- Hasta 828 millones de personas han padecido hambre
- Alrededor de 2.300 millones de personas en el mundo (29,3 %) se encontraban en situación de inseguridad alimentaria moderada o grave
- Casi 3.100 millones de personas no pudieron permitirse mantener una dieta saludable
Por su parte Carlo Scaramella, director y representante en Colombia del Programa Mundial de Alimentos de Naciones Unidas, manifestó que el panorama del país no es menos preocupante, al advertir que “aunque existen situaciones coyunturales que han acrecentado el problema, la inseguridad alimentaria en Colombia tiene raíces históricas profundas. Más del 40% de la población come solo dos veces por día”[ii]
El Programa Mundial de Alimentos (PMA), en unas evaluaciones que abordaron la seguridad alimentaria del país entre los meses de julio y noviembre del año pasado, ratificó los hallazgos que ya se habían conocido por las informaciones del DANE sobre los elevados niveles de inseguridad alimentaria que afectan a una gran parte de los hogares del país. Según el informe del PMA, en Colombia hay por lo menos 15.5 millones de personas en inseguridad alimentaria moderada y severa, siendo los Departamentos de La Guajira, Sucre, Córdoba, Cesar y Chocó los que se encuentran en condiciones de emergencia extrema. Son reiterados los casos en que los medios de comunicación informan sobre muertes por desnutrición de niños en la Guajira, en especial de la comunidad indígena de los Wayú, y de menores indígenas en el Alto Baudó en el Chocó. Pero lo más trágico es que estas noticias parecen no conmovernos y se han vuelto parte del paisaje al lado de los triunfos de nuestros deportistas y los actos de corrupción de los políticos.
Por ello se necesita que todos los colombianos contribuyamos a fortalecer el plan de lucha contra el hambre que busca implementar el gobierno actual a través de la compra de cosechas para apoyar una red de distribución de alimentos a bajo precio y de crear un sistema de abastecimiento alimentario que le dé una solución más estructural a este problema.
Un punto de partida son las recomendaciones que en materia de política pública señala el informe da Naciones Unidas sobre el estado de seguridad alimentaria en el mundo.
Dentro de las recomendaciones del informe se plantean las siguientes
- La importancia de los presupuestos públicos en los incentivos a productores y consumidores para apoyar cambios en las cadenas de suministro y para promover dietas más saludables en la población
- El enfoque de complementar el programa alimentario con los sistemas de salud como lo ha planteado la ministra Carolina Corcho. Los servicios de salud, que protegen a los grupos pobres y vulnerables cuyas dietas no les proporcionan todos los nutrientes, son especialmente pertinentes.
- Mejorar los sistemas de transporte y del suministro de energía con el propósito de potenciar las transformaciones requeridas. No abordar adecuadamente las ineficiencias y los problemas en el transporte socavaría y haría ineficaces los esfuerzos de adaptación.
No obstante, no olvidemos que las políticas de autosuficiencia alimentaria, que muchos países quieren promover, han tenido barreras en la Organización Mundial de Comercio (OMC)[iii], a partir de las regulaciones que se han impuesto para prohibir o limitar el derecho y la facultad de los gobiernos de apoyar a sus agricultores, el derecho a mantener reservas de alimentos, a exportar, e incluso el derecho a la autosuficiencia alimentaria. Según la OMC las políticas públicas de los gobiernos para garantizar la seguridad alimentaria de sus naciones “distorsionan el libre comercio” y ésta solo puede provenir del “acceso a los mercados mundiales”, no de la propia productividad agrícola nacional.
Garantizar la soberanía alimentaria del país no está desconectado de luchar contra “el libre comercio” y la especulación en el mercado de alimentos de los carteles globales que controlan el comercio mundial haciendo vulnerable al mundo moderno por la escasez y los altos costos de los alimentos[iv].
En Colombia se producen cerca de 73 millones de toneladas de alimentos y se importan 14 millones de toneladas. Los productos que más se importan son maíz, trigo y tortas de soya. Pero también se trae del exterior arroz, cebada, frijol, lentejas, garbanzos y arvejas. Así mismo, frutas como melón, manzanas, peras, uvas, duraznos y nueces. No todo lo que se importa se puede producir en el país, pero si la mayor parte de los cereales y legumbres que traemos del exterior. Las importaciones de alimentos se encuentran afectadas por un contexto inflacionario mundial y un peso altamente devaluado frente al dólar. Pero para la producción interna debemos importar insumos agrícolas, fertilizantes y equipos que enfrentan una situación similar. Esto explica por qué, en su mayor parte, el incremento de precios de los alimentos fue cercano al 28% durante el año 2022
De acuerdo con el Departamento Administrativo Nacional de Estadística –DANE-, Colombia importó en el año 2021 alimentos agros por un poco más de US$9.000 millones, siendo los cereales los productos de mayor monto con US$2.755 millones, el segundo puesto lo ocupó el de alimentos para animales (US$928 millones) y el tercero lo ocuparon las legumbres y frutas (US$563 millones).
Mientras se diseña e implementa un programa para garantizar a largo plazo la seguridad alimentaria del país, basada en nuestras capacidades productivas, hay que garantizar el acceso de la población a una canasta básica a precios razonables. Para ello debemos abaratar las importaciones de insumos agrícolas, equipos, y alimentos, estableciendo control de cambios con una tasa paritaria, no solo como lo propone el gobierno de tener mensajes unificados de sus Ministros para garantizar un flujo adecuado de divisas al país, adicional es acertado por parte del Gobierno desindexar del incremento del salario mínimo los precios de bienes y servicios asociados al sector agrícola, según lo acordado en la negociación del salario mínimo, continuar con la reducción temporal de aranceles, el apoyo a pequeños productores para la compra de insumos agrícolas, mejoras en las cadenas logísticas para reducir los costos de transporte, e instrumentos financieros para apoyar al sector agrícola. Finalmente, en el tema energético se debe garantizar el control del costo de los servicios de energía eléctrica y de los precios de la gasolina y del ACPM que es fundamental en el transporte de carga.
Ante el alto desempleo y la insuficiencia de ingresos de la mayoría de la población ocupada del país, es importante establecer una renta básica de emergencia orientada a los sectores más pobres y vulnerables y para los adultos mayores sin pensión como lo viene implementando y proponiendo el gobierno.
Pero cuando se habla de un sistema de producción de alimentos que garantice la seguridad y la soberanía alimentaria de un país hay dos preguntas básicas que se deben responder
- ¿Cuáles son los volúmenes de producción necesarios?
- ¿Cuáles son los requisitos para lograrlo?
En primer lugar, no solo debemos proponernos aumentar la producción propia para satisfacer las necesidades internas y sustituir con ésta los cereales y legumbres que importamos, sino producir excedentes para la exportación y contribuir a la mitigación del hambre que azota al planeta. Tanto Colombia como el mundo necesitan duplicar la producción de alimentos.
En segundo lugar, tenemos muchos requerimientos, necesarios para lograr la autosuficiencia alimentaria del país, como los que relacionamos a continuación:
- Tierra. La desigualdad en la tenencia de la tierra en Colombia, que tiene un índice GINI[v] de 0,89, ha sido la causa fundamental de la guerra interna y la pobreza rural. Una tierra altamente concentrada y orientada a la agro-exportación hacen necesaria una reforma agraria que incluya el acceso a los insumos, al crédito y a la asistencia técnica, además de infraestructuras, educación, vivienda y sanidad. Un paso en esa dirección fue la negociación con la Federación Colombiana de Ganaderos (FEDEGÁN) de 3 millones de hectáreas para ser entregadas a campesinos sin tierra y a las víctimas del conflicto armado. Es igual un avance hacia la paz total y la superación de los problemas de los cultivos ilícitos en las zonas rurales.
- Infraestructura. Es fundamental el acceso al agua y a los distritos de riego para la irrigación de los cultivos y el drenaje; la construcción de carreteras, y ferrocarriles necesarios para abaratar los costos de transportes de insumos y productos agropecuarios hacia los centros urbanos; estructuras para prevenir inundaciones (los embalses de regulación, los diques de contención, los bypass y los alcantarillados pluviales); e instalaciones para el almacenamiento y la comercialización. La infraestructura no produce alimentos, pero produce algo más importante que es productividad.
- Tecnología y mecanización: Se necesita suministrar el equipamiento que permita una alta producción, con maquinaria especializada para la siembra y la cosecha, y con tractores para todos los propósitos. Los procesos asociativos de los productores contribuirían a tener economías de escala para facilitar mayores tasas de productividad.
- Insumos agrícolas: Colombia importaba de Rusia el 20% de los fertilizantes y de Rusia, Ucrania y otros países el 75% de los fertilizantes a base de urea. Hoy a causa del conflicto estos se han encarecido afectando el precio final de los alimentos. El reto que tenemos es fortalecer la producción interna de fertilizantes y de urea, lo que nos permitiría aprovechar nuestro potencial gasífero, pues el 90 % de la urea es gas que tenemos en abundancia, pero nos falta el desarrollo tecnológico para una producción competitiva.
- Almacenamiento: Parte de la misma cuestión es la necesidad de almacenamiento de cultivos de alta tecnología, así como el procesamiento, preservación y manejo de los alimentos.
- Biociencia: Se necesita investigación y la ingeniería genética para aumentar el rendimiento de los cultivos y de la actividad pecuaria, proteger y protegernos de las enfermedades.
- Energía: La energía eléctrica y otras formas son fundamentales en las diferentes fases de la producción moderna de alimentos, comenzando con la fabricación de todos los insumos hasta los sistemas de agua, estructuras de riego, maquinaria agrícola y de procesamiento, almacenamiento y transporte de alimentos
- Precios de garantía. Es una política para establecer precios fijos de compra a los productores agrícolas que cumplen con ciertas condiciones para garantizar la rentabilidad de sus actividades. Los centros de acopio designados por el Estado reciben y pagan el precio de garantía al productor. En Colombia tuvimos en el pasado este programa con el Instituto de mercadeo agropecuario –IDEMA-.
- Crédito de fomento. Son líneas de financiación ofrecidas por entidades de redescuento destinadas a la canalización y administración de recursos para la promoción de diversos sectores de la economía en concordancia con las políticas del gobierno nacional. En Colombia tuvimos los créditos de fomento de la ley 5 de 1973, que apoyaban las actividades agropecuarias con operaciones de redescuento, en el Banco de la Republica, de la Caja de Crédito Agrario, Industrial y Minero
- Protección arancelaria. Los aranceles son impuestos que se les ponen a las importaciones de bienes que el país produce para defender sectores estratégicos de la economía nacional. Con tantas trabas para-arancelarias que los países desarrollados le ponen al comercio agrícola se hace necesario restablecer mecanismos protectores del aparato productivo y del sector agropecuario nacional.
- Comercialización. Crear canales de comercialización directa de los campesinos y productores agropecuarios con los consumidores para evitar sobre costos en la cadena y acaparamientos especulativos de los intermediarios.
- Renegociación de los TLC. Los tratados de libre comercio no solo nos han desindustrializado sino debilitado nuestra producción interna de alimentos agropecuarios. La economía se ha reprimarizado y nos hemos especializado en la exportación de frutas tropicales y combustibles fósiles que poco aportan al empleo y la redistribución de riqueza. Por ello es necesario que se renegocien los TLC que obstaculizan el desarrollo nacional.
La política de seguridad y soberanía alimentaria tendrá un impacto positivo en la generación de una cantidad importante de nuevos empleos. La fuerza laboral necesaria en la agricultura, desde el “campo hasta la mesa”, es muy grande, contando a quienes producen equipos y todos los insumos, e incluso utilizando la mecanización que reduciría la fuerza laboral directa, pero significaría miles de nuevos empleos en actividades asociadas con el suministro de insumos, equipos, fertilizantes, infraestructuras, entre otras. Con la nueva política agropecuaria, de créditos de fomento, precios de garantía, protecciones arancelarias, producción de fertilizantes, distritos de riego, renegociaciones de los TLC, inversión en infraestructura vial y de transporte, apoyo en los procesos de comercialización, etc., empezaríamos a superar el hambre que afecta al 40% de la población de nuestro país, y podríamos aportar a derrotar la pandemia del hambre que azota a la humanidad.
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[i] https://www.fao.org/3/cc0640es/cc0640es.pdf
[ii] https://www.elespectador.com/economia/mas-del-40-de-la-poblacion-come-solo-dos-veces-por-dia/
[iii] https://www.wto.org/spanish/thewto_s/whatis_s/whatis_s.htm
[iv] https://www.biodiversidadla.org/Noticias/El_Mega-Cartel_de_Alimentos_y_la_hambruna_del_mundo._La_escasez_y_el_desabastecimiento_como_armas_de_destruccion_masiva
[v] El coeficiente GINI es una herramienta estadística que mide la desigualdad en la distribución del ingreso o la riqueza en una sociedad, y en el caso de la tierra rural ha sido importante para denunciar que en Colombia está concentrada en pocas manos
Carlos Julio Díaz Lotero
Foto tomada de: Háblalo Noticias
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