Visto en abstracto, el conteo de posibles votos en la Comisión Séptima donde se tramita la reforma a la salud, y en el Congreso, tomando como referente la adscripción política de los congresistas a los partidos, las decisiones de los partidos Liberal, Conservador y de la U de no acompañar la iniciativa bandera del gobierno Petro pareciera dar por seguro su hundimiento al restarle votos a posibles consensos. No obstante, vale la pena tomar en consideración otras variables de peso que pueden incidir en el futuro del proyecto del Gobierno.
Ante todo, es innegable que ha habido un desgaste de la coalición y que la popularidad del presidente ha mermado considerablemente según los sondeos de opinión. Sin embargo, este es un año electoral y esta circunstancia hace difícil mantener cohesionados a los partidos que conforman una coalición que representa posiciones diversas. En primer lugar, porque los líderes políticos no representan a priori un interés general difícil de definir, sino son la expresión de grupos de interés y de facciones internas, lo que les otorga una cierta autonomía, sobre todo en un país como Colombia donde la mayoría de los partidos son máquinas electorales que giran alrededor del erario y los cargos públicos, articuladas a clientelas mediante un vínculo en el que prima la lealtad al líder. Los líderes políticos no operan en un vacío y la mayoría son parte de una organización por lo que necesitan estar conectados con la imagen del partido, pero se consideran dueños de sus votos, es decir, personalizan la acción política. Y esta personalización que fluye en todo el partido implica también a los líderes sociales que refuerzan su propio perfil personal más allá de la organización a la que pertenecen. De ello se desprende que razonar en términos de partidos como organizaciones sólidas puede conducir a cálculos erróneos. Prueba de ello es el recurso frecuente a la llamada “mermelada” mediante la cual se compran conciencias y votos para aprobar iniciativas de gobierno. Además, los partidos que entraron a la alianza por acuerdos burocráticos muestran su inconformidad y amenazan con retirarse de la coalición, pero para aumentar su capacidad de negociación. Así ocurrió con la reforma tributaria.
En segundo lugar, no se debe olvidar que el terreno donde se debaten las iniciativas, se concilia, se construyen consensos y se definen las votaciones es el Congreso, donde hay más partidos de los que conforman las Comisiones y se escuchan otras voces que pueden imprimir giros inesperados en partidos en los que también se presentan tensiones entre partidarios del Gobierno y críticos del mismo. Además, como lo ha declarado el presidente de la Cámara de Representantes, David Racero, si bien de las reformas que logre sacar adelante el Gobierno depende su futuro, hay realidades que no admiten discusión. La reforma a la salud, por ejemplo, no la cuestiona ningún sector en el país. Impacta más en la vida de los colombianos que la reforma política o la reforma al código electoral que han generado tanta discordia y ello contribuirá a que al final del día se llegue a algún acuerdo.
En tercer lugar, una variable que tendrá un papel importante en la gobernabilidad del Gobierno son las elecciones regionales que podrán dar lugar a cambios importantes en el mapa político. Será entonces el momento de ver si la coalición se destruyó o si pervive. Si quienes tienen en estos momentos las riendas del poder están comprometidos con los problemas de la comunidad y no con intereses partidistas. Si realmente el cambio que se pregona tiene un impacto positivo en la vida de los ciudadanos.
Por el momento anticipar si la coalición de gobierno sobrevivirá a las tensiones que la agobian es imposible. Lo único claro es que Petro ha dejado de hablar del Gran Acuerdo Nacional que mencionaba cuando fue elegido y más bien hace énfasis en el mandato del cambio por el que el pueblo eligió al Gobierno. Y que hacer realidad ese cambio requiere una estabilidad que tranquilice los ánimos y supere el grado de descontento ciudadano hacia una política que le es difícil comprender en un ambiente poco transparente. Un descontento que mina la confianza de los ciudadanos en el Congreso, el Gobierno y las instituciones en un escenario marcado por acuerdos y desacuerdos que se hacen y se deshacen alimentando los recelos y fomentando una creciente tensión política.
Rubén Sánchez David
Foto tomada de: Red+ Noticias
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