Afirma que en dichas facultades había que aprender mucho de Marx y teoría marxista de la historia “pues los profesores estaban en una feroz labor de adoctrinamiento”. Además se ejercía violencia y discriminación contra los profesores no marxistas: “los profesores ortodoxos, que enseñaban microeconomía y macroeconomía neoclásica, iban siendo arrinconados, matoneados y paulatinamente aburridos.”
El adoctrinamiento también ocurría en la facultad de filosofía: “La meta de la secuencia Descartes, Kant, Hegel, Marx y Escuela de Francfort era plantar en nuestras mentes adolescentes la semilla del árbol marxista, como culminación de la progresión intelectual de Occidente.” Se daban disputas muy profundas sobre “el fetichismo de las mercancías del tomo I, de El Capital de Marx, en lugar de estudiar a fondo el ciclo de los negocios de Colombia.” Pero el adoctrinamiento no se limitaba a las teorías de Marx, también incluía la escuela cepalina, la teoría de la dependencia, keynesianismo, post-keynesianismo y estructuralismo.
Es espantoso que ocurra esto en la Universidad de los Andes. Ha sido muy valiente Echeverry en denunciar estas tropelías de las tropas marxistas en su batalla cultural contra el sistema capitalista. Sin embargo, es una denuncia tardía: nuestro indignado economista y filósofo, está criticando el adoctrinamiento por parte de sus profesores…hace casi cuarenta años, cuando estudió economía en la facultad de economía de la Universidad de los Andes y tomó cursos en la de filosofía. Sugiere además Echeverry que este adoctrinamiento también lo sufrió el presidente Petro en sus estudios del Externado: de hecho, en el título de su columna se refiere también a los profesores de Petro.
Echeverry debe estar mintiendo
¿Le cabe a alguien en la cabeza que en la facultad de economía de la universidad de los Andes los profesores de la escuela neoclásica en microeconomía y macroeconomía fueran acorralados y matoneados? ¿Es creíble que tanto la facultad de economía como la de filosofía estuviera dominada por profesores marxistas?[2] Debido a estas dudas, consulté a algunos compañeros de Echeverry, quienes me confirmaron que lo dicho es falso. Evidentemente hubo algunas cátedras y seminarios relativos a teorías marxistas, pero su peso en el currículo era mínimo, tal como ocurre actualmente. Si ha existido algún adoctrinamiento en la facultad de economía de los Andes, es precisamente en teorías neoclásicas y afines a este campo teórico.
Algo similar ocurría en la facultad de economía de la Universidad Externado de Colombia en la cual estudió Petro. De un total de aproximadamente 40 materias entre 1977 y 1982, quizá dos o tres examinaban algo de teoría marxista. Nunca hubo una enseñanza sistemática y seria de El Capital de Marx. Tampoco una materia específica sobre el tema. Se dictaban dos cursos de economía socialista por un profesor que parecía contratado con la finalidad de que los estudiantes aborrecieran el marxismo. Quizá alguna materia opcional se refería a la teoría de Marx, pero nada más. Si Petro fue adoctrinado en la teoría marxista (lo cual no parece por sus concepciones y actuaciones) no fue en el Externado.
Pero, de haber sido cierto lo que dice Echeverry, lo evidente es que su cerebro adolescente no permitió ser adoctrinado. A pesar de los feroces esfuerzos de los profesores marxistas, el joven cerebro de Echeverry no fue un terreno fértil para plantar teorías tan equivocadas y dañinas.
Si algo resulta claro es que Echeverry no conoce El Capital, ni tiene una mínima formación en la teoría de Marx. Si algo hay que reprocharle a los profesores es su fracaso rotundo en su labor de adoctrinamiento. Y no es solo el caso de Echeverry, la gran mayoría de los egresados de la Universidad de los Andes, desde hace décadas, se caracterizan por rotundo rechazo a Marx acompañado de un completo analfabetismo sobre sus teorías. Basta ver la lista de algunos de sus compañeros más famosos: Alberto Carrasquilla, Leonardo Villar, Mauricio Cárdenas, Luis Carlos Valenzuela, Mónica Aparicio y Santiago Montenegro[3]. Esta lista ratifica el rotundo fracaso como adoctrinadores de los economistas y filósofos marxistas.
Echeverry miente sobre los hechos ocurridos. Pero esto no le preocupa en lo más mínimo. Su columna tiene como finalidad establecer a la brava una relación de causalidad entre dicho supuesto adoctrinamiento y la gestión del presidente Petro, entre dichas ideas expuestas a las mentes adolescentes en dicha época, y las crisis, la pobreza y el deterioro de la economía y las condiciones de vida. Miremos lo que dice:
1) En la facultad de economía no se enseñaba cómo funciona la economía: él tuvo que aprender eso por fuera del país.
Esta afirmación es muy discutible. Desde esa época en la facultad de economía de la Universidad de los Andes se enseña “cómo” funciona la economía y se eluden las preguntas de fondo, como ¿qué es el modo de producción capitalista? En esta facultad se forman economistas para que administren políticas económicas desde el Estado, o administren empresas, y no para entender críticamente en que sociedad viven.
2) “Los profesores de economía marxista-poskeynesiana-progresista, han tenido suficientes ocasiones en Argentina, Chile, Perú, Venezuela y Colombia, para aplicar sus devaneos, ensayar sus intuiciones y producir una vez tras otra crisis económicas con inmensos costos sociales.”
Desafortunadamente en este artículo no menciona un solo profesor marxista con incidencia en la política económica. ¿estará pensando en José Antonio Ocampo? Si algo ha caracterizado a los responsables de la política económica durante las últimas tres décadas, es que la mayoría han sido economistas ortodoxos en Colombia.
La afirmación de Echeverry es muy imprecisa y casi mentirosa. Se fundamenta en una concepción muy común en economistas como Echeverry, que consiste en sostener que las causas de las crisis y diversos efectos sociales negativos sobre los trabajadores, son las políticas del Estado, callando prudentemente sobre el hecho de que son consecuencias inherentes e inevitables del modo de producción capitalista. Desde muy temprano el cerebro adolescente de Echeverry, o por lo menos su instinto, le decía que para escalar en esta sociedad, para trepar los peldaños de la escala social, para arribar a puestos de reconocimiento, poder y retribución económica, era necesario rechazar la teoría de Marx y su crítica al sistema capitalista. Desde joven Echeverry supo en que bando debía alinearse. Su cerebro adolescente era inmune a cualquier virus marxista.
3). Un adoctrinamiento imperdonable: “lo que aún no logro excusar a varios de mis profesores es haber ocupado momentos tan importantes de nuestra atención adolescente, tan costosos para un estudiante que se educaba con un crédito de ICETEX, y tan valiosos en un país pobre y rezagado en tecnología coma y acceso a mercados infraestructura y servicios sociales, a que aprendiéramos una sarta de cosas equivocadas y perniciosas. Es como si no les hubiera importado que de sus enseñanzas fuéramos a vivir y a sostener a nuestras familias. Peor aún, que se aplicaría a la economía teorías que no han tenido éxito y no se adoptarían las que sí tenían un éxito evidente. Les interesaba más transmitirnos sus intuiciones antisistema que enseñarnos a preguntar y aprender a fondo de qué depende el valor de las cosas y las muchas fortalezas del capitalismo.”
En esta frase Echeverry reconoce claramente que su interés en ningún momento era entender la economía y mucho menos críticamente: su meta era aprender cosas prácticas para obtener los más altos ingresos, vivir cómodamente y sostener a su familia. Tal como piensa la gran mayoría de estudiantes de economía, especialmente aquellos que parten de precarias condiciones económicas y quieren triunfar en este mundo. Como señalé en el comentario anterior, Echeverry tenía claro que lo importante en la universidad no es el conocimiento, sino las herramientas para competir en la selva capitalista.
Pero es cínico. Critica a los marxistas por no ayudarlo a “aprender a fondo de qué depende el valor de las cosas”, cuando es precisamente Marx en El Capital quien examina a fondo este asunto, a diferencia de la superficialidad de la gran mayoría de economistas en corrientes opuestas. Si hubiera estudiado con juicio el asunto del fetichismo de la mercancía quizá hubiera aprendido algo de fondo. Lo que sí es evidente es que Echeverry no tiene mayor idea sobre la teoría marxista del valor, pero es un especialista en incrementar el valor de sus cuentas bancarias. Nuevamente, qué mal les fue a esos profesores empeñados en enseñarle a Echeverry cosas equivocadas y perniciosas: no lograron hacer mella alguna. Era un cerebro adolescente a prueba de adoctrinamiento.
4). “Para algo vino a servir eso: entender la historia intelectual del grupo que llegó a liderar a Colombia en 2022 de la mano de Gustavo Petro. Hace 40 años le enseñaron mala economía, pero no las lecciones de lo que sucedió al aplicar esa mala economía. Hoy el presidente de Colombia al igual que los profesores de antaño, predica una economía recóndita, llena de sofismas, equivocaciones y soberbia”.
Aquí se encuentra el punto central, en mi opinión, de la argumentación de Echeverry. Su esfuerzo es establecer una línea causal entre la teoría de Marx (y otras que no son marxistas, pero que considera igualmente equivocadas y perniciosas), el adoctrinamiento de los profesores en su época universitaria (hechos muy dudosos sin suficiente evidencia), el conocimiento de economía adquirido por Petro, y las consecuencias negativas en términos de crisis y costos sociales. Habría que precisar en primer lugar que no ha habido ningún presidente ni gobierno marxista en la historia de Colombia. La totalidad de los gobiernos y presidentes han sido defensores del capitalismo.
Obviamente, ha habido diferencias en enfoques generales (gobiernos intervencionistas y gobiernos neoliberales) y diversos aspectos de la política económica, en asuntos monetarios, fiscales y cambiarios, por ejemplo. Pero ha predominado un modo de producción capitalista, atrasado pero muy rentable para los capitalistas, especialmente para aquellos que controlan las grandes empresas oligopólicas. Echeverry, como ya señalé, intenta culpar de las crisis y los efectos sociales negativos, a las políticas estatales y en particular a aquellas que considera de izquierda, perniciosas y equivocadas. Deja de lado, por completo, las características del modo de producción capitalista en el cual los trabajadores más que seres humanos son un costo que hay que reducir; modo de producción que se basa en la explotación de los trabajadores y se caracteriza por la concentración y centralización del capital y de la riqueza y los ingresos, por la creación de un desempleo permanente, por la generación de pobreza y miseria en un polo, junto a una enorme riqueza y vida de lujos en el otro polo. Asuntos todos que fueron explicados por Marx tan claramente que incluso un cerebro adolescente como el de Echeverry podría entenderlo.
Pero no es que Echeverry no tenga la capacidad para entenderlo: es que no quiere entenderlo. Es peligroso hacerlo. Podría afectar su carrera y sus ingresos. Echeverry decidió que su opción de vida era ser un espadachín a sueldo de los capitalistas. Al llegar a la Universidad ya se había auto adoctrinado. Ya se había vacunado contra todos esos virus perniciosos y equivocados. Y le ha ido bien. Ha sido exitoso dentro de los parámetros del sistema: ha escalado, ha trepado, ha llegado arriba. Igual que Milei. De hecho, muchas de las cosas que dice son muy parecidas a las que plantea Milei. ¿Será que quiere lanzarse de candidato presidencial y utilizar un esquema parecido como el que le funcionó a Milei en Argentina? ¿Estará estudiando para actuar y rugir como Milei?
Una nota final sobre el cinismo
Echeverry intenta conmovernos y hacernos creer en su sincero propósito de acabar con la miseria y la pobreza en el país. Nos dice lo siguiente: “A los diez años, caminando entre casuchas hechas de cartón, madera y latas tuve de frente a la miseria humana. Una señora pequeñita, que no tenía menos de ochenta años, revolvía un agua con cebolla en una olla sobre un reverbero; había sumergido un hueso “para darle sustancia”, me dijo. Con eso preparaba lo que iba a ser el almuerzo para ella y su nieta que no pasaba de los tres años. La bondad y la completa indefensión se juntaban en esa escena, que no ha logrado abandonarme en medio siglo. La escena hizo mella y me dio un propósito: hacer cosas para que no hubiera más viejecitas y nietas desamparadas.”
¡Qué ternura! ¡Que conmovedor”. No dice en su artículo si ha cumplido su propósito, parecería que no. Es claro que optó por el camino de defender el sistema capitalista, causante de la pobreza y la miseria de los trabajadores, y generador de muchas viejecitas en situaciones deplorables. Solo falta que propugne por el desmantelamiento del Estado que pueda aliviar en parte la situación de personas como ella y que reitere rotundamente que “no hay plata” para satisfacer sus necesidades. Parece que la miseria humana está en otra parte.
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[1] https://elpais.com/america-colombia/2024-04-21/critica-a-mis-profesores-y-a-los-de-gustavo-petro.html
[2] En el libro sobre 50 protagonistas de la economía colombiana se afirma lo siguiente: “En la U había una fuerte división entre marxistas y no marxistas. Y sorpréndase usted: ¡se imponía allí, en los Andes la línea marxista orientada por profesores como Ulpiano Ayala y Alejandro Sanz de Santamaría.” (p. 140).
[3] Sierra Montoya, Jorge Emilio. 50 protagonistas de la economía colombiana, Universidad Jorge Tadeo Lozano, 2004, página 140.
Alberto Maldonado Copello
Foto tomada de: Agencia de Periodismo Investigativo
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