El Congreso tuvo lugar en Manizales conmemorando los 90 años del Comité Departamental de Cafeteros de Caldas, en medio de una coyuntura económica y política caracterizada por haber arrojado cifras que mantienen prendidas las alarmas y no terminan de despejar las incertidumbres sobre el futuro de la caficultura. Como ha sucedido en otras ocasiones, los participantes deliberaron en 4 comisiones: Productiva, Administrativa, Financiera y de Comercialización.
El actual Comité Nacional y el Gerente de la Federación consiguieron convocar y realizar un evento que, si bien escuchó voces inconformes, lejos estuvo de aquellas jornadas de crisis institucional y de ruptura que identificaron el Congreso Cafetero de 2013.
Después de la debacle vivida en dicho año y que originó un paro cafetero sin antecedentes en el país, este Congreso cafetero se realizó en medio de una tímida pero progresiva recuperación productiva y económica que durante los últimos cuatro años se ha dado en la actividad cafetera y que ha dejado entre los actores de la cadena productiva del café -y ya no sólo entre los productores, un sabor agridulce sobre el futuro de la misma.
Una cosecha de 14,6 millones de sacos (un poco menor que la esperada) con un valor aproximado de $8,07 billones; un precio interno que promedió en el año los $812 mil la carga; una participación en el mercado cafetero mundial del 12 por ciento; precios externos que rondaron los 1,32 centavos de dólar por libra (muy similares a los de hace 30 años); una tasa de cambio que durante el año estuvo muy cerca de los $3.000 por dólar (cifra que ayudó a mitigar los efectos de los precios del grano poco rentables); un diferencial de alrededor de los US$12 centavos por libra; una renovación que sólo alcanzó el 70% de las 100 mil hectáreas previstas y una creciente importancia de los cafés especiales y de origen que aportan el 32% del total de la producción, son cifras que estimulan lecturas ambivalentes sobre la actividad cafetera (en el anexo se encuentran cifras adicionales).
Ahora bien, a las negociaciones tradicionales de comercialización internacional del café regidas por las normas de las bolsas internacionales se suman los esfuerzos de los actores de la cadena productiva para atender las necesidades de nichos crecientes de mercado que reclaman productos de calidades certificadas y configuran un negocio sofisticado.
De esta manera ya no existe una agenda de política cafetera circunscrita a los propósitos de conseguir una mayor productividad a toda costa, pasando por encima de consideraciones propias de la sostenibilidad ambiental. Es claro que en los años recientes los debates alrededor del cambio climático y sus impactos sobre la producción cafetera se han transformado en temas obligados y así lo confirmó el Congreso realizado en Manizales.
Hoy la búsqueda de una caficultura joven, más productiva, competitiva, rentable y sostenible tiene nuevos referentes nacionales e internacionales, buscando que al final del día el esfuerzo redunde en el mejoramiento de los ingresos y las condiciones de vida de los productores y sus familias.
Por supuesto, la construcción de una nueva cadena de valor alrededor de la caficultura colombiana trae consigo retos donde la Federación de Cafeteros y los demás actores de la cadena productiva se coloquen en condiciones de suplir necesidades propias de la innovación y el desarrollo científico y técnico. En un mundo globalizado, altamente competido y en permanente cambio, se necesita fortalecer la capacidad productiva e innovadora. Son imperativos los avances permanentes en materia de investigación, tecnología e innovación.
Aquí la participación de la academia, de Cenicafé y de instituciones como Tecnicafé en el Cauca reclama de estrategias concertadas para conseguir propósitos comunes en el mediano y largo plazo.
En el Congreso cafetero hubo acuerdo sobre la necesidad de generar nuevas variedades más resistentes a diversas enfermedades; de aportar soluciones tecnológicas a la recolección asistida mecánicamente y avanzar en el desarrollo y la aplicación de prácticas sostenibles del cultivo.
Siguiendo las pautas de su Plan Estratégico, el principal reto que se ha puesto el gremio cafetero es aumentar la productividad del cultivo de 18 sacos por hectárea a 22 en los próximos años.
También hubo consenso en la importancia de fortalecer el programa de renovación de cafetales. La meta que se fijó el gremio conjuntamente con el Gobierno es la de renovar 100.000 hectáreas por año para así alcanzar, en 2024, una cosecha de 17 millones de sacos.
En su intervención en el Congreso el Gobierno anunció que se van a dejar asegurados parte de los recursos públicos para financiar el programa respectivo, y dejó en claro que dicha financiación requiere de los aportes adicionales del gremio y de los propios productores. El apoyo gubernamental para la renovación de 100 mil hectáreas de café al año se fijó en $200 mil millones, provenientes de recursos de vigencias futuras hasta el 2024.
Para este y para otros propósitos el Congreso de los cedulados cafeteros reiteró la importancia de ampliar la cobertura y mejorar la calidad del servicio de extensión como uno de los prerrequisitos de la nueva caficultura colombiana. Sólo de esta manera puede hacerse creíble la meta del Plan 100-100 para que, en 2027, la producción sea ciento por ciento sostenible.
De manera complementaria, el ministro de Hacienda se comprometió para que a través de los Comités Departamentales se manejen $700 mil millones para vías terciarias del país, que están destinados dentro del OCAD Paz (Órganos Colegiados de Administración y Decisión). Por supuesto, este anuncio reclama la aprobación por parte de los gobernadores.
En el Congreso fueron compartidas las prospectivas de la roya en Colombia, resaltando la necesidad de seguir blindando a los cafetales de esta enfermedad, en constante mutación y por tanto capaz de romper la resistencia de algunas variedades.
En ese sentido se presentaron las nuevas variedades de café Cenicafe 1 y Tabi, como variedades generales para Colombia y las variedades regionales: Castillo Norte, Castillo Centro y Castillo Sur, todas resistentes a la roya y se espera, sean entregadas en 2018.
La organización Dignidad Cafetera presentó un documento en el que reclama a la Federación de Cafeteros la necesidad de “exigir al gobierno nacional elabore una política comercial exterior que precise un mecanismo de fijación de precio externo justo y, que lidere, con otras naciones productoras, una campaña mundial en ese sentido.
“Parte sustancial de este reclamo debe comenzar por solicitar la eliminación de la resolución 420 de la OIC que permite llegue al mercado, sin certificación de calidad, cualquier café. Eso, sin duda, genera precios a la baja en el mercado mundial”
El documento de Dignidad Cafetera también expresó preocupación por el tema de la decisión del Gobierno Nacional que “propende la siembra de variedades robustas en la altillanura y de variedades tradicionales en zonas de ladera que fueron azotadas por la violencia. Se pretende aumentar la siembra de café, sin pensar en los efectos que esa política tenga sobre los productores actuales. En círculos de Gobierno y Federación, incluso, gana terreno la opinión de que la caficultura debe ser: en ladera, de campesinos pobres y en tierras planas, de grandes plantaciones agroindustriales de monopolios nacionales o multinacionales y que, el empresariado cafetero nacional puede o debe desaparecer”. Debe recordarse que en su momento la Misión de Estudios Cafeteros había defendido la siembra, sin limitaciones, de café robusta en la altillanura.
En fin, el documento citado hace explícita la oposición a la mega-minería transnacional o nacional en zonas tradicionalmente cafeteras y defiende la realización y los resultados de las consultas populares.
En el debate propiciado en este Congreso también se recordó que del valor total del negocio cafetero mundial, estimado en 200 mil millones dólares, el 90% se lo quedan los monopolios comercializadores, torrefactores y distribuidores. A los productores tan solo les toca 20 mil millones de dólares, el 10%.
En el evento se identificaron varios de los desafíos que enfrenta la dirigencia cafetera. Entre ellos se mencionan: 1. El empalme generacional sin el cual no es posible blindar, de conjunto, la producción cafetera; 2. La seguridad social para los trabajadores asalariados y los pequeños y medianos productores; 3. El estímulo a nuevas formas de relación con las asociaciones de productores de cafés especiales; 4. Mayores aperturas a los esfuerzos de comercialización del café por fuera de los circuitos tradicionales.
De otra parte, debemos recordar que en 2018 se desarrollarán tres elecciones: las de Congreso, las de Presidente de la República y las de los comités de cafeteros. Es de esperar que en las dos primeras los partidos, sus coaliciones y candidatos incorporen propuestas específicas para atender las necesidades del fortalecimiento de la cadena productiva de café.
En el caso de las elecciones cafeteras, haciendo uso de las nuevas disposiciones estatutarias, se espera una amplia participación de los productores cedulados que permita el fortalecimiento de la democratización de la Federación y un avance en los acuerdos orientados a ampliar los espacios de intervención de las mujeres y los jóvenes cafeteros.
También resulta inaplazable la adopción de una política orientada al pronto establecimiento de un Sistema de Seguridad y Salud para los trabajadores. En este sentido, es útil profundizar el debate sobre el Proyecto de Ley 123, de protección social que fue presentado en el Congreso de Manizales.
A partir de 2018 debe iniciarse el proceso de preparación del nuevo plan estratégico de la Federación. En este escenario convendría retomar la discusión nacional utilizando como insumo las recomendaciones aportadas por la Misión de expertos contratada por el Presidente Santos y que el anterior gerente de la Federación descalificó de un plumazo. En el marco de esta discusión tendrían cabida, una vez más, las nuevas dinámicas de las cooperativas de cafeteros frente a sus funciones tradicionales.
En todo caso, la perspectiva de la caficultura colombiana debe tener como uno de sus focos de interés el quitar cada día un mayor espacio a los intermediarios y a las multinacionales para que se incremente la porción del ingreso que puede y debe quedar en manos de los productores y demás actores nacionales de la cadena productiva.
Todo lo cual supone un esfuerzo público-privado, de asociaciones de productores, de redes colaborativas entre productores y tiendas de cafés especiales, de investigación y desarrollo tecnológico, y de mayores y mejores ofertas académicas.
Por último, en el contexto de la implementación de los acuerdos de paz entre Farc y Gobierno Nacional, un nuevo plan estratégico de la FNC debe abrir paso al fortalecimiento y ampliación de la cobertura de las experiencias de alianzas productivas como las que hoy se desarrollan en departamentos como el Huila, Magdalena, Nariño o Cauca y que hacen del cultivo y la comercialización del grano un instrumento de paz.
OSCAR ARANGO GAVIRIA: Profesor Universidad Tecnológica de Pereira, Coordinador proyectos regionales, SUEJE
ANEXO
CAFICULTURA EN CIFRAS1
El parque cafetero lo integran 4.700 millones de árboles distribuidos en 588 municipios.
De ese total, un 83% corresponde a cultivos tecnificados jóvenes, en donde un 71% hace parte de variedades resistentes y un 12% en susceptibles. Mientras que el 17% restante se encuentra en cultivos envejecidos o en sistemas de cultivo tradicional, que no tienen densidad ni trazo específico.
Entre 2010 y 2016, la edad promedio de los cafetales se redujo en un 32% hasta llegar a cerca de 7,1 años y la densidad de siembra aumentó más de 8% hasta los 5.534 árboles por hectárea, mientras que la productividad –que históricamente estuvo por debajo de 14 sacos por hectárea, superó los 18,7 sacos.
El crecimiento en productividad que está en 18,3 sacos por ha, debe crecer en 2024 a 21.7 sacos por ha.
El café representa el 34% de las exportaciones agropecuarias y este año aportó 2.880 millones de dólares.
Los cafés tipo standard participan con el 68%, y los cafés especiales alcanzan el 23% de las exportaciones.
El 17% empleo agropecuario directo está asociado al cultivo del café, generando dinámicas importantes.
Según la OIC, para el año 2030, la demanda mundial de café crecerá en cerca de 25 millones de sacos. Con la participación actual del 12% Colombia debería crecer su oferta exportable en cerca de tres millones de sacos.
NOTAS
1 Datos de la Federación Nacional de Cafeteros
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