Pero la realidad precisamente, fruto de la diversidad y de los intereses propios de los individuos y sectores de las colectividades, hacen aflorar todas las contradicciones, llevando en ocasiones a provocar un desorden que termina yendo en contra de los esfuerzos para lo lograr la unidad tan anhelada y necesaria para alcanzar los objetivos, los sueños que han conllevado a dicha organización.
En la historia de las sociedades ha sido repetitivo y en la actualidad se sigue presentando como si no se aprendiera del pasado. Y el actual proceso electoral, es un ejemplo claro de que, pese a las intenciones iniciales de unificar propuestas para avanzar en la construcción de una nueva sociedad, han salido a flote un sinnúmero de tropiezos provocados desde el interior de los movimientos sociales y políticos.
En el caso del Pacto Histórico, se presentó un coje-coje impresionante. Como los avales se dieron desde la capital, producto esencialmente de ese centralismo que las llamadas o autodenominadas organizaciones del cambio, siguen replicando, en contradicción con la democracia interna y local que se predica. En la Bogotá centralista, no solo no actuaron con agilidad y eficiencia, sino que se prolongaron tanto sus decisiones, que son decenas o quizás cientos de candidatos y candidatas que se quedaron por fuera de la contienda, porque no les llegó el aval a tiempo, esperando hasta último minuto, sin que les llegará ese necesario respaldo.
También hay que decirlo que las organizaciones con presencia en la dirección nacional y al parecer congresistas a nombre propio, cada cual buscó, la mejor posición de sus candidatos(as) preferidos(as). No olvidemos lo ocurrido en las elecciones parlamentarias. Caso del Quindío que, por imposición desde Bogotá, gracias al poder adquirido por un personaje y su partido de derecha inmerso en el Pacto, el departamento se quedó sin representación del mismo, cuando era posible quedar hasta con dos Representantes a la Cámara.
A lo anterior hay que añadir, el lobby o más bien intriga de personajes locales, que acudieron a la capital con historias distorsionadas sobre los procesos en los territorios y queriendo presentar protagonismos sobre dimensionados o inclusive inventados, pretendieron torcer hasta último momento, los resultados de las consultas o elecciones internas de las organizaciones y del Pacto Histórico en su conjunto. Hoy aún, siguen pretendiendo causar daño a los objetivos colectivos. Se dedican a atacar deshonrosamente a los candidatos elegidos o de otra manera, aunque hayan quedado en las listas cerradas para Asambleas y Concejos Municipales, se quedan estáticos (as) sin aportar nada a las campañas porque no quedaron en el orden que pretendían, porque solo les interesaba ser primero(a) en la lista y hoy solo esperan salir favorecidos(as), gracias al trabajo de los otros(as) y del colectivo.
Y para sumarle a lo anterior, según denuncias de diferentes partes del país, se lograron colar como candidatos, quienes no han tenido un reconocimiento de participación en las reivindicaciones populares y sus organizaciones. Es más, personajes que ayer lucían orgullosos de pertenecer a los partidos tradicionales y opositores permanentes de las luchas sociales, porque esto siempre les olía a subversión. Es decir, algunos(as) infiltrados(as), colados(as) y esquiroles, al parecer han salido premiados.
Si bien, estamos seguros que en las próximas elecciones del 29 de octubre, las organizaciones sociales y políticas que se expresan en el Pacto Histórico, tendrán un avance significativo y de mucha importancia en las corporaciones públicas por elección popular, lo cierto es que, por ese desorden, contradicciones y diversidad, se ha perdido una gran oportunidad de avanzar aún más.
Los procesos sociales, siempre tienen sus altibajos, sus vaivenes, su avances y retrocesos. Lo cierto es que se debe seguir avanzando en la construcción de sociedades más humanas y por lo tanto justas, democráticas, diversas y en armonía con la naturaleza.
John Elvis Vera Suarez
Foto tomada de: Marxist.com
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