Veamos: se afirma que aquí fueron elegidos quienes se suponía que lo consiguieran por dinero, transacciones, por arraigo en un asunto o territorio, adscripción o por opinión; que allá los que no se esperaba porque era muy difícil dada la cultura política de dinero, transacciones, por arraigo en un asunto o territorio, adscripción o por opinión; y que más allá fueron elegidos algunos porque no se parecían a ningún otro por dinero, transacciones, por arraigo en un asunto o territorio, adscripción o por opinión. Variopinta situación que da para encontrar ganadores y perdedores en todas partes.
El balance demanda examinar si la democracia de deliberación argumentada, la de las opciones diversas, la de los principios y los fines, la de los equilibrios y desequilibrios, la de los topes de dinero, la de la libertad cabal del votante y la de la progresión de los derechos aparece vigorosa y determinante en esos resultados. Puede estar pasando que por dentro haya metástasis por flagelos que desvirtúan la democracia; que estén haciendo mezclas esos enemigos externos como los ilegales violencia, fraude y delitos electorales, en cohabitación con los enemigos íntimos de que habla Tzvetan Todorov[1] como son el populismo, el mesianismo y el neoliberalismo -ultraliberalismo- con sus lógicas de marketing, que pueden aparecer como legales todos estos. La procesión también va por dentro, y quizá sea más grave porque se oculta en el interior de un cuerpo aparentemente rozagante, “vivito y coleando”.
Resultados en el Huila
Los resultados electorales en el departamento del Huila, y es probable que en los de la Colombia de provincia, son evidencia de la existencia de una lógica que dentro de sí entraña unas cosas ilógicas, que hasta siendo legales, y con resultados legales, terminen provocando decisiones ilegítimas por ser producto de actitudes opuestas a la noción amplia de democracia. Evidencias hay muchas: la acción política que, más que política, se está convirtiendo en empresa electoral en donde la noción de compraventa está por encima de la de programas, donde la del candidato-producto está por encima de la de la perspectiva propiamente política o ideológica, que siempre piden ocultar en función de lo primero.
En el Huila y sus ciudades, como se advirtió en un artículo anterior en esta misma revista, ocurrió lo que se preveía: nada nuevo bajo el cielo opita, y se desaprovecharon las tendencias que mostraron los resultados de la elección presidencial anterior y de la consulta anticorrupción para que emergieran propuestas alternativas, que no se vieron ni en las candidaturas de gobernación ni en las de las alcaldías de los municipios más grandes. Se impusieron las tácticas de marketineros y clubes privados de caciques electorales aprovechándose de la vacuidad de discursos y de la pugnacidad acrítica, de odios y falsedades en redes sociales; de las necesidades reales de la gente para captarles sus votos con pesos sonantes o promesas virtuales, o por unas cuantas presiones para sostener lo poco que se tiene; de la compra de líderes de barrio con listas de vecinos; de la prostitución extorsiva y mendicante de autodenominados “periodistas” con el beneplácito oportunista de dueños de medios y la liberalidad en las plataformas digitales[2].
Estas primeras elecciones regionales sin la amenaza de las FARC como guerrilla, que eran oportunidad para seguir sembrando la paz y la promoción de cambios estructurales, empezando con la reconciliación, se desaprovechó en esos campos. Por aglutinar y aglutinar votantes, no se habló de nada de eso, ni siquiera fue necesario evadir esos temas porque ni se pusieron en las agendas. ¿De qué se habló? Pues casi todos los candidatos hablaron de lo mismo y con las mismas propuestas como si la táctica de marketing fuera la de exponer apenas lo “políticamente correcto”, la de todos contra el clientelismo, la politiquería y la corrupción.
Fue la fiesta de “partidos” negociantes de avales; de programas como requisito; de expertos en marketing político, y por ende de sus bodegas para batallas en redes entre ejércitos de jóvenes pagados para jugar en la campaña electoral como “gamers”, en quienes lo que se requiere es puntería y habilidad para “matar” primero al contrincante, no para convencerlo con argumentos, pues es de lo que menos se les pide conocer.
En muchos casos fue la campaña de la resignación entre necesitados de todos los niveles socioeconómicos que los llevan a ponerse del lado del ganador, independientemente de posturas políticas, que al fin y al cabo ni las hubo diferenciadas realmente.
Pero dado que estas observaciones son para que haya democracia, no para que se gane en un juego que apenas parezca ser democrático, sigue pensar la actitud ante los equipos de nuevos servidores públicos en los gobiernos departamentales y en los municipales, junto con los integrantes de asambleas, concejos y juntas administradoras locales, quienes quedan con el compromiso de hacer una gestión limpia que consiga que, en últimas, gane la gente, su vida, y su dignidad; que se amplíe la base de la garantía de derechos humanos, sociales, ambientales y del territorio.
Queda, entonces, por superar la resignación de decirse ganador o perdedor, pues como dice Todorov, “las democracias rechazan las actitudes fatalistas de resignación”, y eso puede lograrse ampliando las bases de ciudadanías libres y de opinión, que ya las hay en el Huila, aunque tímidas, sin cohesión ni liderazgos claros y propositivos.
Respecto de los nuevos gobiernos, pues a confiar y a presionar en que hagan, con transparencia, sentido humano y ambiental como todos lo ofrecieron, lo que le plantearon al electorado. Nadie propuso ser corrupto, ni privilegiar a los privilegiados, ni ignorar a los ignorados, ni excluir a los excluidos; todos hablaron de más y mejor educación, salud y servicios públicos; de más y mejor participación, vías y seguridad; todos quedaron comprometidos en trabajar con los más idóneos y correctos. Con este panorama, si hubiera un proyecto de región, de departamento y de ciudades, en estos ejercicios de mercadeo político bastaría que se hiciera un programa universal y que los candidatos, o mejor, las tendencias políticas, pugnaran a ser escogidas por ser la esperanza de mejor ejecución.
Como el marketing y el clientelismo transforman la política en mera empresa electoral y pueden llevar a los mesianismos y a los populismos, sigue revisar qué es eso que llamamos democracia. Aunque en el Huila se esté superando, poco a poco, la abstención y ya se pueda decir que votan 2 de cada 3 ciudadanos y que el voto en blanco llega a ser significativo, no sobra inquietarse leyendo los resultados y examinando en qué medida actúan esos “enemigos internos” que desdibujan el ideal de democracia.
En la gobernación es probable que haya continuidad a lo que se trae, y eso parece aceptable, pero salvo algo inesperado, no se prevé algo histórico positivo, que hace falta en esta región con “pueblos de plácida panza, que guardan en caja fuerte cualquier resto de esperanza que les depare la suerte[3]”. En la alcaldía de Neiva sí es necesario mostrar algo paradójico entre el que sale y el que entra: el actual alcalde fue elegido en 2015 con una votación histórica por parecer alternativo y de lucha contra la corrupción, y, según analistas, resultó correcto pero no propiamente alternativo, pero ahora resultó elegido su contendor hace 4 años, quien lo hizo ganar por señalarse en éste todos los pecados de la politiquería, la corrupción y la no muy alta formación académica. Al parecer, el pueblo de Neiva se fue de un extremo al otro en el curso de 4 años. Una explicación puede ser que las necesidades propias de la gente en su vida cotidiana se hicieron más grandes y que por ello cada vez se haga más necesario dar su respaldo con votos a quien ofrezca beneficios concretos y de primera mano, no sólo ideales abstractos de una sociedad decente y transparente, es decir, un intangible para la gente a la hora de hacer el mercado o de trabajar con una moto prestada.
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Fernando Rincón
Foto obtenida de: https://www.reporterosasociados.com.co/
[1] Todorov, T. Los enemigos íntimos de la democracia. Galaxia Gutemberg – Círculo de Lectores.
[2] Esto es de lo más triste para quienes hemos hecho ejercicios de comunicación masiva y creemos en la comunicación como derecho de la ciudadanía. Salvo algunos opinadores, que lo hacen en tal condición y abiertamente, y quizá de uno que otro comunicador, se ha creado y mantenido con lisonjas y moneditas un gremio de “periodistas rockola” que definitivamente mantiene el estado perverso de cosas en los pueblos. Triste.
[3] Verso de Pales Matos cantado en “Pueblo” por Alberto Cortez.
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