Esto, que piensan espontáneamente los agentes de la producción, se expone en los libros de economía tradicional como la teoría de los factores de producción y sus rendimientos. En las facultades de economía se nos enseña que cada factor es el creador de su ingreso correspondiente que corresponde a su aporte en el proceso productivo. De este modo la producción capitalista se concibe como un proceso de cooperación entre las tres grandes clases en el cual por tanto no habría explotación alguna sobre los trabajadores.
El DANE en las cuentas nacionales ofrece información sobre el producto total anual del país y sobre el producto interno bruto que corresponde al valor agregado por los trabajadores asalariados cada año. Del producto total se descuenta el consumo intermedio (los gastos en materias primas y otros) y queda el valor agregado que se distribuye entre los capitalistas (bajo la categoría de excedente bruto de explotación) y los trabajadores asalariados (bajo la categoría de remuneración a los asalariados). El DANE no discrimina la parte del valor agregado que es capturada por los terratenientes bajo la categoría de renta de la tierra. En un año determinado, por ejemplo 2016, los trabajadores produjeron un valor agregado de cerca de $560 billones de los cuales la mitad se pagó en salarios y prestaciones y la otra mitad en el excedente a cargo de los capitalistas (que a su vez tienen que distribuirlo con los terratenientes y el Estado). Como los trabajadores son cerca de 11 millones y los capitalistas apenas 800 mil, la magnitud por persona es extraordinariamente grande para los capitalistas en comparación con la parte que les corresponde a los trabajadores.
De acuerdo con el conocimiento espontáneo de los agentes de la producción capitalista y la mayoría de analistas y columnistas de opinión, esta distribución de los ingresos es un resultado de la “productividad” o aporte de cada uno de los factores, y por tanto se trata de una situación clara en la cual no existe justificación alguna para hablar de explotación de una clase por otra ni fundamento para la lucha de clases y el “odio entre las clases”, como acostumbran a señalar distinguidos líderes políticos como Álvaro Uribe. Se trata de una situación normal y natural. Por tanto, no hay aquí ningún problema con relación a la distribución de los ingresos.
Pero mirando la cosa más de cerca se encuentran ciertas confusiones e incoherencias en el asunto. Por ejemplo, ¿qué es el capital y cómo es posible que produzca una ganancia o un interés? En las facultades de economía nos enseñan lo que piensan los capitalistas y los propios trabajadores, aunque en una forma un poco rebuscada. Simplemente observan lo que ocurre concretamente en esta sociedad: 1) los capitalistas invierten en un negocio (productivo o comercial) una suma de dinero y al final del año obtienen una cantidad determinada de ganancias (de la cual deben pagar impuestos y arrendamientos, así como unos a otros, por ejemplo el industrial al capitalista financiero, el banco). Aquí simplemente se repite lo que se observa pero no se lo explica: ¿cómo es que se produce esta ganancia?; 2) los capitalistas dueños del dinero, en forma directa o por medio de los bancos, prestan su capital (una suma de dinero) a una tasa de interés, y al finalizar el año obtienen una determinada cantidad de dinero. Nuevamente, esto es lo que se observa, pero no se explica.
En los dos casos se trata de una suma de dinero, pero en el primero se invierte en una empresa (se compran medios de producción como máquinas, herramientas, materias primas y fuerza de trabajo) y en el segundo se presta a otros que son los que invierten y que entregan parte de su ganancia al prestamista. En los dos casos se trata de una cantidad de dinero que mediante un proceso se incrementa. Pero, todavía no tenemos una explicación de qué es el capital y cómo produce este maravilloso resultado.
Los economistas dicen entonces que en el primer caso el capital son los medios de producción (máquinas, herramientas, etc.) que tienen un rendimiento. Samuelson lo dice claramente: el capital son estos medios de producción[2]. De este modo, se plantea en forma subrepticia que el capital ha existido en todo tipo de sociedades, desde las más sencilla y originaria en la historia humana. Pero, si un capitalista compra, por ejemplo, una máquina que vale $1.000 millones y tiene una vida útil de 10 años, cada año transferirá $100 millones al valor de sus mercancías, hasta que haya transferido todo el valor y tenga que comprar una nueva máquina. Todo el valor se transfiere. ¿Entonces cómo es posible que además de los $1.000 millones produzca un valor adicional? Esto parece pura magia, es como si las máquinas tuvieran la virtud de tener dos valores distintos. En el segundo caso el capital es simplemente una suma de dinero que tiene la virtud de convertirse mediante el préstamo en una suma mayor; pero para que esto pueda ocurrir, es necesario que el prestatario invierta su dinero en una empresa y compre máquinas y herramientas y las combine en un proceso de trabajo con los trabajadores para obtener una ganancia. Conclusión, todavía no sabemos qué es el capital y cómo puede generar una ganancia.
Lo que queda claro, hasta este momento, es que el capital es para los economistas una “cosa” que tiene la virtud de aumentar su valor. En sociedades no capitalistas también existen medios de producción y en dichas sociedades no se produce una ganancia o un interés. El capital no es una cosa sino una relación social de producción, es decir, una forma de organización social de la producción en la cual una suma de dinero se transforma en medios de producción y fuerza de trabajo para producir mercancías. La ganancia es un resultado de dicho proceso de producción y proviene de la diferencia entre el valor agregado por los trabajadores y el valor de su fuerza de trabajo, es decir, lo que se les paga a los trabajadores para que puedan subsistir y trabajar. Y esto nos lleva al segundo factor: el trabajo.
En todas las sociedades es necesario el trabajo humano para producir los bienes y servicios necesarios para la vida material. Pero el trabajo tiene distintas formas: trabajo esclavo, trabajo servil y trabajo asalariado, por ejemplo. En el trabajo esclavo o servil no se paga un salario, el salario es algo propio de la sociedad capitalista. En esta sociedad el salario aparece como el pago por el trabajo realizado, pero ya los economistas clásicos descubrieron que todo el valor lo producían los trabajadores, luego el salario no correspondía a dicho valor agregado sino a una parte de él. En la sociedad capitalista, los trabajadores asalariados son contratados por el capital, hacen parte del capital y se contratan con el fin de que produzcan una ganancia. Al trabajador asalariado se le paga el valor de su fuerza de trabajo, que equivale apenas a una parte de la jornada de trabajo; es decir, en 4 horas un trabajador puede producir el equivalente de su salario, pero debe trabajar 8 horas. En las 4 horas restantes produce un excedente, un mayor valor que es la fuente de la ganancia. El concepto de salario esconde la realidad de la producción capitalista: es una organización en la cual millones de trabajadores asalariados producen todo el valor pero solo se quedan con una parte. Pero esto queda oculto porque en las transacciones individuales aparece como un contrato entre dos partes, cada una de las cuales es libre de firmar el contrato. Además, si al trabajador se le paga su trabajo entonces se esconde el origen de la ganancia, que aparece como un resultado externo al proceso productivo.
Finalmente, la renta de la tierra parece ser una propiedad natural, como si por si misma la tierra produjera el ingreso. Pero la renta de la tierra es solamente una parte del valor agregado creado por los trabajadores asalariados agrícolas o industriales. Obviamente, el propietario de la tierra obtiene un ingreso permanente de dicha propiedad, y desde su punto de vista dicha propiedad es la fuente de dicho ingreso, pero no es el elemento creador. Es simplemente un mecanismo mediante el cual del terrateniente se queda con una parte de las ganancias.
Todo lo anterior nos muestra que las categorías más concretas y cotidianas del capitalismo, las más evidentes, las que todos conocemos y manipulamos día a día, sin necesidad de ser economistas, teóricos o estudiosos, son categorías mistificadoras, engañosas, ocultadoras. Pero no se trata de que algún individuo u organización adelanta una campaña de engaño, es simplemente la representación espontánea que surge de la forma en que funciona el capitalismo. En este sistema lo que se ve a simple vista, lo superficial, lo concreto, aparece separado, en forma independiente, desarticulado; a simple vista no se ve la conexión interna, la trabazón entre las partes, la coherencia del sistema.
Obviamente, los teóricos de la economía tienen una cierta noción de que detrás de lo que se ve superficialmente hay otras cosas. Incluso, algunos economistas tradicionales han oído hablar de El Capital de Marx y quizá han leído algunas partes. Pero no les interesa profundizar dado que su interés es defender y beneficiarse del capitalismo. El Capital de Marx consiste en explicar dicha trabazón interna, dicha coherencia invisible y su resultado es claramente un misil lanzado contra la concepción dominante. Los capitalistas obviamente no tienen mucho interés en entender qué son sus ganancias, están muy satisfechos simplemente con conseguirlas y enriquecerse. La interpretación tradicional de la economía les cae como anillo al dedo porque les santifica y legitima sus fuentes de ingresos. Por esto promueven y financian a los economistas que con aire de científicos se dedican a sistematizar sus ideas cotidianas y a divulgarlas. Y además cuentan en este trabajo con la ventaja de que los propios trabajadores comparten con los capitalistas y los economistas estas ideas espontáneas.
El dominio económico capitalista se fundamenta no solo en la relación material entre las clases sino también en las propias ideas que se generan espontáneamente y que refuerzan dicho sistema.
Las ideas que repiten los economistas y enseñan en las facultades de economía sobre los factores de producción son antiguas. En la época de Marx eran propagadas por numerosos economistas que aquel calificó de economistas vulgares, superficiales. Estas ideas se siguen difundiendo y enseñando por parte de premios nobel de economía, los modernos espadachines a sueldo del capitalismo. Sin haber conocido a Samuelson, Marx hace una crítica demoledora de su famoso libro de introducción a la economía. El lector interesado sacará provecho de la lectura del capítulo 48 del tomo III de El Capital, titulado la fórmula trinitaria.
Una nota sobre Oscar Wilde y William Ospina
En artículo anterior en Revista Sur afirmé que William Ospina[3] se dejaba llevar principalmente por la emoción y no por el conocimiento al hacer análisis sobre la realidad social colombiana. Encontré luego que Oscar Wilde[4] describe muy bien la posición de Ospina y muchos otros reformadores preocupados por los pobres:
“Es inevitable que se conmuevan, al verse rodeados de tan tremenda pobreza, tremenda fealdad, tremenda hambre. En el hombre, las emociones se suscitan más rápidamente que la inteligencia; y como señalara hace algún tiempo en un articulo sobre la función de la critica, es mucho más fácil solidarizarse con el sufrimiento que con el pensamiento. De esta forma, con admirables, aunque mal dirigidas intenciones, en forma muy seria y con mucho sentimiento, se abocan a la tarea de remediar los males que ven. Pero sus remedios no curan la enfermedad: simplemente la prolongan. En realidad sus remedios son parte de la enfermedad.”
“Tratan de resolver el problema de la pobreza, por ejemplo, manteniendo vivos a los pobres; o, como lo hace una escuela muy avanzada, divirtiendo a los pobres. Pero esta no es una solución; es agravar la dificultad. El objetivo adecuado es tratar de reconstruir la sociedad sobre una base tal que la pobreza resulte imposible. Y las virtudes altruistas realmente han evitado llevar a cabo este objetivo. Así́ como los peores dueños de esclavos fueron los que trataron con bondad a sus esclavos, evitando así́ que los que sufrían el sistema tomaran conciencia del horror del mismo, y los que observaban lo comprendiesen, igual sucede con el estado actual de cosas en Inglaterra, donde la gente que más daño hace es la que trata de hacer más bien.”
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[1] Junto a estas tres clases coexisten también forma de producción en las que la relación social no es directamente capitalista, aunque están articuladas con la producción capitalista, como son los trabajadores por cuenta propia: los campesinos, pequeños productores urbanos, pequeños comerciantes, etc. En este texto me enfoco en las relaciones típicamente capitalistas.
[2] “Factores de producción. Es otro término para referirse a los insumos. Se puede clasificar en tres grandes categorías: tierra, trabajo y capital.” Los recursos de capital son “los bienes durables de una economía producidos con el fin de producir otros bienes. Los bienes de capital incluyen máquinas, caminos, computadores, martillos, camiones, fábricas de acero, automóviles y edificios.”
[3] https://www.sur.org.co/william-ospina-y-la-candidatura-de-rodolfo-hernandez/
[4] https://docs.google.com/file/d/0B14Synwe1mHzSzNkWi0zTHROcVE/edit?resourcekey=0–d3WbRXSr_RRnv_CDNjVYA
Alberto Maldonado Copello
Foto tomada de: Semana.com
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