta entender cuál es el fundamento económico del Estado y de los conflictos sociales y políticos.
“Visión, disciplina, magnanimidad, coherencia, paciencia, firmeza, austeridad y tolerancia; son algunas de las virtudes de los jefes de Estado que han logrado guiar a sus pueblos hacia el progreso.”
Coronell no nos dice a qué pueblos se refiere ni tampoco cita algún estudio o referencia en particular; es extraño en alguien tan cuidadoso en sus investigaciones sobre la corrupción, en las cuales se sustenta en documentos verificables. En este caso no se siente en la obligación de mostrar la evidencia empírica de su contundente afirmación. Pero además, parece simplemente una especie de diez mandamientos de la ley de Dios o un catálogo de prescripciones sobre la virtud de los gobernantes. Aquí, el periodista objetivo se comporta como un predicador religioso, un moralista cívico o un promotor de manuales de autoayuda. Le hizo falta incluir la “actitud positiva”, pero quizá prefirió evitarse una queja por derechos de autor por parte de Duque Linares.
Su columna de ahí en adelante es de una deliciosa insustancialidad.
“La disciplina es el fundamento de la ética del trabajo. Levantarse cada día a hacer la tarea. No descansar hasta sacar las cosas adelante. No aplazar deberes. Ser puntual, riguroso en la ejecución y enseñar con el ejemplo.” Le faltó incluir que es necesario “trabajar, trabajar y trabajar”. ¿No convendría primero predicarle sobre los objetivos a alcanzar? Es posible ser muy disciplinado y no descansar hasta sacar adelante cosas como pedir resultados operativos al ejército en bajas o en solicitarle al Ministro del Trabajo que reduzca las horas nocturnas o disminuya las indemnizaciones por despido. Coronell se enfoca en las formas, deja de lado el contenido, los asuntos de fondo.
Y así sucesivamente con las demás virtudes del catecismo o la urbanidad de Coronell. Por ejemplo, “la firmeza es la persistencia en los propósitos iniciales. Es saber dónde está la meta y también es mostrársela permanentemente a la gente para que tenga claro cuál es el camino”. Se trata de virtudes formales sin contenido. La meta puede ser reducir la participación de los trabajadores en el PIB o aumentarla, la meta puede ser reducir la desigualdad o dejarla igual. Estas son las discusiones de fondo. Pero el predicador Coronell no dice ni mu sobre esto.
Se parece a una posición de la ciencia económica dominante que simplemente afirma que la meta la fijan los políticos y los economistas se concentran en analizar beneficios y costos. Con lo cual, igual que Coronell, se lavan las manos y no toman posición.
Mockus, además de la frase construir sobre lo construido, también popularizó que el fin no justifica los medios; pero no hizo énfasis en que los medios tampoco justifican el fin. Un presidente puede ser disciplinado, magnánimo, coherente, paciente, firme, austero y tolerante, en sus políticas para mantener los salarios a un nivel paupérrimo, para reducir y perseguir a las organizaciones sindicales y a los opositores, para garantizar a los capitalistas, especialmente los más ricos, que continúen enriqueciéndose y concentrando la riqueza .
Se disciplinado, magnánimo, coherente, paciente, firme, austero y tolerante. Esto le recomienda Coronell a Petro. ¡Es increíble!. Dedica un espacio público como es su columna a imitar a Mockus en lugar de presentar una posición coherente y firme sobre los asuntos de fondo. Pensará que no le corresponde hacerlo. No toma partido, no se compromete.
No supera su columna intelectualmente a Desiderata. Parecería incluso que hubiera sido una de sus fuentes de inspiración. En ella se mencionan virtudes como la magnanimidad, la firmeza y la disciplina, además de otras que no es claro por qué razón no las incluyó Coronell en su lista:
“En cuanto sea posible y sin rendirte mantén buenas relaciones con todas las personas / Enuncia tu verdad en una manera serena y clara / Escucha a los demás, incluso al torpe e ignorante / Esquiva a las personas ruidosas y agresivas / No te compares con los demás, te volverás vano y amargado / Disfruta de tus éxitos lo mismo que de tus planes / Sé cauto en tus negocios, pues el mundo está lleno de engaños / Sé sincero contigo mismo, en especial no finjas el afecto /Cultiva la firmeza del espíritu para que te proteja en las adversidades repentinas /Sobre una sana disciplina, sé benigno contigo mismo / Sé cauto, esfuérzate por ser feliz”[2]
___________________
[1] https://cambiocolombia.com/opinion/los-danieles/instrucciones-para-ser-presidente
[2] https://www.letras.com/arturo-benavides/372068/;
Alberto Maldonado Copello
Foto tomada de: Revista Semana
Néstor says
Comparto la idea de lo respetable que es Coronel como periodista-investigador, también del descache con sus generalidades en las “instrucciones para ser un buen presidente”. Llamo la atención sobre las “generalidades”. Se ha hecho costumbre entre analistas, politicos periodistas, etc de hacer formulaciones generales como una forma de construir/reflejar subjetividades. Afirmaciones como la de “colombianos de bien” es una de ellas. Es no sólo clasista, sino engañosa. En la realidad cubre con un velo de “bondad” a un sector de la población contra otro. Ahora aparece Coronel con el mismo talante: sus generalidades encubridoras de la realidad económica, social, politca. Muy buenas como catálogo moral, pero muy negativas para afrontar la realidad.
Necio Pertinaz says
Cuanta falta hacen artículos como éste, que ponen de presente las posiciones de clase y la lucha entre ellas. Tal vez, contrasta con el abandono, ya hecho costumbre, de la lucha ideológica, por priorizar las aparentes o reales conveniencias políticas de hechos y propósitos inmediatos, sacrificando los intereses a largo plazo de los trabajadores y populares.