Washington empieza a hartarse del extremismo que maneja las riendas de Israel en estos momentos y alimenta una guerra genocida que ha causado ya más de 23.000 muertos entre la población civil palestina, de ellos casi 10.000 niños, y ha convertido la Franja de Gaza en un erial de ruinas, donde parece imposible la mera supervivencia.
En su visita a Israel este martes, dentro de una amplia gira por el Mediterráneo y Oriente Medio que ha incluido encuentros al más alto nivel con algunos de los líderes árabes de la región, Blinken ha reconocido el derecho de Israel a defenderse de los ataques lanzados por la organización radical Hamás el 7 de octubre sobre territorio israelí y que se cobró 1.200 vidas de civiles en su mayor parte.
Pero también ha reprochado al primer ministro, Benjamín Netanyahu, su estrategia en esta crisis, que se le está yendo de las manos a Israel y que podría acabar en una guerra a gran escala en Oriente Medio.
Israel ha convertido ese derecho a la autodefensa en un exterminio de la población palestina de Gaza y en el desplazamiento forzoso de casi el 90% de sus 2,3 millones de habitantes con unos propósitos poco claros y que, según algunos de los ministros de Netanyahu, deberían llevar a la anexión de los territorios palestinos por Israel.
Blinken aboga por la desescalada bélica
La visita de Blinken también tenía como cometido buscar una desescalada de la guerra que impida que el conflicto se extienda a buena parte de Oriente Medio, especialmente al Líbano y Siria, donde las fuerzas del grupo pro iraní Hizbulá desafían constantemente al ejército israelí, y al mar Rojo, paralizado por la amenaza de los rebeldes yemeníes hutíes hacia Israel y contra el transporte de mercancías por mar en esa región clave para el comercio mundial.
Desde el punto de vista militar, los encuentros de Blinken con los israelíes no parecen a primera vista muy fructíferos. Un día después de que el jefe de la diplomacia estadounidense abandonara Israel, el ejército israelí ha seguido con sus ataques, que, tras domeñar la resistencia de Hamás en el norte de Gaza, ahora se concentran en la mitad sur de la Franja, especialmente contra la ciudad de Jan Yunis.
También ha redoblado sus ataques contra posiciones de Hizbulá, en el sur del Líbano, donde se teme que se repita una invasión israelí, como las de 1982 y 2006. El riesgo de que Israel lance un ataque masivo contra Hizbulá en el Líbano es el más alto desde la última invasión de este país.
La guerra, que ha cumplido ya tres meses, sigue, pues, sin que Israel dé su brazo a torcer en sus métodos y en su objetivo de doblegar toda posible amenaza contra su territorio, ya sea desde Gaza o Cisjordania, o desde cualquier país vecino, como el Líbano o Siria.
Y mientras la cúpula de Gobierno israelí lanza un mensaje a Occidente, indicando que reducirá su presencia militar en Gaza en una tercera fase de la guerra supuestamente ya en marcha, en la Franja aumentan los ataques del ejército en el sur y centro de este territorio y, de cara a la opinión pública de Israel, proclama que la guerra durará lo que tenga que durar y al precio que sea.
EEUU, tajante con preservar el hogar de los palestinos
Pero el mensaje estadounidense ha quedado claro y es de apercibimiento hacia Israel. En primer lugar, Washington no permitirá un vaciamiento de Gaza como reclama el ala más radical del Gabinete de Netanyahu, que apuesta por deportar a los palestinos a algún otro país, como la República del Congo, con el que ya se estaría negociando al respecto.
Es decir, se estaría produciendo una negociación semisecreta al margen de la voluntad de los propios palestinos y con el objetivo de que vuelvan a Gaza a los colonos ilegales que Israel tuvo que sacar de allí en 2005. Algunos de los ministros proponen directamente que se pueda incorporar a Israel a una despoblada Gaza para establecer allí no solo un control político, sino también étnico.
Blinken se ha mostrado tajante al respecto. Es necesario que vuelvan «en cuanto sea posible» a sus hogares los palestinos a quienes Israel ha obligado a dejar sus casas. Especialmente los cientos de miles que abandonaron el norte de Gaza.
Blinken insta a Israel a reducir sus ataques sobre los civiles
El coste de la guerra de Gaza sobre los civiles «es demasiado alto», ha indicado Blinken, quien ha reclamado además que Israel deje pasar a la Franja desde Egipto la ayuda humanitaria que se necesita de manera perentoria para evitar que el desastre humanitario convierta la situación en una catástrofe irreversible.
La visita de Blinken ha coincidido con las nuevas denuncias de Naciones Unidas sobre los impedimentos que Israel está poniendo a la llegada de ayuda humanitaria a la Franja. Según la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de Naciones Unidas (OCHA), la falta de combustible para los sistemas de distribución y potabilización de agua pone en riesgo a decenas de miles de personas, amenazadas por enfermedades derivadas del consumo de agua contaminada.
Por eso, el secretario de Estado ha reclamado a Netanyahu que reduzca los ataques del ejército a la población palestina, masacrada en esta contienda que cada día que pasa muestra una oscura intencionalidad geopolítica en la dirección de la construcción de un gran Estado de Israel a costa de los palestinos.
No habrá paz sin el reconocimiento del Estado palestino
Blinken ha explicado que la paz pasa por el reconocimiento israelí del Estado palestino y que ello llevará a que los países árabes que aún no han reconocido a Israel hagan lo propio.
EEUU pone así de nuevo sobre la mesa la eventual futura reanudación de las negociaciones entre Israel y países como Arabia Saudí, muy influyente en los gobiernos de la región. Negociaciones que el ataque de Hamás y la guerra lanzada por Tel Aviv contra Gaza habían interrumpido.
Cuatro países árabes –Bahréin, Emiratos Árabes Unidos, Marruecos y Sudán- han formalizado ya sus relaciones con Israel en el marco de los llamados Acuerdos de Abraham.
Pero para continuar ese consenso regional en pos de la paz, según ha insistido Blinken en esta quinta visita a Israel desde el 7 de octubre, será necesario acometer «decisiones difíciles», entre ellas que Tel Aviv acepte un «camino claro hacia la realización de los derechos políticos palestinos y un Estado palestino». Es decir, que dé los pasos necesarios hacia el reconocimiento del Estado palestino. Esta será, según Blinken, la clave para la seguridad y la paz a largo plazo.
«Israel debe abstenerse de adoptar medidas que socaven la capacidad de los palestinos para gobernarse a sí mismos de manera efectiva. La violencia extremista de los colonos (israelíes) llevada a cabo con impunidad, la expansión de los asentamientos, las demoliciones y los desalojos hacen que sea más difícil –no más fácil– para Israel lograr una paz y una seguridad duraderas», ha aseverado Blinken.
Y ha agregado que la propia Autoridad Nacional Palestina que en estos momentos administra Cisjordania, el otro territorio palestino, «tiene la responsabilidad de reformarse y mejorar su gobernanza». Esta situación sería más fácil, claro, si Israel dejara de promover los asentamientos ilegales de colonos judíos que ya han arrebatado a los palestinos más de la mitad del territorio cisjordano o si reconociera a la ANP su capacidad para gobernar Cisjordania.
Israel no está por la labor
Todo el mundo parece estar de acuerdo en que no habrá paz sin el reconocimiento de un Estado palestino y de que el ya existente Estado de Israel disponga de unas garantías de seguridad mínimas, como ha reclamado Blinken a los países árabes en esta gira.
El problema es que el actual Gobierno de Israel, con Netanyahu y su guardia pretoriana de ultraderecha, nacionalistas y extremistas religiosos, no lo aceptará jamás. Ya lo ha dicho antes Netanyahu y volverá a hacerlo mientras siga en el poder.
Peticiones de enjuiciar a Israel por genocidio
Un poder que se tambalea poco a poco y que solo se salva por el cierre de filas en torno a la guerra. Las manifestaciones y marchas que reclaman elecciones anticipadas se suceden en Israel y el prestigio del mandatario israelí cae en picado día a día.
La población israelí ve cómo Netanyahu es incapaz de resolver la guerra de Gaza y destruir a Hamás. Tampoco se ve capaz de liberar a los más de 130 rehenes en manos aún de esta organización islamista desde el pasado 7 de octubre y que para el primer ministro se han convertido en una patata caliente que no sabe cómo quitarse de encima.
Netanyahu se ve, además, rehén de esas facciones en su Gabinete, encabezadas por el ministro de Seguridad Nacional, Itamar Ben Gvir, y el de Finanzas, Bezalel Smotrich, partidarios siempre de meter cizaña en las relaciones con Estados Unidos e inflamar la polarización en el propio Israel.
Por eso, durante la visita de Blinken, ese Gabinete radical ha echado balones fuera y ha reclamado a EEUU que se preocupe más por la amenaza que puede suponer Irán, en caso de que se expanda la guerra. Una guerra lanzada por Israel como método desproporcionado de combatir una acción terrorista y que no rehúsa a recurrir a crímenes de guerra por parte de su ejército.
Ahora esos crímenes de guerra están a la vista del mundo y la imagen internacional de Israel está por los suelos, como lo reflejan acciones como la del Gobierno de Sudáfrica, que ha demandado a ese país por genocidio contra la población palestina.
Juan Antonio Sanz
Foto tomada de: France 24
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