Gaza y Cisjordania corresponden a la quinta parte que les queda a los palestinos de su territorio original, allí no hay paz porque los sionistas (propulsores de despojar palestinos para crear artificialmente el Estado de Israel) profesan una ideología de supremacía étnica y religiosa, se llaman “Pueblo Elegido”, y ocupan violentamente Palestina. Al igual que la Alemania nazi con los semitas, los blancos sudafricanos con las negritudes, o los conquistadores españoles con los nativos americanos, el sionismo considera al resto de la humanidad “gentiles”, una categoría inferior a lo humano, o animales como recientemente ha denominado su ministro de defensa. En consecuencia, los colonos israelíes han instaurado un sistema de segregación a los palestinos, un apartheid, tan ignominioso como el Gueto de Varsovia, y los campos de concentración nazis, vergüenza de toda la humanidad. No todos los judíos son sionistas, ni siquiera la mayoría.
La llamada Franja de Gaza, una pequeña porción de tierra entre Egipto y el mar, es una de las zonas más densamente pobladas del mundo, porque allí han sido arrinconados 2,3 millones de nativos, la mitad menores de edad. Los gazatís viven en condiciones de extrema pobreza, con prohibición de moverse por el territorio, ni pueden acceder a las playas del Mediterráneo que les corresponde. Israel los tiene bloqueados por tierra y por mar, no tienen acceso a la educación, a la salud, ni a emprender empresas. Su cultura ha sido destruida, de su arquitectura milenaria no sobrevive ninguna construcción porque los sionistas las han derrumbado, así como han arrasado con templos, mezquitas, cementerios, para construir centros comerciales sobre los lugares de culto. Edificaciones de lujo que venden a magnates de las finanzas internacionales, o a sionistas de cualquier parte del mundo, que con hacer una declaración de adhesión al pensamiento supremacista obtienen nacionalidad israelí, mientras a los palestinos nacidos en esa tierra, con varias generaciones de ancestros nativos, se les niega el derecho a llamarse ciudadanos.
Una de las armas de la invasión a Palestina es el llevar civiles a colonizar la tierra robada (800.000 colonos la ocupan), mientras los dueños de la tierra quedaron convertidos en refugiados. Las tierras usurpadas se trabajan con mano de obra migrante, mayoritariamente de países africanos. Israel es un Estado a control remoto, manejado por banqueros e industriales norteamericanos y europeos, que no viven en el territorio ocupado, que produce con mano de obra importada, con mandos medios también importados, pero no permiten que los palestinos vivan en su tierra. Es paradójico que quienes juran la propiedad privada como sagrada defiendan tal robo de tierras.
Los únicos con derechos son los considerados judíos, así hayan nacido a miles de kilómetros de Palestina, los demás, “animales humanos”, o subhumanos, no los tienen. Sólo los judíos tienen libertad de movimiento, de elección, de vivir en paz, o a la propiedad privada, porque el gobierno sionista se atribuye la facultad de confiscar las propiedades de los gentiles. Esos judíos hoy tienen derecho a realizar pogromos, que eran las matanzas que se hacían en la Rusia zarista contra los judíos, esta vez judíos contra gentiles.
Israel en Gaza realiza detenciones administrativas, sin cargos, sin juicio, muchos así apresados son menores de edad. Hay más de 5.000 prisioneros palestinos en las cárceles sionistas, con cargos ocultos, sin defensa, sin garantías judiciales, ante tribunales de militares. También el Estado sionista se abroga el derecho a la venganza, a la tortura, a matar civiles, a violar el Derecho Internacional Humanitario, a incumplir las resoluciones de Naciones Unidas, la supremacía sionista les permite tanto vejar la dignidad humana de los gentiles, como pasar sobre la comunidad internacional.
Se repite en la prensa corporativa que hay guerra en el Oriente Medio, pero, no hay guerra por la disparidad de fuerzas en contienda: Palestina no tiene ejército, ni tanques blindados, ni cañones, ni bombarderos, ni soldados, ni armada; ni siquiera se les ha permitido a los gazatíes construir refugios antiaéreos, la población debe esconderse en escuelas y hospitales, que Israel también ha bombardeado. En Gaza están confinados, sin servicios de agua, electricidad, gas, sin conectividad, sin alimentos, sin combustible, con los hospitales colapsados. Se trata de una masacre, de un genocidio consentido, hasta aplaudido por aquellos que señalan las bajas sionistas como asesinatos, y los asesinatos cometidos por Israel como muertos. Israel lanza 300.000 soldados para atacar Gaza, uno por cada siete civiles desarmados, mientras tres de cada diez asesinados son niños y niñas. Gaza es un campo de exterminio, y los noticieros lo cubren como un show farandulero.
El llamado Estado de Israel se comporta como cualquier pandilla mafiosa en el mundo, tratando de imponer sus intereses a la comunidad, hasta consagrar como derecho la vendetta. Ha ganado las guerras hasta ahora libradas, con el apoyo militar y económico de EEUU, y pretende que esa situación sea fuente de derecho. Ahora mismo lanza una ofensiva militar a gran escala contra civiles, y el gobierno norteamericano apoya esa masacre con portaviones y millones de dólares.
Esa alianza militar bombardea a una población sitiada, pese a que los sitios a las ciudades están proscritos por el DIH, con hambre y sed, a oscuras, sin medicamentos. Los muertos pasan de mil, y serán muchos miles, entre ellos cientos de niños, matar niños es tradición en el ejército israelí. Ha destruido: más de 17 mezquitas, y la centenaria iglesia cristiana de San Porfirio; 10 universidades, y casi cien escuelas; cerca de 12.000 hogares; casi un centenar de instalaciones industriales, 46 oficinas de medios de comunicación completamente y parcialmente, así como infraestructura de servicios de la autoridad palestina. No se pierda de vista que las acciones del gobierno sionista no son contra un ejército enemigo, sino contra civiles.
Mientras el pueblo palestino no tenga libertad, ni recupere su tierra, le asiste el derecho a resistir la colonización, la rebelión es un derecho de los pueblos. Pero se resiste no sólo a la ocupación, sino que se reivindica la dignidad humana negada por la supremacía sionista. Hamás no representa a todos los palestinos, pero como el resto de los palestinos aspira a que cese la ocupación y la colonización del territorio. Los palestinos tienen poco más que perder, y gastan sus vidas en luchar por la liberación.
Israel ha convertido a pueblos milenarios en ruinas, ha convertido a la población originaria de Palestina en miserables, y en refugiados; ha lanzado toneladas de bombas sobre civiles pretendiendo acabar su cultura e identidad y, sobre todo, su capacidad de resistencia. David, el muchacho palestino que inspira las luchas de resistencia de la humanidad, no dejará de levantarse, ni de arrojar sus piedras, de seguro, algún día, más temprano que tarde, como decía Allende, derribará al gigante.
José Darío Castrillón Orozco
Foto tomada de: Angeles Times
Blanca Echeverri says
Muy clara la descripción de la situación palestina..
VIVA PALESTINA LIBRE!
Amelia Sanchez Durango says
Que situación tan lamentable, pero más insólito es que países como los E. U.. apoyen estás masacres con el visto bueno de otros, Y no hagan nada para resolver este grave problemas. Y cuando el gobierno de Colombia pone en evidencias estos abusos, le caen en gavilla. Que desgracia.