Estamos viviendo en el país entero un ataque sistemático contra las conquistas de derechos y políticas socialmente inclusivas, llegando a la destrucción de las bases materiales propias para construir un país más democrático, participativo, justo y sustentable (petróleo, tierras, agua, infraestructura en general, etc.). Además, en nombre del combate a la crisis fiscal, se provoca una crisis económica monumental y los estados y municipios se sumergen en la insolvencia. Río de Janeiro vive de modo dramático el proceso de descomposición, que compromete el futuro. Aquí falta todo: faltan salarios para funcionarios y jubilados (sistemáticamente atrasados), falta seguridad, falta salud, falta educación, faltan empleos, entre tantas carencias. Estamos en medio de una crisis gigantesca del Estado de Río de Janeiro.
No voy a entrar en los problemas técnicos y financieros involucrados en la cuestión de la privatización del agua, si puede o no resolver de inmediato parte de la crisis fiscal, aun comprometiendo todo nuestro futuro. Voy directo a lo que importa desde el punto de vista del buen vivir, la ciudadanía, la democracia y la sustentabilidad con justicia social. Privatizar el agua es privatizar un bien común fundamental, la fuente de la vida, es transformar un bien indispensable para vivir en un producto comercial, en negocio para la acumulación privada. Es claro que el agua para llegar a ser potable a nuestro grifo requiere de mucho trabajo y de sistemas de captación complejos, reservas, tratamiento, redes de distribución. Pero una cosa es hacer esto como un trabajo responsable de manejo del bien común agua y con participación, considerando el agua como un derecho humano básico. Otra cosa, radicalmente diferente, es hacer esto con ánimo de lucro, sin importar si el agua es un bien común para todas y todos. Lo peor es que en los planes del gobierno federal, servidor de los intereses del gran capital, entre las muchas medidas entreguistas está el plan de privatizar los sistemas de abastecimiento de agua en la mayoría de los estados brasileños, valiéndose de la misma crisis para esto.
Parece que la crisis hídrica en la Región Sudeste, de dos años atrás, no fue suficiente para alertarnos sobre los riesgos y la necesidad de cuidado del agua, bien común. Y eso que el abastecimiento de agua buena no está universalizado en nuestras ciudades. En lugar de llevar un accionar público más responsable y precavido en la gestión del agua, estamos yendo en la dirección contraria, entregando a los sistemas a quien considera el recurso natural agua una inversión que puede generar lucro, donde quien paga tiene y todos los demás que se den la vuelta. Este, además, es un dogma del neoliberalismo globalizado.
El hecho es que el agua es la fuente de vida y de muchas luchas ciudadanas por el mundo, hasta de guerras. No sé cuándo ni cómo, pero nuestro gobierno está simplemente construyendo una bomba que puede explotar en su cuello tarde o temprano. Los ejemplos por el mundo son muchos y ya ocurrieron reversiones de las privatizaciones, donde tales alianzas público privadas fueron puestas en duda. Es el caso de París (en 2010), Berlín (2013), Buenos Aires y en aproximadamente 100 grandes ciudades del mundo. Aquí en nuestra América del sur, entre enero y abril de 2000, la población de Cochabamba provocó una reacción de tal monta contra la privatización y el inmediato aumento de las tarifas de agua – conocida como la “Guerra del Agua” que obligó al gobierno de Banzer a decretar estado de sitio y así mismo tener que regresar atrás a la concesión de 40 años del sistema municipal de agua otorgada a una filial del grupo Brechtel de los EE.UU.
El ejemplo más notorio en términos de la ciudadanía activa contra la privatización de agua ocurrió en Italia. El truculento y corrupto Silvio Berlusconi impuso por ley las alianzas público privadas en el manejo del agua, estableciendo un impuesto entre 7% y 15% sobre las tarifas practicadas para remunerar la inversión de las empresas. La ciudadanía reaccionó. Fue constituyendo el Foro Italiano de Movimientos por las Aguas, aun en 2006, que organizó un comité en cada ciudad y consiguió 1,4 millones de firmas pidiendo un referendo contra la privatización del agua. El referendo fue realizado el 12 y 13 de junio de 2011 con victoria de la ciudadanía con un 95,7% votando contra la privatización. Participaron 57% de los electores, más del 50% exigido por la constitución italiana. Hoy en día Italia está libre de este ataque privatizador del bien común, el agua.
Debido al Foro Social Mundial (FSM), en contrato con activistas indios, italianos, bolivianos, comencé a dar mayor atención al agua como un bien común y a la importancia de las luchas por el agua en el enfrentamiento del neoliberalismo, la motivación central del Foro. El bien común agua, acabó siendo muy central en la agenda de debates y articulaciones del FSM en los primeros años. El caso de la India involucró empresas que viven del “hidronegocio” a escala global, como Coca Cola y Nestlé. El agua es un bien relativamente escaso en la India y la expansión económica reciente está provocando un estrés hídrico alarmante, afectando especialmente zonas de agricultura familiar y pueblos tradicionales. Las protestas son constantes, obligando, inclusive, a Coca Cola a cerrar algunas unidades. Aprendí con los indios que la Coca Cola usa tres litros de agua por un litro de gaseosa (tal vez después de las luchas haya mejorado su desempeño, al menos ya vi propaganda de la misma Coca Cola al respecto). Las y los indios fueron contrarios hasta a la posibilidad de vender Coca Cola en el espacio del FSM, por ser un símbolo de agresión al bien común agua.
El agua como fuente de vida y la lucha contra las amenazas del “hidronegocio”, en el abastecimiento, embotellamiento, energía, minería, industria, irrigación del grande agronegocio, el uso de veredas y ríos como canales de alcantarillado no tratado, está llegando a un consenso. Las reservas de agua están dadas, pero el agua potable es una mínima fracción del agua disponible en el planeta, ya que un 97% son mares y océanos. Ya vi y escuché una conferencia TED por internet en la que se decía que estamos salvados gracias a la tecnología, pues Coca Cola va a instalar aparatos de desalinización de agua y resolver el problema de la escasez. Solo faltó decir que esto lo hará como negocio y tendrá agua para cobrar al precio que Coca Cola quiera. No es por ahí que la humanidad se sentirá mejor y más segura! La integridad y la reproducción del ciclo de agua es parte de los sistemas ecológicos esenciales para la sustentabilidad del buen vivir. Sin agua no hay vida, ninguna vida. Necesitamos asumir como tarea de la ciudadanía el cuidado y compartimiento del agua.
Ante la amenaza del plano de la privatización en masa, cabe recordar ejemplos que podrían fortalecer nuestra lucha. La práctica de proveer agua gratis en las ciudades es algo que tiene historia y, hoy, vuelve a ser valorada. En los Estados Unidos, en cualquier restaurante el agua de grifo es servida gratuitamente de manera automática. Pero es en Roma que existe un sistema de abastecimiento de muchos años: “las fontanas”. Se trata de agua limpia de fuentes en lugares públicos. Muchas “fontanas” son abastecidas por acueductos romanos famosos y antiguos. Qué sería si en lugar de privatizar la CEDAE nuestros gestores del agua fueran obligados a instalar un grifo público en cada plaza de nuestra ciudad, para que llenemos nuestro vaso o botella de agua gratis? Y cómo sería de bueno si fuera refrigerada, como en la fuente a la salida del metro del Coliseo en Roma! Es un absurdo la privatización de todo el sistema y es una agresión, una violación de derecho, muchas personas sufren de sed en este calor de Río de Janeiro por no tener dinero para comprar el agua embotellada que es bien cara. Esto va en contravía de lo que necesitamos para un mundo más justo y sustentable.
Tenemos en nuestro Brasil un movimiento notable que lucha en torno al modo en que usamos el agua. El movimiento de los Alcanzados por las Represas (Movimento dos Atingidos pelas Barrangens –MAB), hoy convertido en movimiento nacional. Su origen y todavía principal lucha es contra la expulsión de los que viven en torno a los ríos – indígenas, pescadores, poseedores y agricultores familiares, palenqueros, poblaciones de ciudades en las riveras – debido a la construcción de las grandes represas, en general para hidroeléctricas. Pero su mirada y motivación lo convierte hoy, en la principal referencia de la ciudadanía activa brasileña en la lucha por el agua bien común. Para enfrentar el descalabro de la privatización es hora de resistir e ir más allá. El MAB tiene mucho para enseñarnos sobre lo que es una lucha de ciudadanía por el agua.
Nuestros bienes comunes no están a la venta! No al negocio del agua!
Cândido Grzybowski: Sociólogo, diretor do Ibase